Díaz Melgarejo, Ruy. Salberás (Sevilla), 1519 sup. – Santafé de Bogotá (Colombia), 1602. Soldado expedicionario, conquistador y fundador de ciudades.
Nació en Salberás, pequeña aldea sevillana, en el seno de la familia formada por Francisco de Vergara y Beatriz Roelas. Los biógrafos no se ponen de acuerdo en señalar con exactitud el año de su natalicio: mientras unos lo sitúan alrededor de 1510, los más lo datan al terminar la segunda década, que es la más fiable.
Díaz Melgarejo brotó del pueblo, “del común” como se decía entonces, de la corriente social que nutrió, aunque en número no grande, la hueste formada por segundones, hijosdalgo, clase media y clases menestrales.
Partían todos ellos en pos de aventura, mejora económica y ascenso social. Así pues, Ruy Díaz, atraído desde muy joven por la carrera de las armas ingresó en el Ejército de Carlos V, con el que combatió en Flandes, Italia y Francia.
El 15 de septiembre de 1540 se expide una Real Cédula a los oficiales de la Casa de Contratación para que “se permita pasar a Indias a los pilotos, marineros y otras personas extranjeras que vayan en la Armada del Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca en socorro del Río de la Plata”. En ella iban sus sobrinos, el propio Ruy Díaz Melgarejo y su hermano mayor, Francisco Ortiz de Vergara. Desembarcaron en la isla de Santa Catalina y llegaron a la ciudad de Asunción en marzo del año siguiente. El destino le deparaba a Díaz Melgarejo un papel relevante en la conquista y colonización de aquellos territorios, donde su figura sobresale por su participación activa en la azarosa política rioplatense, como gran conquistador y colonizador, aunque algunos historiadores lo han calificado, junto a su hermano, como hombre cruel y despiadado.
La fidelidad de Ruy Díaz a Alvar Núñez le llevó a defenderlo con tesón inigualado en el motín de la noche del 25 de abril de 1544, que terminó con apresamiento del adelantado, y cuando se puso en contra de Domingo Martínez de Irala los confinamientos y persecuciones que sufrió no mellaron su espíritu; al contrario, le sirvieron de acicate y estímulo para defenderlo junto con su hermano, su primo Diego de Abreu, Juan de Salazar y Espinosa, Pedro de Estopiñán y Alfonso Riquelme, entre otros. Por sus acciones fue acusado de rebelión y llevado al campamento de Yerekyhaba, en el Alto Paraná; pero logró escapar hacia posesiones portuguesas en el Brasil, donde vivió algunos años escondido hasta que pudo ir a San Vicente, en la costa atlántica, acompañado de Ulrico Schmidl, primer cronista de Paraguay.
El 4 de noviembre de 1552 una Real Cédula designaba gobernador del Río de la Plata a Domingo Martínez de Irala, y al enterarse Díaz Melgarejo, el 2 de junio de 1555, regresó a Asunción con Juan de Salazar para ponerse a sus órdenes, lo que representó el comienzo de arriesgadas empresas conquistadoras que culminaban con la fundación de ciudades.
El 4 de julio de 1556, Ruy Díaz escribió una carta al Monarca en la que a la vez que denunciaba los agravios que habían recibido él y los acompañantes de Cabeza de Vaca, al ser hecho éste prisionero, disculpaba la animadversión que encontraron en los indios naturales porque la mayor parte “biben idos por los montes muertos de hambre sin mujeres ni hijos que todos se las han saqueado y por esta causa muchos están desamparados y en los bosques se han abecindado”.
Continuaba la misiva así: “Embarqué en el navío que partió de ésta a conquistar [...] y me mandó con mis amigos a poblar fuese un asiento que llaman Guayra junto al río que llaman el Paraná la vuelta de Piquiri [...]” y termina solicitando ayuda para poder sustentarse en aquella agreste comarca.
Designado por Irala para colonizar la región del Guayrá, tránsito obligado en la comunicación de Asunción con el mar, donde los portugueses y los tupís realizaban continuos desmanes contra los guaranís, le llevó a explorar el Alto Paraná, y a los pocos días de iniciada la expedición se hizo cargo de ella con la orden de poblar “un asiento que llaman Guayrá, junto al río que llaman Paraná, la vuelta de Pequirí”. Díaz Melgarejo salió a explorar el Guayrá (1556) con apenas cien hombres y fundó la villa de Ciudad Real, a unas tres leguas al norte de los Saltos de Ontiveros, en el Alto Paraná, municipio de Terra Roxa en la margen izquierda de la confluencia de los ríos Paraná y Piquirí (tierra española según el Tratado de Tordesilla), donde ejerció las funciones de capitán de guerra y justicia mayor (1557).
Durante el gobierno de Gonzalo Mendoza, yerno y sucesor de Martínez de Irala, mandó construir una iglesia, distribuyó tierras a los vecinos de Asunción que lo habían acompañado, realizó un censo y construyó una casa para sede de la autoridad de esa población.
Pronto tuvo que abandonar su fundación por haber asesinado a su mujer, Elvira Contreras de Carvajal, con la que tuvo tres hijos, cuando la sorprendió en adulterio con el clérigo Juan Fernández Carrillo, pero del juicio celebrado salió absuelto por el provisor Francisco González Paniagua. El teniente gobernador, Juan de Ortega, lo envió de vuelta al Guayrá para socorrer al gobernador de aquella provincia, Alonso de Riquelme de Guzmán, que estaba siendo atacado por los indios, y los vecinos de Ciudad Real, al ver que Ruy Díaz había vuelto lo eligieron gobernador; pero en 1569, el teniente gobernador, Felipe de Cáceres, quiso reponer en el cargo a Riquelme y lo envió acompañado de Adame de Olaberriaga y ciento cincuenta hombres. Avisado de ello Melgarejo, contraviniendo las órdenes, tomó unos cien arcabuceros para enfrentarse a Riquelme; sin embargo no hubo lucha, pues la soldadesca se pasó al lado de Melgarejo, sólo cuatro hombres permanecieron fieles a su jefe y estuvieron con él un año prisioneros en Ciudad Real.
Ruy Díaz Melgarejo permaneció siete años en la región del Paraná haciendo gala de habilidad política y cuando se erigió en jefe de la provincia del Guayrá, se mostró como hombre decidido y audaz.
Más tarde, durante el gobierno de Juan de Garay y para extender la conquista, el capitán Díaz Melgarejo partió (febrero de 1570) de Ciudad Real con cuarenta hombres y cincuenta y cinco caballos, y después de un penoso viaje de unas sesenta leguas, llegó a la región de Cuarajhyberá (Resplandor del Sol), el 14 de mayo, y puso los cimientos para fundar la Villa Rica del Espíritu Santo, hoy Villarrica (en Paraguay). El mito del oro acicateó el ánimo de Ruy Díaz y aunque se desvaneció pronto la leyenda, la posibilidad de crear nuevas riquezas con el trabajo de aquella feraz tierra justificó plenamente el nombre con que fue bautizada la nueva ciudad. Con esta fundación, la única destinada a sobrevivir entre las poblaciones coloniales de la provincia del Guayrá, Díaz Melgarejo llegó a la realización perdurable de conquistador y fundador.
En agosto de 1572 fue designado procurador de la provincia y al año siguiente salió en el bergantín San Miguel, que estaba a cargo de Juan de Garay, con otro proyecto fundacional en el sur del río Paraná; pero al enterarse de la llegada de Juan Ortiz de Zárate como adelantado y gobernador del Río de la Plata, regresó y lo encontró en la isla de San Gabriel, donde le prestó grandes servicios. Ayudó a la fundación de Ciudad Zavatina, o también Zavatina de San Salvador, en la margen izquierda del río San Salvador (30 de mayo de 1574) y regresó a Asunción con el nuevo mandatario, quien lo nombró teniente de gobernador de las dos ciudades que había fundado en el Guayrá.
En 1579 parece ser que Garay ordenó a Ruy Díaz marchar con sesenta soldados a poblar la región de los nuarás y fundó Santiago de Jerez, cerca del río Mbotetey (río Miranda), pero la vida de esta población fue precaria por los continuos ataques de los indios y los españoles se vieron obligados a abandonarla; al año siguiente mudó la población a las márgenes del río Mondego (Aquidauana), y ese mismo año, Díaz Melgarejo acompañó a Garay en la segunda fundación de Buenos Aires.
En el tiempo que estuvo al frente del gobierno de las ciudades que fundó, alentó el fomento de la producción ganadera y forestal, así como la extracción de cera y auspició el trabajo en el subsuelo en busca del quimérico y preciado oro. En 1590, Ruy Díaz se retiró a la vida privada y el 5 de abril de 1595, en casa de su hija Isabel de Carvajal, redactó su testamento ante el escribano Francisco Pérez de Burgos: a su hijo natural Francisco de Guzmán legó su espada y su daga; a Hernando, Isabel y Beatriz, la estancia que poseía en el distrito de Tobatí; otro hijo, Rodrigo Ortiz Melgarejo, ejerció el gobierno de la diócesis con categoría de vicario general, y el mencionado Francisco de Guzmán, sacerdote, fue secretario del sínodo diocesano de 1603.
Siete años después (1602) falleció en Santafé de Bogotá, después de manifestar su deseo de ser enterrado en la iglesia de San Francisco de esa ciudad, en la sepultura en que estaba enterrado su hijo Gonzalo Martel de Guzmán.
Ya en 1959, la ciudad de Villarrica aprobó el Decreto-Ley número 226 de 20 de noviembre de 1959, “por el cual se autoriza a la municipalidad de Villarrica, a erigir un monumento en homenaje al fundador de la ciudad de Villarrica el capitán Ruy Díaz Melgarejo”.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Indiferente General, 1963, lib. 7, fols. 183r. y 183v.; Patronato, 101, R. 17, s. f.; Patronato, 24, R.10, s. f.; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Diversos, 24, s. f., doc. 20.
R. Martins, Bandeiras e Bandeirantes em Terras do Paraná, Curitiba (Paraguay), 1940; A. P. Balhana, História do Paraná, Curitiba, Paraná Cultural, 1969; M. A. Franco Preda, El Guairá y su Aporte a la Cultura Paraguaya, Asunción, 1972; C. M. Westphalen y J. C. Cardoso, Atlas Histórico do Paraná, Curitiba, Libraría do Chaim, 1980; B. Torres Ramírez, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Sevilla, Editoriales Andaluzas Reunidas, 1990; J. M. González Ochoa, Quién es quién en la América del Descubrimiento (1492-1600), Madrid, Acento Editorial, 2003.
Manuel Castillo Martos