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Diego de Ovando

Biografía

Ovando, Diego de. Cáceres, c. 1425 – Monleón (Salamanca), 1487. Militar, paladín de los Reyes Católicos.

Hijo de Fernán Blázquez y de Leonor Alfón de Ovando, pertenecía a una antigua e hidalga familia de Cáceres, pero tomó el apellido materno.

En 1445 estaba al servicio del maestre de Alcántara Gutierre de Sotomayor, con quien participó en la toma de las fortalezas extremeñas que estaban en manos de los partidarios de los infantes de Aragón. Sin embargo, su destino quedó marcado por el hecho de que al año siguiente, en unión de dos amigos, intentó matar al citado maestre, quien galanteaba a la mujer de uno de ellos. Falló el atentado y Diego huyó a Aragón, donde entró al servicio del rey Juan II y allí empezó a ser llamado, por su lugar de origen, Diego de Cáceres, ya que en realidad se llamaba Diego de Ovando. Allí participó junto al Monarca en la lucha contra los beamonteses.

Muerto Sotomayor en 1454, pudo regresar a Cáceres y entró al servicio del nuevo maestre de Alcántara Gómez de Solís, también cacereño. Cuando en 1464 se produjo en Cáceres el cisma de la Orden de Alcántara por el clavero Alonso de Monroy, estalló la guerra en Extremadura, en la que Ovando permaneció siempre al lado del maestre Solís. Cuando éste abandonó al rey Enrique IV y se pasó al bando de su hermano el infante Alfonso, Diego le siguió y en esas circunstancias obtuvo el nombramiento de capitán, que es como le conoce la historia: el capitán Diego de Cáceres Ovando.

Enrique IV encomendó entonces al clavero Monroy que defendiera su causa en tierras extremeñas. La guerra no fue favorable al maestre Solís, derrotado siempre por Monroy, quien llegó a apoderarse de Coria y de Cáceres, de donde tuvo que huir Ovando, que la defendía. Sin embargo, cuando Enrique IV venció a los rebeldes en la batalla de Olmedo (1467), perdonó a Solís y ordenó que se persiguiera a Monroy, quien no quería devolver a su enemigo las posesiones de la Orden de Alcántara de las que se había apoderado. El clavero venció definitivamente a Solís en 1470 en la batalla del Cerro de las Vigas, se apoderó de la villa de Alcántara, sede de la Orden, y se hizo elegir maestre. Solís murió en 1473, permaneciendo fiel sólo la comarca de La Serena, que pertenecía a la Orden de Alcántara, y eso porque estaba custodiada por hombres leales a su causa, de los que el principal era el capitán Diego de Cáceres Ovando.

Enrique IV, ante la rebeldía del clavero, ordenó a Ovando que lo combatiera, cosa que hizo con fortuna. Poco después, el clavero Monroy cayó preso en una trampa que le tendió Francisco de Solís, sobrino del anterior maestre, que se hizo elegir también, de forma igualmente irregular, maestre de la Orden de Alcántara.

A la muerte de Enrique IV en 1474 estalló la guerra de sucesión entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica, ya casada con Fernando, hijo del rey Juan II de Aragón, a quien había servido Ovando cuando tuvo que huir tras el fallido atentado contra Gutierre de Sotomayor. Como es natural, Diego se puso del lado de éstos.

Le encargaron los Reyes en 1475 que administrara el maestrazgo de Alcántara con muy amplias facultades, pues el nuevo maestre Juan de Zúñiga, nombrado por bula papal, era un niño y sus padres, los duques de Plasencia, eran partidarios de la Beltraneja, hasta el punto de que llevaron a ésta a Plasencia para casarla allí con su tío el rey de Portugal, quien de este modo pretendía apoderarse del Trono de Castilla.

Ovando, tras dejar asegurada Extremadura, marchó a Zamora con sus tropas y tuvo una destacada intervención en la batalla de Toro (1 de marzo de 1476), como refiere Hernando del Pulgar, en la que fueron derrotados los portugueses por Fernando el Católico. Esto motivó que los partidarios de la Beltraneja reconocieran por reyes a Fernando y a Isabel, y, entre ellos, los duques de Plasencia, quienes reclamaron la entrega del maestrazgo de Alcántara a su hijo Juan de Zúñiga. Los Reyes así lo hicieron, lo que motivó la rebelión del clavero Alonso de Monroy, quien por entonces había sido puesto en libertad.

Éste, en unión de Beatriz Pacheco, condesa viuda de Medellín, se apoderó de varios castillos y localidades, entre ellas Mérida, y facilitaron la entrada de un nuevo Ejército portugués, que fue derrotado en la batalla de la Albuera, junto a Mérida (1479), por el maestre de Santiago Alonso de Cárdenas, con importante intervención de Ovando, quien permaneció sitiando esta ciudad para impedir que el clavero Monroy, que la guarnecía, saliera a unirse a los portugueses.

Enrique IV había concedido al capitán parte de los solares del demolido alcázar de Cáceres, donde éste edificó la casa y torre de las Cigüeñas, junto a la iglesia parroquial de San Mateo. Como muestra del aprecio que los Reyes sentían por el capitán, cuando Isabel la Católica fue a Cáceres en 1477 y mandó desmochar las torres fuertes de las casas nobiliarias, permitió que Ovando levantase la suya como quisiere, en recompensa a los muchos servicios prestados a su causa; y en las Cortes de Toledo de 1480 en que se rebajaron muchos juros concedidos con anterioridad, uno de 250.000 maravedís de renta anual, otorgado ese mismo año a Ovando, fue uno de los pocos que se declararon subsistentes.

Por carta dada en Toledo el 20 de marzo de 1480 los Reyes Católicos le hicieron merced de la villa de Monleón (Salamanca) con su fortaleza, término y jurisdicción, por juro de heredad, en remuneración de los grandes servicios prestados en la guerra con Portugal.

Diego de Cáceres Ovando tomó parte en la Guerra de Granada y consta que asistió a las tomas de Álora y de Ronda (1485). Murió en Monleón en 1487 y fue llevado más tarde a enterrar a la capilla de San Antonio, que había mandado construir en el Monasterio de San Francisco extramuros de Cáceres.

Casó en primeras nupcias con Isabel Flores, y en este matrimonio fue padre de frey Nicolás de Ovando, futuro comendador mayor de la Orden de Alcántara y primer gobernador de las Indias; y bisabuelo de Juan de Ovando, presidente de los Consejos de Indias y Hacienda y autor del llamado Código ovandino.

 

Bibl.: J. de Pellicer y Tovar, Memorial de la calidad y servicios de la casa de Don Álvaro Francisco de Ulloa Golfín, Madrid, 1675, fols. 150v.-156v. y 170v.-171; M. Muñoz de San Pedro, conde de Canilleros, La Extremadura del siglo xv en tres de sus paladines, Madrid, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres, 1964, págs. 203-340; J. M. de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos, La Casa de Ovando (estudio históricogenealógico), Cáceres, Real Academia de Extremadura, 1991, págs. 43-64.

 

José Miguel de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos

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