Topete y Viaña, Juan Bautista. Cartagena (Murcia), 1784 – Madrid, 23.XII.1847. Marino, jefe de escuadra de la Armada, diputado a Cortes, ministro de Marina.
Nació en el seno de una familia hidalga y noble por ambas ramas. Su padre, Ramón Topete y Fuentes, natural de Morón de la Frontera (Sevilla), fue un destacado oficial de la Armada y alcanzó el empleo de jefe de escuadra, y su madre, Francisca de Paula Viaña y Sánchez de Sanz era natural de El Puerto de Santa María. Pasó su juventud en la casa familiar, donde estuviera destinado su padre, sin hechos reseñables. Realizó los mismos estudios que los jóvenes de la época y, seguramente influenciado por la tradición marinera de su familia paterna, pues, además de su padre, su tío Juan de Dios y sus hermanos Francisco y José fueron destacados miembros de la Armada, le decidió a seguir los pasos familiares y sentó plaza de guardia marina en la compañía de Ferrol (1 de enero de 1799), que era donde estaba destinado su padre en ese momento, embarcado en la escuadra.
Todavía se encontraba en el Colegio Naval, cuando tuvo lugar el ataque de los ingleses contra el departamento y la ciudad de Ferrol, en un intento de conquistar un segundo Gibraltar en el Norte, siendo rechazados con su valerosa participación. En este hecho tuvo un doble orgullo, porque su padre, entonces capitán de navío, fue el jefe que mandó las tropas desembarcadas de la escuadra y que en las alturas de Brión y de la Graña se cubrieron de laureles, sosteniendo el principal choque contra los ingleses, rechazándolos y haciéndolos reembarcar con pérdidas notables. Con este brillante hecho de armas inauguró el joven Topete su carrera militar.
Concluidos los estudios elementales fue embarcado en el navío San Agustín, que mandaba su padre y pertenecía a la escuadra de Juan Joaquín Moreno; con ella se trasladó de Ferrol a Cádiz y de allí dio la vela para Algeciras, con el objeto de proteger a la división francesa del contralmirante Linois, que se hallaba bloqueada por fuerzas superiores inglesas. La operación se llevó a cabo y la escuadra española protegió a los buques franceses hasta Cádiz. Esta acción puede decirse que fue el último episodio de aquella guerra naval con Inglaterra, porque al poco tiempo se hizo la paz, que, por cierto, no fue muy duradera. El joven Topete siguió en el San Agustín hasta que ascendió a alférez de fragata (5 de octubre de 1802).
Con dicho empleo embarcó en el bergantín Descubridor (marzo de 1803), en el que salió con la correspondencia para Costa Firme y La Habana, donde a su llegada transbordó a la corbeta Ardilla, fragata Flora y corbeta Diligente, con la que hizo dos viajes a Puerto Rico con las nóminas y, a su vuelta a La Habana, pasó al bergantín Cartagenero, con el que volvió a Puerto Rico y de allí a Cartagena de Indias, de donde dependía dicho buque como guardacostas; en este puerto transbordó a la goleta Nanci e hizo dos campañas a la costa de Guajira, con el objeto de impedir el comercio clandestino. Embarcado en la goleta Mercedes, realizó la misma comisión hasta el 23 de abril de 1805, que fue destinado a la llamada Carmen e hizo una vigilancia sobre la costa de Darién. En 4 de junio siguiente volvió a la goleta Mercedes, realizando con ella dos vigilancias de noventa días sobre la costa de Gracias a Dios, haciendo infinitas salidas y mandando las cañoneras n.os 2 y 6 para proteger y convoyar las embarcaciones que conducían víveres a Cartagena de Indias, habiendo sostenido distintas acciones contra las fragatas y otros buques de guerra ingleses que bloqueaban aquellas costas. El 26 de junio de 1806 tomó el mando de la goleta Mercedes e hizo con ella dos campañas a Portobelo y Panamá y el 11 de noviembre desembarcó y se le encargó interinamente de la capitanía de puerto y comandancia de matrículas de Cartagena de Indias, que desempeñó hasta el 9 de enero de 1807, que fue embarcado en la goleta Piedad de transporte, y por haber naufragado en las inmediaciones de La Habana le fue concedido pasaporte para pasar a la Península por vía de Estados Unidos (12 de febrero), presentándose en Cádiz (7 de junio), en donde fue destinado de ayudante del arsenal de La Carraca hasta el 4 de mayo de 1808, que embarcó en la fragata Flora, de la escuadra de Juan Ruiz de Apodaca, y con un bote armado de ella participó en el combate y rendición de la escuadra francesa del almirante Rosilly, ocurrido en la misma bahía de Cádiz entre el 9 y el 14 de junio de 1808. El 1 de septiembre siguiente salió para Montevideo a bordo de su fragata, llevando la noticia del levantamiento contra los franceses, y en aquel apostadero transbordó a la goleta Carmen (12 de diciembre), con el objetivo de llevar reservadamente pliegos importantes para el Gobierno español, y entró en Cádiz el 16 de mayo de 1809, donde se encontró ascendido a alférez de navío (23 de febrero de 1809).
Aprendizaje tan duro y meritorio le granjearon a Topete la fama de marino hábil y arrojado y estas cualidades se tuvieron presentes para concederle el mando de la citada goleta Carmen (31 de mayo de 1809). Con ella salió de Cádiz para Cartagena de Indias y otros puntos de América del Norte, llevando la correspondencia pública y privada, y regresando al puerto de partida (14 de enero de 1810). Realizó dos veces más la citada comisión y regresó, la última vez, a Cádiz el 3 de junio de 1811, encontrándose ascendido a teniente de fragata (24 de mayo de 1811).
El 31 de julio del mismo año salió con la goleta de su mando para La Habana y Veracruz y por desarme de la goleta, cesó Topete en el mando, y como otros jefes y oficiales de la Armada hizo la guerra en el virreinato de Nueva España, sosteniendo la dominación de la metrópoli, con denuedo y suerte dispar, pero mereciendo felicitaciones de sus jefes y el ascenso a teniente de navío (11 de diciembre de 1812).
Continuó Topete sosteniendo el prestigio de las armas españolas en el distrito de Tlacotalpa, donde contrajo matrimonio con Clara Carballo, mujer hermosa y de virtudes notorias, y nació su hijo primogénito, Juan Bautista, en San Andrés de Tuxtla, en la provincia de Veracruz y distrito de Tlacotalpa. Obtuvo la graduación de capitán de fragata (29 de noviembre de 1816) y la efectividad de este empleo el 21 de octubre de 1819, continuando sus servicios en el Reino de México y distinguiéndose en múltiples hechos de armas hasta el 2 de mayo de 1821, que se incorporó al apostadero de Veracruz, cuyo mando tomó por el fallecimiento del titular el capitán de fragata Francisco Murias. Dirigió la retirada de Veracruz al castillo de San Juan de Ulúa, comportándose con bravura y habilidad y siendo recompensado, años más tarde con un escudo de distinción. Cesó en el mando del apostadero (8 de marzo de 1823), y, de transporte en el bergantín Voluntario, se trasladó a La Habana, siendo destinado al depósito de la escuadra y obteniendo su ascenso a capitán de navío (26 de septiembre de 1824).
En ese año de 1824 mandó una división naval compuesta de la corbeta María Isabel, el bergantín Voluntario y la goleta Belona, que en varios viajes condujo tropas, víveres y pertrechos para el castillo de San Juan de Ulúa. Salió al efecto de La Habana, desempeñó su comisión satisfactoriamente a la vista del enemigo cuando la fortaleza estaba en el punto más álgido de las hostilidades, y regresó a La Habana. A su llegada, se encontró con que se había dispuesto una nueva organización para el apostadero y en ella fue nombrado comandante general de la parte terrestre y segundo jefe de las fuerzas navales (2 de mayo de 1825). Con anterioridad y por los servicios prestados en Costa Firme y en el Reino de México, había obtenido Topete la Cruz de caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y la de distinción de la Marina de Diadema Real. Como segundo jefe del apostadero de La Habana fue el brazo derecho del general Laborde para todas las operaciones militares, pues a su actividad y celo se debió la organización interna del apostadero, los trabajos de su arsenal y que se reparasen los daños producidos por el huracán de 1826 y en otras ocasiones a los buques de la escuadra. Cuando el general regresó a La Habana, encontró allí buques dispuestos para reemplazar a los que traía y poder seguir las operaciones, pues Topete no descansaba ni de noche ni de día. A él se debió, en gran parte, el riguroso bloqueo de Cayo Hueso, y que allí se desarmase la escuadrilla enemiga del comodoro Poters, y también el apresamiento del bergantín mexicano Guerrero por la fragata Lealtad. En la promoción que hubo con motivo del casamiento del rey Fernando VII con la princesa de Nápoles María Cristina de Borbón (6 de diciembre de 1829), fue promovido Topete al empleo de brigadier, conservando sus cometidos anteriores, que siguió desempeñando con sus reconocidas cualidades.
Sin cesar en la función de segundo comandante, se le encomendó el mando de la fragata Restauración, aunque al hacerse cargo tuvo que entregar la Comandancia General de la parte terrestre del apostadero. Poco tiempo duró esta situación, pues por fallecimiento del general Ángel Laborde, se encargó Topete de la Comandancia General, destino que le confirmó interinamente Su Majestad (23 de mayo de 1834). Nada podía satisfacer más a Topete que la confianza depositada en él por el Gobierno, así es que, con la franqueza y lealtad propia de su forma de ser, dio las gracias al ministro de Marina por escrito. Obtuvo en propiedad el mando del apostadero (26 de mayo de 1836) y tanto en el período de interinidad como el de propiedad Topete no cejó en el adiestramiento de sus subalternos, ya teniendo conferencias facultativas para los estudios propios del oficial de Marina, ya adiestrándolos en campañas y cruceros de instrucción, para lo que hizo varias salidas a la mar con la fragata Restauración y otros buques, sin descuidar las obligaciones propias del apostadero, agravadas con la disidencia en Cuba del general Lorenzo, que se consiguió dominar gracias a las disposiciones del general Tacón, secundado eficazmente por el comandante general de Marina Juan Bautista Topete. Siguió en el cargo todo el año 1837 y la mayor parte de 1838, siendo promovido a jefe de escuadra el 21 de noviembre y teniendo que entregar el mando del apostadero al jefe de escuadra Manuel de Cañas, nombrado para reemplazarlo (26 de enero de 1839). El general Topete, por sus cualidades personales y las de su familia, que tenía grandes simpatías en la capital cubana, es uno de los generales de la Armada que más gratos recuerdos ha dejado en aquel país después de su larga permanencia en él.
Por esta época obtuvo la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y fue nombrado miembro de la comisión regia que debía informar sobre todo lo concerniente al gobierno y administración de Cuba y Puerto Rico (25 de enero de 1839).
El general, como era lógico, tuvo a su cargo los ramos de Guerra y Marina, y después de desempeñar sus cometidos en La Habana, pasó a realizarlos en Puerto Rico, en la corbeta Liberal, que se puso a su disposición, y a su regreso a La Habana, dio por finalizada su comisión en los primeros meses de 1840, retornando el general Topete a la Península y presentándose en el departamento de Cádiz en mayo del mismo año. Nada más llegar fue nombrado comandante general del departamento (1 de junio de 1840), tomando posesión el día 22 del mismo mes, y lo ejerció hasta el 18 de agosto, que cesó por ser nombrado vocal de la Junta Superior de Gobierno y Administración Económica de la Armada, donde sirvió hasta ser designado ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, en sustitución del teniente general Ramón Ortiz y Otáñez (23 de noviembre de 1840). El Gobierno no quiso tampoco dejar de utilizar sus conocimientos en la Marina, y al efecto se le encomendó la redacción de un reglamento para el Colegio Naval Militar que debía instalarse en Cádiz. Cuando se formó el Consejo Real, fue nombrado el general Topete consejero extraordinario, reteniendo su ministerio del Tribunal Supremo, y fue elegido diputado a Cortes por el distrito de Morón de la Frontera, patria chica de sus antepasados por línea paterna (su padre Ramón y su tío Juan de Dios nacieron allí), en la legislatura de 1845. La franqueza, la lealtad y un ardiente deseo del bien, trazaron su trayectoria parlamentaria. Defensor celoso de la libertad y del orden, ajeno a cualquier tipo de partidismo, cuando consideraba que el Gobierno necesitaba fuerza, estaba a su lado y hacía una oposición leal si consideraba que no había actuado de acuerdo a las leyes. No era buen orador, pero siempre fue oído con respeto, porque sus palabras eran el eco de su conciencia.
Al empezar febrero de 1846 se disolvió el Gobierno presidido por el general Narváez, del que formaban parte nombres políticos tan importantes como Martínez de la Rosa, Armero, Pidal y Mon. La Reina nombró al marqués de Miraflores para la formación del nuevo Gabinete, quien buscó también personajes notables de la época, como Francisco Javier de Istúriz, Lorenzo Aráosla, el general Federico Roncali, José de la Peña-Aguayo y del general de Marina Juan Bautista Topete, el cual puso resistencia para aceptar el cargo en el Ministerio; sólo cuando se le indicó que Su Majestad lo había designado, cedió como era propio de su acreditada lealtad. Poco o nada pudo hacer en su puesto, pues sólo permaneció treinta y cuatro días, a pesar de tener mayoría en ambas Cámaras, como consecuencia de una borrascosa sesión en el Congreso de los Diputados, cesó el marqués de Miraflores y volvió a ocupar el poder otro Gobierno presidido esta vez por el general Narváez.
A Topete se le repuso en su destino de ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, concediéndosele en recompensa de sus dilatados servicios la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica. Por esta época el general se encontraba ya enfermo del mal que iba a acabar con su existencia. Era un padre muy amante de sus hijos, y sus dos hijas, Salomé y Carmen, se habían casado con dos oficiales de Marina, la primera con el teniente de navío Manuel Baldasano y la segunda con el capitán de fragata Francisco Núñez, que habiendo sido destinados a Ultramar, tuvieron que ausentarse con ellas, y esto no le sentó nada bien a su deteriorada salud; pero, además tenía cuatro hijos varones, de los que tres servían en la Armada, Ramón, Juan Bautista y Ángel, y el cuarto se dedicaba al comercio, y la fatalidad quiso que este último, en un viaje entre La Habana y Veracruz, naufragase el buque que lo conducía y fuese uno de los pasajeros que se ahogaron. Este golpe, cuando llegó a saberlo el general, aunque se procuró que fuera con las debidas precauciones, le afectó en extremo y aceleró los males de este venerable anciano. Agravadas sus dolencias, recibió los auxilios espirituales y se preparó a morir cristianamente. En la tarde del 23 de diciembre de 1847 falleció el general Topete en la calle Arenal de Madrid. Su entierro fue modesto, porque así lo quiso el general; pero todo el personal de la Armada existente en Madrid asistió al mismo.
Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/1207, exp. personal, 1848.
F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. III, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 569-578; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada, t. LXII, Madrid, Espasa Calpe, 1928, págs. 810-811; D. de la Válgoma y El barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, asiento 3659, pág. 385; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; J. Cervera Pery, Juan Bautista Topete: un almirante para una revolución, Madrid, Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, 1995, págs. 118-121; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998; F. González de Canales, “Biografía de Juan Bautista Topete y Viaña”, en Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000, pág. 305.
José María Madueño Galán