Tosca, Tomás Vicente. Valencia, 1651 – 1723. Matemático, físico, astrónomo, cartógrafo.
Tomás Vicente Tosca nació en Valencia en 1651. Era hijo de Calixto Tosca de los Ares, doctor en medicina y catedrático del Estudi General a mediados del siglo xvii. Tosca estudió en la Universidad, graduándose de maestro en Artes y doctor en Teología.
Se consagró sacerdote en 1678 e ingresó en la Congregación de San Felipe Neri, en la que desempeñó importantes cargos. Según Mayáns, la persona que más influyó en la formación científica de Tosca fue Falcó de Belaochaga, quien “con los libros que le ofreció y los instrumentos matemáticos, movió el ánimo de Tosca hacia el cultivo de estas ciencias”.
Tosca asistió a las tertulias valencianas en las que, entre los temas a discutir, se incluían cuestiones filosóficas y científicas, Una de estas tertulias funcionaba en 1687 con el carácter de academia de matemáticas y con la intención, hecha explícita por sus miembros, de sentar las bases de una sociedad científica valenciana, a imagen de las europeas. Sus principales protagonistas eran, además de Tosca, Baltasar de Íñigo y Juan Bautista Corachán, que actuaba de secretario. Con una conciencia clara del retraso científico de su país, estos autores se dedicaron a la tarea de asimilar y difundir en el ambiente valenciano y español los nuevos conocimientos y métodos surgidos de la Revolución Científica. Además, hacia 1697 Tosca instituyó en las estancias de la Congregación una “escuela de matemáticas” a la que acudían jóvenes nobles de la ciudad. Aunque, según Mayáns, la escuela dejó de ser frecuentada en 1705, a causa de la Guerra de Sucesión, algunos testimonios sugieren que la “escuela” continuó hasta, al menos, después de 1707. Desde junio de 1717 hasta 1720, Tosca ocupó el cargo de vicerrector de la Universidad de Valencia (la ciudad, al haber perdido el patronato, no podía nombrar rector) y en 1719 todavía figuraba en otra reunión filosófico-científica, como “adjutor” en las ciencias físico-matemáticas, junto al pavorde Albiñana y su discípulo Serra en calidad de filósofos.
Tosca asistió a la Ciudad en diversas cuestiones de tipo técnico, como la relativa al puerto del Grao (mejora del puerto de madera y derribo del de piedra). Además, Tosca elaboró un plan para hacer un puerto en Cullera y un canal navegable a la Albufera y al río Júcar. Asimismo, se interesó vivamente por la cartografía, el dibujo y la arquitectura, como lo muestra el tratado de estas materias del Compendio mathemático y su realización de diversos trabajos y dictámenes arquitectónicos. Dibujó también un plano de la ciudad, que concluyó en 1704, siendo después modificado y actualizado, probablemente por Bordázar, y grabado por José Fortea hacia 1738. Según Mayáns, entre las numerosas personas que le consultaban figuraban “los artistas en cosas pertenecientes a las Ciencias Matemáticas, con las cuales sus artes resultaban más fáciles y más perfectas”, “artistas” que incluían maestros de obra y escultores.
Tosca dejó un importante volumen de manuscritos, la mayoría de los cuales no se han podido encontrar. Sus obras impresas de carácter científico son el Compendio matemático y el Compendium Philosophicum. El Compendio mathematico lo publicó Antonio Bordázar. Consta de nueve volúmenes y se reeditó varias veces en el siglo XVIII, lo que es un buen indicador de la excelente acogida y difusión de que gozó la obra en todo el ámbito hispánico. El Compendium philosophicum consta de cinco volúmenes y fue reeditado por Gregorio Mayáns, en siete volúmenes, con una detallada biografía de Tosca redactada por el propio Mayáns.
En el empobrecido panorama de la literatura científica española, donde, a lo largo del siglo XVII la cinemática de Galileo y Torricelli, la óptica de Kepler, Descartes y Grimaldi, el atomismo de Gassendi y la filosofía corpuscular y, en general, el nuevo horizonte metodológico y cognoscitivo abierto por la revolución científica habían merecido escasa o limitada atención en las obras impresas, la publicación del Compendio mathemático de Tosca fue, sin duda, un acontecimiento importante. Efectivamente, en esta obra muchos de los más importantes capítulos de la nueva ciencia aparecían expuestos con amplitud y claridad, en lengua romance y desde los modernos supuestos metodológicos de Galileo y los científicos mecanicistas. Y algo parecido cabe decir del Compendium philosophicum, obra que, con su eclecticismo y con las limitaciones que pueden señalarse, significó un serio ensayo de renovación del discurso filosófico mediante la incorporación de las modernas corrientes científicas y filosóficas.
El Compendio mathemático está elaborado tomando como modelo los cursos de carácter enciclopédico publicados en Europa en la segunda mitad del siglo xvii, principalmente por los científicos jesuitas y con fines didácticos. Entre estos cursos, uno de los mejores y más difundidos es el Cursus seu mundus mathematicus de Claude Francois Milliet Dechales, profesor de matemáticas en los colegios de la Compañía de Clermont, Lyon y Chambery, así como de navegación e ingeniería militar en Marsella. En este tipo de obras, por matemáticas se entendía, además de la geometría, la aritmética, el álgebra, la trigonometría, etc., designadas entonces como “matemáticas puras”, una serie de materias calificadas de “matemáticas mixtas”, “físico-matemáticas” o “aplicadas” tales como la astronomía y la geografía, la óptica y la perspectiva, la música, la mecánica (o “ciencia de las máquinas”), la estática (o “ciencia de los graves”), la hidrostática y la hidráulica, la geometría aplicada (agrimensura y topografía), la artillería, la náutica y la cronología y la arquitectura civil y militar. A lo largo del siglo XVII estos cursos experimentaron una notable evolución, acusando de modo considerable la influencia de la Revolución científica e incorporando de manera ecléctica y progresiva los nuevos conocimientos en las materias mencionadas. Esto puede advertirse con claridad en la obra de Milliet Dechales.
Tosca usó ampliamente varios de estos cursos y, en especial, el Mundus mathematicus de Milliet Dechales, y puso especial cuidado por incorporar las aportaciones y trabajos de los autores españoles: Sebastián Izquierdo, Juan Caramuel y Lobkowitz, Vicente Mut, José de Zaragoza y Hugo de Omerique especialmente, expresión elocuente del esfuerzo de los novatores valencianos por considerar, en la medida de lo posible, la tradición científica española.
El primer volumen del Compendio se inicia con una breve introducción a las disciplinas matemáticas, donde Tosca explica el objeto, la naturaleza y la división de estas ciencias tal y como se entendían habitualmente en esta época. Así, las ciencias “puramente” matemáticas son: geometría, aritmética, álgebra, trigonometría y logarítmica; y las físico-matemáticas: música, mecánica, estática, hidrostática, arquitectura civil, arquitectura militar, artillería, óptica, geografía, astronomía y cronografía. Entre estas últimas no incluye a la astrología, que Tosca no considera una ciencia, si bien le dedica un tratado del Compendio en el que expone sus puntos de vista y reservas acerca de las doctrinas astrológicas. Todas las materias mencionadas son objeto de estudio en el Compendio, ocupando uno o varios tratados. Después de esta introducción, se ocupa, brevemente, del “origen, progreso y utilidad de las matemáticas”.
En lo que se refiere a las matemáticas puras, además de la claridad expositiva y del esfuerzo de Tosca por hacer una presentación más didáctica de lo habitual de las materias clásicas, hay que destacar la inclusión de temas como la combinatoria que no figura en el Cursus de Milliet Dechales, la presencia del estudio geométrico de las cónicas (el Compendio mathemático es la primera obra en lengua castellana que trata esta materia), la atención concedida al Analysis geometrica de Hugo de Omerique, de la que Tosca ofrece un extracto, y el carácter moderno de la notación utilizada por Tosca en el álgebra, mucho más moderna que la de Milliet Dechales, así como el amplio uso en esta materia de los tratados de Michel Rolle y Jean Prestet, sobre todo en la resolución de ecuaciones y sistemas de ecuaciones. Sobre los trabajos de cálculo infinitesimal anteriores a Newton y Leibniz, Tosca sólo ofrece noticias aisladas.
La nueva ciencia del movimiento inaugurada por Galileo había sido objeto de muy escasa atención en la literatura científica española del siglo XVII. Por ello, una de las principales contribuciones del Compendio de Tosca a esta literatura es la presentación amplia y detallada de esta nueva ciencia de acuerdo con los ideales explicativos que la presidían: las matemáticas como lenguaje y la observación y la experimentación como criterios metodológicos. Así, el tratado X está dedicado a la “estática”, una “ciencia Physico-Matemática que averigua la proporción de los movimientos y el peso de los cuerpos graves”. Tosca describe los experimentos de Torricelli y Pascal que ponen de manifiesto la gravedad y peso del aire, así como la caída libre de los graves, el movimiento de éstos por planos inclinados y los “funepéndulos o perpendículos”.
Además, en el tratado de artillería se ocupa del movimiento de los proyectiles, completando así el estudio del movimiento local de los graves según la línea marcada por Galileo en los Discursos. Por otra parte, además de la mecánica galileana, Tosca se ocupa en este mismo volumen de las cuestiones relacionadas con el equilibrio y el movimiento de los fluidos y los ingenios inventados para aprovechar la energía y las propiedades de éstos, así como de la descripción de los instrumentos de medida, como el barómetro y el termómetro. Examina con especial atención la “hidrometría e hidrografía; esto es, el movimiento, conducción y repartición de las aguas”, basándose, además de en Benedetto Castelli, Torricelli, Baliani, Milliet Dechales y otros autores, en la obra de Domenico Guglielmini.
La óptica fue otra de las materias que experimentó importantes progresos en el siglo XVII, tanto teóricos como instrumentales. Tosca se hace eco en su obra de estos progresos, aunque ignora la obra de Newton. Se ocupa de las teorías sobre la naturaleza de la luz, de su propagación, de las leyes de la óptica geométrica, de algunas cuestiones de fotometría y de la teoría de los colores, siguiendo. También se detiene a estudiar con detalle la gran conquista instrumental en este campo de la revolución científica: el telescopio y el microscopio, siguiendo a diversos autores, como Cavalieri, Zahn, Milliet Dechales o Eustachio Divini, este último uno de los primeros autores que desarrolló una tecnología para la producción de instrumentos ópticos diseñados científicamente.
En el tratado de Astronomía, Tosca comienza explicando “el orden de la creación del mundo”, siguiendo el Génesis, y aquí expone las ideas atomistas o corpuscularistas que desarrollará más ampliamnte en el Compendium Philosophicum. En conjunto, la parte del Compendio de Tosca dedicada a la astronomía (un tratado de astronomía, otro de astronomía práctica acompañado de tablas, además del estudio de los cometas y otros fenómenos en el tratado de meteoros) supera con mucho a todos los textos anteriores editados en España, incluida la Esphera de Zaragoza, constituyendo un buen manual del saber astronómico, a pesar de que ignora la obra de Newton. A través de él, los lectores españoles podían enfrentarse con los principales problemas de la astronomía de observación. Tosca, aunque no deja de mostrarse cauteloso ante la cuestión del movimiento de la Tierra, utiliza preferentemente el sistema copernicano para explicar los movimientos de los planetas y deja claro que no hay ningún argumento decisivo ni a favor ni en contra del movimiento de la tierra. Y aunque no hay ninguna razón por la que los textos de las Sagradas Escrituras que atribuyen el movimiento al Sol y la estabilidad a la tierra deban dejar de ser interpretados en sentido literal, ello no obsta, en su opinión, para que pueda utilizarse el sistema de Copérnico en calidad de hipótesis o suposición. Como hemos señalado, junto a la renovación de las disciplinas físico-matemáticas, Tosca abordó también el problema más arduo y complejo de renovar el discurso filosófico desde la perspectiva de las nuevas corrientes filosófico-científicas, redactando un Compendium philosophicum. Tosca era consciente, sin duda, de las dificultades de la empresa y las considerables resistencias a vencer. Según Mayáns, su idea inicial era redactar la obra en castellano, desistiendo finalmente de ello, sin duda por razones tácticas, es decir, para hacer más respetable la obra entre los profesores universitarios. En este sentido, tanto por el idioma empleado, como por su estructura, el Compendium philosophicum a los cursos tradicionales de filosofía, de orientación aristotélico- escolástica. Pero en cuanto a su contenido, el afán renovador de Tosca se hace evidente al lector atento de la obra. Consta de once tratados de los cuales los dos primeros corresponden a la lógica y a la metafísica general u ontología y el último a la metafísica especial; el resto está íntegramente dedicado a la filosofía natural. En cuanto al eclecticismo de Tosca, conviene señalar que si bien en metafísica todavía éste se basó en gran medida en la tradición aristotélico-escolástica, en la física su orientación fue básicamente mecanicista y acorde con las nuevas orientaciones de la filosofía natural: cartesianismo, atomismo en sus diferentes versiones, etc. La metafísica, por otra parte, y desde el punto de vista de la investigación científica, había perdido para Tosca todo papel constitutivo (acerca de la naturaleza interna de los fenómenos) y demostrativo (en el sentido de ser capaz de proporcionar principios o “axiomas” para deducir directamente conclusiones científicas); mantenía, a lo sumo un papel regulativo, en el sentido de que sus principios podían sugerir ciertas direcciones en la investigación o valorar ciertos resultados, pero no establecer su validez. En su obra, Tosca aborda los distintos temas de física y cosmología: la estructura de la materia, el concepto de lugar, posibilidad y existencia del vacío, el tiempo, el movimiento local y la teoría del choque, la caída de los graves, naturaleza y propagación de la luz y leyes de la óptica geométrica, cosmología y teoría de los elementos, fósiles y minerales, vegetales y animales.
En cada tema o cuestión, el oratoriano, expone las distintas teorías y soluciones dadas por los filósofos y científicos del siglo XVII: Descartes, Galileo, Gassendi, Boyle, Grimaldi, Kircher, etc. Así, al analizar el concepto de materia lo hace según la filosofía corpuscular y presenta una teoría con nociones tomadas tanto de Descartes como de Gassendi y Maignan. Tosca acepta el atomismo de Gassendi, salvo en lo relativo al dinamismo atribuido por el autor francés a los átomos que les confería una facultad o fuerza natural e interna por la cual podían moverse por sí mimos. Pero de acuerdo con Gassendi y contra lo que opinaban autores como Maignan, Tosca no acepta diversidad sustancial entre los átomos. También acepta la existencia de vacío entre los átomos, aunque rechaza que pueda producirse artificialmente el vacío, así como que se dé en la naturaleza, “en acto”, el vacío notable. Tosca desarrolla un amplio estudio del movimiento local. En la Metafísica se ocupa del movimiento en general, en el sentido aristotélico de cambio y sigue el esquema escolástico. Pero para Tosca y de acuerdo con los presupuestos del mecanicismo, el movimiento local es el principal modo del movimiento: más aún, el movimiento propiamente dicho, y tras enunciar la definición aristotélica del movimiento expone la usada por Descartes en El Mundo: el movimiento local es el tránsito del móvil de un lugar a otro (el movimiento según el uso común, dirá Descartes en los Principios de la filosofía). Seguidamente, a través de una serie de proposiciones, va enriqueciendo esta definición hasta llegar a la idea de movimiento como un estado de la física moderna y a ley de la inercia.
En cuestiones de cosmología y a propósito del movimiento de los astros recurre a la teoría de los vórtices de Descartes, aunque silencia que, para Descartes, el heliocentrismo era un postulado básico de la teoría. En el Compendium Philosophicum Tosca se ocupa también ampliamente de diversas cuestiones biológicas. En el tratado X, “de los animales, o de las cosas provistas de vida y sentido”, discute ampliamente la cuestión del alma de los animales y expone las diversas opiniones en circulación. Su conclusión es que el alma de los brutos, o principio quo, si se toma por sí misma, aisladamente, carece de toda sensación, pues es fuego o algo afín, pero en tanto que existe en los órganos del animal es modificada por los mismos y constituye el animal en ser viviente y sensitivo. La sede principal de esta ánima sensitiva está en el cerebro. Y para explicar las sensaciones, Tosca usa el símil de una cuerda tensa golpeada en alguna parte, perturbación que se transmite por toda ella. Así, si se golpea o afecta de algún modo un nervio, éste vibra y se estremece y se mueve y este movimiento se transmite por las fibras al cerebro, donde-dice-como explican los anatomistas, se originan todos los nervios. Los nervios son como canales llenos de médula esponjosa y porosa por la que fluyen los espíritus. Sobre la contracción muscular, Tosca expone la teoría química de Willis y la mecánica de los cartesianos, inclinándose por esta última. En cuanto al alma racional, Tosca la considera una sustancia completa espiritual, aunque conviene en llamarla forma sustancial del cuerpo, como la sustancia incompleta de los aristotélicos. Concede a los aristotélicos que el alma racional está en todo el cuerpo, pero dice que sus “sede principal” es el cerebro: aquella región que es el principio de los movimientos y las sensaciones. El alma sería movida por las afecciones del cuerpo y a su vez ocasiona movimientos en éste.
Tosca expone con claridad teorías fundamentales de la fisiología moderna, como la de la circulación de la sangre, y muestra conocer los progresos en la materia posteriores a Harvey, como los trabajos de Pecquet, Malpighi y otros autores, sobre el sistema quilífero, los pulmones, los capilares, etc. También se refiere Tosca a algunas de las doctrinas de los iatroquímicos, muy difundidas entre los médicos valencianos de la época, como la teoría de la fermentación y el “espíritu nitro-aéreo”, que penetra en el cuerpo humano gracias a la respiración y hace posible la producción de la sangre por fermentación. Las diversas fermentaciones que se producen en el organismo producen calor. Aunque Tosca habla del “calor innato”, lo remite no al corazón sino a la sangre y dice que por tal no entiende sino la propia sangre óptimamente dispuesta y equilibrada, es decir, en adecuada proporción y mezcla de los humores de los que se compone. Tosca también estudia el movimiento animal, recurriendo a las exposiciones clásicas de Borelli sobre el sistema quinético.
En conclusión, el Compendium philosophicum se puede inscribir dentro del proceso de renovación progresiva de la enseñanza de la filosofía iniciado en el siglo xvii en muchas universidades de Europa bajo el impulso general de la Revolución científica, y, en particular, bajo la influencia del cartesianismo y la física prenewtoniana.
Obras de ~: Compendio Mathematico, Valencia, 1707-1715, 9 vols. (reed., Madrid, 1727; Valencia, 1757 y 1760, existe también una reimpr. del vol. I así como de los tratados de arquitectura civil, náutica, cantería y reloxes, Valencia, 1794); Compendium philosophicum, Valencia, 1721, 5 vols. (2.ª ed., Valencia, 1754, 7 vols. Esta última edición la preparó Gregorio Mayáns y Císcar, quien añadió una biografía de Tosca y un tratado de filosofía moral).
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Víctor Navarro Brotons