Aguirre Uztáriz, Juan Francisco. Donamaría, (Navarra), 18.VIII.1758 – Cabarga (Cantabria), II.1811. Marino, explorador, escritor.
Era hijo de Joaquín Ventura de Aguirre y de María Josefa de Uztáriz y Gastelú. Siguió la carrera naval en la Academia de Nobles Caballeros de Guardias Marinas, donde ingresó en 1772, y realizó diversas campañas, distinguiéndose como científico. En 1781 era teniente de navío cuando recibió el nombramiento de comisario de demarcaciones para dirigir una de las comisiones delimitadoras de las fronteras entre las posesiones americanas de España y Portugal.
Ese mismo año el rey le había concedido merced de hábito en la Orden de Alcántara. Ascendido a capitán de navío, en la Metrópoli ocupó varios cargos que le llevaron a Pasajes, Cádiz y Oviedo, entre otros puntos. Fue comandante de las Reales Fábricas de Artillería y Municiones de Liérganes y La Cavada.
Al producirse la invasión napoleónica, disconforme con el nuevo Gobierno peninsular, el 4 de febrero de 1809, solicitó al gobernador de Santander, Francisco Amorós y Ondeano, el relevo de su puesto y se retiró a Asturias. Fue comisario de demarcaciones de Paraguay hasta enero de 1798, fecha en que regresó a España. En el cumplimiento de estas funciones permaneció durante varios años, tiempo que le permitió redactar un Diario de viaje, obra muy interesante por la exactitud de sus observaciones. Comprende cerca de dos mil quinientas páginas en las que se deja ver su postura de acendrado español y ferviente católico.
El cronista señala en su obra el hecho singular de la economía bonaerense, su carácter, en cierta forma, parasitario. Considera que sacrifican muchas posibilidades productivas del virreinato, en especial las que no interesan al giro comercial con el exterior. Para pagar el monto de las importaciones que entran por el puerto, fuera de la producción de cueros y sebo, se recurre al metálico de Perú y Chile que, en sus mayores montos, no va a España sino al extranjero. Las mulas, que interesan al Perú, además del cuero, sebo, lana y trigo que salían por Buenos Aires, no eran suficientes para crear una economía próspera y competitiva.
Por otro lado, el comercio libre no benefició el desarrollo económico del territorio, pues los esfuerzos que habrían de dirigirse a la producción se desviaron hacia el comercio intermediario, que a su vez contribuyó a asentar en Buenos Aires una estructura social en la que la riqueza personal se convirtió en título de jerarquía, abriendo paso al predominio de una oligarquía de base económica incapaz de percibir ninguna realidad virreinal que no estuviese supeditada a sus intereses. Buenos Aires, de una simple población rural había pasado repentinamente a ser una opulenta ciudad comercial. El proceso de cambio se sucedió sin empuje previo, sin decantación, sin incubación, realizado en gran parte por una inmigración llegada también de repente para hacer fortuna.
Aguirre efectuó, además, importantes estudios hidrográficos en el Riachuelo de Buenos Aires. Dictaminó y aprobó el plan de Eustaquio Gianini sobre la conveniencia de abrir el canal viejo; reconoció el puerto de la Ensenada de Barragán y la costa uruguaya desde Colonia del Sacramento hasta Montevideo.
Murió soltero, en su España natal, hacia la que profesaba un arraigado nacionalismo.
Obras de ~: “Diario de Viaje”, en Anales de la Biblioteca, 1.ª ed., Buenos Aires, 1798; ibid., Revista de la Biblioteca Nacional, ts. XVII-XX, Buenos Aires, 1947-1949.
Bibl.: H. R. Ratto, Hombres de mar en la historia argentina, Buenos Aires, Peuser, 1934, pág. 72; E. Udaondo, Diccionario biográfico colonial argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, págs. 38-39; V. O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (1750-1930), t. I, Buenos Aires, Elche, 1968, pág. 48; E. Peña, “Etnografía del Chaco: Manuscrito del capitán de fragata don Juan Francisco de Aguirre (1793)”, en Boletín del Instituto geográfico argentino, t. XIX, Buenos Aires, 1898, págs. 464-510.
Sandra Fabiana Olivero