Yáñiz, Martín Gregorio. Uterga (Navarra), 1772 – Buenos Aires (Argentina), 25.VI.1836. Regidor, alcalde del Cabildo, síndico del Consulado de Buenos Aires y benefactor.
Fue hijo de Miguel Antonio Yáñiz y de Catalina de Solá. Su apellido paterno sacó ejecutoria de nobleza desde 1780, según el fuero navarro.
Casó en Buenos Aires, el 6 de junio de 1802, con la porteña Agueda Ramona de Zemboraín, hija del navarro Félix Martín de Zemboraín y Rubalcova Urroz y Monreal de Arellano y de Manuela Sánchez de Cueto y Marchito.
A fines del siglo XVIII llegó a Buenos Aires para ejercer el comercio, donde logró alcanzar fortuna y prestigio social. Poseedor de una esmerada educación, dedicó sus actividades mercantiles a la importación y exportación de mercaderías entre Cádiz y el Río de la Plata. Fue propietario de un bergantín llamado San Miguel, dos almacenes en la capital porteña (una en la parte norte de la calle del Correo –hoy Florida– y otro al extremo sur de la calle del Temor –en la actualidad, calle Chacabuco-). En Montevideo mantuvo una sucursal a cargo de un representante, Lorenzo Ulibarri. Posteriormente, Yáñiz adquirió la Barraca de Peña, que se encontraba en la zona del Riachuelo, en los suburbios de la ciudad bonaerense.
En la “Distribución de la Alcabala de Reventas del menudeo de Tiendas y Almacenes de mercadurías” de 1798, se lo censó en la calle del Temor del Sur al Norte, debiendo abonar al año siguiente, 400 pesos.
Fue regidor sexto del Cabildo en 1806 y defensor de pobres. En tiempos de las invasiones inglesas, asistió al Cabildo abierto del 14 de agosto en Buenos Aires que nombró a Santiago de Liniers como comandante militar de la plaza.
En octubre de ese año, dadas las urgencias económicas por los ataques británicos, entregó en préstamo al Cabildo 20.000 pesos sin interés. La devolución tuvo lugar en diciembre de 1808.
Fue elegido ministro de la venerable Orden Tercera de San Francisco en 1808, si bien participaba en esta hermandad desde varios años atrás. Se ha dicho que fue un hombre de hondas convicciones religiosas existiendo una tradición de familia que indica que fue benefactor de los pobres. Todos los sábados, al entregar a su esposa una suma para el sustento de su casa, Yáñiz donaba una cantidad igual para repartir entre los menesterosos que acudían a su domicilio. Una nieta conservó esta costumbre hasta el fin de sus días.
En 1809 fue nombrado síndico del Consulado. Tuvo intervención en el juicio de la Representación de los hacendados, iniciado por Juan Dillon y John Twaites, cuando solicitaron permiso para desembarcar mercarías depositadas a bordo de la fragata inglesa Speedwell. El Consulado pasó el expediente al dictamen del síndico Yáñiz, quien hizo la defensa de la industria nativa. En su escrito del 4 de septiembre de ese año expresó que la apertura de los puertos a los ingleses traería “la total ruina de nuestras fábricas y agricultura”. Si bien reconoció la superioridad de la producción inglesa sobre la local en cuanto a su calidad y baratura, apuntó al afán de los extranjeros por colocar sus mercaderías en la plaza. El escrito en cuestión fue considerado; en él Yáñiz señaló que si había apertura desaparecería el numerario metálico de las Provincias Unidas.
En 1810, resultó electo alcalde de segundo voto. También participó en el histórico Cabildo abierto el 22 de mayo que, con la autorización del virrey Cisneros, convocó el cuerpo del que formaba parte. No votó, pero rubricó junto con sus pares el acta respectiva que definía la elección efectuada en el Cabildo. Se conoce que sus ideas sostuvieron al virrey Cisneros.
Fue preso cuando la Junta revolucionaria impulsada por Mariano Moreno descubrió que los capitulares habían reconocido secretamente al Consejo de Regencia de Cádiz, en la noche del 16 de octubre de 1810. Junto con algunos pobladores que mantenían sus mismas ideas, fue llevado por una escolta de húsares a la localidad de la Villa de Luján.
El 21 de junio de 1825 otorgó testamento ante el escribano Marcos Leonardo Agrelo. Murió en Buenos Aires en su casa de la calle Victoria n.° 112, casi esquina Perú, a los 64 años, en 1836. Fue sepultado en el enterratorio general del templo de San Ignacio de Buenos Aires. Su descendencia se perpetúa en Argentina.
Fuentes y bibl.: Archivo General de la Nación (Buenos Aires), Cabildo de Buenos Aires, División Colonia. Índice de Nombres: 1589-1821; Archivo de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, San Roque de Montpellider (Buenos Aires), Libro de Hermanos y Hermanas profesos.
E. Udaondo, Crónica de la Venerable Orden Tercera de San Francisco en la República Argentina, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1920, pág. 74; Documentos para la Historia Argentina. Padrones de la Ciudad y Campaña de Buenos Aires (1726-1810), t. X, Buenos Aires, Peuser, 1920-1955, págs. 113 y 134; Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires, 1805 a 1807, t. II, serie IV, Buenos Aires, G. Kraft Ltda. Impresores, 1926, págs. 201, 206, 208 y 266; Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945, pág. 965; Archivo General de la Nación, Consulado de Buenos Aires. Actas-Documentos, t. III, Buenos Aires, Guillermo Kraft Ltda, 1947, págs. 94 y 462; C. Ibarguren, “Martín Gregorio Yáñiz”, en Revista Genealogía (Buenos Aires), 13 (1961), págs. 377-378; G. O. Tjarks, El Consulado de Buenos Aires y sus proyecciones en la historia del Río de la Plata, t. II, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires - Facultad de Filosofía y Letras, 1962, pág. 893; V. O. Cutolo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, t. VII, Buenos Aires, Editorial Elche, 1968, págs. 754-755; S. R. Frías y C. A. García Belsunce, De Navarra a Buenos Aires, 1580-1810, Buenos Aires, Instituto Americano de Estudios Vascos, 1996, págs. 232-233; J. M. Beruti, Memorias Curiosas, Buenos Aires, Emecé, 2001 (col. Memoria Argentina); N. Siegrist de Gentile, “Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco en Buenos Aires. Siglos XVII-XX: Letras T-Z”, en Boletín del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, 233, 25 (2004), pág. 46.
Nora Siegrist