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Antonio Vacaro y Valcárcel

Biografía

Vácaro y Valcárcel, Antonio. Cartagena (Murcia), 1761 – 4.XI.1833. Marino y jefe de escuadra de la Armada.

Era de familia noble por ambas ramas. Su padre, oficial de Marina del propio departamento de Cartagena que alcanzó el empleo de jefe de escuadra, le influenció para que se dedicara a su misma profesión, y a tal efecto sentó plaza de guardia marina en el referido departamento (13 de septiembre de 1777); al concluir los estudios elementales embarcó en el jabeque Mallorquín (4 de junio de 1779) con base en el apostadero de Algeciras; ascendió a alférez de fragata y pasó al departamento gaditano hasta su embarque en la fragata Carmen, de la escuadra de Luis de Córdova, con la que realizó vigilancias sobre las islas Terceras, en unión de la también fragata Perpetua. Trasbordó al navío San Dámaso, de la misma escuadra, en la que realizó la campaña al canal de La Mancha en combinación con la francesa del conde de Orbilliers, obligando a guarecerse en sus puertos a las escuadras inglesas y apresando al navío Ardiente, de setenta y cuatro cañones.

Con el mismo navío y escuadra concurrió al apresamiento de un convoy inglés sobre el cabo Santa María; después participó en el bloqueo de Gibraltar, ataque de las flotantes, en el que fue herido, y al combate naval que la misma armada combinada sostuvo contra la inglesa del almirante Howe en el cabo Espartel (24 de octubre de 1782). Ascendió a alférez de navío (21 de diciembre) y regresó a Cartagena. En el jabeque San Sebastián participó en el bombardeo de Argel por la escuadra de Barceló y en los nueve ataques a las baterías de la misma. Participó en la comisión diplomática de la división de Aristizábal en Constantinopla a bordo del navío Triunfante, y al terminar fue destinado a batallones. Ascendió a teniente de fragata y pasó a batallones en Cádiz. Volvió a Cartagena al ser designado ayudante de la compañía de guardia marinas, donde permaneció hasta embarcar en la fragata Soledad (26 de marzo de 1788), incorporada a la escuadra de evoluciones. Obtuvo el ascenso a teniente de navío (15 de julio de 1790) estando embarcado en el navío San Ramón. Su primer mando fue el del jabeque Carmen (23 de abril de 1793) y después se le confirió el del bergantín Corso (30 de enero de 1794) con el que pasó a Cádiz agregado a la escuadra del marqués de Socorro y, más tarde, a Barcelona con otros buques menores para llevar a Génova la correspondencia de Italia, hasta que el 2 de diciembre de 1796, declarada la guerra a Inglaterra, fue batido y apresado el bergantín de su mando sobre la ribera de Génova, por la fragata inglesa Terpsícore, y conducido a la isla de Elba, de donde lo condujeron a Barcelona al ser canjeado. Se presentó en Cartagena (23 de abril de 1797), donde fue examinada su conducta en Consejo de Guerra de Generales por la pérdida del bergantín, siendo absuelto con todos los beneplácitos.

Consiguió el mando del jabeque San Luis (30 de enero de 1799) y de la división de buques menores construidos en Barcelona (12 de abril), y más tarde transbordó al jabeque Gamo, de la misma división (22 de septiembre); cesó en estos mandos para dirigirse a Cartagena (27 de septiembre de 1800) y ser procesado por la captura que hicieron los ingleses de dos fragatas bátavas, fondeadas en la rada de Barcelona; vista la causa en Consejo de Guerra de Generales resultó absuelto y repuesto en su empleo con todos los honores, promoviéndolo a capitán de fragata con la misma antigüedad de la promoción general (5 de octubre de 1802) y confiriéndosele el mando de la fragata Matilde (28 de mayo de 1803); cesó por enfermedad (2 de septiembre de 1804). A fines de 1805 fue a mandar el apostadero de fuerzas sutiles de Algeciras, pero después quedó de mayor general por ser conferido este mando a un oficial más antiguo. Con uno y otro cargos sostuvo repetidas acciones contra los buques de guerra ingleses que bloqueaban las costas, y con el mando de una división de las mismas fuerzas sutiles pasó a Cádiz en junio de 1808, y se encontró el 9 y 14 del mismo mes en el combate y rendición de la escuadra de Rosilly. El 25 recibió órdenes de la Junta de Sevilla para trasladarse a Costa Firme, primero, y al virreinato de Santafé, después, a fin de comunicar a las autoridades y población, como comisionado regio, del levantamiento nacional contra los franceses, en nombre del Rey y de la independencia de la patria; una vez cumplida su misión, regresó a Cádiz y ascendió a capitán de navío (23 de febrero de 1809). Fue nombrado mayor general del departamento de Ferrol, cargo que ejerció hasta el 22 de enero de 1811 que cesó por haber solicitado ser empleado en destinos activos de guerra. Regresó a Cádiz, ofreciéndosele el mando del Apostadero de Manila, pero fue rechazado para contribuir a defender la causa en que estaba empeñada la nación. En vista de lo cual, se le confirió el mando del navío San Pablo (octubre de 1811), con el que realizó diversas comisiones en el Mediterráneo, llevando convoyes y transportes de tropas y pertrechos de guerra a distintos puntos, y después condujo a Montevideo a mil seiscientos hombres de Infantería y efectos para reforzar la ciudad, que se hallaba sitiada por los insurgentes, regresando a Cádiz el 30 de marzo de 1814. Seguidamente fue nombrado comandante de Marina del Apostadero de Callao de Lima (26 de noviembre de 1814) y ascendió a brigadier (26 de octubre de 1816). En febrero de 1817 emprendió la habilitación de buques de guerra para refuerzo del apostadero, eligiendo ocho fragatas y bergantines mercantes que artilló con dieciocho y hasta treinta y cuatro cañones, para proteger la navegación de cabotaje e impedir la invasión de las fuerzas navales de Chile, que ya levantadas se preparaban en Valparaíso contra las costas de Perú.

A fines del mismo año de 1817, con motivo del incremento de las fuerzas de mar que los insurgentes chilenos habilitaban bajo la dirección de lord Thomas Cochrane, conde de Dudonal, aventurero inglés al servicio de los republicanos chilenos, antes oficial acreditado de la Marina inglesa y ahora vicealmirante de las fuerzas navales chilenas, y esperando que su objetivo fuera atacar Callao, desarmó Vácaro los buques fletados y emprendió con la autorización del virrey la organización de una fuerza sutil, en la medida que lo permitían la cantidad de lanchas y místicos (embarcación de dos palos y velas trapezoidales) empleados en el tráfico costero, armándolos con cañones de a veinticuatro o dieciocho. En febrero de 1819 se presentó ante Callao la escuadra insurgente, constituida por el navío San Martín (antiguo Cumberland) de sesenta, la fragata O´Higgins (antigua María Isabel) de cincuenta, la fragata Lautaro (antigua Windham) de cuarenta y cuatro, dos corbetas de veinte y veintiséis y tres bergantines de dieciséis a veinte cañones, con la intención de bloquear el puerto; hubo repetidos ataques con brulotes, que se rechazaron, destruyendo los brulotes y sufriendo los chilenos averías superiores a los españoles. Vácaro atacó a la escuadra insurgente en su fondeadero de la isla de San Lorenzo, obligándoles a abandonarlo precipitadamente, perdiendo la faena de anclas y viéndose obligados a permanecer a la vela hasta su retirada a Valparaíso (29 de marzo). Ante este primer fracaso Cochrane no se dio por vencido y lo volvió a intentar; el 29 de septiembre se presentó de nuevo frente a Callao con mayores fuerzas y repitió los ataques arrojando en esta ocasión granadas y cohetes al fondeadero y una fragata brulote, la cual se echó a pique antes de que llegara a la línea española, alejando los buques que operaban en su apoyo con las fuerzas sutiles que dirigía en persona el propio Vácaro.

En atención a ambas defensas y repetidos ataques rechazados, determinó el virrey conferir varias recompensas, entre ellas el ascenso del comandante general del Apostadero a jefe de escuadra (5 de noviembre de 1819). En abril de 1820 salió Vácaro con la fragata Prueba y el bergantín Maipú para reconocer el estado de las defensas de Guayaquil, llevando un batallón de tropa de línea. Enterado a su llegada de que la fragata insurgente Rosa de los Andes, de treinta cañones, actuaba de corsario y patrullaba por la costa hasta Panamá destruyendo el tráfico de aquellos mares, se dirigió en su persecución con la fragata, despachando el bergantín a Lima. La encontró en la isla de Ancumano, la batió, destrozándola casi por completo, aunque consiguió zafarse metiéndose en el río Isguande por su menor calado, pero quedó inutilizada. A principios del inmediato julio, abandonó la capital el nuevo virrey, el general José de la Serna, y todo el ejército por la proximidad de los insurgentes, superiores en número, que venían sobre ella; retirados a Callao todos los españoles y los defensores de su causa, ordenó en nombre del Gobierno que entrase en la plaza con todos los hombres disponibles para su defensa. Con la fuerza, que ascendía entre oficiales, tropa, marinería y vecinos empadronados en Callao a 625, se defendió obstinadamente por espacio de noventa días, rechazando ataques diarios y asaltos hasta el 21 de septiembre de 1821, que se admitió la capitulación propuesta por Sanmartín, caudillo insurgente y antes oficial distinguido del Ejército español, debido a la carencia de víveres y medios de obtenerlos, ni esperanza de que el Ejército bajase de la sierra. Vácaro regresó a la Península con doscientos cuarenta hombres (29 de noviembre de 1821). A su llegada, en atención a sus buenos y dilatados servicios, se le concedió la Comandancia General del departamento de Cartagena (17 de mayo de 1822) y, más tarde, se le entregó el mando de la división naval del Mediterráneo (28 de febrero de 1823) que se formó en Cádiz, compuesta del navío Asia, fragata Casilda, corbeta Aretusa y bergantín Aquiles, arbolando su insignia en el primero de ellos. Asistió a todas las operaciones contra los franceses durante el sitio de los Cien Mil Hijos de San Luis y a la conclusión de éstas cesó en el mando de la escuadra de bahía (15 de octubre de 1823). En diciembre fue nombrado inspector y comandante general de los Regimientos de Infantería de Marina, donde estuvo hasta la supresión del puesto en la nueva organización dada a los cuerpos de Artillería e Infantería de Marina (9 de septiembre de 1829). Previa petición, pasó su residencia al departamento de Cartagena sin ocupar destino, no obstante, a consecuencia del fallecimiento repentino del capitán general Baltasar Hidalgo de Cisneros, se encargó, como más antiguo, del mando del departamento, destino que se le confirmó posteriormente en comisión. En el reparto de condecoraciones concedidas con motivo de la jura de la princesa heredera, futura Isabel II, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden americana de Isabel la Católica, en reconocimiento a sus dilatados y meritorios servicios. En pleno ejercicio de sus funciones falleció a las ocho de la mañana del 4 de noviembre de 1833, de muerte natural, a los setenta y dos años de edad y más de cincuenta y seis de servicios a España.

Estaba casado con María Joaquina Vázquez y tenían tres hijos varones: José, Antonio y Manuel.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/1232, exp. personal (1834).

F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. III, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 733-741; D. de la Válgoma y el Barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, asiento 677 (padre), pág. 131; C. Martínez- Valverde, “Biografía de Antonio Vacáro”, en VV. AA., Enciclopedia general del mar, t. VIII, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957, págs. 1020-1021; C. Fernández Duro, Armada española, t. IX, Madrid, Museo Naval, 1973, págs. 293-301; F. González de Canales, “Ataque dado en El Callao por la escuadra del almirante lord Cochrane a la española del brigadier Vacáro (28.II.1819)”, en Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. IV, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000, pág. 257.

 

José María Madueño Galán

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