Álava y Sáenz de Navarrete, Ignacio María de. Vitoria (Álava), 24.X.1750 – Chiclana de la Frontera (Cádiz), 26.V.1817. Capitán general de la Armada.
Nació en la ciudad de Vitoria el 24 de octubre de 1750, siendo sus padres Gaspar de Álava y Aranguren, maestre de Campo, comisario y diputado general de la provincia de Álava, y Joaquina Sáenz de Navarrete, natural de Elciego (Álava). En su asiento como guardiamarina el 24 de junio de 1766 se acredita la hidalguía del aspirante en sus cuatro abuelos. Sus primeros destinos fueron en los navíos Terrible, San Pedro de Alcántara y la fragata Venus, con frecuentes navegaciones por el Mediterráneo y el Atlántico, con el valor añadido de un viaje a Filipinas de muy difíciles singladuras.
De teniente de navío en 1778 manda el jabeque San Luis, dedicado al corso de moros, y más tarde sus destinos son a bordo de los navíos Santísima Trinidad, Santa Isabel, Rayo y la fragata Gertrudis. Como comandante de la corbeta Rosas participa en enero de 1781 en la campaña del canal de La Mancha a las órdenes de Luis de Córdova, logrando encerrar en sus puertos a los buques ingleses y apresarles el navío Ardient, de setenta y cuatro cañones. La guerra contra Inglaterra pasa por diversas alternativas y si en 1780 la escuadra inglesa de Rodney ha derrotado a la española de Lángara y puede abastecer Gibraltar, al año siguiente una flota española salida de Cádiz a la que se une una francesa desembarca en Menorca y conquista la isla, continuando el cerco de Gibraltar, verdadera obsesión de aquellos años. Álava participa también en dicho bloqueo y protagoniza el apresamiento de un gran convoy inglés de cincuenta y cuatro velas sobre el Cabo Santa María y está presente en el ataque y auxilio de las baterías flotantes en el combate naval librado en el Estrecho el 20 de octubre de 1782 contra la flota inglesa del almirante Howe, siendo herido en la acción y obteniendo el ascenso a capitán de navío por méritos de guerra. En este nuevo empleo manda la fragata de cuarenta cañones Sabina.
En 1787 fue mayor general de la escuadra de Lángara, y en 1790 desempeña igual cargo en la del marqués del Socorro, en la que hizo la campaña de Finisterre.
Con el empleo de brigadier y nuevamente a las órdenes de Lángara participa en la toma de Tolón, en la que tan importante papel juega lord Howe, convertidos ahora los ingleses de enemigos en aliados por los vaivenes de la política exterior. El contraataque del ejército francés de Drugomer con cuarenta y cinco mil hombres forzó a los aliados a retirarse, y fue Álava el director de las operaciones del reembarco, tratando de impedir el irresponsable incendio inglés en el que quedaron calcinados más de cuarenta buques. La enérgica actuación del marino español le valió el ascenso a jefe de escuadra en enero de 1794.
Otras misiones de no menos importancia quedaron asignadas a Ignacio María de Álava, al que en 1795 se le concedió el mando de una escuadra de tres navíos y tres fragatas para con ella dar la vuelta al mundo arbolando su insignia en el navío Europa. Era algo más que mostrar el pabellón. Arrumbó a Chile y Perú por el cabo de Hornos y desde El Callao siguió el derrotero filipino, recalando en las Marianas y fondeando en Manila sin novedad. Su llegada no pudo ser más oportuna, ya que libró a las islas de un ataque preparado por los ingleses, reforzando el apostadero de Manila. El tornaviaje lo hizo a través de los mares de China, estrecho de Son y cabo de Buena Esperanza, lo que acreditó sus excelentes condiciones de marino, cualidades recompensadas con su ascenso a teniente general (5 de octubre de 1802).
Declarada nuevamente la guerra a Inglaterra de resultas del apresamiento de una fragata española que portaba caudales desde América, Álava fue nombrado en febrero de 1805, segundo jefe de la Escuadra de Gravina con su insignia en el Santa Ana, de ciento doce cañones, cuyo comandante era el capitán de navío Gardoqui. Mandaba Álava la vanguardia de la flota combinada, pero al cambiarse el orden, al virar se convirtió en retaguardia, quedando por su popa la escuadra de Observación al mando de Gravina. En aquel desafortunado combate una de las dos columnas inglesas que rompieron la línea española, la encabezada por el Royal Sovereign, insignia del almirante Collingwood, lo hizo entre el Santa Ana y el navío francés Fogueux, que mantuvieron durante más de seis horas combate contra el Royal Sovereign y cuatro barcos más que habían venido en su socorro. Álava recibió tres heridas graves y herido resultó también Gardoqui; por lo que desarbolado el buque sin timón y con más de cien muertos y el doble de heridos graves tuvo que rendirse. El temporal que siguió al combate fue aprovechado por los escasos españoles que a bordo quedaban útiles para sublevarse contra la dotación de presa inglesa y ayudados por una fragata francesa rescataron el navío, donde volvieron a izar la bandera española y el Santa Ana pudo llegar a Cádiz remolcado por la citada fragata francesa el 23 de octubre, acribillado y maltrecho, aunque también el Royal Sovereign había quedado tan destrozado en el combate como el propio navío español.
El almirante Collingwood sostuvo que Álava era su prisionero por haberse rendido, pero el marino español adujo que cuando el oficial comandante por sucesión de mando rindió el buque, él estaba sin conocimiento y que, por tanto, no se había rendido, y que su sable y demás símbolos de servicio seguían estando en su poder. Collingwood continuó manteniendo una cortés correspondencia con Álava, demostrando con ello que quedaron satisfechos sus escrúpulos. Como recompensa a su actuación en tan infausto combate se le concedió la Gran Cruz de Carlos I.
Restablecido de sus lesiones y ante la desaparición de Gravina, cuyas heridas resultaron mortales, Álava recibió el mando de los restos de la deshecha escuadra, de la que hizo entrega al almirante Apodaca en febrero de 1807, por haber sido destinado en Madrid al Consejo del Almirantazgo. Pero antes arboló su insignia en el Príncipe de Asturias y consiguió alistar, venciendo toda clase de dificultades, ocho navíos y varias fragatas, así como otros buques menores que en un momento dado pudieran hacer frente a nuevas contingencias. El levantamiento español de 1808 le sorprendió en aquel destino y tras no pocas dificultades logró llegar a Cádiz, donde nuevamente se hizo cargo del mando de la escuadra y defensa de la isla gaditana, tarea que asumió con entusiasmo y eficacia.
Un nuevo paréntesis de dos años lo sitúa en Cuba en 1810 como comandante general de La Habana y durante aquel difícil cometido buscó recursos, reformó buques y dejó una buena memoria de su gestión.
Vuelto a España se le nombró en propiedad capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz (1812), pero en 1814 se reintegró nuevamente al Consejo del Almirantazgo que presidía ya el infante don Antonio María Pascual, al que Fernando VII irónicamente llamaba “mi tío el almirante” y en febrero de 1817 fue promovido a la presidencia de dicho organismo.
Muchas habían sido las fatigas y esfuerzos desplegados a lo largo de su agitada vida, con una hoja de servicios enriquecida, por lo que, quebrantada su salud, falleció en Chiclana el 26 de mayo de 1817, donde se había residenciado en la búsqueda de la calma de sus viñas y salinas.
El capitán general Álava no sólo fue un marino formado en la dura escuela del combate, sino que también mostró su preocupación por el desarrollo y buena gestión de la Armada, por lo que en 1802 publicó el Reglamento adicional a la Ordenanza de Marina para los navíos de las islas de Filipinas que con efectos de su comercio viajan a Nueva España, regulando con él la salida de la vulgarmente llamada Nao de Acapulco, sus carenas y recorridas, nombramiento de comandante, oficiales, dotación de marinería y tropa, arqueo, locales para el cargamento, víveres y aguada.
Este importante texto legal fue publicado en Manila, durante su último destino en las Filipinas, previo a su ascenso a teniente general.
En 1815 fue nombrado consiliario y académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
La Marina española, en reconocimiento de los meritorios hechos y virtudes del capitán general Álava, dispuso su enterramiento en el Panteón de Marinos Ilustres, acto que se realizó el 1 de mayo de 1870 con las formalidades de rigor.
Obras de ~: Reglamento adicional a la Ordenanza de Marina para los navíos de las islas de Filipinas que con efectos de su comercio viajan a Nueva España, Manila, 1802.
Fuentes y bibl.: Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán (Viso del Marqués, Ciudad Real), Exp. personal.
J. Cervera y Jácome, El Panteón de marinos ilustres: historia y biografías, Madrid, Ministerio de Marina, 1926; J. Otero de Navascués, Marqués de Hermosilla, Semblanza de Don Ignacio María de Álava y Sáez de Navarrete, Teniente General de la Armada, Victoria, Diputación Foral y Provincial de Álava, 1950; J. M. Martínez Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, Barcelona, Garriga, 1987-1989, 9 vols. (reimpr. de la 2.ª ed. 1968); A. Laborda, Viaje alrededor del globo realizado por la escuadra al mando de Don Ignacio María de Álava: con anotaciones sobre las operaciones de dicha escuadra en los mares de Filipinas 1795-1803, Madrid, La Hoja del Monte, 2005.
José Ramón Cervera Pery