Jabat Aztal, Juan Gabriel. Ochagavía (Navarra), 8.II.1768 – La Habana (Cuba), 1825. Marino, diplomático y ministro.
De linaje originario de Navarra, con casa solar en Garayoa, partido de Aoiz. Hijo de José Jabat y Salbo y María Josefa de Aztal. Ingresó en la Armada en Cádiz como guardia marina en 1783 y surcó el Mediterráneo y el Atlántico. En América, sirvió en el virreinato de Nueva España. En 1798, al mando del bergantín Saeta, repelió la agresión de un corsario inglés, cuando llevaba en el barco al gobernador de Veracruz, lo que le valió el ascenso a capitán de fragata. Tuvo diferencias con el virrey Iturrigaray y volvió en 1803 a España, donde mandó un batallón de Marina en Cádiz. Como capitán de fragata se retiró y pasó a La Habana en 1707, pero al año siguiente se reincorporó al servicio activo.
Durante la Guerra de la Independencia, tomó parte en la captura de la flota francesa de Rossilly. La Junta Suprema lo mandó a México, juntamente con Francisco de Jáuregui, cuñado del virrey, para fomentar el apoyo del virreinato a la causa patriótica y reclamar su sumisión al Gobierno de Cádiz. Por dudarse de la lealtad del virrey Iturrigaray, Jabat llevaba instrucciones secretas de destituirlo. Efectivamente, si bien el virrey se había comprometido en principio en dar su reconocimiento y apoyo a la Junta Suprema, lo había ido demorando.
Jabat arribó durante su navegación a Puerto Rico y Cuba, donde asimismo impulsó la adhesión a la causa anti-napoleónica. Llegó a México el 29 de agosto de 1808 y el 31 el virrey convocó una reunión para debatir el asunto del reconocimiento de la Junta, lo que en efecto se consiguió, contra el parecer del propio virrey y de los criollos; sin embargo, al llegar noticias de España que daban cuenta de la proclamación de la Junta de Asturias, el virrey halló razones para posponer la decisión final, despidió a Jabat y convocó una asamblea. Jabat entonces proyectó proceder a la destitución del virrey, lo que llevó a efecto una conspiración que lo depuso y proclamó virrey interino a Pedro Garibay. Se reconoció con ello formalmente a la Junta Suprema, por lo que Jabat pudo regresar a España, donde dio cuenta a la Junta de los movimientos secesionistas que había conocido en América.
Ascendido a capitán de navío de la Real Armada, fue seguidamente (12 de febrero de 1809) nombrado por la Junta de Cádiz enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Turquía, para reemplazar a José Martínez de Hervás, marqués de Almenara, que había reconocido a José I, cuya representación diplomática en Constantinopla había pasado a ser desempeñada por Constantino Deval. Al frente de la representación patriótica, fiel a Fernando VII, quedó el secretario José Rodrigo Carratalá.
Jabat navegó, pues, a Turquía, acompañado del teniente de navío Dionisio Capaz y del también marino Francisco Tacón como secretario de legación.
Jabat llevó, además, consigo a su sobrino Ignacio, a título meramente personal y sin cometido alguno, si bien probablemente, como se vio, con el propósito de otorgárselo en su momento. Hicieron el viaje en la fragata Soledad, que el Gobierno de Cádiz les deparó, en previsión de que, si no era recibido por Mahmud II, pudiese Jabat volver a España en el mismo buque de guerra, sin desdoro. El gran visir, efectivamente, se negó a darle audiencia y a aceptar sus cartas y su carácter diplomático, aduciendo que el Imperio Otomano no había reconocido al Gobierno de Cádiz.
Jabat tomó entonces sus decisiones: dispuso el retorno a España tanto de José Rodrigo como de Francisco Tacón. Los dos volvieron a Cádiz en la fragata mencionada. En consecuencia, desembarazado de otros colaboradores, Jabat nombró seguidamente secretario de la legación a su sobrino Ignacio Jabat, alegando ser la única persona que allí tenía de su confianza, como comunicó al Gobierno de Cádiz.
Éste, a la vista de tales anómalas y adversas circunstancias, dio en 1810 instrucciones a Jabat de que permaneciese en Constantinopla como simple particular, en tanto no le fuese posible obtener de aquellas autoridades “ser reconocido como Ministro de nuestro legítimo y desgraciado Rey Fernando VII”, y que actuase en consonancia con el ministro inglés en la Corte del Sultán. El resultado fue que la presencia de Jabat en Constantinopla, apoyado por los representantes diplomáticos de Austria y de Inglaterra, consiguió al manos que la Puerta tampoco reconociese al ministro de José I, Constantino Deval, de suerte que ambos quedaron con carácter meramente oficioso.
Se planteó así en Constantinopla, como en otros lugares, una representación enfrentada de la España afrancesada y de la patriota, toda vez que, mientras duró en España la contienda, el Sultán no reconoció ni a José I ni a Fernando VII. De todos modos, el giro dado a la guerra en Europa central tras el Tratado de Schönbrunn, que reconciliaba a Francia con Austria, empeoró la posición de Jabat, que alegó haber quedado solo en la palestra, combatido por los representantes de Francia, Austria y Dinamarca, que trataban de malquistarlo con la Puerta. Francia llegó a exigir de ésta la retirada de Jabat, aunque sin conseguirlo.
De hecho, en 1811 pudo Jabat comunicar con gozo al Gobierno de Cádiz que el Imperio Turco rehusaba reconocer a José I como rey de España.
El 28 de agosto de 1812 dio cuenta Jabat de haber procedido al cumplimiento de la orden recibida de prestar juramento a la recién promulgada Constitución, si bien manifestó no haber ofrecido convite alguno por tal motivo, a causa de “la extensión que tomó la peste en el país”. A medida que la situación de la España patriótica mejoraba y la causa afrancesada iba siendo derrotada, se aproximaba el momento de ver reconocida la misión de Jabat por el Gobierno turco, que alegaba el hecho de estar el suelo español ocupado por tropas francesas. Ya en 1813 entendió Jabat poder exigir de la Puerta su pleno reconocimiento, apoyado en ello por el embajador de Inglaterra.
En 1814 pudo celebrar con propias luminarias, con los demás representantes diplomáticos en Constantinopla, la consecución de la paz general.
Permaneció, pues, Jabat en Turquía como ministro de España desde 1809 representando a la Regencia de Cádiz y después, concluida la Guerra de la Independencia, en nombre de Fernando VII hasta 1820. Le correspondió informar sobre los avatares de la primera época del largo y complejo reinado de Mahmud II, del reconocimiento turco del protectorado británico sobre las islas jónicas o de los establecimientos consulares españoles en las islas del Egeo, dependientes de la legación en Constantinopla, así como del comercio y navegación en el mar Negro y de las recurrentes y endémicas noticias de la peste en la región. Jabat aspiró a ver reconocida en España la labor que realizaba en Turquía; en 1815 se atestiguaron su desinterés y celo en el servicio y se le propuso para el premio que le correspondiera en su carrera militar, pero de tal recomendación la Secretaría de Marina hizo caso omiso, y el 10 de junio de 1817 se quejaba Jabat de la “indiferencia con que se ha mirado tan particular recomendación” y el “poco aprecio con que se consideran en la referida Secretaría mis servicios en este destino”. Pese a ello pudo gloriarse de haber obtenido el galardón de la Cruz supernumeraria de Carlos III el 12 de octubre de 1816.
Regresó al fin Jabat a España en agosto de 1819 desde Constantinopla, encargándose allí de los negocios Andrés Villalba. Sucedió en 1821 Francisco Zea Bermúdez como ministro en Turquía.
Ya en España, se tuvo a Jabat por implicado en la intentona de El Escorial en 1820. Contando con el apoyo de Argüelles, en ese año fue secretario de Marina (6 de abril de 1820) e interino de Estado (18 de marzo de 1820) y de Guerra (del 18 de agosto al 8 de octubre de 1820). También, a finales de año, el 26 de diciembre, ascendió a jefe de escuadra.
Seguramente en base a su anterior experiencia, se pensó en él para enviarlo como comisionado a México, pero las circunstancias lo desaconsejaron.
El 16 de marzo de 1822, fue en cambio nombrado ministro plenipotenciario en Londres, pero los subsiguientes avatares del restablecimiento del régimen absoluto determinaron que en 1824 perdiese todos sus cargos y empleos, incluso el de jefe de escuadra; se le dio la baja en la Armada en 1825. Se retiró a Cuba, donde murió.
Había sido consejero de Estado honorario y caballero Gran Cruz de las Órdenes de Carlos III y de Isabel la Católica. Había casado con María Guadalupe Hernández de Alba, natural de La Habana. En su familia no se extinguió la vocación de la diplomacia. Su hijo Rafael, nacido en Constantinopla, fue agregado a la embajada en Inglaterra (1834-1836) y ministro en los Países Bajos (1854-1864) y en Turquía (1864-1865). Su sobrino Ignacio, que le acompañó como secretario durante su legación en Constantinopla desde 1809, luego fue encargado de negocios en Dinamarca (1821-1822) y en Inglaterra (1834-1835 y 1835-1836).
Bibl.: A. Alcalá-Galiano, Memorias, Madrid, Imprenta de Enrique Rubiños, 1886; J. García de León Pizarro, Memorias, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1894-1897 (reed. 1942, 1953 y 1998); F. Antón del Olmet, marqués de Dosfuentes, Proceso de los orígenes de la decadencia española. El Cuerpo diplomático español en la Guerra de la Independencia, vol. III, Madrid, Imprenta Artística Española, ¿1911?; A. y A. García Carraffa, Diccionario heráldico y genealógico de apellidos y americanos, vol. XLVII, Madrid, Imprenta Antonio Marzo, 1920-1963, págs. 8-9; Marqués de Villaurrutia, El rey José Napoléon; la misión del Barón de Agra; algunos cuadros del Museo del Prado; el Papa de Velázquez, Madrid, Francisco Beltrán, 1927; A. Gil Novales, Diccionario biográfico del Trienio liberal, Madrid, El Museo Universal, 1991; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998, págs. 598-901.
Miguel-Ángel Ochoa Brun