Calderón de Sanabria, Mencía. Medellín (Badajoz), p. s. XVI – Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), f. s. XVI. Conquistadora, aventurera.
Perteneció a una noble familia, descendiente de Alonso García. Su padre, de noble linaje, ostentaba las mismas armas que los Calderón de la Montaña y estuvo emparentado con los Cortés y Pizarro. Su madre, Ana de Ocampo, también se hallaba vinculada a la nobleza de Medellín. Mencía Calderón contrajo nupcias hacia 1535 con Juan de Sanabria.
Desde el inicio de la conquista y exploración de los territorios indígenas, la Corona española entendió que la estabilidad de sus dominios ultramarinos dependía precisamente de la presencia de una población bien establecida, razón por la que se favoreció la emigración de familias completas. Sin embargo, no fue éste el caso de Paraguay. La primera expedición, del primer adelantado del Río de la Plata, Pedro de Mendoza (1536), trajo sólo una veintena de mujeres y no todas estaban casadas, sino que habían venido en calidad de criadas.
Una década más tarde llegaron a España noticias de la peculiar cotidianidad paraguaya. Las pocas mujeres españolas procedentes de las diversas empresas conquistadoras estaban en su mayoría casadas, las solteras y las criollas contraían nupcias muy tempranamente, mientras que las mestizas no siempre eran consideradas por los españoles a la hora de unirse en sagrado matrimonio. De acuerdo con las declaraciones del sacerdote Francisco González de Paniagua, los conquistadores se amancebaban con las indias y, no contentos con una mujer, tenían hijos con seis o siete nativas a la vez. Otros informes enviados al Rey de los oficiales Alonso de Angulo y Jerónimo Ochoa de Eizaguirre expresaban que era tanta la desvergüenza y poco el temor que había entre los expedicionarios en tomar de manera abusiva a tantas mujeres indígenas.
Alarmadas por las novedades recibidas desde el Paraguay, las altas autoridades políticas y eclesiásticas se propusieron tomar ciertas medidas al respecto. Así, en 1547 se firmó una capitulación que otorgaba a Juan de Sanabria el título de tercer adelantado del Río de la Plata. El mencionado documento autorizaba al nuevo gobernador el traslado de unos cien hombres casados con sus respectivas familias y cierta cantidad de mujeres solteras, con el propósito de contraer matrimonio con los expedicionarios solteros residentes en el Paraguay.
Varios inconvenientes retrasaron la partida y, en ese lapso, Juan de Sanabria falleció en 1549. Por consiguiente, la empresa ultramarina se organizó de manera diferente y la armada se dividió en dos grupos; uno dirigido por Diego de Sanabria, hijo del desaparecido adelantado, y otro capitaneado por su viuda, Mencía Calderón de Sanabria.
La primera expedición partió en marzo de 1550, pero nunca llegó al Paraguay. Los vientos le llevaron hacía otro rumbo; se supo que arribó a la isla Santa Margarita, que de allí pasó al Perú, por Panamá, con el objetivo de llegar a Asunción, pero que antes de hacerlo tuvo un trágico final en la ciudad de Potosí.
Antes de partir la segunda empresa, se presentó en Sevilla Ana de Ocampo, madre de Mencía, con la intención de disuadirla y llevarla de vuelta a Medellín, juntamente con sus hijas, y le ordenó que sacase su dote y hacienda que su marido, el extinto Sanabria, había recibido cuando se casó con ella. Mencía no aceptó las demandas de su madre y muy resuelta zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 10 de abril de 1550, con el objetivo de cumplir con las capitulaciones otorgadas a su esposo.
La expedición tenía como capitán principal a Juan de Salazar, fundador de Asunción, quien había regresado a España un par de años atrás, y estaba integrada por unas doscientas cincuenta personas, entre las cuales venían cincuenta mujeres, cuatro de ellas casadas y el resto, doncellas, todas de buenas familias.
También formaban parte de esta empresa el cronista germano Hans Staden y los capitanes Hernando de Trejo, Hernando de Salazar, Juan de Ovando, Francisco de Becerra y el sevillano Cristóbal de Saavedra, este último, hermano del expedicionario Martín Suárez de Toledo, que se encontraba en el Paraguay desde 1542.
Liderando el grupo de mujeres se hallaba la propia Mencía Calderón de Sanabria, más conocida como Mencía, la Adelantada. En la misma partida zarparon también sus hijas y otras mujeres, esposas, hermanas e hijas de significados oficiales.
Antes de llegar al Paraguay, la expedición de Mencía sufrió una serie de dramáticos incidentes: desde fuertes tempestades marinas, pasando por el abordaje de piratas en la costa africana, hasta la permanencia por espacio de cinco años en territorio lusitano en las Indias. Al llegar a la costa atlántica indiana, los integrantes de la empresa, reducidos a unos ochenta hombres y cuarenta mujeres, desembarcaron en la isla de Santa Catalina. Varios oficiales, entre ellos el capitán Francisco de Becerra, habían fallecido en aquella travesía.
Desde la isla, Mencía envió al capitán Cristóbal de Saavedra con cinco soldados y una dotación considerable de indígenas al Paraguay para que avisaran de su llegada, suponiendo que su hijo, Diego de Sanabria, ya se habría hecho cargo de la gobernación.
Saavedra llegó a Asunción hacia 1551 solicitando auxilio, pero la demanda no pudo ser satisfecha por el gobernador Domingo de Irala, según éste por carecer de navíos para llegar a Santa Catalina. Aun así, despachó por tierra, en dos ocasiones consecutivas, a Nufrio de Cháves hasta ese sitio, pero el oficial hispano regresó sin hallar a los miembros de la expedición.
Entre tanto, otro grupo de treinta soldados, al mando de Hernando de Salazar, había partido de Santa Catalina y seguido la misma ruta que hiciera, años atrás, el adelantado Cabeza de Vaca. Hernando de Salazar abrió camino a través de los bosques y finalmente llegó a Asunción después de catorce meses.
Mientras, el grupo encabezado por Juan de Salazar y Mencía se había dirigido a la región del Mbiazá, a unas veinte leguas al sur de Santa Catalina. Allí fundaron el puerto de San Francisco, acontecimiento de singular importancia, por ser éste el primer enclave hispano en la costa del Atlántico sur, en salvaguarda de la línea de Tordesillas. Además, la ensenada se erigió en puerta de entrada de los territorios castellanos.
En 1551, el capitán Hernando de Trejo contrajo nupcias con María de Sanabria, hija de Mencía. Una cláusula de las capitulaciones de Sanabria estipulaba que quien se casase con la primera hija del adelantado ocuparía el cargo de alguacil mayor de la provincia del Paraguay y con esta unión Trejo se hizo acreedor de dicho empleo. Dos años más tarde nacía, en San Francisco, Hernando de Trejo y Sanabria, hijo del mencionado matrimonio. En la región del Mbiazá se realizaron también otras nupcias, entre ellas, la de Juan de Salazar con Isabel de Contreras, viuda del capitán Becerra, y de Elvira de Contreras, hija de Isabel y del citado Becerra, con el capitán Ruy Díaz de Melgarejo.
Hacia 1553, el portugués Tomé de Sousa, gobernador de San Vicente, al enterarse de la fundación de San Francisco y de la población española residente en el lugar, envió una carabela con víveres. De inmediato, ordenó su despoblación y el traslado de Mencía y de la comitiva a su gobernación, con la promesa de facilitarles el viaje hasta Asunción.
Portugal anhelaba extenderse hacia el Río de la Plata y mediante una hábil política favorecía la salida de pasajeros castellanos hacia la metrópoli, pero retenía a cuanta gente llegaba a San Vicente, cerrando el paso a quienes deseaban engrosar el número de pobladores del Paraguay o asentarse en otros territorios hispanos. Consecuentemente, con esa política expansionista, Sousa hospedó y amparó a la expedición de Mencía Calderón, pero no permitió su salida rumbo a Asunción. Así, el resto de la armada de Sanabria permaneció en el puerto de San Vicente por más de un año. Igualmente, Sousa retuvo al genovés Bartolomé Justiniano procedente de España, portador del nombramiento de Irala como gobernador de la provincia del Río de la Plata.
Pasado cierto tiempo de su forzada estadía, Mencía, aprovechando un viaje de inspección del regente lusitano, escapó de San Vicente con un grupo de su comitiva y retornó a San Francisco, permaneciendo en ese sitio en espera de auxilio. Por su parte, también Juan de Salazar trató en secreto su huida de aquel territorio, con unos comerciantes portugueses, los hermanos Goes, quienes del mismo modo intentaban llegar al Paraguay.
La expedición comandada por Salazar, integrada por los dos portugueses y el genovés Justiniano, partió a fines de mayo de 1555 de la costa lusitana. Llevaba consigo el primer plantel de ganado vacuno al Paraguay: seis vacas y un toro, un sector que se desarrolló más tarde de manera muy próspera en los valles y pampas del Río de la Plata.
Mencía esperó en vano el ansiado socorro y como éste nunca llegó, decidió emprender también el viaje con destino al centro del continente. De esta manera, la maltrecha empresa de Sanabria llegó a la capital de la provincia, en dos tandas. La primera, dirigida por Salazar, arribó en octubre de 1555 y la otra, encabezada por Mencía y Hernando de Trejo en compañía de las cuarenta mujeres, se presentó a mediados del siguiente año.
Ni bien llegada la expedición de Mencía, Irala solicitó a Trejo explicaciones del abandono de San Francisco. La imperdonable falta de desamparar aquel puerto hizo perder a España un vasto y rico territorio pero, sobre todo, un bastión con el cual se detendría el expansionismo portugués. Como sanción por el lamentable hecho, Trejo permaneció detenido por un tiempo y no pudo ejercer el cargo de alguacil mayor, concedido en la capitulación de su suegro.
El arribo de Mencía y su grupo animó la verborrea social asuncena y al mismo tiempo las damas ya establecidas y las recién llegadas comenzaron a tejer el bordado político de la provincia. Tres clanes femeninos se disputaron la supremacía sociopolítica: las hispanas Sanabria Calderón, las criollas Mendoza Angulo Manrique y las mestizas Irala. Es de notar que las mujeres representantes de los tres grupos eran esposas de capitanes españoles que de una u otra manera pretendían el poder. Sus enfrentamientos sociales no sólo dividieron a la comunidad local, sino que además acentuaron las diferencias políticas entre los conquistadores.
El 21 de agosto de 1564, Mencía inició una extensa información sobre los sucesos ocurridos desde la muerte de su marido hasta su llegada al Paraguay.
En el citado informe señaló que partió de Sevilla con sus tres hijas doncellas: María, Mencita y la niña llamada Francisca Rangel, nacida hacia 1544.
Hernando de Trejo testó hacia 1557 y poco después falleció. Su esposa, María de Sanabria, se casó en Asunción con otro importante capitán, Martín Suárez de Toledo, teniente gobernador en 1572, tras la deposición de Felipe de Cáceres del Gobierno. Por su parte, Mencita Sanabria, la segunda hija de Mencía Calderón, casada con el hermano del anterior, el capitán Cristóbal de Saavedra, participó junto a su esposo de la travesía llevada a cabo hacia el Perú y más tarde se estableció en Santa Cruz de la Sierra. La tercera hija del matrimonio Sanabria Calderón, Francisca Rangel, se casó con el capitán Pedro de Ovelar.
Mencía se convirtió en una poderosa matrona. Establecida con su familia en Asunción en una espaciosa finca, concedida por merced real, se dedicó al cultivo de varios rubros. Sus yernos, Suárez de Toledo y Ovelar, le proveyeron de numerosos indígenas de la repartición encomendera y con ellos también erigió un incipiente establecimiento ganadero.
Mencía Calderón de Sanabria, de edad muy avanzada, terminó sus días en el Paraguay. Su numerosa descendencia estuvo bastante vinculada a la vida política y económica de la provincia y le prodigó de grandes satisfacciones en sus últimos años. Su nieto, Hernando de Trejo y Sanabria, hijo del primer matrimonio de su hija María, fue ordenado sacerdote franciscano en Lima en 1576, electo obispo del Tucumán en 1592 y de loable labor evangelizadora entre los indígenas. Medio hermano de éste fue Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, nacido en 1560. Participó activamente en la segunda fundación de Buenos Aires arreando ganado para la novel ciudad. Después, cooperó activamente en los preparativos de las fundaciones de Concepción del Bermejo y de San Juan de Vera de las Siete Corrientes y luego fue designado gobernador de la provincia del Paraguay, el primer criollo en ocupar dicho cargo por cuatro veces. Otro ilustre nieto de Mencía fue el presbítero Martín Suárez de Toledo, ordenado en Chuquisaca, comisario del Santo Oficio, juez eclesiástico y clérigo y vicario en Buenos Aires. Igualmente, otro sucesor fue el teniente de gobernación Pedro de Ovelar, casado en primeras nupcias con Francisca de Irala y posteriormente con Ana de la Vega; de gran actuación en la contención de los portugueses en sus entradas al Guiará y al Itatín.
La progenie criolla femenina de Mencía merece también ser citada por su parentesco con familias vinculadas al gobierno provincial, tanto del Paraguay como de las demás provincias del Río de la Plata. Fueron sus descendientes: María de Trejo y Sanabria, hija de Hernando de Trejo y María de Sanabria, casada con el hacendado Francisco Carrillo de Saavedra, en primeras nupcias, y viuda vuelta a casar con el capitán Juan Bautista Corona. Juana de Saavedra, media hermana de la anterior, contrajo nupcias con el capitán Juan de Garay y Becerra, hijo del fundador de Buenos Aires, de numerosa descendencia en Santa Fe; padres de Cristóbal, Bernabé, fray Juan de Garay y de Isabel y Mariana Garay y Saavedra. Ana de Ocampo, hija también de María de Sanabria y Suárez de Toledo, casada con el general Antonio de Añazco, teniente de gobernador; progenitores de Potenciana, casada con Francisco Núñez Dávalos. María, casada con el capitán Juan Cabrera de Ovalle; Leonor, esposa de Gabriel de Vera y Aragón; Beatriz, esposa del capitán Juan Caballero de Bazán. Otras nietas de Mencía fueron: Beatriz Suárez de Figueroa, casada con el capitán Mateo de Luna, cuyo hijo, Martín Suárez de Toledo de Luna, se convirtió en un rico encomendero de Santa Fe y de Corrientes; Mencía Calderón, hija de Mencita Sanabria y del capitán Cristóbal de Saavedra, casada con el general Gonzalo de Solís de Holguín, y Mariana de Saavedra, benefactora de hijas huérfanas de los conquistadores. Otras notables mujeres relacionadas también con la sociedad, economía y cultura de fines del siglo XVI e inicios del XVII, fueron Francisca de Saavedra y Calderón, María de Ovelar, Ana de Rangel, Francisca y Lorenza de Rangel, entre otras.
Bibl.: E. Gandía, “Una expedición de mujeres españolas al Río de la Plata en el siglo xvi”, en El Orden (Asunción), 20, 21 y 22 de octubre de 1931; “Carta de Géronimo Ochoa de Eizaguirre al Consejo de Indias (8 de marzo de 1545)”, en Documentos históricos y geográficos relativos a la conquista y colonización rioplatense, t. III, Buenos Aires, Talleres Casa Jacobo Pauser, 1941; R. Lafuente Machain, Los conquistadores del Río de la Plata, Buenos Aires, Ayacucho, 1943 (2.ª ed.); J. C. Cháves, Descubrimiento y conquista del Río de la Plata y Paraguay, Asunción, Nizza, 1968; J. Plá, Algunas mujeres, Asunción, Asociación de la Mujer Española, 1985; I. Flores de Zarza, La mujer paraguaya, protagonista de la Historia, Asunción, El Lector, 1987; R. Quevedo, “Noticias de parientes del Obispo Trejo y Sanabria”, en Historia Paraguaya. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia (Asunción), vol. XXXIX (1999); W. Rela, Hernandarias, criollo asunceno, Montevideo, Embajada de la República del Paraguay, 2001.
María Graciela Monte de López Moreira