Vigón Suerodíaz, Jorge. Colunga (Asturias), 18.V.1893 – Madrid, 13.II.1978. General de brigada de Artillería, ministro de Obras Públicas, Premio Nacional de Periodismo (1949) y de Literatura (1950).
Hijo del reputado historiador y antropólogo mierense Braulio Vigón Casquero, catedrático del Real Instituto Jovellanos de Gijón y galardonado con la medalla de oro de la Real Academia de la Historia, y de la colunguesa Rosario Suerodíaz Montoto. Al llegar a la adolescencia, decidió seguir los pasos de su hermano, el entonces capitán de Ingenieros Juan Vigón, y de su abuelo paterno, oficial de la Guardia Civil, y el 1 de septiembre de 1909, recién cumplidos dieciséis años, ingresó por oposición en la Academia de Artillería de Segovia, donde coincidiría con Antonio Cordón García, Arturo Menéndez López, Joaquín Planell Riera y Julio Ruiz de Alda Miqueléiz.
El 24 de junio de 1914 recibió el despacho de teniente e inmediatamente solicitó destino en la Comandancia de Artillería de Ceuta, donde desde septiembre comenzó a participar en los combates librados contra las huestes de El Raisuni en la zona de la Yebala. En marzo de 1915 pasó destinado al Regimiento Mixto de Artillería de Ceuta, siendo destacado al campamento de Dar Riffien. A partir de noviembre, su batería, encuadrada en la columna mandada por el coronel Sanjurjo, intervino en las operaciones desarrolladas en aquel territorio.
En agosto de 1916 fue destinado al 13.º Regimiento Montado de Artillería y a partir de ese momento quedó vinculado a Logroño durante quince años. Allí ascendió a capitán en febrero de 1919, sin cambiar de unidad, y en octubre de 1920 contrajo matrimonio con Lucía Muro Pérez, con la que no tuvo descendencia. En noviembre de 1926, pidió el traslado a la Fábrica de Trubia, regresando de nuevo a Logroño a los seis meses, donde permaneció hasta que Primo de Rivera disolvió el Cuerpo de Artillería en febrero de 1929. En mayo, la citada disolución fue derogada y continuó prestando servicio en la capital riojana. A finales de 1930 solicitó el trasladó al 2.º Regimiento de Artillería Ligero, acuartelado en Getafe y se estableció definitivamente en Madrid.
El 24 de abril de 1931, prometió por su honor ser leal a la recién proclamada República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas, promesa que vulneraría en numerosas ocasiones. A los pocos días pasó destinado al Museo de Artillería, llegando a hacerse cargo de la Biblioteca Central y del Archivo Facultativo. Sin embargo, en julio decidió acogerse al Decreto promulgado por Azaña y pasó a la situación de retirado.
Desde su ascenso a capitán había comenzado a escribir y publicar algunos libros de índole profesional, que habían sido galardonados con menciones honoríficas por el Ministerio de la Guerra. Al retirarse en 1931, buscó acomodo en la revista Acción Española y a partir de 1932 publicó en cada número una documentada crónica sobre la actualidad internacional y numerosas recensiones de libros de tema político y cultural. En 1933, al hacerse cargo Ramiro de Maeztu de la dirección de la revista, le incorporó al consejo editorial, junto con el fundador y anterior director de la revista Fernando Gallego de Chaves y Calleja, marqués de Quintanar, José Ignacio Escobar y Kirkpatrick, marqués de Valdeiglesias, y Eugenio Vegas Latapié. Durante aquellos años, Acción Española sentó las bases del argumentario justificativo del golpe de Estado de 1936 y el que inspiraría el del futuro régimen franquista, al imputar todos los males que atribulaban a la España de su tiempo, en opinión de quienes escribían habitualmente en ella ¾José Calvo Sotelo, Juan de la Cierva, José María Pemán, Víctor Pradera, por citar a los más relevantes¾, a las maquinaciones de la masonería, del judaísmo internacional y del comunismo.
Muy implicado desde el principio en la trama urdida por Mola para derrocar el que los conspiradores llamaban gobierno del Frente Popular, el 19 de julio de 1936 se puso a disposición de las autoridades rebeldes de Burgos. El 1 de agosto viajó a Aranda de Duero, donde la Guardia Civil había retenido a don Juan de Borbón por orden de Mola, para impedir que se uniera a las columnas que combatían en el puerto del León y conducirle de vuelta a la frontera francesa. A continuación, se trasladó a Pamplona y se hizo cargo de las baterías que acompañaban a las columnas enviadas hacia Irún e intervino en los combates que culminaron con la ocupación de San Sebastián. En diciembre, Mola le nombró jefe de Artillería de la I Brigada Navarra y en abril de 1937, al iniciarse la ofensiva de Vizcaya, jefe de la Plana Mayor de la Comandancia de Artillería de las Brigadas Navarras, puesto que desempeñó durante toda la campaña del Norte.
Ascendido a comandante en septiembre, Dávila le puso al frente de la Plana Mayor de la Comandancia de Artillería del Ejército del Norte, situación en la que permaneció hasta marzo de 1939, momento en que, al ser desarticulado aquel Ejército tras la ocupación de Cataluña, fue adscrito al Cuartel General del Generalísimo en Burgos. Disuelto también este, pasó destinado a la Secretaría del Estado Mayor Central.
Durante los siguientes cinco años permaneció a la sombra de su hermano Juan, quien le nombró su ayudante de campo nada más hacerse cargo de la Jefatura del Alto Estado Mayor en noviembre de 1939. En junio de 1940 ascendió a teniente coronel y, poco después, cuando Juan Vigón reemplazó a Yagüe en el Ministerio del Aire, le puso al frente de su secretaría particular.
Al ascender a coronel en diciembre de 1944 se le confió el mando del Regimiento de Artillería Antiaérea n.º 75, cuya Plana Mayor estaba en Madrid pero que guarnecía las Bases Aéreas de Manises, Tablada, Villanubla y Zaragoza, lo que le obligó a realizar numerosos desplazamientos. No obstante, continuó cultivando su faceta de escritor y en estos años publicó algunas de sus más afamadas obras, entre ellas su colosal historia de la Artillería española, que mereció ser editada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
En febrero de 1953 fue ascendido a general de brigada de Artillería y nombrado gobernador militar de Ferrol y jefe de la Agrupación de Artillería de Costa de la zona del Cantábrico. En mayo de 1955, al cumplir sesenta y dos años, quedó inhabilitado para el mando de unidades armadas y la Presidencia del Gobierno le encomendó la Jefatura Nacional de Defensa Pasiva, precedente de la Dirección General de Protección Civil creada en 1960, pero bastante vacía de contenido en los años cincuenta. En 1956, a consecuencia de la cuestión de Forja, un inquieto grupo de jóvenes oficiales vinculado al Frente de Juventudes, dirigido por el capitán Luis Pinillla y tutelado espiritualmente por el jesuita José María Llanos, Muñoz Grandes le nombró director de Reconquista, la revista del Apostolado Castrense donde se había iniciado el polémico asunto.
El febrero de 1957, a consecuencia de la gran crisis del régimen iniciada con los sucesos estudiantiles del año anterior y la subsiguiente pretensión falangista de monopolizar el poder, Franco le nombró ministro de Obras Públicas en sustitución del conde de Vallellano. Jorge Vigón se hizo cargo del departamento inversor por excelencia en vísperas del Plan Nacional de Estabilización Económica, que puso fin a la autarquía y abrió la senda hacia el desarrollismo de los años sesenta. Como el objetivo del Plan de 1959 era sanear la economía y equilibrar los Presupuestos Generales del Estado, la inversión en obras públicas se paralizó totalmente y su labor se limitó a reorganizar el Ministerio y a dotarlo de organismos que con el tiempo demostrarían su utilidad, como por ejemplo, el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas, el Centro de Estudios Hidrográficos y el Consejo de Transportes Terrestres. También dio una nueva estructura a Renfe, que continuaría vigente hasta los años ochenta, y promovió el Plan General de Carreteras que cambió el modo de construirlas y proyectarlas.
Más de un centenar de intelectuales españoles, tanto del exilio como del interior, se reunieron en Múnich en junio de 1962 y rubricaron un manifiesto muy crítico con el régimen franquista. Entre las diversas consecuencias del entonces llamado ‘Contubernio de Múnich’, se produjo una remodelación ministerial en la que Franco se blindó todavía más con militares leales a su persona, lo que permitió no verse sustituido por algunos de los candidatos propuestos por Laureano López Rodó, apadrinado por el cada vez más influyente almirante Carrero Blanco, ministro subsecretario de la Presidencia del Gobierno. En julio de 1965, el tándem Carrero-López Rodó logró imponer su criterio; los llamados tecnócratas coparon las principales carteras económicas e inversoras y el dinámico Federico Silva Muñoz fue nombrado ministro de Obras Públicas.
Vigón que había pasado a la reserva en mayo de 1959, retomó su labor de escritor y publicista y a ello se dedicó enteramente durante los últimos veinte años de su vida. Afectado por un proceso de bronquitis, que se fue complicando con otras dolencias, falleció en su domicilio madrileño de la calle de Casado del Alisal el lunes 13 de febrero de 1978, tres meses antes de cumplir ochenta y cinco años.
La calidad de alguna de sus obras las ha convertido en clásicos del pensamiento y de la historia militar y han sido reeditadas varias veces, incluso ya entrado el siglo XXI.
Obras de ~: Correcciones atmosféricas y balísticas en los datos iniciales de tiro, Madrid, Est. Tip. de Antonio Marzo, 1921; Curso práctico de topografía elemental, con aplicación a los problemas de la artillería, Logroño, Imp. del 13 Regimiento de Artillería Ligera, 1921; Temas diversos de artillería, Madrid, Imp. del Memorial de Artillería, 1923; Un personaje español del siglo XIX: el Cuerpo de Artillería, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1930; El ejército de mañana, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1931; “Les intellectuels et l’avénement de la troisiéme Republique, por André Bellesort”, en Acción Española, II, 8 (1932), pp. 211-217; “España: república de trabajadores, por E. Eremburg”, en Acción Española, II, 9 (1932), pp. 327-333; “El comunismo en España, por Mauricio Karl”, en Acción Española, II, 10 (1932), pp. 439-441; “Actualidad internacional”, en Acción Española, II, 11 (1932), pp. 530-536; “La Fronde, por Louis Madeliu”, en Acción Española, II, 11 (1932), pp. 549-554; “Actualidad internacional”, en Acción Española, II, 12 (1932), pp. 629-638; “Actualidad internacional”, en Acción Española, III, 13 (1932), pp. 75-82; “Actualidad internacional”, en Acción Española, III, 14 (1932), pp. 184-193; “Actualidad internacional”, en Acción Española, III, 15 (1932), pp. 293-304; “Actualidad internacional”, en Acción Española, III, 16 (1932), pp. 421-426; “Actualidad internacional”, en Acción Española, III, 17 (1932), pp. 525-530; “Inchiesta su Hitler”, en Acción Española, III, 17 (1932), pp. 557-560; “Actualidad internacional”, en Acción Española, III, 18 (1932), pp. 638-644; “Actualidad internacional”, en Acción Española, IV, 19 (1932), pp. 66-72; “Le temps de la colére, por R. Vallery-Radot”, en Acción Española, IV, 19 (1933), pp. 96-99; “Actualidad internacional”, en Acción Española, IV, 20 (1933), pp. 184-191; “Verso l’internazionale fascista, por Alvero Gravelli”, en Acción Española, IV, 20 (1933), pp. 219-222; “Actualidad internacional”, en Acción Española, IV, 21 (1933), pp. 308-314; “Actualidad internacional”, en Acción Española, IV, 22 (1933), pp. 413-416; “Hitler l’homme qui vient, por Gabriel Roger”, en Acción Española, IV, 22 (1933), pp. 445-448; “Actualidad internacional”, en Acción Española, IV, 23 (1933), pp. 509-514; “Maquiavelo, el Príncipe y un anónimo español”, en Acción Española, IV, 23 (1933), pp. 556-560; “Actualidad internacional”, en Acción Española, IV, 24 (1933), pp. 630-638; “Actualidad internacional”, en Acción Española, V, 25 (1933), pp. 79-86; “Actualidad internacional”, en Acción Española, V, 26 (1933), pp. 194-202; “De Madrid a Oviedo pasando por las Azores, por José María Pemán”, en Acción Española, V, 26 (1933), pp. 215-216; “El Estado corporativo, por H. E. Goad”, en Acción Española, V, 26 (1933), pp. 220-223; “Actualidad internacional”, en Acción Española, V, 27 (1933), pp. 312-322; “Cristo, por Alfonso Junco”, en Acción Española, V, 27 (1933), pp. 327-329; “La caída de un trono, por Álvaro Alcalá Galiano”, en Acción Española, V, 27 (1933), pp. 332-333; “La situation actuelle en Espagne, por Armand Magescas”, en Acción Española, V, 27 (1933), pp. 334-336; “Actualidad internacional”, en Acción Española, V, 28 (1933), pp. 422-428; “Memorias de un deportado, por Andrés Coll”, en Acción Española, V, 28 (1933), p. 443; “Actualidad internacional”, en Acción Española, V, 29 (1933), pp. 525-534; “Almanaque de los amigos de Menéndez y Pelayo”, en Acción Española, V, 29 (1933), pp. 550-552; “Catálogo de los manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional, por Julián Paz”, en Acción Española, V, 29 (1933), pp. 555-557; “Acta de acusación, por Julián Cortés Cavanillas”, en Acción Española, V, 29 (1933), pp. 557-558; “Aspectos del golpe de Estado”, en Acción Española, V, 29 (1933), pp. 558-560; “Actualidad internacional”, en Acción Española, V, 30 (1933), pp. 638-645; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VI, 31 (1933), pp. 75-85; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VI, 32 (1933), pp. 203-208; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VI, 33 (1933), pp. 298-302; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VI, 34 (1933), pp. 408-411; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VI, 35 (1933), pp. 519-527; “Historia de las sociedades secretas, por Vicente de la Fuente”, en Acción Española, VI, 35 (1933), pp. 543-544; “A Maçonaria em Portugal, por Cunha Dias”, en Acción Española, VI, 36 (1933), p. 544; “Lo que podría hacer la Monarquía, por Charles Beoist”, en Acción Española, VI, 36 (1933), pp. 633-635; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VII, 37 (1933), pp. 74-82; “Juana la Loca, por Luis Pfandl”, en Acción Española, VII, 37 (1933), pp. 90-92; “Napoleon avec la France ou contre la France?, por Charles Maurras”, en Acción Española, VII, 37 (1933), pp. 92-93; “El régimen español en Venezuela, por P. Parra Pérez”, en Acción Española, VII, 37 (1933), p. 96; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VII, 38 (1933), pp. 160-168; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VII, 39 (1933), pp. 275-284; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VII, 40 (1933), pp. 389-394; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VII, 41 (1933), pp. 486-493; “Dante vivo, por Giovanni Papini”, en Acción Española, VII, 41 (1933), pp. 506-507; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VII, 42 (1933), pp. 586-590; “Así son los obreros de la fe de Cristo, por María Victoria Maura”, en Acción Española, VII, 42 (1933), pp. 615-616; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VIII, 43 (1933), pp. 716-722; “Actualidad internacional”, en Acción Española, VIII, 44 (1934), pp. 824-829; “Pensamientos, por Lucio Anneo Séneca”, en Acción Española, VIII, 44 (1934), p. 847; “Novum Organum, por F. 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Fernando Puell de la Villa