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Nuflo de Chaves

Biografía

Chaves, Nuflo (o Ñuflo, o Nufrio) de. Santa Cruz de la Sierra (Cáceres), c. 1518 – Llanos de Chiquitos (Bolivia), IX.1568. Conquistador, explorador, descubridor del Chaco, teniente general de gobernador, fundador de ciudades.

Fue hijo del hidalgo trujillano Álvaro de Morales, de lejana estirpe portuguesa, y de María de Sotomayor, hija, a su vez, de Diego García de Chaves. Resulta, pues, que el apellido Chaves era materno. Por aquella época, nada de particular tenía que lo adoptara como propio, pues se tomaba cualquier apellido de los ascendientes. Nada más se sabe de él en España, salvo que su hermano mayor, fray Diego de Chaves, dominico, fue misionero y confesor de Felipe II. Es muy probable suponer que, dada su ascendencia, el joven Nuflo recibiera una buena educación en armas y letras.

Sorprenden las muy distintas versiones gráficas de su nombre que aparecen en diversos documentos y en cronistas. Finot (1978, pág. 124) recoge las siguientes: “Nufrio, Nunfrio, Nuflo, Nufio, Nufros, Ñuflo, Nyoflio, Nunfio, Nunfo...”. Se interpretaban como homónimos de Nuño y de Onofre, pero se confrontaron sus firmas y, hasta en una misma página, aparecen indistintamente “Nuflo” y “Onofre”. No hay, pues, “Nuño”. La tradición oral en el Oriente boliviano lo cita como “Nuflo” o “Ñuflo”. Los Chaves eran hidalgos. En la probanza hecha en La Plata en 1575, el testigo Pedro de Segura declaró que Chaves era “caballero hijodalgo, muy conocido y de los principales de la ciudad de Trujillo”, mientras Cristóbal Samaniego dijo que era “caballero hijodalgo de solar conocido”.

El 2 de diciembre de 1540, con veintidós años, partió de Sanlúcar de Barrameda en la expedición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, segundo adelantado del Río de la Plata, que desembarcó en la isla Santa Catalina (Brasil) el 20 de marzo de 1541. No siendo posible un viaje marítimo hasta Buenos Aires, el adelantado decidió marchar por tierra desde el Brasil hasta el Paraguay, confiando a Chaves el transporte de unos ochenta heridos y enfermos; con ellos llegó en 1542 al Paraguay por vía fluvial, conduciéndolos desde el Iguazú en canoas y balsas, sin una sola pérdida, a pesar de los ataques de los indios. Desde entonces Chaves se convirtió en uno de los conquistadores españoles que más incansables expediciones emprendió, casi siempre hacia territorios inexplorados.

En octubre de 1542 participa en la expedición de Domingo Martínez de Irala, aguas arriba del Paraguay, hasta el país de las tribus xarayes. Amigo y partidario de Irala, frente a Alvar Núñez. Hace otra expedición a fines de 1543, con Irala, en la que descubren el Puerto de los Reyes. El 25 de abril de 1544 toma parte en la conjuración de Irala y los oficiales reales, que destituyen a Cabeza de Vaca y lo envían preso a España. En octubre de 1546 lo vuelve a enviar Irala, con el clérigo Juan Gabriel de Lezcano, cincuenta soldados y algunos cientos de indios, por el alto río Paraguay, hasta el puerto de San Fernando, para explorar la tierra de las tribus mayas (“mbayaes”) y buscar camino hacia la llamada Sierra de la Plata, expedición que desempeña con eficacia y rapidez: regresa a los dos meses “sin haber perdido un solo hombre”. En marzo de 1547 dirige otra expedición con canoas por el río Pilcomayo, hasta las llamadas sierras del Perú, es decir, los Andes orientales; fue el primer recorrido de este río (R. Ezquerra, 1979, pág. 1065). Incansable, a fines del mismo año 1547, forma parte de la expedición de Irala a la Sierra de la Plata y a las tierras del Rey Blanco (leyendas sobre la abundancia de plata: su Rey se vestía con láminas argénteas; leyendas como la de El Dorado, las Amazonas, la Ciudad de los Césares y otras), desde el río Paraguay a través del Chaco boreal, inexplorado hasta entonces, hasta que llegan a tierras donde encuentran indios que hablan español, sometidos al virreinato del Perú.

Fracasado el objetivo de este último viaje (como es natural, no se encontró el fantástico país de la plata) y enterado Irala de los disturbios del Perú, decidió enviar a Chaves a entrevistarse con Pedro de La Gasca, para informarle de los hechos ocurridos en tierras del Paraguay en años anteriores, ofrecerle la ayuda de sus hombres y pedirle municiones y otros artículos indispensables (como “vino para misa” y papel de escribir) que escaseaban, pidiendo que se nombrase un gobernador.

Partió Chaves con cuatro españoles y cien indios “amigos” y llegó en noviembre de 1548 a Lima, donde había terminado la rebelión de Gonzalo Pizarro con su derrota y muerte. En la entrevista con Pedro de La Gasca, éste no quiso nombrar gobernador a Irala, dejando sin mando efectivo la gobernación.

Regresó Chaves a La Asunción, llevando los primeros ejemplares de ovejas y cabras que entraron en el Paraguay. Allí había vuelto Irala, obligado por su tropa, a fines de 1550 o principios de 1551, con unos cuarenta soldados y provisiones, habiendo sido hostigado por tribus indias. Conocida por Irala la noticia, en el año 1551, de la llegada a costas rioplatenses del nuevo gobernador, Diego de Sanabria, envió a Chaves en su búsqueda por la vía fluvial del Paraná, pero llegado hasta el estuario del Río de la Plata no los halló.

En 1553 participó Chaves en una expedición mandada por Irala aguas arriba del río Paraguay, hasta el país de los indios chiquitos (no por su estatura, sino por las pequeñas puertas de sus cabañas) y los itatines (belicosa tribu que más adelante terminó a traición con la vida de Chaves), que solamente produjo calamidades, por lo que los españolas la llamaron “la mala entrada”. En 1554 partió Chaves hacia los itatines, pero Irala suspendió la expedición y le hizo regresar, al recibir la noticia de que había sido nombrado gobernador titular y de que iba a llegar una armada desde España. En la búsqueda de los que venían envió Irala a Chaves con Pedro de Molino, que fueron hasta San Vicente, Brasil, pero Chaves regresó con esclavos cogidos a los portugueses.

Irala encomendó a Chaves una fundación en tierra de los xarayes, en el alto Paraguay, pero le cambió el encargo para que fuese al Guarirá, en el oriente del país, donde tomó posesión del territorio, después de someter a los indios tupis, estableciendo una barrera de contención ante el empuje portugués cuyos afanes expansionistas se centraban en la cacería de esclavos.

Cuando regresó de este cometido, a principios de 1557, se encontró con que Irala había fallecido el 13 de octubre anterior y, en su testamento, nombraba tutor y curador de sus hijos a su fiel amigo y servidor Chaves, junto con el capitán Juan de Ortega.

En febrero de 1558, por orden del gobernador interino Gonzalo de Mendoza y del Cabildo de Asunción, sale rumbo al norte para fundar una ciudad en tierra de los xarayes. Va con los capitanes Hernando de Salazar, Rodrigo de Osuna, Antón Cabrera, Pedro de Segura y Diego de Mendoza; son en total unos doscientos españoles y en veintitrés pequeñas naos.

Lleva el propósito de independizarse en un gran territorio. Se interna por los Llanos de Chiquitos hacia el oeste, en busca de minas de oro y plata, pero en vez de riquezas encuentra dura resistencia, hasta el punto que Rodrigo de Osuna y otros cincuenta más le hacen un requerimiento escrito con razones para abandonar la empresa (todo ello viene muy pormenorizado en Rui Díaz de Guzmán, ed. 1854, cap. V, págs. 140- 147). Respondió Chaves “con muy grande determinación, que de ninguna manera daría vuelta”, con lo que la gente se le dividió en dos bandos: el principal, al mando de Gonzalo Casco, que sí dio la vuelta, con ciento cuarenta soldados, y la menor, “poco más de 60” que no quisieron abandonar a Chaves. Fundó con el resto, el 18 de agosto de 1559, Nueva Asunción (hoy, en Bolivia), a orillas del Guapay. Llega el capitán Andrés Manso desde el Perú y le disputa la conquista. Ambos capitanes convienen en recurrir a la autoridad del virrey. Parte Chaves de nuevo hacia Lima, habla con el virrey, marqués de Cañete, quien nombra al hijo de García de Mendoza gobernador de Moxos y a Chaves su teniente general de gobernador (1560). Vuelve al Guapay y el 26 de febrero de 1561 funda Santa Cruz de la Sierra (en recuerdo de la aldea extremeña donde nació), en los Llanos de Chiquitos, “al pie de una sierra, sobre la ribera de un deleitoso arroyo, en comarca de gran suma de indios, que fueron empadronados más de 60 mil en su término” (Rui Díaz de Guzmán, pág. 147; parece exagerado y algún historiador del siglo xx lo deja en “6.000 indios empadronados”), dependiente de la Audiencia de Charcas (Alto Perú).

Chaves va a la Asunción, pondera las maravillas de su fundación y provoca que el nuevo gobernador, Francisco Ortiz de Vergara, y el obispo Pedro Fernández de la Torre emigren con cientos de españoles a Santa Cruz de la Sierra (el llamado “éxodo de 1564”). En el viaje de vuelta al Paraguay de los emigrantes decepcionados, en 1568, conducidos por Garay, Chaves, que los custodia, se adelanta con una patrulla de doce hombres y en un poblado de los itatines, un cacique (llamado Porrilla) lo invita a descansar y, tumbado Chaves en una hamaca, habiéndose quitado la celada “para orearse”, se acercó por la espalda y le partió el cráneo de un terrible golpe de macana (Rui Díaz de Guzmán, pág. 166).

De su matrimonio con Elvira de Mendoza Manrique, hija del que fue gobenador interino Francisco de Mendoza y de María de Angulo, tuvo seis hijos, de los que dos optaron por llevar otros apellidos: Elvira Manrique de Lara, Catalina Chaves, María Chaves, Francisco Chaves y Álvaro Escobar (por su abuelo).

Entre los historiadores americanos del siglo xx existe una rara unanimidad en elogiar la persona de Chaves. “Dotado de una gran resolución, enérgico, atrevido e incansable”, lo califica O. Araujo (1902).

En nota a pie de página del libro de B. Capdevila (1957) aparece un elogioso resumen, firmado por “M. Domínguez”, del que aquí se reproducen unas líneas sueltas: “Su destino no era descansar [...] remonta el río [...] repite el anterior viaje [...] explora el Noroeste, se incluye en el Pilcomayo, llega hasta cerca de Potosí, se interna por San Fernando, camino del Perú. Desde el Guapay va a Lima [...] vuelve ¡de Lima a Asunción a pie! [...] Se interna en el Chaco, 200 leguas desde San Fernando, vuelve, y ‘centella de la conquista’, cae al Este sobre la provincia del Guayrá, la somete, la empadrona, vence a los portugueses... funda Ciudad Real [...]. Su destino no era descansar, está de nuevo en el río Pilcomayo, oye el cuento de El Dorado [...]. Llega segunda vez al Guapay, funda la Nueva Asunción [...]. Y otra vez a Lima. Vuelve con el título de Teniente de Gobernador, funda Santa Cruz, no tarda en estar en Asunción, retorna a su provincia, vence a los chiriguanos en veinte encuentros [...] y en una siesta reposa en una hamaca, pero su destino no era descansar [...] le llega la muerte por un cacique alevoso, con el cráneo a pedazos. ¡Así acabó Chaves! ¡Flecha humana que volaba en todas direcciones en pos de las quimeras!” (págs. 30-31). Se da término a este breve elenco de elogios americanos con Finot (1978): “Difícilmente ha de encontrarse, entre los personajes del Nuevo Mundo, alguno tan completo como este denodado e infatible caudillo que reunía todas las cualidades [...] constancia inquebrantable [...] prudencia para orillar las dificultades y no apelar a la fuerza sino en casos extremos [...] simpatía personal y dotes de persuasión [...] inteligencia clara, nobleza de carácter, espíritu de sacrificio [...]. Descubridor de territorios, fundador de ciudades y dominador de las tribus más feroces e indomables...” Y trae la opinión de Paul Grossac (en Mendoza y Garay, Buenos Aires, 1916): “Bien nacido [...], inteligente, resuelto, emprendedor, leal en sus afectos como en sus odios, de una intrepidez rayana en la temeridad, si bien corregida por una apreciación sagaz y casi siempre certera de los hombres y las cosas, de los obstáculos o peligros...” Hoy, Ñuflo de Chaves es una provincia del departamento de Santa Cruz (Bolivia).

 

Obras de ~: Relación de la entrada de Ñuflo de Chaves desde Asunción [...], c. 1560 (ms.) (Archivo General de Indias, Lima, n.º 119); Cómo el muy magnífico señor capitan Ñuflo de Chaves, Teniente General de Gobernador, salió desta Ciudad (ms.) (Archivo General de Indias, Lima, n.º 10, testimonio notarial de 1561); Probanza de servicios, Santa Cruz, 5 Mayo 1561 (ms.) (Archivo General de Indias, Patronato, n.º 115); Probanza de servicios, La Plata, 1575 (ms.) (Archivo General de Indias, Patronato, n.º 120); Probanza de Ñuflo de Chaves y de sus hijos Francisco y Álvaro, La Plata, 1588 (ms.) (Archivo General de Indias, Patronato, n.º 124).

 

Bibl.: A, de Herrera y Tordesillas, Historia General De Las Indias Occidentales, ó De Los Hechos De los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Escrita por Antonio de Herrera y Tordesillas en ocho decadas. Nueva impression enriquecida con lindas Figuras y Retratos, Amberes, Juan Bautista Verdussen, 1728, Hoefer, Nouvelle Biographie Générale, vol. X, Paris, Firmin Didot Frères, Editeurs, 1854 ; L. G. Michaud, Biographie universelle, vol. VI, Paris, C. Desplaces et M. Michaud, 1854, pág. 61; R. Díaz de Guzmán, Historia Argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata, escrita por Ruy Díaz de Guzmán en el año 1612, Buenos Aires, Imprenta de la Revista, 1854; N. Díaz Pérez, Diccionario Histórico, Biográfico, Crítico y Bibliográfico de Autores, Artistas y Extremeños Ilustres, vol. I, Madrid, Pérez y Boix Editores, 1884, pág. 181; P. H urtado, Indianos cacereños. Notas biográficas, Barcelona, Tipolitografía de Luis Tasso, 1892, págs. 39-41; O. Araujo, Diccionario Popular de Historia de la República del Paraguay, vol. II, Montevideo, Imprenta Artística de Dornaleche y Reyes, 1902, págs. 205-206; G. R. Moreno, Bolivia y Perú. Nuevas notas históricas y bibliográficas, Santiago de Chile, Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1907, págs. 405-411; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. XVII, Madrid, Espasa Calpe, 1913, pág. 129; R. Levillier, Correspondencia de los Oficiales Reales de Hacienda del Río de la Plata con los Reyes de España. Reunida en el Archivo de Indias de Sevilla, coordenada y publicada por Roberto Levillier, 1540-1596, vol. I, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra”, 1916, págs. 117, 124-125, 161, 163, 168-183, 188, 199, 203, 211, 214, 225, 229, 244, 248-249 y 302; J. A. Muzzio, Diccionario Histórico y Biográfico de la República Argentina, vol. I, Buenos Aires, Librería “La Facultad” de Juan Roldán, 1920, pág. 160; J. M. Rubio Esteban, Exploración y conquista del Río de la Plata, Siglos xvi y xvii, Barcelona, Salvat (Hispano-Americana), 1942, págs. 226-229, 239, 258-259; B. Capdevila, Historia del Paraguay, Asunción, Colegio San José, 1957, págs. 67-71; C. Zubizarreta, Capitanes de la aventura, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1957, págs. 98, 103, 156, 161, 278, 310- 311, 315, 329, 335, 347, 349 y 353; C. Zubizarreta, Cien Vidas Paraguayas, Buenos Aires, Editorial Nizza, 1961, págs. 29-30; H. Sanabria Fernández, Ñuflo de Chaves, el caballero andante de la Selva, La Paz, Fundación D. Gutiérrez, 1966; H. Sanabria Fernández, Crónica Sumaria de los Gobernadores de Santa Cruz, 1560-1810, Santa Cruz de la Sierra, Universidad Boliviana René Moreno, 1975, págs. 9-11; E. Finot, Historia de la conquista del Oriente boliviano, La Paz, Librería Editorial Juventud, 1978 (2.ª ed.), págs. 13-15, 20- 24, 27, 37, 44, 48-49, 54, 56, 79, 85-87, 91-97, 102-105, 112, 123-206; R. Ezquerra, “Chaves, Nufrio o Nuflo de”, en Diccionario de Historia de España, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1979, págs. 1065 y 1066; V. Abecia, “Nueva visión de las exploraciones de Ñuflo de Chaves”, en Historia y Cultura (La Paz), n.º 4 (1981), págs. 11-32; Index Bio-Bibliographicus Notorum Hominum, Osnabrück, Biblio Verlag, vol. 35, 1986, págs. 922-923; VV. AA., Gran Enciclopedia de España, vol. VI, Zaragoza, Enciclopedia de España, 1992, págs. 2634- 2635; J. M. García Recio, Análisis de una sociedad de frontera. Santa Cruz de la Sierra en los siglos xvi y xvii, Sevilla, Diputación Provincial, 1988, págs. 27-28, 35-38, 40-47, 63, 70-74, 79-80, 94-95, 99, 117-118, 131, 160, 180, 186, 192, 195, 212, 214, 217, 224, 235, 237, 287, 289, 344-347, 350, 354, 355, 359, 369, 380, 417, 427, 466, 470, 473-479; J. M. Barnabas: “Chávez, Ñuflo de”, en VV. AA., Diccionario Histórico de Bolivia, vol. I, Sucre, Grupo de Estudios Históricos, 2002, págs. 511-512.

 

Fernando Rodríguez de la Torre

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