Ayuda

Agustín Muñoz Grandes

Biografía

Muñoz Grandes, Agustín. Madrid, 27.I.1896 – 11.VII.1970. Militar, capitán general del Ejército, ministro.

Nació en Carabanchel (entonces municipio cercano a Madrid), hijo de Fernando Muñoz Vargas, natural de Alcázar de San Juan, y de María Grandes Merino, natural de Zarzosa de Cameros, era el quinto de seis hermanos. Realizó sus estudios en el madrileño instituto San Isidro y, a los catorce años de edad, ingresó en la Academia de Infantería toledana, jurando bandera el 9 de octubre de 1910, en el patio de armas del Alcázar, dos años antes de que España se hiciera cargo del Protectorado de Marruecos, cuya pacificación exigió continuos combates hasta el año 1927.

En 1913, a los diecisiete años, recibió el despacho de segundo teniente, siendo destinado al Regimiento de Infantería Covadonga n.º 40, de servicio en Marruecos, incorporándose inmediatamente a su unidad que estaba de operaciones en el Garb, en la provincia cuya capital es Arcila, feudo del rebelde El Raisuni, señor de la Yebala, contra cuyos guerreros se centró la acción militar de España en la zona occidental del Protectorado, bajo el mando del general Silvestre.

Nada más llegar, Muñoz Grandes recibió su bautismo de fuego en los combates de Casar-Hamer y El Zenin de Sidi Llamani y participó en las acciones en la zona de la Xarquia contra los Beni-Aros, mandando por vez primera con éxito una misión independiente: la protección de un convoy hasta cerca de Arcila. Los combates se prolongaron sin tregua durante los meses siguientes, destacando sus actuaciones en Cuesta Colorada, Buisa y Bufax. A finales de 1914, después de más de un año de continuas operaciones, regresó a la Península, al cantón de Leganés, para en 1915 ser nuevamente destinado a Ceuta, al Regimiento de Infantería Serrallo n.º 69, una de las unidades con más experiencia y tradición de entre las que operaban en el escenario marroquí. A las pocas semanas de llegar, se hizo cargo de su compañía por ausencia del capitán. Fue su primer mando de plena responsabilidad.

En 1915 ascendió a primer teniente y tras mandar de nuevo compañía, consiguió en enero de 1916 ser destinado a una de las unidades especiales que llevaban el peso y el mayor número de bajas en los combates que tenían lugar en el Protectorado: los Regulares, nacidos en 1911, en Melilla, a instancias del teniente coronel Berenguer. Tuvieron su bautismo de fuego en los combates de Monte Arruit. Desde un principio se comprobó que era una unidad de choque excelente y que, al estar compuesta por soldados marroquíes mandados por oficiales españoles, suponían un ahorro importante de sangre hispana. Por sus filas pasaron los más destacados oficiales del Ejército.

Muñoz Grandes se incorporó al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Ceuta n.º 3 que mandaba González Tablas, y de inmediato empezó a operar, destacando en los combates de El Fondak y Loma de los Pacos, y en el establecimiento de posiciones defensivas en zonas próximas a Ceuta. En julio fue citado como distinguido en la orden del grupo y, en diciembre de 1916, se le concedió la Cruz roja de 1.ª Clase del Mérito Militar. A comienzos de 1917, este teniente de veintiún años contaba ya con amplia experiencia de combate, fruto de sus cuatro años de estancia en Marruecos, pudiendo considerarse como un ejemplo del oficial africanista, que pedía siempre acudir al combate en defensa de la dignidad de España.

En septiembre de 1917 pasó destinado al Regimiento de Infantería Navarra n.º 25 y posteriormente al Albuera n.º 26, ambos de guarnición en Lérida. En esta etapa sufrió su primera baja por enfermedad de casi tres meses de duración. Fue la primera muestra de lo que luego se calificará como “mala salud de hierro”, que no le impidió desempeñar con plena eficacia todas las misiones que le fueron encomendadas.

En octubre de 1918, vuelve a África, al Grupo de Regulares Tetuán n.º 1, como jefe de la 2.ª compañía del 3.º tabor, mandado por el comandante Sanz de Larín, incorporándose al destacamento del Fondak de Ain-Yedida. Durante su ausencia, se habían producido dos hechos importantes: el nombramiento del general Berenguer como alto comisario y el incremento de la rebeldía de dos importantes jefes marroquíes: El Raisuni en la zona de Ceuta-Larache, y Abd-el-Krim en la de Melilla.

En los siguientes meses, Muñoz Grandes estuvo siempre en posiciones de primera línea en la zona occidental del Protectorado, como era tradición en los Regulares. Formó parte de las vanguardias de la columna Sanjurjo, que tomó Gorgues (desde donde El Raisuni había bombardeado Tetuán con artillería) y Kudia-Kaison, y la de la Mehala Jalifiana de Castro Girona, distinguiéndose en las acciones en el entorno del poblado de Ben-Karrich. El 23 de agosto formó parte de la columna Saliquet en la ocupación de Kerikora, recibiendo su primera herida en combate en la cadera derecha, siendo evacuado en estado grave al hospital de Tetuán y citado especialmente en el parte de operaciones. El 20 de septiembre, manda la vanguardia de la columna del general Vallejo, ocupando Kudia S’biet, para participar pocos días después, bajo el mando del general Navarro, en la ocupación del Zoco el Arbaá.

España llevaba once años combatiendo en Marruecos y el territorio pacificado era únicamente aquel que pisaban sus soldados. El Ejército español vivió en Marruecos una de sus etapas más críticas, carente de medios materiales y humanos, situación denunciada continuamente por Berenguer, sin obtener respuesta del Gobierno. A principios de 1920 el general Silvestre había dejado la Comandancia General de Ceuta para ir a Melilla con el objetivo de extender el dominio y presencia española en la zona oriental, acariciando el proyecto de unir por tierra ambos territorios. Paralelamente Berenguer, en la zona occidental, ultimaba los preparativos para tomar Xauen, la ciudad sagrada de la Yebala, para luego conquistar Tazarut, la plaza fuerte de El Raisuni.

Los Regulares resultaron decisivos en la toma de Xauen. En septiembre de 1920, Muñoz Grandes participó en la ocupación de Mura-Tajar y en la construcción de varios “blocaos”. En el duro combate del 21 de octubre, contra fuerzas enemigas muy superiores en número, bien armadas y aguerridas, fue herido a las ocho de la mañana en el muslo derecho, negándose a ser retirado y, a pesar de volver a ser herido a la una de la tarde, continuó al frente de su compañía hasta que al anochecer se retira con todas sus fuerzas a Xauen. En la Orden de la Comandancia General de Ceuta fue citado en los siguientes términos: “[...] aun no repuesto de sus heridas, continuó las operaciones, y al frente de su compañía entró el primero en Xauen; el 21 de octubre fue herido en los primeros momentos y, al frente de su compañía, desalojó al enemigo de una posición que ocupaba, siendo herido por segunda vez en ese día, figurando en los partes como distinguido”. En abril de 1921, obtiene su segunda Cruz roja del Mérito Militar.

Durante las semanas siguientes fue, de nuevo, destacado repetidas veces en los partes de operaciones, actuando como jefe de las vanguardias del coronel Saliquet y del general Sanjurjo en las conquistas de Bujevas Beni-Said y de Sa-lach, donde murió el heroico teniente Muñoz Crespo y algunos de sus mejores hombres. En julio se distinguió en los combates de Robat el Cozal, en la toma de Beni Aros y en la difícil retirada de la columna del general Marzo.

El 22 de julio se produjo el Desastre de Annual. Melilla estaba a punto de caer en manos enemigas. Desde Ceuta inmediatamente fueron enviadas todas las unidades disponibles para socorrer a los restos de las fuerzas del fallecido general Silvestre. La ofensiva sobre Tazarut quedó interrumpida y El Raisuni se libró de una derrota que ya parecía cercana. En el sector de Ceuta, las escasas unidades disponibles, muy mermadas en efectivos, tuvieron que continuar operaciones. Muñoz Grandes, muchas veces al mando de su “tabor” como capitán más antiguo, quedó establecido en la zona de Xauen y Dar Acoba, siendo una constante que su unidad desempeñase las misiones más duras en las columnas de las que formó parte (acciones de Mura Tahar, Draa el Masif, Punta Grua y un largo etcétera) como continuamente acreditaban los partes de operaciones. En este año recibió sus tercera y cuarta Cruces rojas. Cabe destacar la citación del 2 de enero de 1923 de la orden general del Ejército de España en Marruecos, por su actuación en los combates entre el 1 de febrero y el 31 de julio de 1922: “Ocupó con su compañía el día 19 de junio la loma en que está actualmente la posición de Zania de Sidi-Isef el Zilidi para proteger el avance de la 3.ª compañía sobre el poblado, ocupando las lomas que por la izquierda dominan la Zania, demostrando una capacidad de mando y pericia extraordinaria. Protegió la retirada del poblado manejando las Secciones con gran habilidad y distinguiéndose muy especialmente por su valor sumo”.

En abril de 1923, dio comienzo el juicio contradictorio para el ascenso a comandante por méritos de guerra, y en julio de 1924 dejó de prestar servicio en Regulares —donde llevaba cinco años y nueve meses sin dejar de combatir— para trasladarse a Melilla donde se incorporó a la “Harka” de Ab-El-Malek, asentada en Asil de Midar, como interventor e instructor de la misma. Es la primera unidad, concebida para la guerra irregular, integrada totalmente por tropa indígena reclutada en las cabilas, en la que se incrustan unos pocos oficiales y suboficiales españoles, especialmente distinguidos. Entre ellos, los tenientes Hernández Menor y Rodríguez Bescansa, que morirían heroicamente en el desembarco de Alhucemas, ya integrados en la Harka “Muñoz Grandes”. Ambos recibieron la Cruz Laureada de San Fernando.

Desde su incorporación a esta singular unidad, maestra en los golpes de mano, llevó siempre el peso y el mayor número de bajas en todos los combates, avanzando incluso por delante de los Regulares y la Legión. Como consecuencia de la muerte en combate del cherif Ab-El-Malek, su harka fue disuelta, siendo Muñoz Grandes enviado de nuevo a Ceuta donde el 26 de septiembre recibió la orden urgente del alto comisario, general Aizpuru, de crear una nueva unidad para apoyar a las columnas que, en un intento de abrir el camino hacia Xauen, se encontraban en apuros, por haber cortado el enemigo la comunicación con Tetuán, a la altura de Zinat. Nace la “Harka Muñoz Grandes”, que dos días después, con doscientos cuarenta efectivos reclutados entre los hombres de Abd el Malek, unidos a rifeños que escapaban de Abd-el-Krim, y a otra buena parte procedente de los bajos fondos tetuaníes, entró en combate.

El 30 de septiembre de 1924 ocupó e inició la fortificación de las alturas de Zinat. Muñoz Grandes recibió dos heridas graves en el vientre, negándose a dejar el mando durante los días que duró la operación. Como consecuencia de su actuación, se abrió el juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando. No le fue otorgada: en su declaración, el propio Muñoz Grandes no se consideró acreedor a ella, hecho realmente inédito. En octubre ascendió a comandante por méritos de guerra y, ya restablecido de sus heridas, continuó como jefe de su harka en permanente combate. Entre las muchas acciones destacadas de esta etapa hay que resaltar las realizadas contra las kabilas de Beni-Aros y Beni-Iser y su actuación el 12 de noviembre en los combates del Zoco Sebk que permitieron evacuar su guarnición. Su harka sufrió muchas bajas, entre ellas todos sus oficiales, marroquíes y españoles; Muñoz Grandes fue nuevamente herido grave en el antebrazo izquierdo, quedando hospitalizado, lo que le impidió participar en la retirada de Xauen, diseñada para reestructurar el perímetro español en la zona del Zoco el Arbaa, operación que, iniciada el 15 de septiembre de 1924, dirigió en persona el ya dictador Primo de Rivera y que afectó a diez mil hombres.

Este repliegue envalentonó a las fuerzas de Abd-el-Krim, que atacó a la zona francesa de Marruecos, lo que provocó la destitución del antiespañol general Lyautey, que fue sustituido por Petain, con cuya colaboración se pudo planificar el desembarco en la bahía de Alhucemas, corazón de la insurrección en el Rif. El 26 de julio de 1925 se firmó el acuerdo con Francia para acabar con la insurrección de los Beni Urriagel de Abd-el-Krim.

Después de dos meses de convalecencia, se reincorporó Muñoz Grandes a la zona de combate, tomando de nuevo el mando de su Harka en Tetuán, con la que el 5 de septiembre, formando parte de la columna Saro, embarcó en Ceuta para participar el día 8 en el desembarco de Alhucemas. Dos brigadas, nueve mil hombres, mandados por el general Sanjurjo navegaron rumbo a Alhucemas. Las vanguardias de esta fuerza de desembarco fueron encomendadas a Franco y Goded. En la extrema vanguardia, una unidad especial de choque, la Harka de Muñoz Grandes. Dice literalmente su hoja de servicios: “[...] con sus harkeños es el primero que desembarca en Alhucemas, playa de Ixdain (Cebadilla) sosteniendo fuego con el enemigo, que dispone de elementos modernos de guerra continuando hasta el 22 del mismo mes, en el que con su harka hace un reconocimiento ofensivo sobre Yebel-Malmusi para obligar al enemigo a descubrir sus fuegos y proteger el desembarco del ganado; el día 23, marchando a vanguardia de la columna de Franco ocupa Yebel-Malmusi, donde con su Harka, una Bandera del Tercio, dos Baterías y dos Compañías de Ingenieros queda de jefe del Campamento”. Ese mismo día, fue herido leve en la rodilla derecha, negándose a retirarse. El día 25, nuevamente mandando la vanguardia de Franco, asaltó el Monte de las Palomas, que ocupó y fortificó, siendo gravemente herido en el muslo derecho, con fractura de fémur. Fue evacuado en hidroavión al hospital de Melilla para, posteriormente ser trasladado al Hospital de Carabanchel hasta su total curación. La orden general del Ejército le cita en los siguientes términos: “La notoriedad de sus hechos releva de todo encomio. Es algo excepcional de valor reflexivo, de mando, de capacidad para organizar, una fundada esperanza de la Patria”.

Tras los correspondientes expedientes se le concedió la Medalla Militar individual y, el 20 de febrero de 1926, fue ascendido a teniente coronel por méritos de guerra, quedando disponible en la 1.ª Región Militar para recuperarse de la grave herida recibida. Fue necesario el audaz desembarco de Alhucemas, en operación combinada con los franceses, para llevar la ansiada paz al Protectorado, donde tanta sangre española se había vertido. Tres muy ilustres jefes habían tratado de cortar la sangría: Berenguer con los Regulares, Millán Astray con sus legionarios y Primo de Rivera con las Harkas. Este último, al frente del Gobierno, supo enderezar la equivocada política de varios anteriores gobernantes que nunca entendieron lo mucho que España se jugaba en Marruecos.

El 15 de diciembre fue destinado a mandar el batallón de Lanzarote n.º 9, sito en Alcalá de Henares. En esta etapa de calma contrajo matrimonio con María Galilea Cabrerizo, siendo padrino de la boda, celebrada en Sigüenza el 12 de mayo, el presidente del Consejo de Ministros, general Miguel Primo de Rivera. Recibió la Medalla de Sufrimientos por la Patria por sus heridas y entró en la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. En octubre volvió a Melilla para asistir a la visita del rey Alfonso XIII al territorio con motivo del fin de la guerra que oficialmente terminó el 10 de julio de 1927. A final del año, Muñoz Grandes dejó el mando del Lanzarote n.º 9 para hacerse cargo de la Meha-la Jalifiana Melilla n.º 2. Desde los años 1928 al 1931 alternó el mando de esta unidad con el de la Jefatura de Intervención del Rif, recibiendo en este tiempo la segunda Medalla de Sufrimientos por la Patria.

El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española. Muchas cosas cambiaron en España que afectaron en forma especial al Ejército. El 25 de abril la mayor parte de los jefes y oficiales de la Fuerzas Armadas españolas, en cumplimiento del Decreto del Ministerio de la Guerra del 22 de dicho mes, prometieron servir bien y fielmente a la recién nacida República; palabra que fue dada de buena fe, aunque con diferente entusiasmo, por muchos militares destacados, como Queipo de Llano, Cabanellas, Mola, Aranda, Franco, Yagüe y el propio Muñoz Grandes. El 3 de febrero de 1932, tras diez meses de servicio en Marruecos, quedó en situación de disponible en Guadalajara, incorporándose a la Caja de Reclutas n.º 3 de Toledo, donde permaneció olvidado durante casi un año y medio.

El 12 de septiembre de 1933 cayó el cuarto gobierno republicano y el tercero de Azaña, formando gobierno Lerroux. El 23 de septiembre de 1933, Muñoz Grandes fue destinado a mandar los Guardias de Asalto. Los Guardias de Asalto fueron una unidad de orden público fundamental, que llegaría a estar compuesta por varias decenas de miles de hombres bien seleccionados, que tuvieron una participación muy activa en el mantenimiento del orden, durante aquellos turbulentos días, incluida la represión de la Revolución de Asturias de 1934.

Por su falta de sintonía con el tercer gobierno de Lerroux y con el rumbo que tomaba la Segunda República, el 1 de enero de 1935, Muñoz Grandes fue apartado del mando de los Guardias de Asalto. Quedó en situación de disponible, para ser destinado en septiembre al Regimiento de Infantería Galicia n.º 19, de servicio en Asturias. En noviembre volvió de nuevo a África como delegado de Asuntos Indígenas de la Alta Comisaría de España en Marruecos e interventor general del Rif. El 31 de diciembre ascendió a coronel quedando disponible en Marruecos «al servicio del Protectorado». El 7 de julio de 1936, a petición propia, pasó a la situación de disponible forzoso en la 5.ª División de Sigüenza-Guadalajara. En estas fechas parece que formó parte del grupo de oficiales que en Madrid preparaban el levantamiento contra el Gobierno del Frente Popular que habría de estallar el 18 de julio de ese mismo año.

Su fracaso en Madrid supuso para los militares desafectos al Gobierno la persecución y detención por las fuerzas de orden público fieles al recién nacido Gobierno Giral y por las milicias políticas anarquistas, comunistas y socialistas que se hicieron con el control de la España frentepopulista. El 24 de julio, Muñoz Grandes fue detenido en Madrid e internado en la Cárcel Modelo, en la que salvó la vida, a pesar de los numerosos fusilamientos que mermaron la población carcelaria. El 21 de marzo de 1937, tras nueve meses de prisión, logró evadirse con la más que probable ayuda de su buen amigo el doctor Gómez Ulla, impulsor de la cirugía de guerra, que le había operado de varias de sus graves heridas de Marruecos, para llegar el día 25, a través de Valencia, a la llamada zona nacional.

A los cinco días se hizo cargo del mando de la 2.ª Brigada Navarra perteneciente a la Agrupación que mandaba Solchaga, con la que operó los meses siguientes en el frente norte, participando en la liberación de Santander, para después dominar los puertos de Reinosa y El Escudo, abriendo la vía hacia Asturias, para entrar en Oviedo y Gijón. Con la 2.ª y 3.ª Brigadas Navarras bajo su mando, enlazó el VIII Cuerpo de Ejército con la División de Navarra, ocupando Cangas de Onís y Villaviciosa. En Asturias lograron romper las líneas del Ejercito Popular e hicieron varios miles de prisioneros. Posteriormente, desempeñó Muñoz Grandes un papel destacado en la batalla de Teruel, participando en los combates que se desarrollaron con temperaturas extremadamente bajas, hasta bien entrado el mes de febrero de 1938.

El 1 de marzo de 1938 fue nombrado jefe de la 150.ª División Marroquí, con la que participó en la ruptura del frente de Aragón, entrando en Belchite y llegando hasta Lérida. En abril de 1938 se hizo cargo del mando del Cuerpo de Ejército de Navarra, que, junto con las fuerzas mandadas por Moscardó y Solchaga, aniquiló la resistencia de la bolsa del valle de Bielsa defendida por la 43.ª División republicana del coronel Beltrán.

El 12 de mayo ascendió a general de brigada por méritos de guerra para, a finales de junio, hacerse cargo del mando del Cuerpo de Ejército de Urgel, con el que participó en la crucial batalla del Ebro. Las fuerzas de Muñoz Grandes, en unión con las de García Valiño, Solchaga y Gambara —doscientos sesenta mil hombres— iniciaron la victoria en Cataluña, llegando hasta la frontera con Francia.

Terminada la guerra, pasó a formar parte del Gobierno, siendo nombrado, el 9 de agosto de 1939, secretario general de Falange Española Tradicionalista (FET) y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), cargo del que dimitió el 15 de marzo de 1940. Durante su corta estancia como ministro, destacaron sus circulares n.º 74, en la que exigió austeridad, y la n.º 75, en la que pidió generosidad en el acogimiento de los combatientes del bando contrario que no hubieran cometido delitos de sangre. Buena muestra de su forma de ser.

El 12 de julio, fue nombrado jefe de la 22.ª División y gobernador militar del Campo de Gibraltar, participando activamente en los planes desarrollados por el Ejército español en torno a la colonia británica, como consecuencia de la guerra que ya enfrentaba a Gran Bretaña con Alemania e Italia. El 21 de enero de 1941, ascendió a general de división, siéndole conferido a los pocos meses el mando de la que fue denominada División Azul. A instancias de Serrano Suñer, se había iniciado el 28 de junio de 1941 el alistamiento de voluntarios españoles para luchar en el frente ruso contra el comunismo, siete días después de haber comenzado la invasión de Rusia por parte alemana. Los cuadros de mando, oficiales y suboficiales, fueron elegidos dentro del Ejército, así como buena parte de la tropa, siendo los voluntarios falangistas un tercio del total. Franco, su jefe de Alhucemas, confió el mando de esta Gran Unidad a Muñoz Grandes, que compartía con él el motivo por el que se enviaba a los soldados españoles a luchar contra los bolcheviques.

Tras una corta estancia en el campamento de Grafenwöhr, donde se equipó y organizó la División, emprendió una durísima marcha a pie de casi mil kilómetros para incorporarse al Grupo de Ejército Norte de la Wehrmacht, mandado por Von Leeb, en la zona de Leningrado. Durante los diecisiete meses que estuvo mandada por Muñoz Grandes, la División Azul participó en los violentos combates que lograron establecer una cabeza de puente en las orillas del río Volchov que se mantuvo hasta diciembre de 1941. Durante el terrible invierno ruso, los españoles combatieron en condiciones extremas, con temperaturas que sobrepasaron los 50° bajo cero. Como ejemplo de las muchas acciones realizadas puede servir la que protagonizó el capitán Ordás, al mando de la compañía de esquiadores, que recibió la orden directa del general de socorrer a una unidad alemana cercada en Wswad, misión que exigió cruzar el helado lago Ilmen entre continuos combates. El general y Ordás mantuvieron un continuo cruce de mensajes de radio. Ordás rompió el cerco y llegó a Wswad. Esta acción (de doscientos seis hombres iniciales, quedaron doce), junto a otras muchas, granjeó a los hombres de la División fama de bravos y duros soldados, tanto entre los alemanes como entre sus enemigos soviéticos.

En marzo de 1942 los rusos rompieron el frente alemán entre las Divisiones 215 y 116, llegando en su avance hasta su retaguardia. La Wehrmacht reaccionó, embolsando y eliminando a las fuerzas soviéticas en la zona del Volchov. En esta operación, que se desarrolló a lo largo de cuatro meses, hasta junio de 1942, la División Azul tuvo un papel muy destacado, para en agosto ser trasladada al frente de Leningrado con el fin de participar en la conquista de la ciudad. El desastre de Stalingrado obligó a suspender esta operación, teniendo que guarnecer los españoles el frente entre Pushkin y Kolpino, un sector en el que los combates fueron muy duros, provocando numerosas bajas entre los divisionarios. El 12 de diciembre de 1942, Muñoz Grandes fue ascendido por méritos de guerra a teniente general, y el 19 de ese mes entregó el mando de la División al general Esteban Infantes. Entre otras condecoraciones alemanas, el Fürher le concedió el 13 de marzo de 1942 la Insignia de Caballero de la Orden de la Cruz de Hierro con las Hojas de Roble.

Tras ser designado procurador en Cortes, el 2 de marzo 1943 fue nombrado jefe de la Casa Militar del Jefe del Estado, para dos años después, hacerse cargo de la Capitanía General de la 1.ª Región Militar, mando que ejerció hasta el 19 de julio de 1952, entrando de nuevo en el Gobierno como ministro del Ejército. Previamente había sido nombrado consejero del reino. Permaneció como ministro hasta el 25 de febrero de 1957; a su cese, por Decreto de 27 de ese mes, se le exalta a la categoría de capitán general del Ejército, empleo que ostentará hasta su muerte. Durante su segunda etapa en el Gobierno, fue un decidido impulsor del entendimiento con los Estados Unidos, hasta lograr un acuerdo que rompió el bloqueo que había sufrido España desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que permitió iniciar la modernización de los Ejércitos españoles. Su esfuerzo fue reconocido por los americanos, que recibieron con expectación al antiguo jefe de la División Azul en la visita oficial que en el 1954 realizó a Estados Unidos. Allí se entrevistó con los generales Ridgway y McArthur y el 23 de octubre fue condecorado con la Cruz de la Legión del Mérito en el grado de Comendador personalmente por el presidente Eisenhower, que, para hacerlo, interrumpió su campaña electoral.

Muchas fueron las condecoraciones, españolas y extranjeras, que se otorgaron a Muñoz Grandes en los años siguientes, pero es de destacar que, además de esta alta distinción americana, en el año 1961 recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor en grado de Gran Oficial que le concedió el general De Gaulle, presidente de la República Francesa, y la Gran Cruz del Mérito Civil de la República Federal Alemana, que le concedió su presidente Adenauer. Posiblemente fue uno de los muy pocos casos en que, habiendo sido condecorado por Hitler, lo fue también por sus directos oponentes en la Segunda Guerra Mundial: Eisenhower, De Gaulle y Adenauer, lo que prueba el reconocimiento a la vida de un soldado que luchó siempre por su país (en su última campaña en Rusia), y en defensa de sus ideas como militar.

El 6 de junio de 1958 fue nombrado jefe del Alto Estado Mayor, y el 10 de julio de 1962 entró por tercera vez en el Gobierno como vicepresidente. Representó a España en el funeral por el asesinado presidente Kennedy, celebrado en Washington. Cesó el 27 de enero de 1966, siendo relevado por el almirante Carrero Blanco, y continuando hasta su muerte como jefe del Alto Estado Mayor. Franco, conocedor de que ya estaba gravemente enfermo, no quiso relevarlo, aunque el 27 de enero de 1966 había pasado a la situación de retiro por haber cumplido la edad reglamentaria. Previamente, en 1964, había sido nombrado Consejero Nacional del Movimiento y, en diciembre de 1967, vicepresidente del Consejo del Reino. En su última etapa política, luchó por impulsar una línea de honestidad y austeridad en la Administración y por la creación de una estructura que sobreviviese a la muerte de Franco.

A las Grandes Cruces de Isabel la Católica, de Guerra y Palma de Plata de Falange (1944), Cisneros y Carlos III, (años 1956 y 1957), Gran Collar de la Orden Imperial del Yugo y de las Flechas (1967) y a la Orden Piana, que le concedió Su Santidad Pablo VI (1967), se unió el Gran Collar de la Orden de Cisneros, que recibió en 1970. Este militar tantas veces galardonado, nunca exhibió distintivos, pasadores ni condecoración alguna, salvo la Medalla Militar individual en ocasiones de gala. Falleció a los setenta y cuatro años. Su vida militar al servicio de España se puede resumir en nueve heridas de bala, recibidas en siete diferentes acciones de combate y en cuatro ascensos por méritos de guerra. Su entierro fue presidido por el entonces príncipe de España y su funeral oficial, por el jefe del Estado, generalísimo Franco.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Privado de la Familia Muñoz Grandes.

Servicio Geográfico del Ejército, Croquis de bolsillo de las zonas de Ceuta, Tetuán y Larache, 1921; Servicio Histórico Militar, Historia de las campañas de Marruecos, Madrid, Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército, 1947-1981; Servicio Geográfico del Ejército, Mapa de Marruecos español y Sur de España, 1959; J. M. Martínez Bande, Monografías de la Guerra de España, 1858 a 1991; Martínez Zaldívar, Historial de la Harka de Melilla, Marruecos, Ain Zohra, 1925; R. Casas de la Vega, Brunete, Madrid, Uriarte, 1967; R. Proctor, Agonía de un neutral, Madrid, Editora Nacional, 1972; R. Casas de la Vega, Teruel, Madrid, Caralt, 1973; Alfambra. La conquista de Teruel, Madrid, Caralt, 1976; R. Garriga, La España de Franco, Madrid, G. del Toro, 1976; R. Casas de la Vega, Milicias Nacionales, Madrid, Editora Nacional, 1977; G. R. Kleinfeld y L. A. Tambs, La división española de Hitler, Madrid, San Martín, 1983; L. Suárez, Franco y su tiempo, Madrid, FNFF, 1984; P. Preston, Franco, Caudillo de España, Barcelona, Grijalbo, 1994; R. Casas de la Vega, El terror. Madrid, 1936: investigación histórica y catálogo de víctimas identificadas, Madrid, Fénix, 1994; Franco, Militar: la única biografía militar del primer soldado de España en el siglo XX, Madrid, Fénix, 1995 (trad. polaca, Franco Zolnierz, Ostoja, 2001); Errores militares de la guerra civil, 1936-1939, Madrid, San Martín, 1997; S. G. Payne, Franco y José Antonio, Barcelona, Planeta, 1997; R. Casas de la Vega, Seis Generales de la Guerra Civil: vidas paralelas y desconocidas, Madrid, San Martín, 1998; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; F. Vadillo, El General de la División Azul, Madrid, Fundación D. Rodrigo, 1999; J. Palacios, La España totalitaria, Barcelona, Planeta, 1999; A. Carrasco, Alhucemas 1925, Madrid, Almena, 2000; L. E. Togores Sánchez, Muñoz Grandes. Héroe de Marruecos. General de la División Azul, Madrid, La Esfera de los Libros, 2007.

 

Rafael Casas de la Vega y Luis E. Togores Sánchez

 

Personajes similares