Suárez Gasco, Francisco. Corral de Almaguer (Toledo), p. m. s. xvi – ?, s. xvii. Avalista de Cervantes en su época sevillana.
Nacido en Corral de Almaguer (Toledo), probablemente hacía la primera mitad del siglo xvi, de conocida familia de aquella población, pues era sobrino de Martín Gasco, canónigo maestrescuela de la Catedral de Sevilla, después obispo de Cádiz y de Antón Gasco, capitán de las tropas imperiales del Emperador Carlos que derrotaron a los Comuneros en la batalla del Romeral. Corral de Almaguer fue uno de los pueblos de La Mancha que se mantuvo siempre fiel y leal al Emperador y por ende a la Corona. En la batalla de Sisla contra los Comuneros, en el cerco de Toledo, ciudad defendida heroicamente por María de Padilla, murió Antón García-Gasco, regidor y capitán de guerra de la villa de Corral de Almaguer, por todos cuyos servicios la familia gozó siempre de la protección de la monarquía austríaca. Alonso Gasco, sobrino de Martín, fue nombrado en 1560 racionero de la Catedral sevillana, cargo que ocupó hasta el 13 de noviembre de 1603, fecha de su fallecimiento.
Martín Gasco, a causa de su fallecimiento no llegó a ocupar la sede gaditana, y cuando fue promovido a ella en 1563 designó como su sucesor en la canonjía de Sevilla a su sobrino Andrés Gasco, que venía de ocupar el mismo cargo en Murcia y que ocupó su propio cargo como canónigo maestrescuela de la Catedral e Inquisidor General de Sevilla. Otro miembro de la familia, Pedro Gasco, fue consejero real y de Cámara e inquisidor de la Suprema, con Felipe II, lo que indica la protección a la familia Gasco por los Austrias, que no olvidaron los servicios prestados en la contienda de las Comunidades.
Cervantes llegó a Sevilla, después de una vida azarosa, también al servicio de la Corona de España, en junio de 1587. Se hospedó en una posada de la calle Bayona, allí donde decía el Cojuelo —Tranco X—...
“estos van a tomar posada y aperarse a Cal de-bayona”, junto a la Catedral, frente a las Gradas mismas, en la actual calle Federico Sánchez Bedoya, en aquel momento la hospedería más importante de la ciudad, y consigue a través de su amistad con el posadero Tomás Gutiérrez, su protector, antiguo amigo de la farándula y a través de las amistades de éste con lo más florido de la sociedad sevillana, que se le nombrase por designación del alcalde del Crimen de la Real Audiencia Diego de Valdivia, para ocupar un puesto de recaudador en los bastimentos, especialmente trigo y aceite, que el Rey destinaba a la provisión de la Armada que preparaba contra Inglaterra. En una de sus primeras comisiones en Écija, ante la negativa de los labradores a la entrega del trigo, Cervantes decidió embargarlo y como alguna mercancía perteneciera a la Iglesia de Sevilla se encontró con la excomunión promovida por el vicario general, a petición del Racionero de la Catedral, precisamente Alonso Gasco, y el recaudador se encontró enfrentado no sólo con la Iglesia sino también con los Gasco, cuya influencia en la vida sevillana era notoria. Fue el primer aldabonazo de prevención en este enrevesado asunto de las comisiones del trigo y del aceite, que volvió de nuevo a repetirse en Castro del Río en 1592, otro pueblo del antiguo Reino de Sevilla, en la actualidad de la provincia de Córdoba. El corregidor de Écija y juez de Comisarios, Francisco Moscoso le prendió y encarceló en septiembre de dicho año y fue liberado en octubre. Cervantes capeó el temporal, pero casi al final de los años que permaneció ocupado en este menester, se le encomendó una comisión para Granada en el año 1594, por el contador real Agustín de Cetina para proceder “al cobro de varios atrasos de tercias y alcabalas en el Reino de Granada”, concretada la cifra a cobrar en 2.557.029 maravedís, y el aval a su favor lo prestó, y lo aceptó el Estado, Francisco Suárez Gasco, empresario y amigo de Cervantes, pariente de los Gasco, canónigos de Sevilla, y hermano de Pedro Gasco, consejero de Felipe II y también inquisidor de la Suprema, hijos del comendador Francisco Suárez y de Juana García-Gasco, hermana del obispo Martín Gasco, el canónigo maestrescuela e inquisidor general de Sevilla, una treintena de años antes, quien es probable que fuera a Sevilla, emporio entonces del comercio ultramarino, a causa del predicamento que su familia gozaba en la ciudad, y conociera ahí a Cervantes o tal vez este conocimiento viniera a causa de su establecimiento en Esquivias en 1584 cuando contrajo matrimonio con Catalina Salazar y se ocupó de la administración de los bienes de la madre de su esposa.
Sea así o no, la fianza o aval ofrecido por Cervantes fue prestado por Suárez Gasco en cuantía de 1.500.000 maravedís en Madrid con fecha de 1 de julio de 1594 ante el escribano público Gerónimo Félix, complementado después el 21 de agosto de igual año por su esposa Catalina de Salazar y Palacios.
En la empresa granadina, Cervantes actuó como siempre, con su sentido del deber y la honradez con la que siempre realizaba su trabajo, y recaudó para el Estado la suma de 2.384.918 maravedís, que ingresó en la Contaduría Mayor de Hacienda, y no lo hizo con la suma de 136.000 maravedís que acababa de cobrar en Vélez-Málaga, porque al tener que realizar con urgencia un viaje a Madrid, ante la inseguridad de los caminos lo hizo en Sevilla en la banca del mercader Simón Freire de Lima, que le extendió el correspondiente resguardo, como contraprestación y la libranza oportuna para hacerla efectiva en Madrid sin riesgo alguno. Pero la fortuna que muchas veces en su vida le fue adversa volvió de nuevo aquí a jugarle una mala pasada, y cuando trató de hacer efectiva la libranza en Madrid no pudo ante la quiebra de la Banca de Freyre, que con este motivo huyó de Sevilla. Los contadores de la Hacienda del Rey sostenían erróneamente que Cervantes debía además 79.804 maravedís, considerando que había cobrado la partida total de los tercios y alcabalas de Vélez-Málaga, cuando la realidad demostrada documentalmente era que sólo había cobrado 136.000 maravedís, que había ingresado en su totalidad en las arcas reales, y en consecuencia despachan Carta real contra él en agosto de 1597, dirigida al alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Sevilla Gaspar de Vallejo, por conducto del fiador Suárez Gasco, que fue quien presentó dicha ejecutoria para su cumplimiento ante el citado magistrado.
Y éste, actuando de manera arbitraria, fuera de lo que la ejecutoria ordenaba, que no era sino la reclamación por el “alcance de 79.804 maravedís”, exigió a Cervantes la suma completa de 2.557.029 maravedís, y sólo cumplió la Carta Real en lo que disponía para el caso de no prestarse la fianza exigida de los 79.804 maravedís, “lo prendereis y enviareis preso y a buen recaudo a la cárcel real de esta mi Corte”. Gaspar de Vallejo ante la negativa justa de Cervantes a pagar aquella cantidad, que tenía ya liquidada en su mayor parte, salvo los 79.804 maravedís, le prendió y le llevó a la Cárcel Real de Sevilla a fines de septiembre de 1597. Y, a pesar de que Felipe II se dirigió al juez Gaspar de Vallejo a primeros de diciembre de ese mismo año, apenas transcurridos dos meses de su ingreso en prisión, aclarándole que Cervantes sólo debía responder de los 79.804 maravedís, hizo caso omiso de tal mandato real y le retuvo en prisión hasta abril de 1598. Nada más ha dicho la historia del avalista de Cervantes. No se conoce la fecha exacta de su nacimiento, como tampoco la de su muerte.
Bibl.: L. Astrana Marín, Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, t. V., caps. LXII y LXIII, Madrid, Editorial Reus, 1953, págs. 217-298; L. Larroque Allende, “Las actividades económicas de Cervantes en Andalucía”, en Actas del coloquio internacional de Cervantes en Andalucía. Estepa. Diciembre de 1998, Estepa (Sevilla), Ayuntamiento, 1999, págs. 113-125; F. Fernández-Clemente Collado, “Corral de Almaguer (Toledo). Lugar en donde la Mancha empieza a ser, por ser la cuna imaginaria de D. Quijote”, en Revista Guadalquivir (Sevilla) (abril-junio de 2005).
José Santos Torres