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Ibn Muhammad b. `Abd Allah Muley Ahmad

Biografía

Ibn Muhammad b. ‘Abd Allah Muley Ahmad. El Raisuni Raisuli. Zinat, cabila del Fahs (Marruecos), ¿1871? – Tamasint, cabila de Beni Urriaguel (Marruecos), 3.IV.1925. Jefe cabileño de la región de Yebala, contrario a la presencia colonial europea en Marruecos.

Perteneciente a la prestigiosa familia de los Raisuni o Ulad Berrisul. Descendiente directo de Mahoma (con derecho, por tanto, al tratamiento de Cherif y de Muley), de Idris I (primer sultán de Marruecos) y del santo Muley Abd el Selam Ben Mechich. Hijo de Mohammed Ben Abdal-lah y de Zahia Heraunia Keruan, su familia pertenecía, por tanto, a la aristocracia semiteocrática y semiguerrera que en el Marruecos de la época gozaba de gran consideración.

Huérfano de padre a temprana edad, fue su madre la encargada de que completara una educación esencialmente religiosa. Inteligente, astuto y de gran fortaleza física, fueron los robos a que fue sometida su madre, pero, sobre todo, la anarquía reinante en la zona marroquí de Yebala, lo que le condujo a la práctica del bandolerismo, que ejerció en Akba el Hammara (Cuesta Colorada), destacando entre los demás bandidos de la región. La proximidad de la zona con Tánger (entonces capital diplomática de Marruecos) ocasionó las protestas internacionales ante sus actos de pillaje. Pero aumentó su prestigio entre los marroquíes, pues con su actitud suscitaba el recelo de las potencias que estrechaban el cerco sobre el país: su bandolerismo se identificaba para ellos con una postura nacionalista. Engañado, fue objeto de una trampa (la única en que cayó en toda su vida), y fue encarcelado en la prisión de Mogador (actual Essaouira) entre 1895-1900, soportando unas condiciones infrahumanas, cuya huella psíquica le convirtió en gran medida en insensible ante el dolor ajeno.

Puesto en libertad, de nuevo pasó a ser un fuera de la ley, aunque sus actos de bandidaje deben insertarse dentro del fuerte movimiento xenófobo que, a comienzos del siglo XX, recorría Marruecos, como respuesta a los intentos modernizadores del sultán Muley Abd el Aziz. En este sentido, El Raisuni colaboró en esta época con distintos pretendientes al trono que se levantaban contra el sultán en nombre del islam: así, sus contactos con Roghi Bu Hamara. Los ataques contra él de las tropas gubernamentales, le iniciaron en la práctica del secuestro de ciudadanos extranjeros —estrategia utilizada para coaccionar al sultán y que le hizo temido en las cancillerías occidentales—, como la captura del corresponsal británico de The Times, Walter Harris (1903), y la del norteamericano, John Hanford Perdicaris, y de su yerno, el británico Cromwell Warley (1904), que le valió, entre otras cosas, ser nombrado gobernador del Fahs (con mando sobre siete cabilas) y origen de su fortuna. Como autoridad gubernamental y, entre otras muchas personalidades, recibió al káiser Guillermo II cuando, en un acto de afirmación frente a Francia y Gran Bretaña, visitó Tánger el 31 de marzo de 1905. Su gobierno en la zona extramuros de Tánger resultó insoportable a los occidentales, que reclamaron que se le apartase de aquel territorio. Atacado de nuevo por las tropas del Majzen (Gobierno central) (1907), los marroquíes veían cómo era perseguido por defender lo que en realidad les unía: el islam y la tierra de sus antepasados, frente a un sultán que les sacrificaba por ceder a las presiones extranjeras. Recurrió de nuevo al secuestro, esta vez del británico Harry Aubrey Mac Lean (1907), llegando a derrotar a la mehalla (ejército) mandada contra él, convirtiéndose en un auténtico héroe.

No dudó en apoyar a Muley Hafid cuando se levantó en nombre del islam, la dignidad nacional y la independencia, siendo valedor de su causa en Yebala y derrotando a la mehal-la de Muley Abd el Aziz, gracias a lo cual Muley Hafid pudo ser proclamado sultán de Marruecos en Tánger el 23 de agosto de 1908. El apoyo de Francia al antiguo Soberano, provocó en El Raisuni una animadversión hacia este país que nunca le abandonó. Recibido por Muley Hafid en Fez (1908- 1909), fue nombrado bajá de Arcila y Alcazarquivir y gobernador de quince cabilas. El sultán le hizo jurar sobre el Corán que nunca le abandonaría para defender Marruecos de los cristianos, mas al darse cuenta Muley Hafid de que no podía reinar sin apoyo europeo (debiendo reconocer entre otras cosas lo acordado en la Conferencia de Algeciras en 1906), El Raisuni se sintió decepcionado; sobre todo cuando el Soberano, acusado de colaborar con los europeos y cercado en Fez por las cabilas próximas, pidió ayuda a Francia.

Quería que Marruecos continuase siendo independiente, pero perfectamente informado de la situación internacional, sabía que ya era casi imposible. Así, cuando en 1911 Francia ocupó Kenitra, Fez y Mequinez, tenía su ánimo volcado hacia España, lo que explica su inactividad ante la ocupación española de Larache y Alcazarquivir en junio del mismo año. Prefirió a España porque la creía con el peso suficiente para protegerles, pero con la debilidad necesaria como para no oprimirles. Él, con su autoridad, aseguraría la autonomía del interior de Yebala y con ella el respeto a la religión, leyes y costumbres marroquíes. Su gobierno era despótico y tiránico, pero por educación y convicción creía que era como debía ser: un método legítimo y entendido por sus gobernados. Su nacionalismo pasaba por la defensa de sus prerrogativas y ambiciones personales, pero las creía necesarias para cerrar el interior del país a los españoles.

Se iniciaron así unas relaciones con España que estuvieron caracterizadas por la desconfianza e incomprensión mutuas hasta el final. Sus enfrentamientos con Manuel Fernández Silvestre (a quien se encomendó el mando de las fuerzas españolas recién llegadas) fueron sólo el comienzo de un continuo desacuerdo, en el que las autoridades españolas —según el Gobierno de turno o la primacía de los Ministerios de Estado o Guerra en la política a seguir en Marruecos— dieron continuos bandazos y evidenciaron la carencia de una línea definida, basculando entre querer llegar con El Raisuni a un entendimiento casi a cualquier precio o aniquilar su poder por la fuerza sin ninguna dilación. Si bien en 1912 se pensó en él como Jalifa (representante del sultán en la zona española del Protectorado), ese mismo año sus relaciones con las autoridades españolas entraron en una dinámica que conduciría a la ruptura. Sus argumentos de que España mermaba su prestigio cuando debía fortalecerlo, pues era una autoridad gubernamental, fueron entendidos por parte española como una labor obstruccionista. El 28 de enero de 1913 abandonó el bajalato de Arcila, aumentando su enojo al no ser designado Jalifa (se eligió a Muley el Mehdi, príncipe de la Familia Real marroquí). España le llegó a ofrecer viajar a Madrid para ser recibido por Alfonso XIII, pero sus dilaciones resultaron tan humillantes que quedaron rotas las relaciones con él; se negó a rendir homenaje al Jalifa en Tetuán, siendo destituido de su bajalato y pasando a la sublevación.

Convocó a las cabilas de Yebala en el santuario de Muley Abd el Selam, declarando la “guerra santa” a España. Junto a ello, gestionó ser reconocido como protegido de Alemania (siempre mostró gran inclinación hacia este país), lo que no consiguió gracias a las presiones españolas. El desencadenamiento de las hostilidades costó el puesto a Felipe Alfau (agosto de 1913), primer alto comisario que España tuvo en Marruecos. Entonces, el estallido de la Primera Guerra Mundial aceleró unas conversaciones de paz ya existentes, pues España temió que El Raisuni comprometiese su neutralidad en el conflicto, ya que se sabía de sus contactos con los alemanes y la propaganda germanófila que desarrollaba entre las cabilas. En aquel momento, su situación era comprometida, pues a lo largo de 1914 las fuerzas españolas habían ocupado importantes posiciones. El asesinato de Ali Akalai (intermediario de Muley Ahmed) el 8 de mayo de 1915 implicó a militares españoles, dimitiendo el alto comisario (José Marina Vega) y el comandante general de Larache (Fernández Silvestre). El nuevo alto comisario, Francisco Gómez Jordana, llevaba órdenes de llegar a un acuerdo con El Raisuni, firmándose un pacto secreto de 25 de septiembre de 1915, del que salió fortalecido, pues entre otras cosas consiguió que el ejército español no avanzase sin su consentimiento de las posiciones que en aquel momento tenía ocupadas, más el armamento y las sumas necesarias para abonar a una mehal-la de mil hombres mandados por él, convirtiéndose en gobernador de todas las cabilas que sometiera.

Logró borrar de Yebala toda autoridad y poder que no fuesen los suyos, alcanzando un prestigio mayor del que nunca tuvo. A lo largo de 1916 colaboró en la pacificación de distintas cabilas, haciendo posible con la ocupación del Fondak de Ain Yedida la comunicación entre los ejércitos de la zona de Tetuán y Larache. Posibilitó al ejército español la ocupación de las posiciones que estimó convenientes, siempre que no afectasen a su poder absoluto: más allá, no transigió. En contra de lo que el pacto establecía (y para no comprometer la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial, pues se temía un ataque de El Raisuni a la zona francesa), siguió manteniendo contactos con agentes de Alemania, Austria-Hungría y Turquía. A lo largo de 1917, las relaciones con España fueron empeorando, pues a las acusaciones de que favorecía la causa de los imperios centrales, debe añadirse el que el ejército español en África consideraba humillante el mantenimiento de la paz a todo trance.

Finalizado el conflicto mundial fue nombrado nuevo alto comisario Dámaso Berenguer Fusté, variando totalmente la política española para con él, de lo que El Raisuni culpó a España, argumentando que él siempre mantenía la misma posición. Ahora se pretendió el control efectivo del territorio que a España se había asignado como Protectorado, pues, además, Francia manifestó la necesidad de que así fuese. Las operaciones contra él se iniciaron a mediados de marzo de 1919, a la vez que por la Alta Comisaría se desarrollaba una campaña política de desprestigio del Cherif frente a las cabilas. Proclamado por éstas sultán de la “guerra santa” (enero de 1919), en mayo del mismo año escribió una carta al presidente estadounidense Wilson, pidiendo la independencia de todo Marruecos como compensación por haber luchado oficialmente al lado de los aliados en el conflicto recién finalizado.

La ofensiva española contra él se hizo imparable. Aislado en Tazarut (junio de 1921), su derrota era inminente, cuando se recibieron noticias del desastre de Annual, quedando las operaciones suspendidas momentáneamente, para neutralizar una posible rebelión en Yebala. La campaña contra El Raisuni se reanudó, no obstante, en diciembre de 1921, ocupándose Tazarut el 12 de mayo de 1922. Refugiado en el monte Buhaxen con poquísimos partidarios, de nuevo se salvó in extremis: el alto comisario Berenguer, imputado de responsabilidad en el hundimiento de la Comandancia de Melilla y el desastre de Annual (Informe Picasso) presentó la dimisión.

Empeñada España en la repatriación de fuerzas y queriendo dar a la acción en Marruecos un carácter más civil, el nuevo alto comisario, Ricardo Burguete Lara, recibió órdenes de negociar con El Raisuni, dando otra vez la política española para con él un giro radical. Fue firmado así un nuevo pacto (25 de septiembre de 1922) por el que no obtenía mando oficial alguno, pero era responsable de la tranquilidad de Yebala. Envió a todos sus familiares, jefes rebeldes seguidores suyos y principales notables de las cabilas a prestar sumisión al Jalifa y su Majzen a Tetuán, pero él no fue: jamás lo haría. Cansado de los bandazos en la política española, pretendió que Alfonso XIII garantizase la continuidad de lo pactado, a resguardo de hipotéticos y muy posibles cambios de gobierno. A lo largo de 1923 y en sus conversaciones con la Alta Comisaría, manifestó estar cansado de la indefinición de la política de España para con él, mostrando sus deseos de establecerse en la zona internacional de Tánger o irse a La Meca. A ello contribuyó también la creciente amenaza procedente del Rif, a la que paulatinamente fueron ganadas muchas cabilas de Yebala.

Acogió el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera con la esperanza de que quizás se afrontase con coherencia la cuestión marroquí y se pondrían los medios para evitar la sublevación general de Yebala.

El nuevo alto comisario nombrado por el dictador, Luis Aizpuru y Mondéjar, tenía claro que cualquier solución a la cuestión marroquí pasaba por un entendimiento con El Raisuni. Así se firmó el Pacto de 23 de octubre de 1923, por el que Muley Ahmed reconocía al Jalifa, siendo él nombrado autoridad máxima del Majzen en toda Yebala, confiriéndole poderes para pacificar las regiones de Gomara, Senhaya y las pequeñas tribus vecinas del Rif occidental, extensible a todo el Rif si obtenía en su acción resultados positivos. Primo de Rivera le creía pieza fundamental para el mantenimiento de la paz en Yebala, pero desconfiaba de su carácter dominante y ambicioso. No obstante, cuando en octubre de 1923 murió el Jalifa Muley el Mehdi, y aún con la oposición de Francia, le ofreció el jalifato, llegándose a firmar un acuerdo secreto al respecto.

La propaganda rifeña fue ganando terreno ante unas cabilas gobernadas por El Raisuni con mano de hierro y que pensaron que era un traidor que pactaba con los españoles. Pero él se mantuvo firme, queriendo hacer frente a los rifeños, sobre todo cuando, a partir de enero de 1924, Abd el Krim inició una campaña para ganarse Gomara y Yebala a su causa. Aunque Primo de Rivera dejó claro que España no abandonaba Marruecos, a principios de septiembre de 1924 y obedeciendo a un plan establecido, se inició el repliegue español en Yebala, que El Raisuni no vio acertado. No obstante, comenzaron las conversaciones con él para que lo apoyase: recibió por ello considerables sumas de dinero por parte española, sobre todo para que pudiese crear una milicia voluntaria de cabileños al servicio del Majzen que aplastasen la revuelta yebala y el avance rifeño.

A partir de agosto de 1924, el levantamiento de Yebala se generalizó. Abd el Krim intentó que Muley Ahmed se uniese a la lucha contra los españoles, sin éxito alguno. El rifeño le acusó de haberse echado en brazos de los cristianos; él acusó a Abd el Krim de hacer la guerra sin respetar las leyes islámicas, argumentándole además todo su pasado de lucha por Marruecos, tratándole desde su rango de Cherif como a un inferior. No pactó con él porque le consideró proclive a unas innovaciones políticas que atentaban contra las formas tradicionales; frente a un concepto de Estado moderno como el de Abd el Krim, la concepción del poder y métodos de gobierno de El Raisuni eran los de un señor feudal, producto de otra época. Por los intereses de su país creyó conveniente seguir como aliado de España, haciendo frente a los rifeños valiéndose de las fuerzas españolas, pues estaba convencido, además, de que Abd el Krim había pactado con otras potencias (Francia y Gran Bretaña), a las cuales acabaría por entregarles Marruecos.

Gravemente enfermo y situado en el centro del conflicto, no satisfizo a nadie: los yebalas le creyeron totalmente vendido a España; Primo de Rivera le consideró un desleal que tenía contactos con Abd el Krim, y éste también pensaba que era un traidor.

Fue atacado en su residencia de la zauía (santuario) de Tazarut, rindiéndose el 26 de enero de 1925. Por orden de Abd el Krim, fue trasladado al Rif el día 30, debiendo ser transportado en unas parihuelas, dada la gravedad de su estado. El rifeño creyó que se encontraría a un anciano casi demente y sin autoridad, mas halló a quien le echaba en cara tratarle de aquella manera, acusándole de advenedizo y mal musulmán.

Convocados los cabecillas y ulemas del Rif, decidieron su ejecución. Abd el Krim lo aceptó, supeditando la fecha de la sentencia al sometimiento total de las cabilas aún hostiles a su causa. Sabía que El Raisuni estaba muy enfermo, se sintió incómodo y turbado con su presencia y no quiso convertirle en mártir, pues temía que en Yebala su muerte pudiese ser mal vista. Debido a esta decisión, el Cherif se salvó de ser ejecutado, de que su cadáver fuese quemado y sus cenizas aventadas, falleciendo en el cautiverio del Rif de muerte natural.

Su prestigio y su fuerza se levantaron en Yebala como un muro inexpugnable a la penetración europea; mientras lo tuvo, nada hizo España sin su permiso. Fue tras su muerte y cuando Abd el Krim fue derrotado cuando la administración del Protectorado español pudo ser por fin implantada.

 

Bibl.: M. L. Ortega, El Raisuni, Madrid, Tipografía Moderna, 1917; R. López Rienda, Raisuni. De Silvestre a Burguete, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1923; T. García Figueras, Del Marruecos feudal [Episodios de la vida del Cherif Raisuni], Madrid, Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, 1930; R. Forbes, El Raisuni. Sultán de las montañas, Larache, 1937-1938; C. F. Tessainer y Tomasich, El Raisuni, aliado y enemigo de España, Málaga, Algazara, 1998; A. Khallouk Temsamani, País Yebala: Majzen, España y Ahmed Raisuni, Granada, Editorial Universidad de Granada, 1999.

 

Carlos Federico Tessainer y Tomasich