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Suero de Oca

Biografía

Oca, Suero de. Pazo de Oca (Pontevedra), p. m. s. xv – Monasterio de Oseira (Orense), 1512. Señor feudal, monje del Císter (Ocist.), abad de Oseira, prior de Santa Comba de Naves, arzobispo de Tarso, abad de San Esteban de Ribas de Sil, deán de Orense.

Tal vez es el personaje de mayor relieve histórico que pasó por la Abadía de Oseira y la documentación de los veintisiete años transcurridos al frente de la Abadía de Oseira es muy abundante.

La familia de los Oca “se halla instalada en Galicia durante el pontificado compostelano del arzobispo Rodrigo de Luna, su pariente. Eran por entonces señores de la casa Álvaro de Oca y Constanza de Ribadeneira, quienes siguieron a su pariente y protector el arzobispo, y su nuevo destino con el propósito de labrarse un señorío en tierras gallegas”. Vástago de este matrimonio fue Suero, quien heredó el mayorazgo de los Oca, contrayendo matrimonio con María Gómez de Sotomayor, hermana del mariscal de Galicia Suero Gómez de Sotomayor, y prima del conde de Camiña.

La guerra de sucesión, sostenida por los Reyes Católicos, resultó de fatales consecuencias para él, a causa de la rivalidad de los bandos contendientes. Suero —culpable o no— se vio despojado de su estado y obligado a emigrar en 1477 para refugiarse en lugar seguro. Por si fuera poco, al poco tiempo se le sumó la pérdida de su mujer, “porque el arzobispo, después de entrar a la fortaleza de Oca, prendió a doña María y la hizo llevar a Santiago; la cual ocupada de pena, por verse aprisionada, dentro de tres días murió”.

Traspasado de dolor, se retiró a Orense, donde contrajo nuevas nupcias con Eugenia de Deza, de otra familia noble del país. De ella le nacieron dos vástagos: Álvaro y Elvira, continuadores de su linaje. A los pocos años esta segunda esposa moría aún joven. Entonces decidió consagrarse a Dios en la vida religiosa, ingresando monje en el Monasterio de Santa María de Oseira.

Dice la crónica que Suero alcanzó el abadiato al morir el abad Arias de Santa María, pero informaciones aportadas por E. Zaragoza Pascual hablan de que el tal Arias no murió siendo abad de Oseira, pues éste hubo de pactar su renuncia con su sucesor Suero, futuro arzobispo de Tarso, con la siguiente condición: “Que fray Suero debía de renunciar a su vez al priorato que disfrutaba de Santa Comba de Naves y entregarlo a Ares da Veiga, sobrino de frey Ares de Santa María”. Dicho priorato fue ocupado por Suero desde 1481. Los monjes creyeron que con la llegada de Suero acabarían las usurpaciones y el despilfarro precedentes. Para lograr mayor eficacia, éste recurrió a la Santa Sede y al Rey, tratando por todos los medios de alejar obstáculos. Los monjes habían obtenido de Eugenio IV en 1440 una bula, anulando todas las enajenaciones que se habían hecho los últimos años, y ordenando la inmediata devolución por tratarse de bienes sagrados, pero nadie se ocupó de poner en vigor esas órdenes del Pontífice. Por eso, una de las principales actuaciones del nuevo abad fue obtener convalidación de dicha bula para llevar a la práctica cuanto en ella se disponía.

Según García Oro, llevaban los monjes aguantando una dura opresión de parte de “aquella nobleza turbulenta y despótica, sufriendo la asoladora devastación de sus predios, la rapiña de sus cosechas y la usurpación de sus villas y señoríos. Hasta tal punto llevó a imponerse la violencia de los nobles que, atemorizados los monjes, no intentaban dejar sus derechos ante tan inauditos atropellos [...]. Fue en tiempos de don Suero de Oca cuando las cosas llegaron a tal extremo que los monjes no podían dejar por más tiempo de actuar enérgicamente contra tan graves atropellos sin inminente peligro de verse desposeídos y desalojados de sus predios señoriales”.

Estando los Reyes Católicos de visita en la tumba del apóstol Santiago, aprovechó el momento el abad Suero de Oca para ser recibido. Denunció que esa nobleza había recibido en encomienda cotos y granjas pertenecientes a monasterios como modo de defensa contra los continuos usurpadores, y ahora, al tratar de recuperar lo que les pertenecía de derecho, los nobles se vengaban de los monjes y del propio abad. Por ello solicitó a los Soberanos que tomaran el Monasterio bajo su amparo y protección. Los Reyes despacharon el 4 de octubre del mismo año una Real Carta dirigida al gobernador del Reino de Galicia Diego López de Haro, pregonada en las calles de Santiago, de cuyo acto dio fe un notario a quien el abad de Oseira señaló públicamente para su constancia a las personas de quienes el Monasterio temía represalias y venganzas. Se cortaron los abusos que se veían infligiendo contra los monjes, aunque sólo de momento, pues no tardarían en buscar pretextos para tratar de apoderarse de los bienes del Monasterio.

 

Bibl.: F. Gándara, Nobiliario, armas y triunfos de Galicia, Madrid, Imprenta de Pablo del Val, 1667, pág. 518; T. de Peralta, Fundación, antigüedad y progresos del Real Monasterio de Santa María de Osera, Madrid, Melchor Álvarez, 1677, págs. 233-240 (Santiago de Compostela, Consellería de Cultura e Comunicación Social, 1997); J. García Oro, “Don Suero de Oca”, en Estudios Gallegos, XXIII (1968), pág. 46; “Documentos sobre Don Suero de Oca, abad de Oseira y arzobispo de Tarso”, en Liceo Franciscano, XXV, segunda época, 73, 74, 75 (1972), págs. 1-21; D. Yáñez Neira, El Monasterio de Oseira, Cincuenta años de restauración, León, Everest, 1978, pág. 34; J. Torres Martínez, Pequeña historia de Marín, Marín, 1983 (Colección Tambo), págs. 139-141; D. Yáñez Neira, El Monasterio de Oseira (historia y arte), León, Edilesa, 1996, pág. 54; Monjes pontevedreses en el Císter, Pontevedra, El Museo de Pontevedra, 1997, págs. 544-547; E. Zaragoza Pascual, “Documentos inéditos sobre la reforma de monasterios benedictinos gallegos”, en Estudios Mindonienses, 14 (1998), pág. 809 y docs. n.os 8 y 9, págs. 825-832.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

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