Eraso y Hermosa, Francisco de. Señor de Mohernando (I). Madrid, 1507 – 26.IX.1570. Secretario privado de Carlos V y de Felipe II, secretario de Hacienda, Cámara, Indias y de las Órdenes de Calatrava y Alcántara.
Originario del lugar navarro de Eraso, perteneciente al Ayuntamiento de Imoz, actual partido judicial de Pamplona, sus padres fueron Hernando de Eraso y Ederra, funcionario de los Reyes Católicos, y María de Hermosa y Guevara. Estuvo casado con la segoviana Mariana de Peralta y Barros, de la que tuvo tres hijos: Carlos, que fue menino de la reina Ana y segundo señor de Mohernando, Francisco y Antonia. El rico patrimonio familiar comprendía el señorío de Mohernando, Humanes, Robledillo, Cerezo y Razbona, en Guadalajara, además de las dehesas de Gargantilla y la Pinilla en Santillana, unas casas principales en la calle de Toledo, en Madrid, y otras en Segovia en la plazuela de San Martín, junto con unas fuentes segovianas. Otros bienes consistían en un molino, casa, sotillo y paneras en Yanguas, Segovia, y en esta provincia el término del Parral de Prirón, además de huertas, monte y tierras en Peñarrubia.
El señorío de Mohernando constituyó en el pasado una encomienda de la Orden de Santiago que se incorporó al patrimonio de la Corona en el mes de julio de 1564. Posteriormente, el 20 de octubre de este mismo año, Felipe II vendió todo el patrimonio de la extinta encomienda —Mohernando, Humanes, Cerezo, Robledillo y Razbona— a su secretario Francisco de Eraso y Hermosa, y el 30 de enero de 1565 le vendió las alcabalas de estos pueblos de la encomienda. Por estas fechas, Eraso era también comendador de la Encomienda de Moratalaz, de la Orden de Calatrava. En el año 1567 Francisco de Eraso y su mujer instituyeron un mayorazgo en la persona de su hijo mayor Carlos, extensivo a los sucesores de éste. En esta escritura de institución del mayorazgo declara Francisco de Eraso tener enterrados a sus padres en la iglesia de Santa María de la Almudena de Madrid.
La labor realizada por Francisco de Eraso en la monarquía española del siglo xvi pone de relieve la significación histórica de este importante secretario de Carlos V y de Felipe II. La entrada en la Corte la inició Eraso a comienzos del siglo a través de su padre, Hernando, quien trabajaba junto a los Reyes Católicos. En el año 1523 figuraba ya en el entorno de Carlos V, concretamente en el grupo formado por el gran secretario de Estado, Francisco de los Cobos. En la década de 1530 Francisco de Eraso se encontraba al servicio de la secretaría de la emperatriz Isabel de Portugal como ayudante del secretario Juan Vázquez de Molina, donde Eraso destacó como un aventajado oficial a quien la Emperatriz recompensaba con valiosas gratificaciones. Poco después aparecía Eraso como oficial particular de Cobos recibiendo el año 1542 el nombramiento de contino y pasando así a criado de Carlos V. Además, en la primavera de 1543 el Monarca le concedió el empleo de regatón mayor del Rey y la escribanía de la Casa de Moneda de Burgos.
Cuando en mayo de 1543 el Emperador trasladó la Corte a Europa quedando en España como regente su hijo Felipe, Francisco de Eraso apareció en el séquito del Emperador como colaborador y ayudante sustituyendo a Vázquez de Molina en sus tareas de secretario real. El reconocimiento legal de secretario del Rey lo obtuvo Eraso el 31 de julio de 1546 y se le encomendó, como sucesor de Vázquez de Molina, el despacho y refrendo de la documentación de las secretarías de Estado, Cámara y Guerra. Se convirtió así Francisco de Eraso en uno de los tres más importantes secretarios privados que Carlos V tuvo en la Corte europea junto a Juan Vázquez de Molina y Alonso de Idiáquez. En los años siguientes Eraso gestionó y despachó los negocios del gobierno junto al Monarca como único secretario español de tal manera que a comienzos de la segunda mitad del siglo la personalidad de Eraso en la Corte se hacía relevante, pues, como señala Carlos Javier de Carlos Morales, el secretario se había convertido en imprescindible para el Emperador por su eficacia y discernimiento. Y así, avalado por una fecunda capacidad de trabajo, demostrada diligencia y notable caletre en sus consejos, cuando el 16 de enero de 1556 Carlos V formalizó en Bruselas ante Eraso la abdicación y el traspaso de su poder de la Monarquía española a su hijo Felipe, el Emperador recomendó al nuevo Monarca que tuviera tal estima al secretario Eraso que estaba actuando como notario, como si de otro reino se tratara. De esta forma, según subraya José Antonio Escudero, las recomendaciones que el Emperador hizo a su hijo a favor de Eraso con ocasión de la abdicación, fueron escrupulosamente cumplidas, con lo que el secretario gozó del pleno favor del nuevo Rey que se disponía a volver a España. Francisco de Eraso se convirtió así en el secretario favorito de Felipe II en Flandes y, como consecuencia de las reformas administrativas que don Felipe acometió a lo largo de 1556 en las Secretarías de Estado y Guerra, secretarías de Aragón e Italia y secretarías de Hacienda, Indias y Cámara, nombró el 13 de abril a Francisco de Eraso secretario perpetuo del Consejo de Su Majestad y de la Real Hacienda. Poco después, el 22 de mayo quedó investido de relevantes facultades financieras, que todavía habrían de acrecer al hacerse cargo de uno de los oficios de la Contaduría Mayor, y que aparecían además fortalecidas por su condición emergente de secretario privado del nuevo Rey. Se inició así la gran etapa de poder de Eraso con Felipe II, en la que seguirán recayendo en él nuevos nombramientos y distinciones. Por otra parte, Eraso se encargó de la correspondencia internacional del trienio 1557-1559 junto con los otros dos secretarios más importantes, Gonzalo Pérez y Vargas. En otro orden de cosas, por Real Cédula dada en Londres el 20 de abril de 1557, Felipe II le otorgó el cargo de regidor de la ciudad de Guadalajara.
Después de dieciséis años de ausencia, Eraso llegó a España en el mes de septiembre de 1559 como persona de confianza del Monarca que ocupó un lugar privilegiado en su Corte, y se incorporó de forma directa en los oficios que había recibido, incluido el último de secretario del Consejo de Indias que obtuvo el 24 de agosto de dicho año. Así, con el retorno de Felipe II a sus reinos hispánicos, Francisco de Eraso era una pieza clave del aparato de gobierno del Monarca como secretario de Indias y de Hacienda, y como favorito del Monarca, se alzó con el poder desplazando a Juan Vázquez de Molina en la secretaría de Estado y en la Cámara de Castilla.
Así, según observa José Antonio Escudero, el sentido más profundo de la reforma de la maquinaria burocrática que Felipe II proyectaba antes de su llegada a la Península en presumible connivencia con Eraso, fue entregar el poder a su secretario favorito, es decir, formalizar jurídicamente lo que el Emperador había aconsejado y pedido tres años antes.
En consecuencia, con Felipe II el poderío de Eraso en la Monarquía española fue absolutamente apabullante: era consejero de Estado y suplente en la Secretaría de Estado de España; consejero de Guerra en los asuntos más importantes (los de repercusiones económicas); sustituto para el otorgamiento de gracia, mercedes y oficios en la Secretaría del Consejo de Cámara; secretario de Indias; secretario de Hacienda, encargado de la cuenta y razón, y teniente de la Contaduría Mayor, y con facultades de las consultas de la Orden de Santiago e Inquisición. Así, Eraso fue sin duda el más notorio y poderoso secretario tras Francisco de los Cobos. En la cúspide del poder actuó como secretario personal de Felipe II influyendo en la toma de decisiones de la Monarquía en base a la confianza que le profesaba el Monarca y desde los cargos institucionales que ostentó. El poder de Eraso se articulaba también en torno a la red clientelar tejida por el secretario tanto en los Países Bajos como en España, donde Eraso contaba con numerosos colaboradores que contribuyeron a mantener su privilegiada posición en la Corte.
Pero la espectacular carrera político-administrativa de Eraso entró en crisis entre los años 1565 y 1570 cuando se fraguaba su fracaso político y se vio sometido a un grave proceso por corrupción, de tal manera que para los inicios de la década de los setenta el poderoso secretario fue apartado de la Corte. La crisis de poder de Eraso se produjo como consecuencia de la visita que a principios del año 1563 inició Juan Rodríguez de Figueroa, presidente del Consejo de Órdenes.
Este juicio que en principio estaba destinado a juzgar de forma general a los oficiales públicos, desembocó, por razones poco claras, en un estricto control de la labor de Francisco de Eraso en los diversos cargos que gestionaba. En el año 1565 Gaspar de Jaraba que sustituía a Rodríguez de Figueroa procedió contra Eraso de forma directa, unilateral y sectaria, obstaculizando las declaraciones y testigos que eran favorables al secretario. Eraso fue acusado de abusos en sus oficios y de servirse de ellos en beneficio personal; de aceptar dádivas de los banqueros y actuar en connivencia con los hombres de negocios; de no haber cumplido con sus obligaciones y desviar fondos del erario para adquirir bienes; de amañar arrendamientos de rentas y de conceder, en fin, prebendas y beneficios diversos. La sentencia fue dictada el 5 de abril de 1566 y en ella era condenado a pagar una multa de más de 12.000 ducados por la compra fraudulenta de la villa de Mohernando; a abandonar un año su puesto de consejero de Hacienda y a perder definitivamente sus oficios financieros. Por lo que parece, el Rey mantuvo una actitud moderada y de equilibrio en todo este proceso, y aunque la sentencia destituyó a Eraso de todos sus cargos institucionales, mantuvo sin embargo, a su secretario.
Francisco de Eraso, apartado, abandonado y traicionado por sus amigos, colegas y protegidos, y destituido de su cargo de secretario de Hacienda, logró retener hasta su muerte las secretarías de la Cámara de Castilla, Indias y Órdenes de Calatrava y Alcántara.
El 15 de septiembre de 1570 Francisco de Eraso disponía su testamento ante el escribano de Madrid Francisco Ruiz de Córdoba nombrando a su mujer usufructuaria de todos sus bienes y mayorazgo. Pocos días más tarde, el 26 de septiembre, falleció en Madrid Francisco de Eraso, y fue enterrado en la iglesia de Mohernando, con un monumento funerario que representaba a él y a su viuda Mariana, junto a San Francisco, patrón del señor de Mohernando. En el año 1962 el monumento fue trasladado en calidad de depósito al Museo Diocesano de Arte Antiguo de Sigüenza, donde actualmente se conserva. En sus bienes y patrimonio, quedó como usufructuaria su mujer Mariana Peralta, que ostentó el señorío de Mohernando y todas las tierras de Francisco de Eraso, hasta su fallecimiento en el año 1581.
Por lo demás, y por lo que respecta a su trascendencia y legado en la Corte, este poderoso secretario dejó tras su muerte una brillante estela en las más altas esferas del poder, donde hasta finales del siglo destacaron todos los protegidos y colaboradores que se habían formado en la escuela creada por Francisco de Eraso.
Bibl.: J. A. Escudero, Los Secretarios de Estado y del Despacho, Madrid, 1976, 4 vols. (2.ª ed.); A. Marchamalo Sánchez y M. Marchamalo Maín, La Encomienda de Mohernando y el Condado de Humanes. Historia, Arte y Tradiciones en la Campiña del Henares, Madrid, 1986; C. J. de Carlos Morales, “El Poder de los Secretarios Reales: Francisco de Eraso”, en La Corte de Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1994, págs. 107- 148; J. A. Escudero, Felipe II: El Rey en el Despacho, Madrid, Editorial Complutense, 2002.
Consuelo Juanto Jiménez