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Lope Vázquez de Acuña y Carrillo de Albornoz

Biografía

Vázquez de Acuña y Carrillo de Albornoz, Lope. Duque de Huete (I), conde de Viana (I) y señor de Añazón.  ?, p. t. s. XV – ¿Castil de Acuña (Cuenca)?, c. 1486. Adelantado y guarda mayor, camarero mayor de las Armas de los reyes Enrique IV, Alfonso XII y Fernando el Católico, alcalde y consejero real.

Perteneciente al linaje de origen portugués de los Acuña, Lope era hijo del I señor de Buendía y de Teresa o Teodora Carrillo de Albornoz. Por parte de su padre estaba emparentado con los condes de Valencia de Don Juan y el linaje Pacheco-Girón, futuros beneficiarios de los ducados de Escalona y Osuna respectivamente.

Por parte de madre, Lope heredaría el señorío de Huete, un impresionante estado señorial en tierras de Cuenca. Sus tres hermanos mayores eran, Pedro, el I conde de Buendía, Gómez Carrillo de Acuña, señor de Mandayona, y el famoso arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo.

Lope, que entroncó matrimonialmente con el importante linaje de los Mendoza —se había casado con María Hurtado de Mendoza—, protagonizó un papel secundario en el reino, siempre a la sombra de su hermano y sus poderosos parientes. Señor de las villas de Azañón, Viana —ostentando el título de conde—, Anguix y Castillejo, fue también adelantado mayor de Cazorla y comendador de Las Casas de Mérida en la Orden de Santiago. En Arévalo, en 1438, consintió en la fundación del mayorazgo de Buendía para su hermano mayor si bien, sus padres tiempo después en 1446 instituyeron otro mayorazgo en él en la villa de Azañón.

Junto con todo su linaje, apoyó a su pariente Juan Pacheco, marqués de Villena, en su enfrentamiento con Enrique IV y, consecuentemente, a partir de la sublevación nobiliaria de 1464, apoyó al príncipe Alfonso que se tituló Alfonso XII a partir de su proclamación en Ávila el 5 de junio de 1465. Tanto Lope como su hijo del mismo nombre, recibieron mercedes del joven Rey siendo nombrado su primogénito oficial de cuchillo. También recibió privilegios su sobrino —hijo sacrílego del arzobispo Carrillo— lo que lleva a confusión al coincidir tres personajes con idénticos nombres.

En la Corte del rey Alfonso, Lope Vázquez siguió ostentando la importante dignidad de camarero mayor de las Armas siendo nombrado asimismo alcalde de los Fijosdalgos, en 1466, por fallecimiento de su antiguo titular. También recibió pequeños juros de heredad a cobrar en cualquier renta del reino, cantidades para lanzas, así como raciones y quitaciones varias por los cargos ostentados, caso del de guarda mayor. Sin embargo, para Lope Vázquez el centro de su interés y batalla fue la ciudad de Huete. Sólo cinco días después de ser nombrado rey, Alfonso le confirmaba en la alcaidía con 60.000 maravedís de salario.

Cuando muere el joven Monarca, a principios del verano de 1468, Vázquez de Acuña se mostró dubitativo a la hora de seguir una de las dos opciones que se presentaban por la herencia del reino. Su hermano, el arzobispo Carrillo, que había sido el más leal defensor de Alfonso, seguía la causa de su hermana y sucesora, Isabel. Otros parientes, encabezados por el ya maestre de Santiago —Pacheco— tras un primer momento de apoyo a Isabel, en Guisando, optaron por la hija de Enrique IV, Juana. Parece que Lope Vázquez logró conciliar ambas opciones, ya que se le ve con su hermano el arzobispo muy cerca del príncipe Fernando de Aragón, pero en 1470 también, en los actos de Valdelozoya, en que es beneficiado por Enrique IV.

El Monarca, tanto para premiar como para atraerse a la nobleza había hecho alarde de una política generosa de títulos y mercedes. Además del ducado de Escalona al omnipotente Juan Pacheco o el de Alba a Garci Álvarez de Toledo, concedió Arévalo con el título de duque al conde de Plasencia y Huete también con categoría ducal a Lópe Vázquez. La concesión de este ducado es un episodio mal conocido —otros autores indican que se le entregó en 1474 poco antes de morir el Monarca— pero que, como en el caso de Arévalo, no iba a perdurar siendo Lope el único que lo ostentó. Lo que, en cambio, está más claro es que el adelantado de Cazorla se encontraba dentro del séquito de los caballeros que acompañaban a Fernando en su viaje a Valladolid para casarse con Isabel en 1469. También está documentado que Lope Vázquez de Acuña presenció la boda de los príncipes y actuó de enlace entre el rey Enrique y aquéllos manteniendo, además, una correspondencia con el rey Juan II de Aragón y actuando, junto con el marqués de Santillana, para la pacificación en el reino.

Curioso proceder de Vázquez de Acuña que, sin embargo, se había resistido, o mejor, había impedido que Isabel, como señora de Huete tras los actos de Guisando, pudiera tomar posesión de lo que le pertenecía.

Y es que, a más confusión, durante la guerra civil, Lope Vázquez se mostró resuelto adversario de los Monarcas. Eso no impidió que Huete —ciudad y fortaleza— volviera a la Corona constituyendo un típico ejemplo de plaza estratégica mantenida en rebeldía con una resistencia fuertemente organizada. Desde 1476, unos capitanes reales controlaban la ciudad y el castillo que se puso en tercería por un año. Las tropas del duque de Huete fueron reducidas por los capitanes de los Monarcas Juan de Robles y Rodrigo de Águila, pero Lope no renunció definitivamente a sus derechos sobre Huete hasta enero de 1478, tras haber recibido de la generosidad real no sólo el perdón sino gestos de amparo, seguro y una indemnización de dos millones de maravedís pagaderos, en parte, por la ciudad.

Huete protagonizaba así una estrategia típica de los Monarcas que aseguraban el dominio de las plazas y fortalezas a través de capitanes de su confianza bajo la autoridad de altos cargos de la administración territorial —gobernadores o corregidores— pero nunca a miembros de la nobleza. De esta manera, la fortaleza quedó vinculada a los Osorio hasta 1509.

Lógicamente sin Huete, el título ducal desapareció, si bien los Vázquez de Acuña siguieron teniendo intereses en la ciudad como se comprueba en el hecho de que, después de la capitulación, todavía Vázquez de Acuña hubo de reclamar derechos a modo de cargos, rentas y propiedades que le habían sido arrebatados por el concejo y los vecinos con los que hubo de pleitear durante años. Las querellas se perpetuaron a través de su primogénito del mismo nombre, casado con María de Contreras, que estuvo envuelto en pleitos con la ciudad y obligado a comprar el lugar de Castillejo para que fuera el centro del mayorazgo, lugar que después vendió a la Corona en 1488.

Eso no impidió que Lope Vázquez siguiera ostentando el cargo de camarero mayor de las Armas y guarda mayor con el rey Fernando ni dejara de recibir de los Reyes Católicos la confirmación de una merced en Cuenca —concedida por Enrique IV en 1462— de cuatrocientos vasallos y varias villas incluida Anguix y su castillo. De su matrimonio con María Hurtado de Mendoza tuvo seis hijos, dos de ellos varones: el ya mencionado Lope Vázquez de Acuña apodado El Mozo, y Hernán Vázquez de Acuña. Sus hijas fueron María, Beatriz y Teresa, todas casadas con nobles de modesto nivel, e Inés que siguió la vocación religiosa.

En 1486, en la fortaleza de Castil de Acuña, otorgó testamento y probablemente murió aquel mismo año siendo posiblemente enterrado en la capilla del Monasterio de San Francisco de su amada ciudad de Huete.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz