Pérez Sarmiento, Bernardino. Conde de Rivadavia (I); conde de Santa Marta de Ortigueira (II). ?, c. 1452 – Valladolid, 1522. Adelantado mayor de Galicia.
Bernardino era hijo ilegítimo de Diego Pérez Sarmiento, I conde de Santa Marta de Ortigueira, y de una esclava llamada Úrsula. A petición de su padre, fue legitimado por Enrique IV el 16 de octubre de 1457 y años más tarde, en 1465, el mismo Monarca le confirmó el título de adelantado mayor de Galicia.
En el testamento de su padre fechado en 1465, Bernardino era designado como su sucesor en lugar de su hermano García Sarmiento. Dado que era menor de edad, su tutela quedaba encomendada a su madrastra Teresa de Zúñiga.
Al estallar la Segunda Guerra Irmandiña en 1467, huyó de Galicia y se refugió junto con Teresa en la villa de Mucientes. Tras la muerte de ésta, en 1470, permaneció bajo la custodia de Álvaro de Zúñiga, duque de Arévalo y primo de su madrastra, hasta 1473. Los primeros años de Bernardino están marcados por la persistencia de los últimos focos de la resistencia irmandiña en algunas de sus villas y el inicio de las discordias con sus familiares. La desobediencia de sus villas a aceptarle como señor pronto desapareció al perdonarles sus anteriores desmanes. Todo lo contrario que con las discordias en el seno familiar.
Su origen hay que buscarlo en la no aceptación por parte de Mencía, viuda de García Sarmiento y tutora de su hijo Francisco Sarmiento, del testamento de Diego Pérez Sarmiento. En él, García quedaba reemplazado en la sucesión por Bernardino y reducido a la legítima estricta. En 1476, tío y sobrino llegaban a un acuerdo. Bernardino cedía a Francisco las villas de Palazuelos de Vedija y Santa Marta de Ortigueira de la cual podría intitularse conde tras obtener la pertinente licencia real. Por su parte, Bernardino retenía el Adelantamiento Mayor de Galicia, las villas de Rivadavia, Fuente y Mucientes, el coto y la fortaleza de Celme, Laza, Bentraces y el resto de sus bienes. Además conseguía de los Reyes Católicos autorización para poder intitularse a partir de este año conde de Ribadavia. Este arreglo se cerraba con la promesa mutua de ambas partes de no plantear ninguna reclamación futura. Pero lejos de apaciguarse, el enfrentamiento entre Bernardino y sus familiares iría subiendo de tono, llegando la Corona a decretar en 1491 la tasación y partición de los bienes del difunto conde de Santa Marta, operación que se llevaría a efecto en 1495.
Otro frente en el que litigó el conde de Ribadavia fue en relación con los emolumentos percibidos como adelantado mayor de Galicia. Desde comienzos de su mandato, varias villas y ciudades gallegas se negaron a acudirle con ellos. En esta acción, algunas poblaciones contaban con sólidos aliados entre los oficiales reales a quienes Bernardino acusó de ser los principales instigadores. También a ellos atribuyó la responsabilidad en la desobediencia por parte de sus vasallos, al entrometerse continuamente dentro de sus jurisdicciones. Sin embargo, en otros casos era su modo de actuar el detonante de sonadas protestas.
Una de sus villas, Mucientes, se querelló a comienzos del siglo xvi acusando al conde de serios atropellos a sus libertades y derechos. También los monasterios gallegos seguían señalando a Bernardino, al igual que sus antecesores, como uno de los más voraces encomenderos gallegos, acción ésta que mereció la reprobación por parte de los Reyes Católicos en su visita a Galicia en 1486.
Casado desde 1473 con María Pimentel de Castro, hija de Juan Pimentel, señor de Allariz, en 1487 Bernardino pretendió invalidar su matrimonio. Argumentaba para ello que, antes de casarse con María, estaba comprometido con Teresa de Zúñiga, hija de Juan de Zúñiga, vizconde de Monterrey. Pero la realidad de este asunto era bien distinta. En una provisión dictada por los Monarcas ese mismo año, su esposa lo denunciaba por malos tratos. Según hacía constar, Bernardino la había confinado en una fortaleza. Bajo amenazas, había accedido a firmar la sentencia de nulidad que éste pretendía.
Su mayor logro consistió en entroncar a la casa condal de Rivadavia con algunas de las de mayor renombre de la nobleza hispana. Para ello arregló sendos casamientos ventajosos para sus hijas. La mayor, Francisca, sería comprometida a Enrique Enríquez, hijo segundo de Alfonso Enríquez, almirante de Castilla, mientras que la menor, María, con Juan Hurtado de Mendoza, hijo de Ruy Díaz de Mendoza, maestresala de la reina Isabel.
El último acto de Bernardino tuvo como escenario Valladolid. Poco antes de fallecer, en 1522, hacía donación de sus bienes a sus hijas.
Bibl.: J. García Oro, La nobleza gallega en la Baja Edad Media. Las casas nobles y sus relaciones estamentales, Santiago de Compostela, Bibliófilos Gallegos, 1981; G. F. Fernández Suárez, La nobleza gallega entre los siglos xiv-xv: los Sarmiento, condes de Ribadavia, Santiago de Compostela, El Eco Franciscano, 2002.
Gonzalo Francisco Fernández Suárez