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Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre

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Biografía

Hidalgo de Cisneros y de la Torre, Baltasar. Cartagena (Murcia), 5.I.1758 – 9.VI.1829. Marino, virrey del Río de la Plata, ministro, consejero de Estado.

Fueron sus padres Francisco Hidalgo de Cisneros Ceijas, en ese momento capitán de los batallones de Marina (natural de Elorrio, Vizcaya), y Manuela de la Torre (de Ceuta). Sus abuelos paternos eran el brigadier Antonio Hidalgo Cantarín y Cisneros (de Astorga, León) y Francisca Ignacia de Ceijas y Aldas (de Santa María de Guisamo, La Coruña); mientras que por línea materna descendía del capitán de fragata Juan Marcelo de la Torre (de Cádiz) y de Antonia Galindo de Espinosa (de Zafra, Badajoz).

Su padre alcanzó el empleo de teniente general de la Real Armada y estaba en posesión de la Cruz de caballero pensionado de Carlos III (1784).

El 6 de diciembre de 1788 obtuvo licencia para casarse con Inés Gaztambide Ponce, quien era hija de Esteban Gaztambide (natural de Maya, Navarra), comisario de provincia de Marina, y de Francisca Xaviera Ponce (de Cartagena). Del matrimonio nacieron cuatro hijos: José María, Baltasar, Esteban y Francisco de Paula. Sus hijos José María y Baltasar siguieron la vocación paterna, ingresando en la Marina. José María recibió la Cruz de caballero supernumerario de Carlos III, en 1829, en premio por su “conducta militar y política en Cartagena como teniente de navío en época revolucionaria”. Baltasar fue acusado en 1834 de connivencia con los carlistas de Murcia, razón por la que se le abrió un expediente del que resultó absuelto. Francisco ingresó en el Ejército de Tierra y en 1852 era gobernador militar de Estella, y residente en Vergara.

No existen noticias de su período de formación inicial, y el primer dato fidedigno es su ingreso en la Academia de Guardia Marinas en Cádiz el 3 de marzo de 1770, en la que permaneció durante dos años. Su primer destino (el 13 de junio de 1772) fue el navío San Rafael, a las órdenes de Miguel Tascón, en el que estuvo dedicado al corso contra los argelinos sobre el cabo San Vicente.

Poco después, el 17 de octubre de 1772, habilitado como oficial, participó, en su primera travesía a América, que efectuó a las órdenes de su padre. Durante la misma recibió su ascenso a alférez de fragata el 22 de noviembre de 1773. El 17 de junio de 1774 llegaba de regreso a Cádiz, desde donde pasó a Cartagena, nuevamente destinado (29 de octubre de 1774) al corso y a diversas operaciones militares en el norte de África (Melilla, Argel...). Dos años más tarde, el 15 de octubre de 1776, fue trasladado a Cádiz.

Unos meses después, volvió a embarcarse, nuevamente a las órdenes de su padre, con destino en Cádiz, para integrarse en la escuadra que dirigía Miguel Gastón. Durante los años siguientes, fue destinado a diversos barcos y ascendido a teniente de fragata el 23 de mayo de 1778. El 6 de julio de 1778 fue nombrado 2.º comisario ordinario y ayudante de brigadas en Cartagena.

A finales de 1779 participó en la campaña del Canal de la Mancha, bajo las órdenes de Luis de Córdoba. Al finalizar esta misión se quedó en Brest, siendo nombrado sargento mayor (18 de diciembre de 1779) de las brigadas embarcadas de la escuadra combinada que se encontraba bajo las órdenes de Miguel Tascón. Tras una breve estancia en la costa francesa regresó a España, concretamente a Ferrol, el 23 de enero de 1780.

El 26 de enero de 1780 se le entregó el mando de la balandra Flecha, de la que dependían el bergantín Ardilla y la balandra Activa, y con ellas realizó convoyes de escolta por la costa cantábrica. Sus méritos en la defensa del comercio contra los navíos corsarios fueron premiados con el ascenso a teniente de navío el 27 de mayo de 1780. Tras participar en la segunda campaña del Canal de la Mancha pasó a la vigilancia del estrecho de Gibraltar y posteriormente formó parte nuevamente de una campaña en el Canal de la Mancha.

A principios de 1783, regresó al Mediterráneo para tomar parte en las operaciones contra Argel, y poco después, el 17 de mayo de ese mismo año, se le nombró sargento mayor de las brigadas del departamento de Cartagena. Tras su regreso a tierra fue ascendido, el 26 de septiembre de 1783, a capitán de fragata.

El 8 de junio de 1784 se le confió el mando de treinta y cuatro lanchas cañoneras y seis de abordaje, que formaban parte de la expedición destinada a atacar Argel, en cuyas operaciones ejerció de comandante de Artillería y realizó operaciones de desembarco. Permaneció en diversos destinos y a finales de 1790 tomó parte en las operaciones de defensa de la plaza de Ceuta. El 22 de febrero de 1791 se le confíó el mando del San Ildefonso, y, casi al mismo tiempo, el 1 de marzo de 1791, se le ascendió a capitán de navío.

El 10 de abril de 1792 se le confió la fragata Diana, a la que estaban agregadas la Soledad y la Perla, y poco después, el 4 de junio, se le entregó el mando de una escuadra compuesta por doce navíos con los que realizó, durante dos meses, el bloqueo de los puertos de Portvendres y Colibre. Se había iniciado la guerra contra la Revolución Francesa, y en ese momento Inglaterra era aliada de la Monarquía española. A continuación se integró en la escuadra del general Juan de Lángara, cuyo teatro de operaciones era las costas francesa e italiana, campaña durante la cual fue ocupada la base naval francesa de Tolón. Por motivos de salud abandonó dicho destino en diciembre de 1793.

El 15 de octubre de 1794 se le entregó el mando del navío Terrible, con el que se integró en la escuadra que mandaba Federico Gravina, fuerza que jugó un papel fundamental en el apoyo y la evacuación de la plaza de Rosas. El 10 de septiembre abandonó dicha nave y un mes más tarde, el 10 de octubre de 1795, ya con el grado de brigadier (5 de septiembre de 1795), se le encomendó la dirección del Cuerpo de Pilotos del departamento de Cartagena, que ejerció durante un mes (hasta el 3 de noviembre).

El 23 de marzo de 1796 fue nombrado subinspector de pertrechos del arsenal de Cartagena, puesto en el que se mantuvo hasta su pase el 6 de septiembre de 1796 al mando del navío San Pablo, integrado en la escuadra de José de Lángara, que actuó en las costas de Francia e Italia. En ese momento las alianzas se habían invertido y la Monarquía española se apoyaba en Francia y tenía por enemiga a Inglaterra. Al frente de dicha nave tomó parte en la batalla naval (14 de febrero de 1797) contra la flota inglesa del almirante Jerwis, y durante la acción contribuyó a salvar al Trinidad, en el que se encontraba el general español. A lo largo del año 1798 actuó en diversos escenarios: desbloqueo de Cádiz, campaña en el Mediterráneo, etc.

El 20 de noviembre de 1801 pasó destinado al Estado Mayor, que en aquel momento dirigía Domingo de Grandallana, a cuyas órdenes había estado en diversas ocasiones. Durante año y medio permaneció en la Corte, período en el cual fue ascendido a jefe de escuadra el 5 de octubre de 1802, para regresar nuevamente a Cartagena como consecuencia de su nombramiento el 20 de abril de 1803 como comandante general del arsenal. A principios de 1805 se integró en la flota que se estaba formando en Ferrol, con la cual tomó parte en la batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805), episodio en el que resultó herido.

Su comportamiento en dicho combate fue premiado con el ascenso a teniente general el 9 de noviembre de 1805. Capturado por los ingleses fue llevado a Gibraltar y entregado posteriormente a las autoridades españolas. A continuación pasó a Cartagena el 20 de noviembre de 1805 en calidad de prisionero de guerra, y se mantuvo en esta plaza durante dos años y medio. Durante ese período puso toda su atención en las actividades del Santo Hospital de Caridad, del que acabó siendo hermano mayor.

Al producirse la sublevación de Cartagena contra los franceses, recibió, el 24 de mayo de 1808, el encargo de asumir el puesto de capitán general de la Armada y del departamento, en sustitución de su antiguo jefe Francisco de Borja, al tiempo que se le nombraba vicepresidente de la Junta de Gobierno. Desde dicha posición facilitó armamento y hombres a diversas juntas afincadas en las provincias cercanas (Valencia, Murcia, Granada, Alicante, etc.).

El 13 de febrero de 1809 fue nombrado virrey gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata y presidente de la Real Audiencia de Buenos Aires. Tres días más tarde se le indicaba “cuán importante es que con la mayor brevedad vaya a desempeñar su comisión, y le prevenga que no detenga su marcha, sino el tiempo absolutamente necesario para disponerla”. En Buenos Aires, las sucesivas noticias llegadas desde Europa (abdicación de los Borbones, Monarquía de José I, sublevaciones y juntas...) habían generado una situación de inestabilidad y actitudes contradictorias de las autoridades.

Contra este nombramiento se manifestaron diversas instituciones de la región murciana que no querían prescindir de su presencia entre ellos y en tal sentido escribieron a la Junta Central. A pesar de las órdenes de la Junta, ante la delicada situación creada en Cartagena retrasó la partida hasta la llegada de una nueva carta (3 de marzo de 1809), en la que se argumentaba la urgencia de la situación en tierras americanas.

El 2 de mayo de 1809 salió del puerto de Cádiz y a finales de julio, el día 30, llegó a Buenos Aires, donde adoptó diversas disposiciones encaminadas a pacificar el territorio. Las primeras noticias que comunicó desde tierras americanas fueron tranquilizadoras, pues señalaba que se reconocía la autoridad de la Junta Central. El origen del conflicto residía fundamentalmente en las desavenencias entre las propias autoridades españolas, los generales Liniers y Elío.

A principios de 1810 se le remitieron instrucciones para que enviase a dichos militares hacia la Península y fijase su empeño en “cortar de raíz todo motivo de cuidado que se opusiese a la seguridad pública y a su respetable representación”.

La llegada, en mayo de 1810, de las noticias de las victorias napoleónicas y de la ocupación de casi todo el territorio peninsular alentó los ánimos de las corrientes independentistas. El 22 de mayo de 1810 se celebró una asamblea de los principales vecinos de Buenos Aires, que acordó deponer al virrey y formar una junta, actitud que no fue secundada por todas las regiones del virreinato, algunas de las cuales, como Montevideo, se mantuvieron fieles a la nueva regencia.

Un mes más tarde, el 22 de junio de 1810, fue embarcado por la fuerza en un barco mercante inglés que se dirigía a Canarias. Su llegada a Cádiz se produjo el 19 de julio de 1811, y permaneció en ese puerto para conseguir algún nombramiento y evitar las epidemias que azotaban la ciudad murciana.

El 14 de agosto de 1811 se le notificó que “[...] no le ha resultado cosa alguna en la conducta política y militar por haber sido desposeído de dicho cargo por los insurgentes y embarcado para la Península”. Su perseverancia en solicitar una reparación pública mediante algún nombramiento logró sus frutos cuando el 28 de enero de 1812 sucedió en la junta de propuestas a Juan de Villavicencio, quien había sido nombrado para ocupar una de las plazas de la regencia. Un año más tarde, el 8 de enero de 1813, se le encomendaba la Comandancia General del departamento de Cádiz.

El 18 de mayo de 1813 solicitó el puesto de capitán general del departamento de Cádiz, y en su mérito argumentaba los servicios prestados y enumeraba especialmente los posteriores a la invasión napoleónica. Para facilitar dicha concesión ofrecía ceder “a favor del Erario, mientras subsistan las actuales escaseces, la diferencia del sueldo de uno a otro empleo”. Sus superiores apoyaron su petición indicando que se trataba de uno de los mejores generales de Marina y que consistía en un destino adecuado para quien ha ejercido un virreinato. Pocos días más tarde, el 30 de mayo de 1813, se procedía a comunicar su nombramiento.

Tras el regreso del Monarca, desde su exilio de Valençay, Hidalgo de Cisneros dio muestras de una clara filiación absolutista y de un cierto oportunismo. El 26 de abril de 1814 escribía, en nombre de los jefes y oficiales del departamento, al Monarca para felicitarle “por el feliz y deseado advenimiento de V. M. a ocupar su Trono en medio de las más afectuosas y sinceras aclamaciones”. Dos semanas más tarde, el 13 de mayo de 1814, remitía una nueva carta en la que las expresiones tenían un claro sesgo absolutista.

Fernando VII le confirmó en el cargo que le había concedido la regencia, por lo que permaneció en un lugar que resultaba estratégico para los planes de reconquista de las colonias americanas. Hidalgo de Cisneros intervino en uno de los asuntos más escandalosos, desde el punto de vista económico, del reinado de Fernando VII: la compra de barcos rusos para integrar la flota que debería dirigirse a América. Un Decreto de 24 de octubre de 1817 le encomendaba la misión de hacerse cargo de ellos. Ante los rumores de que dicha adquisición resultaba un fraude, el ministro de Marina mandó llamar a Hidalgo (7 de abril de 1818), quien manifestó que acudiría “tan luego como concluya un encargo que S. M. me tiene confiado”.

Según el ministro, Hidalgo le informó de que dichos barcos “se hallaban en el estado de hacer cualesquiera navegaciones, aunque fuese ir a Lima montando el cabo de Hornos”, opinión de la que posteriormente se retractó en un informe escrito.

El 16 de agosto de 1818 Fernando VII ordenó la formación de un ejército destinado a reforzar las tropas españolas que combatían en las colonias contra los insurgentes, para lo cual creó una comisión en la que estaban integrados el conde de La Bisbal, Francisco Mourelle, José Primo de Rivera y el propio Hidalgo de Cisneros.

El 14 de septiembre de 1818 fue nombrado ministro de Marina, en sustitución de José Vázquez Figueroa, aunque se le indicó que debía continuar en Cádiz hasta la salida de la expedición, razón por la que no se incorporó al puesto. El 22 de diciembre de 1818 fue suprimido el Consejo del Almirantazgo y restablecida la Dirección General de la Armada, responsabilidad que fue unida a la ministerial. El 13 de agosto consideró que su papel en la preparación de la flota había finalizado y así se lo hizo saber al Monarca, pero se le mandó continuar en el mando del departamento hasta que las tropas se hiciesen a la mar. Este hecho se retrasó como consecuencia de la epidemia que golpeó la zona, y antes de que tuviese lugar dicho acontecimiento, previsto para el 11 de enero de 1820, se produjo la sublevación de las tropas.

Hidalgo de Cisneros fue detenido por los sublevados el 3 de enero de 1820 y llevado a una prisión, situación en la que se mantuvo hasta el 19 de marzo. El nuevo Gobierno le autorizó a fijar su residencia en donde desease, y en consecuencia optó por permanecer en Cádiz (12 de abril de 1820). Unos meses más tarde se trasladó a Madrid a resolver asuntos particulares. Durante su estancia en la Corte trató de buscar una compensación a los distintos ceses que consideraba ignominiosos. Si bien no se accedió a su solicitud, se le dio un premio al concederle “los honores del Consejo de Estado” el 13 de octubre de 1820.

Una semana más tarde, recibió pasaporte para regresar a Cádiz, desde donde solicitó el 9 de enero de 1821 permiso para fijar su residencia en Cartagena, porque en esta ciudad la vida era más barata. De esta forma el 27 de febrero de 1821 regresaba a su ciudad natal, en compañía de dos de sus hijos, Baltasar y José María.

Cartagena fue una de las últimas plazas que cayó en poder de las fuerzas francesas que llegaron para expulsar a los liberales del Gobierno. Hidalgo de Cisneros escapó de la plaza, en compañía de sus hijos, a Murcia, el 27 de octubre de 1823, que se hallaba ya en manos realistas. Desde dicho punto se puso a las órdenes del ministro de Marina, y el 5 de noviembre de 1823 el capitán general de Valencia le nombró comandante general interino del departamento marítimo de Cartagena. A principios de diciembre, el día 2, el gobernador político y militar de Cartagena le nombró regidor del Ayuntamiento, para suplir a algunos cargos que habían cooperado con los liberales durante el Trienio.

Tras la llegada a Madrid del Monarca, Hidalgo de Cisneros ocupó nuevamente, el 20 de diciembre de 1823, el puesto de capitán general del departamento de Cartagena. El 16 de abril de 1825 se declaraba purificada su conducta durante los acontecimientos políticos del Trienio. Su fallecimiento tuvo lugar en Cartagena el 9 de junio de 1829, mientras desempeñaba el cargo de capitán general del apostadero de Marina de aquel departamento.

Estaba en posesión de diversas condecoraciones: caballero pensionista de la Real Orden Española de Carlos III (6 de julio de 1806); Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo (27 de marzo de 1816); “la llave de Gentilhombre de cámara con ejercicio” (13 de noviembre de 1816); Cruz de la Lis de La Vendée (10 de agosto de 1817); Escudo de Fidelidad (30 de marzo de 1825); honores del Consejo de Estado (3 de junio de 1825).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Célebres I-1; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Estado, legs. 48 C, 55 G, 172, 241, 247, 252, 878, exp. 54; Estado, Carlos III, exps. 218, 1330 y 2128; Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), Causas 3626 (36); Cuerpo General, exp. personal 620 (558); Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid), Condecoraciones C. 244, exp. 12; Museo Naval, Guardiamarinas, exps. 238, 1100 y 2381; Col. Guillén, ms. 2110, docs. 29-31; Servicio Histórico Militar, exps. personales, rollo 27.

J. Mediavilla, Don Baltasar Hidalgo de Cisneros, último virrey del Río de la Plata, Cartagena, Imprenta Casa Garnero, 1930; J. García de León Pizarro, “Memorias”, ed., pról., apéndices y notas de Á. Alonso-Castrillo, Madrid, Revista de Occidente, 1953, 2 vols.; A. Gil Novales (dir.), Diccionario Biográfico del Trienio Liberal, Madrid, Ediciones El Museo Universal, 1991; F. Henares Díaz, Baltasar Hidalgo de Cisneros, Virrey (un cartagenero en el Río de la Plata), Cartagena, Troquel, 1996; V. Herrero Mediavilla (ed.), Archivo Biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, München, K. G. Saur, 2002.

 

José Ramón Urquijo Goitia

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