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José Javier de Ezquerra y Guirior

Biografía

Ezquerra y Guirior, José Javier de. Tudela (Navarra), 1756 – Estrecho de Gibraltar, 12.VII.1801. Marino y capitán de navío de la Armada española.

Nació en el seno de una familia noble navarra originaria de Tudela. Su padre, Joaquín de Ezquerra y Larrea, natural de Tudela, fue regidor de ella y su abuelo, alcalde de la misma; su madre, Paula Ignacia Guirior y Otazu, era natural de Aoiz y su padre fue diputado del reino de Navarra y señor de Villanueva de Longuida.

Realizó los estudios habituales de los jóvenes nobles de la época, decidido a realizar la carrera de las armas, eligió la profesión marinera, pues tenía antecedentes en la familia, ya que su tío Fermín era teniente de fragata en esa época; solicitó y obtuvo cartaorden de guardiamarina, y sentó plaza de tal en el Departamento de Cádiz (1 de octubre de 1769).

Ascendió a alférez de fragata el 17 de enero de 1771, y embarcó en el navío Atlante, donde hizo el corso en el Océano sobre la costa de España y Portugal. Pasó al navío Princesa, en donde realizó un viaje redondo a las islas Canarias con tropas de transporte. A continuación, embarcó en la fragata Lucía, para vigilar el Océano y Mediterráneo. Después se trasladó a la fragata Santa Catalina, con la que navegó a la América septentrional, quedando asignado al apostadero de Cartagena de Indias. Allí obtuvo el mando de la balandra Ventura, que desempeñó desde el 1 de noviembre de 1771 al 23 de mayo de 1775, haciendo la misión de guardacostas.

Durante la realización de esta misión naufragó en la barra del puerto de Maracaibo, sobre cuyo hecho e incidentes subsiguientes fue absuelto en el consejo de guerra que se le formó. Siguió navegando por aquellos mares sobre las fragatas Industria y Rosario, y en esta última regresó a Cádiz, donde por su desarme quedó desembarcado (27 de agosto de 1776), ascendido a alférez de navío el 17 de marzo anterior. Hizo el servicio de batallones y arsenales, y obtuvo su promoción a teniente de fragata (19 de julio de 1777).

En su nuevo empleo embarcó en la fragata Santa Catalina, mandada por José Varela y Ulloa, con la que salió para el Río de la Plata para comunicar que se había alcanzado la paz con los portugueses. De Montevideo pasó a las islas del golfo de Guinea, y tomó posesión de las de Annobon y Fernando Poo, cedidas a la Corona española por la portuguesa; siguió la campaña en aquellos mares y realizó trabajos hidrográficos de gran valor; regresó a Cádiz y fue desembarcado el 15 de abril de 1779. Ascendió a teniente de navío el 14 de mayo de dicho año, volvió a embarcar, esta vez, en el navío Rayo, donde tenía izada su insignia el teniente general Miguel Gastón, y perteneciente a la escuadra combinada de Francia y España, al mando de los generales Luis de Córdoba y conde de Orbilliers, mediante la cual hizo la primera campaña en el Canal de la Mancha, obligó a que se refugiasen en sus puertos las escuadras inglesas, apresando al navío Ardiente, de setenta y cuatro cañones, y otros buques. Volvió a las costas de España y asistió al bloqueo de Gibraltar hasta el 10 de noviembre de 1781. En dicha fecha tomó Ezquerra el mando de la fragata Santa Bibiana, con la que salió de Cádiz para La Habana y Veracruz con pertrechos navales y azogues. De Veracruz fue a La Habana en la división del brigadier Félix de Tejada, y regresó a Cádiz formando parte de la escuadra del teniente general José Solano, marqués del Socorro.

Al hacerse la paz quedó desembarcado, y fue asignado al servicio de arsenales, donde obtuvo su ascenso a capitán de fragata (15 de noviembre de 1784).

Como segundo de la fragata Santa Escolástica, sirvió en la escuadra de evoluciones del jefe de escuadra Juan de Lángara, desde el 9 de febrero de 1787 hasta el 5 de diciembre del mismo año, que pasó a desarme en Ferrol. En el mismo mes obtuvo el mando de la fragata Santa Teresa, con la que realizó vigilancia en las costas del referido Departamento, y el 24 de marzo de 1788 pasó a mandar la Santa Leocadia, con la que hizo viaje de Ferrol a la isla de Trinidad de Barlovento y Cartagena de Indias, y retornado a Europa se trasladó a Ferrol para desarme el 5 de julio de 1789. Obtuvo nuevamente mando, el de la fragata Santa Elena (12 de julio de 1791), con la que hizo dos navegaciones de vigilancia sobre los cabos San Vicente y Roca. Ascendió a capitán de navío (17 de enero de 1792), y asistió al rompimiento de la guerra contra la República francesa (guerra de la Convención) en el año siguiente, pasó a mandar el navío San Fermín, de la escuadra de Juan de Lángara, con la que salió de Cádiz para el Mediterráneo, y en combinación con la escuadra inglesa del almirante Hood, tomaron posesión del puerto, arsenal y fortalezas de Tolón; prestó distintos y distinguidos servicios en su defensa, y cuando tuvo lugar la evacuación, se dirigió con la escuadra al fondeadero de Hyeres y después a Mahón y Cartagena. Pasó a mandar el navío San Joaquín de la misma escuadra, con la que se trasladó a Italia y condujo a Cartagena al príncipe de Parma; del mando del San Joaquín pasó a hacerlo del San Ildefonso, con el que hizo un viaje a Inglaterra conduciendo caudales y desempeñando otras comisiones hasta la paz de Basilea; pasó a desarmar en Ferrol, y mereció la aprobación de S. M. y de los generales de sus escuadras su actuación de Ezquerra en las misiones que se le encomendaron.

Rotas de nuevo las hostilidades con la Gran Bretaña, obtuvo Ezquerra en diciembre de 1797 el mando del navío San Fernando, de la insignia y escuadra del jefe de escuadra Pedro de Obregón, de la que a la vez fue designado mayor general, con la que al año siguiente trasladó desde Coruña a Santa Cruz de Tenerife la división de tropas del mariscal de campo marqués de Casa-Cagigal. Ejecutó la comisión con toda exactitud, esquivando las vigilancias de las escuadras inglesas y regresó a Ferrol, donde, en virtud de la Real Orden de 20 de agosto de 1799, desembarcó del citado navío por haber sido nombrado subinspector de pertrechos de aquel arsenal (segundo).

El 4 de enero de 1800 se le confirió el mando del navío de tres puentes Real Carlos, de la insignia y escuadra del teniente general Juan Joaquín Moreno, con la que concurrió a la gloriosa defensa de Ferrol contra los ingleses en agosto del mismo año; con la misma escuadra salió para Cádiz (20 de abril de 1801), y el 9 de julio siguiente se trasladó al fondeadero de Algeciras para proteger y escoltar hasta Cádiz a la división francesa del contraalmirante Linois. La escuadra combinada hispano-francesa largó velas a las doce del mediodía del día 12 de julio de 1801; el general Moreno había cambiado su insignia a la fragata Sabina, por orden expresa del capitán general del Departamento General José de Mazarredo. El viento flojo y contrario a la derrota prevista retrasaron la marcha y también el empeño de los franceses en conducir a Cádiz el navío inglés capturado (Annibal); pero al fin éste y la fragata Indiana que lo remolcaba, tuvieron que volver a Algeciras.

La escuadra si este estorbo, anocheció algo más avante de Punta Carnero, y puso rumbo en demanda del Océano con viento cerrado en popa y navegando en el siguiente orden de marcha: 1. Desaix, 2. Indoptable, 3. Formidable, 4. Sabina, 5. Libre, 6. San Fernando, 7. San Antonio, 8. Real Carlos, 9. San Hermenegildo, 10. Argonauta, 11. San Agustín, 12. Vartrour.

El almirante inglés de Gibraltar (Saumarez) había dado vela poco después que la combinada de Algeciras; componían su escuadra cinco navíos, varias fragatas y buques menores; al anochecer siguió la retaguardia de la combinada a una o dos leguas de distancia; en esta situación, y con la oscuridad que proporcionaba la noche, que no era de luna, el almirante Saumarez ordenó al Soberbio, navío sumamente velero, que atacase la retaguardia de la formación hispanofrancesa; así lo realizó y, apagando sus luces para no ser visto, se situó entre los dos navíos detrás puentes españoles poco después de las diez de la noche y en esta situación descargó las baterías de los dos costados, dando una fuerte orzada para atravesarse y no sufrir la contestación; en el instante se observó fuego en el Real Carlos, que cubría el centro de la retaguardia, ignorándose hoy día si el fuego provino por haber disparado el buque inglés materiales inflamables, o por haberse incendiado algún repuesto del mismo navío; el Real Carlos descargó sus cañones de las baterías de estribor para contestar a su enemigo, pero como se había quedado atrás, apenas si le alcanzaron, pero sí dañaron al San Hermenegildo. El comandante de este buque, Manuel Emparan, contestó a los disparos del que tuvo por enemigo, entablando combate con él. Emparan metió a babor para decidir la acción al abordaje y Ezquerra, a su vez, a estribor con la misma intención; al poco tiempo se abordaron ambos bajeles, descubriendo entonces la fatal equivocación. El fuego del Real Carlos, que no había podido sofocarse, se trasladó al San Hermenegildo y el buque de Ezquerra voló al alcanzar el fuego la santabárbara, provocando graves daños al otro navío, en el que perecieron más de dos mil hombres que los tripulaban. Así murieron ambos comandantes, merecedores de mejor suerte y de un final más glorioso.

El general Moreno y el almirante francés observaron desde la Sabina aquella catástrofe, sin saber quiénes eran los amigos o los enemigos, y sólo la claridad del día puso de manifiesto el rigor de tanta desdicha.

Del Real Carlos se salvaron en su falúa unos cuarenta hombres, con un guardiamarina; llegaron a Cádiz el día 13, medio desnudos y cansados del hambre, sed y fatigas consiguientes a la situación en que se habían encontrado. También se salvaron otros seis o siete marineros en el chinchorro del propio navío, los cuales recogieron del agua al segundo comandante del San Hermenegildo, capitán de fragata Francisco Vizcarrondo, y el patrón de la falúa del Real Carlos, que asido a un palo fue a parar a las playas de Tánger.

Como se puede ver por la narración sacada de las declaraciones de los que se salvaron, sólo el destino y la adversa suerte fueron la causa de aquel tremendo desastre. Una placa colocada en el Panteón de Marinos ilustres de San Fernando (Cádiz) evoca la memoria de este hecho a todos los marinos y a todos los españoles.

 

Fuentes y bibl.: Archivo-Museo Don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/382, exp. personal, 1802.

F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, ts. I y II, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 101-104 y 553-572; D. de la Valgoma y el Barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, t. I, asiento 1562, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, pág. 276.

 

José María Madueño Galán