Anguera de Sojo, Josep Oriol. Barcelona, 11.X.1879 – 10.XI.1956. Jurista, magistrado del Tribunal Supremo y ministro de Trabajo.
Especialista en Derecho Canónico y miembro del Partit Catalanista Republicà, el 14 de abril de 1931 fue nombrado presidente de la Audiencia Territorial de Barcelona —con categoría de magistrado del Tribunal Supremo— por Francesc Macià, presidente de la República Catalana, quien ejercía este cargo de acuerdo con la voluntad popular después del estrepitoso derrumbe de la Monarquía. Manuel Azaña afirmó que se había apoderado revolucionariamente de la Audiencia.
Meses después, el Gobierno provisional de la República confirmará este nombramiento.
Anguera se propuso la catalanización de la Administración de Justicia, así como acomodarla al espíritu democrático que había hecho posible la instauración de la Segunda República española. Sin embargo, meses después, pasó a encabezar el Gobierno Civil de Barcelona, cargo desde el que contuvo a los anarcosindicalistas en las numerosas huelgas generales que tanto hacían peligrar la consolidación de la República, a la vez que reprimió a las bandas de atracadores, a menudo adscritos a la Federación Anarquista Ibérica. Anguera ejerció el cargo con gran responsabilidad y acierto, lo que reiteradamente le valoró Azaña, presidente del Consejo de Ministros. Pero la represión de los anarcosindicalistas lo distanció de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), muy especialmente de su antiguo valedor, Francesc Macià, quien solicitó reiteradamente al Gobierno central su destitución, lo que siempre rechazó Azaña. Su enemistad con ERC lo condujo a presentar su dimisión irrevocable en enero de 1932, que finalmente fue aceptada por el Gobierno de la República, reintegrándose de nuevo en la presidencia de la Audiencia Territorial de Barcelona.
Azaña estaba tan compenetrado con él que lo nombró fiscal general de la República el 9 de mayo de 1933. Desde este nuevo cargo actuó contra el general Cavalcanti y otros militares rebeldes que protagonizaron la insurrección de agosto de 1932, dirigida por el general Sanjurjo. En septiembre de 1933, cuando se desintegró la coalición republicano-socialista, Anguera dimitió de su puesto y de nuevo se hizo cargo de la presidencia de la Audiencia de Barcelona.
Cuando en 1933 se transfería la Administración de Justicia a la Generalitat y ésta desarraba la legislación sobre la misma, el Gobierno catalán no lo tuvo en cuenta, pese a que era la primera autoridad judicial de Cataluña. Sin el apoyo del Gobierno central —Azaña estaba en la oposición—, y con la enemistad de ERC, se encontrará políticamente aislado, pero salvará la situación adscribiéndose a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). El 5 de octubre de 1934 se le nombraba ministro de Trabajo en el Gobierno formado por los radicales y la CEDA. La constitución de este Ejecutivo provocó la Revolución de Asturias y los Sucesos de Octubre en Cataluña.
José María Gil-Robles lo propuso de ministro porque era un regionalista, opuesto al nacionalismo imperante de ERC. Anguera se alineaba con aquellos que no habían acatado la República, pese a que en su día fue un hombre de confianza de los republicanos catalanistas.
Este vuelco lo describe muy bien la acusación que formuló contra Azaña en 1935, siendo ministro, por malversación de caudales públicos. El 4 de abril de 1935 cesaba de ministro.
Al desencadenarse la Guerra Civil huyó al territorio rebelde gracias a la ayuda del Gobierno italiano, presentándose a las autoridades judiciales de Pamplona en septiembre de 1936. Al acabar la guerra ejerció la abogacía y nunca más volvió a su plaza de magistrado del Tribunal Supremo.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Fondo Contemporáneo, Jueces y Magistrados, exp. 12.924; Arxiu General del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, Expedients Personals, Anguera de Sojo; Arxiu Nacional de Catalunya, Fons del Col·legi d’Advocats de Barcelona. J. M. Cuenca Toribio y S. Gallego Miranda, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; J. M.ª Gil-Robles, No fue posible la paz, Barcelona, Planeta, 1998, pág. 133; S. Martínez Saura, Memorias del secretario de Azaña, Barcelona, Planeta, 1999, pág. 235; M. Azaña, Diarios completos, Barcelona, Crítica, 2000, págs. 406, 414-417, 423, 562, 701, 756, 769, 775-776 y 798.
Federico Vázquez Osuna