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Rafael García-Valiño y Marcén

Biografía

García-Valiño y Marcén, Rafael. Toledo, 24.X.1898 – Madrid, 29.VI.1972. Teniente general del Ejército, jefe del Estado Mayor Central, alto comisario de España en Marruecos, consejero del Reino, consejero nacional del Movimiento, procurador en Cortes, Medalla Militar individual.

Hijo de José García y Marcén, teniente coronel de Infantería, y de Josefa Valiño Yáñez. El 30 de agosto de 1913, con catorce años, ingresó por oposición en la Academia de Infantería de Toledo, donde tendría como condiscípulos a Ramón Franco Bahamonde, Pablo Martín Alonso, Vicente Rojo Lluch y Juan Bautista Sánchez González.

En junio de 1916 recibió el despacho de segundo teniente y fue destinado a Zaragoza, al Regimiento de Infantería Gerona n.º 22, del que en enero de 1918 marchó a Málaga, al Regimiento de Infantería Borbón n.º 17, donde le correspondió ascender a primer teniente. En marzo de 1919 pasó al Regimiento de Infantería Serrallo n.º 69, de guarnición en Ceuta, y dos meses después al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1, con el que intervino en diversas operaciones encuadrado en la columna del general Sanjurjo. En marzo de 1920 se incorporó a la Mehala Jalifiana y, al frente de una mía encuadrada en la columna del general Castro Girona, fue herido menos grave en octubre. Evacuado al Hospital Militar de Ceuta, completó su convalecencia en Madrid, ciudad en la que permaneció casi tres años, los dos últimos en la Escuela Central de Tiro.

Ascendido por antigüedad a capitán en junio de 1923, pasó dos meses en Gerona, en el Regimiento de Infantería Asia n.º 55, y otros dos en La Seo de Urgel, en el Batallón de Cazadores de Montaña Alfonso XII n.º 15, antes de volver a ser destinado al Grupo de Regulares de Tetuán en diciembre de 1923, entonces al mando del teniente coronel Campins. Una nueva herida de guerra forzó su evacuación a Madrid en agosto de 1924. Tras reincorporarse a su tabor, protegió con la columna del general Núñez de Prado la llamada campaña de repliegue de Xauen ordenada por el presidente del Directorio, general Primo de Rivera, acción recompensada con la Medalla Militar individual.

En agosto de 1925 fue destinado a la Mehala Jalifiana de Tetuán n.º 1 y, al mando de su III Tabor, intervino en la defensa de Kudia Tahar. Su brillante actuación le valió ser propuesto para la laureada de San Fernando, que no llegó a concedérsele. Trasladado en comisión a la Harka de Tetuán, embarcó hacia Alhucemas para participar en el desembarco dirigido por Primo de Rivera. Su decisiva contribución a la ocupación de la cabeza de playa fue recompensada con la cruz de María Cristina, la más alta recompensa al valor después de la laureada de San Fernando. En diciembre pasó a la plantilla de dicha unidad y, encuadrado su tabor en las columnas de los tenientes coroneles Álvarez Coque y Sáenz de Buruaga, participó en diversos hechos de armas en Gomara, siendo por tercera vez herido y evacuado a Tetuán. Mientras se encontraba hospitalizado, recibió la noticia de su ascenso a comandante por méritos de guerra.

En julio de 1926, se le concedió el mando del III Tabor del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1. Encuadrado en la columna del general Amado Balmes, contribuyó decisivamente a la recuperación de Dar Akobba en agosto. En enero de 1927 fue destinado a la Mehala de Larache, asignándosele el mando del Grupo de Harkas, con el que, a las órdenes de los tenientes coroneles Martín Alonso y Asensio Cabanillas, participó en las operaciones que condujeron a la total pacificación de zona más occidental del Protectorado, por las que se le concedió otra cruz de María Cristina. Llegada la paz, continuó otros dos años en la Mehala, en el campamento de Arcila, efectuando numerosos reconocimientos por la zona para supervisar la total sumisión de las cabilas, en colaboración con el Grupo de Regulares de Larache n.º 3, que por entonces mandaba el coronel Yagüe.

En febrero de 1930 fue destinado por segunda vez a la Escuela Central de Tiro, donde, el 24 de abril de 1931, prometió por su honor ser leal a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas, promesa que vulneraría en julio de 1936. Transcurrido un año, regresó a la Mehala de Tetuán, donde se le comunicó que su ascenso a comandante por méritos de guerra había sido anulado y quedaba postergado hasta que le correspondiese ascender por antigüedad. Valiño, al igual que todos los oficiales africanistas, se consideró vejado por Azaña, lo que determinaría en parte su actitud en julio de 1936. Poco después, en octubre de 1933, contrajo matrimonio en Ceuta con María Dolores Molina González, con la que tendría siete hijos. En 1935, José María Gil Robles, sin duda a propuesta del general Franco, jefe del Estado Mayor Central, derogó el decreto de anulación de ascensos por méritos de guerra de Azaña, y García Valiño recuperó el puesto que anteriormente ocupaba en el escalafón. Casi simultáneamente, aprobó la oposición de ingreso en la Escuela Superior de Guerra, a la que se incorporó en octubre para iniciar los estudios necesarios para obtener el diploma de Estado Mayor.

Se encontraba de vacaciones en Zarauz en julio de 1936 cuando, nada más conocer el levantamiento contra el llamado gobierno del Frente Popular, se dirigió a Pamplona para ponerse a las órdenes del general Mola, con quien había coincidido varias veces en Marruecos, e imponer el estado de guerra en Pamplona y Navarra. Decidido Mola a impedir la entrada de armas por el paso fronterizo de Irún, le confió el mando de una columna integrada por cuatro compañías de requetés, con la que, junto con las del coronel Beorlegui y del teniente coronel Los Arcos, avanzó por el valle del Bidasoa. A finales de agosto, situado en vanguardia del dispositivo, logró apoderarse del monte de San Marcial, donde resultó herido grave, siendo evacuado a Pamplona. El 18 de diciembre, todavía convaleciente de su herida, ascendió a teniente coronel por antigüedad.

En el invierno de 1937, con los efectivos de las citadas columnas, organizó la I Brigada Navarra, que desplegó al este de Vizcaya. El 31 de marzo, el Ejército del Norte inició la ofensiva que le permitiría apoderarse de toda la cornisa cantábrica a lo largo de los siguientes meses. Tras la ruptura del frente, la I de Navarra logró posicionarse en el puerto de Urquiola, lo que puso en sus manos Durango y Guernica, recién bombardeada por la aviación alemana. Los violentos combates librados durante el mes de mayo permitieron la aproximación al llamado Cinturón de Hierro. Una vez rebasado este, los requetés de García Valiño entraron en Bilbao el 19 de junio sin encontrar resistencia, prosiguiendo la marcha hacia el oeste hasta el límite de Cantabria. Este ciclo de operaciones le valió el ascenso a coronel por méritos de guerra.

En agosto la I de Navarra marchó en ferrocarril hacia el norte de Palencia para proceder a la ocupación de Santander. Mediante una vertiginosa maniobra, entró en Torrelavega el día 24 y continuó avanzando por la costa hacia Asturias, llegando a Llanes y a Ribadesella a finales de septiembre. Finalizada la campaña del Norte el 21 de octubre, su brigada se trasladó en barco de Gijón a Bilbao, de donde marchó a Pamplona para reorganizarse. En noviembre recibió la denominación de 1.ª División de Navarra y el 19 su jefe fue recompensado con una segunda Medalla Militar individual.

A primeros de diciembre, junto con el grueso del Ejército del Norte, se trasladó por ferrocarril a Alcolea del Pinar, base de partida de la prevista operación contra Guadalajara. Al conocer el gobierno republicano estos planes, decidió atacar por sorpresa en Teruel, a consecuencia de lo cual el principal teatro de operaciones se establecería en los aledaños del Mediterráneo hasta el final de la guerra. García Valiño recibió orden de que su división se dirigiera con urgencia a Albarracín, de donde partió a socorrer a la asediada Teruel, apoderándose del vértice La Muela y llegando a los arrabales de la ciudad el día de Fin de Año. Una intensísima nevada paralizó las operaciones y la guarnición de Teruel terminó capitulando el 7 de enero de 1938. En el ataque y defensa de La Muela, la 1.ª División de Navarra sufrió 2.185 bajas por arma de fuego y otras 2.400 por congelación, por lo que fue retirada del frente. Trasladada a Monreal del Campo y convenientemente reorganizada, en febrero intervino en la batalla del Alfambra, cuyo favorable desenlace permitió realizar la maniobra de envolvimiento que terminó con la recuperación de Teruel. En marzo y abril, García Valiño, puesto al frente de una agrupación de divisiones, avanzó vertiginosamente por el sur del Ebro hasta Gandesa, de donde se dirigió a Amposta y finalmente a San Carlos de la Rápita, a orillas del Mediterráneo.

Aunque lo razonable hubiera sido traspasar el Ebro e intentar finalizar la guerra con la ocupación de Cataluña, muy débilmente defendida en aquellos momentos, Franco decidió encaminar sus tropas hacia Valencia, momento en que García Valiño recibió orden de trasladar su unidad a la zona del Maestrazgo, constituida en Destacamento de Enlace entre los Cuerpos de Ejército de Castilla y de Galicia. A mediados de mayo rompió el frente por La Iglesuela del Cid, pero dos meses después, tras sufrir numerosas bajas y penalidades, su progresión fue detenida en la sierra de Espadán, donde el Ejército Popular se había hecho fuerte en la línea fortificada XYZ. En ese momento, finales de julio, el Destacamento de Enlace pasó a denominarse Cuerpo de Ejército del Maestrazgo y fue trasladado a la zona de Gandesa, donde se estaba librando la batalla del Ebro. García Valiño se había venido revelando como un excelente táctico y su entrada en combate fue decisiva para llevar a buen término una batalla que llevaba prácticamente estancada varias semanas.

A primeros de diciembre, el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo desplegó al norte de Lérida para iniciar la ocupación de Cataluña, flanqueando por la izquierda el avance por la costa de los Cuerpos de Ejército de Navarra y Marroquí. El vertiginoso ritmo impuesto a la ofensiva le permitió llegar a Vich el 1 de febrero de 1939, haciendo miles de prisioneros en los pueblos ocupados y capturando ingente cantidad de armamento. Su progresión terminó en la frontera francesa y García Valiño fue recompensado con el ascenso a general de brigadas por méritos de guerra. A primeros de marzo, se trasladó con su unidad a la zona de Toledo y durante los últimos días de la guerra se encargó de ocupar militarmente la parte sur de dicha provincia y la de Ciudad Real. Por estas fechas, el Ministerio de Justicia le autorizó a unir los apellidos de su padre y de su madre y a utilizar como segundo el de su abuela paterna.

En junio marchó a Alemania para ser condecorado por el Führer, y en septiembre, nada más iniciarse la Segunda Guerra Mundial, su Cuerpo de Ejército fue desplegado en el Rif ante la eventualidad de un ataque desde la zona francesa. En enero de 1942, fue promovido al empleo de general de división y en septiembre, a consecuencia de la crisis ministerial provocada por el enfrentamiento entre Serrano Suñer y el general Varela, el nuevo ministro del Ejército, general Asensio Cabanillas, le nombró jefe del Estado Mayor Central, cargo que éste venía desempeñando.

Desde su constitución en 1904, García-Valiño será el general que más tiempo permanezca al frente del órgano operativo del Ejército de Tierra español: nada menos que ocho años y los tres primeros en el complejo contexto de la Segunda Guerra Mundial. Su actividad fue frenética: prácticamente revistó todas las unidades desplegadas en la península y en Baleares, prestando especial atención a las que guarnecían la frontera pirenaica y a la fortificación de esta línea defensiva, tras haber resuelto con éxito la invasión comunista del valle de Arán en octubre de 1944. También debió resolver el problema de transformar a 7.696 alféreces provisionales en tenientes profesionales e intentar atenuar la acendrada germanofilia de la mayoría de los cuadros de mando tras la victoria aliada.

En enero de 1947 ascendió a teniente general cuando ya el general Dávila estaba a cargo del Ministerio del Ejército y Franco le nombró consejero nacional de FET y de las JONS en 1949. Hasta mayo de 1950 permaneció en el mismo puesto, fecha en que fue nombrado capitán general de la VII Región Militar, con cabecera en Valladolid. En septiembre de ese año y en el contexto de los acercamientos de las Fuerzas Armadas estadounidenses al régimen franquista, con la mirada puesta en la concesión de bases en la península, presidió la comisión enviada a la República Federal Alemana para visitar diversas instalaciones militares, viaje sin duda planificado en su anterior destino y en el que fue secundado por el teniente general Fernández-Longoria, jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, y escoltado en todo momento por el general Thomas Connell Darcy, jefe de la 2.ª División Aérea, que formaba parte de las llamadas fuerzas de ocupación.

El fallecimiento en marzo de 1951 del general Varela condicionó su nombramiento como alto comisario y jefe de las Fuerzas Militares de Marruecos. Durante los cinco años que ocupó el puesto, mantuvo una actividad frenética: revista de unidades, contactos con notables marroquíes, visitas a las cabilas, inauguración de obras públicas, etc. Los muchos homenajes y testimonios de adhesión a España que le tributaron los marroquíes le debieron convencer de que la zona norte del Protectorado no reivindicaba ni aspiraba a la independencia. Dicha impresión se la transmitió a Franco y a Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores, en las numerosas reuniones que mantuvo con ellos y conjuntamente decidieron mantener una contradictoria actuación: propiciar el nacionalismo en la zona francesa, incluso con armas y dinero, a la vez que mantener el estatus colonial en la española. Y cuando en 1953 Francia destituyó al sultán y lo reemplazó por una figura títere, España pretendió segregar ambos protectorados y proclamar sultán al jalifa de Tetuán, a cuyo fin el alto comisario organizó una multitudinaria manifestación en enero de 1954. Francia, ante el creciente deterioro de la situación en su zona, terminó concediendo unilateralmente la independencia a Marruecos en marzo de 1956 y Franco, al trasladarse la conflictividad a la zona norte, se vio abocado a hacer lo mismo un mes después. Culpó de lo sucedido a García-Valiño y firmó su cese el 4 de agosto. Las relaciones entre ambos se deterioraron seriamente a partir de ese momento.

Durante los siguientes cinco años dirigió la Escuela Superior del Ejército, un cómodo destino en el que permaneció bastante apartado de la vida política española hasta que, en febrero de 1962, se hizo cargo de la Capitanía General de la I Región Militar. En 1964 fue designado consejero del Reino y consejero nacional del Movimiento y, a finales de ese año, cesó en el cargo de capitán general al dejar la situación de actividad por cumplir la edad reglamentaria. A partir de ese momento comenzó a ser cortejado por algunas asociaciones seudo-políticas, como el Centro de Estudios de Problemas Contemporáneos, fundado por Antonio Gavilanes, y a hacer declaraciones a favor de don Juan de Borbón. En 1969, en el Pleno de las Cortes que refrendó el nombramiento de don Juan Carlos de Borbón como príncipe de España, fue uno de los ocho procuradores que votaron en contra y el único que se atrevió a decir en voz alta que el nombramiento alteraba el principio hereditario, esencial en cualquier sistema monárquico.

En junio de 1971 le fue amputada una pierna a consecuencia de una embolia, siendo después sometido a diversas intervenciones quirúrgicas antes de morir en el Hospital de La Paz el 29 de junio de 1972. Sus restos fueron inhumados en el cementerio de la Almudena. Franco, resentido por sus desplantes y disidencias, se negó a ascenderle a capitán general honorífico, pauta seguida con el resto de los generales de la Guerra Civil.

 

Obras de ~: “Prólogo”, en F. L. Borrero y de Roldán, Política y guerra, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1945; “Prólogo”, en M. Chamorro Martínez, El órgano informativo superior del Ejército (información exterior y contraespionaje), Madrid, Servicio Geográfico del Ejército, 1945; “Prólogo”, en J. Díaz de Villegas, La geografía y la guerra: estudio militar del terreno, Madrid, Servicio Geográfico del Ejército, 1946; Historia de la Segunda Guerra Mundial: la campaña de Rusia, Madrid, Idea, 1947, 2 vols.; Guerra de Liberación española: campañas de Aragón y Maestrazgo, batalla de Teruel, batalla del Ebro (1938-1939), Madrid, Biosca, 1949; Discursos pronunciados por S. A. I. el Jalifa Muley el Hasan ben el Mehdi ben Ismail y por S. E. el Alto Comisario D. Rafael García-Valiño y Marcén, con motivo de la celebración del Aid-el-Quebir del año 1370 de la Hégira, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1951; Discursos pronunciados por S. A. I. el Jalifa Muley el Hasan ben el Mehdi ben Ismail y por S. E. el Alto Comisario D. Rafael García-Valiño y Marcén, con motivo de la celebración del Aid-el-Quebir del año 1371 de la Hégira, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1952; Discursos pronunciados por S. A. I. el Jalifa Muley el Hasan ben el Mehdi ben Ismail y por S. E. el Alto Comisario D. Rafael García-Valiño y Marcén, con motivo de la celebración del Aid-el-Quebir del año 1372 de la Hégira, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1953; Discursos pronunciados por S. A. I. el Jalifa Muley el Hasan ben el Mehdi ben Ismail y por S. E. el Alto Comisario D. Rafael García-Valiño y Marcén, con motivo de la celebración del Aid-el-Quebir del año 1373 de la Hégira, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1954; Discursos pronunciados por S. A. I. el Jalifa Muley el Hasan ben el Mehdi ben Ismail y por S. E. el Alto Comisario D. Rafael García-Valiño y Marcén, con motivo de la celebración del Aid-el-Quebir del año 1374 de la Hégira, Tetuán, Imprenta del Majzén, 1955; Conferencia pronunciada en el acto de inauguración del XXIII Curso de Mandos de División por el Excmo. Sr. Teniente General D. Rafael García-Valiño y Marcén, Director de la Escuela Superior del Ejército, Madrid, Servicio Geográfico del Ejército, 1957; Características de la II Guerra Mundial: Tierra, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1959.

Bibl.: J. Ramos Winthuyssen, Tropas indígenas y ejército colonial, Sevilla, Imp. de Gómez Hnos., 1921; Historia de las Campañas de Marruecos, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1951; J. M. Martínez Bande, Monografías de la Guerra de España, Madrid, San Martín, 1972-1986; C. de Arce, Los generales de Franco: los hombres que hicieron posible la España de Franco, Barcelona, Mitre, 1984; S. G. Payne, El régimen de Franco, 1936-1975, Madrid, Alianza, 1987; P. Preston, La política de la venganza: el fascismo y el militarismo en la España del siglo XX, Barcelona, Península, 1997; M. Aguilar Olivencia, El ejército español durante el franquismo, Madrid, Akal, 1999; C. Engel, Historia de las divisiones del ejército nacional, Madrid, Almena, 2000; G. Cardona, Franco y sus generales: la manicura del tigre, Madrid, Temas de Hoy, 2001; VV. AA., Las Campañas de Marruecos (1909-1927), Madrid, Almena, 2001; G. Cardona, El gigante descalzo: el ejército de Franco, Madrid, Aguilar, 2003; X. Moreno Juliá, La División Azul: sangre española en Rusia, Barcelona, Crítica, 2004; M. Alonso Baquer, Franco y sus generales, Madrid, Taurus, 2005; F. Franco Salgado-Araújo, Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta, 2005; F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, 2.ª ed., Madrid, Alianza, 2005; R. Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, Madrid, La Esfera de los Libros, 2006; F. Puell de la Villa y J. A. Huerta Barajas, Atlas de la Guerra Civil española: antecedentes, operaciones y secuelas militares (1931-1945), Madrid, Síntesis, 2007; F. Puell de la Villa y S. Alda Mejías (eds.), Los ejércitos del franquismo (1939-1975), Madrid, Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado-UNED, 2010; F. Alía Miranda, Julio de 1936: conspiración y alzamiento contra la Segunda República, Barcelona, Crítica, 2011; P. Preston, El holocausto español: odio y exterminio en la Guerra Civil y después, Barcelona, Debate, 2011.

 

Fernando Puell de la Villa

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