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Manuel Guerra y Ribera

Biografía

Guerra y Ribera, Manuel. Madrid, 2.II.1638 – Valencia, 19.I.1692. Trinitario calzado (OSST), predicador, literato, teólogo, catedrático, predicador real, provincial.

Nació en la madrileña calle del Postigo de San Martín, y fue bautizado en la parroquia de San Martín, siendo su padre Francisco Guerra, natural de Madrid y de familia oriunda del Valle de Ibio, en Cantabria, y su madre María de Anriaque y Alba, madrileña, del solar de los Riberas de Galicia. Entre los antepasados de un pariente por línea paterna (Álvaro Guerra de la Vega), según la ejecutoria para la recepción de un hábito de Santiago, aparecen varias personas con el apellido Calderón de la Barca, por lo que es legítima la sospecha de que se encontrara emparentado con Pedro Calderón de la Barca, su gran amigo. Su hermano, Lorenzo, fue nombrado corregidor de Hellín (Albacete) por Felipe IV, siendo célebre por sus esfuerzos en erradicar el bandolerismo en tierras albaceteñas.

Recibió el hábito de la Orden de la Santísima Trinidad en el convento de Madrid, hacia 1653, profesando hacia 1656. Cursó sus estudios en Alcalá de Henares y Salamanca. En 1662 era lector en el Colegio trinitario de Alcalá; en 1666, en Salamanca, obtuvo el bachillerato en Artes y la licencia en Teología, recibiendo el grado de maestro. Sustituyó en dos ocasiones al también trinitario José Romero en su cátedra de Teología. Opositó a varias cátedras de la Universidad de Salamanca: en 1668, a la de Regencia de Artes; en 1669, a la de Físicos; en 1670, a la de Scoto y a la de Lógica Magna. En 1671 obtuvo finalmente la de Regencia de Artes, que dejó en 1676.

En 1662 publicó su primer gran sermón, en el que resulta ya claro su estilo conceptista, Sagrados Hyeroglíficos.

El 22 de septiembre de 1668 fue nombrado predicador real de Carlos II, ad honorem y sin gajes; en tal nombramiento influyó, sin duda alguna, el confesor real, fray Francisco Reluz, amigo íntimo de Guerra. En 1671 obtiene cédula real por la que se le permite ausentarse de Salamanca para ir a predicar la cuaresma al Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, en Zaragoza. El 3 de febrero de 1676, mediante Real Cédula, se le concedieron los gajes y raciones correspondientes a su cargo de predicador real. Tomó la defensa de la causa de Juan de Austria, lo cual le ocasionó una dura oposición. Tras la publicación de un pasquín difamatorio, que apareció pegado a los muros del Real Alcázar, titulado Peor está que estaba, Guerra compuso la obra Visita de la Esperanza y el Tiempo, que dedicó a Juan de Austria. Según Cotarelo, la Visita de la Esperanza y el Tiempo fue retocada muchas veces antes de su publicación por la misma mano de Juan de Austria.

La batalla siguió, al grito de “Guerra contra Guerra”, frase famosa que apareció impresa en panfletos de la época. Precisamente entre 1677 y 1679, bienio del mayor auge de Juan de Austria, se registra una gran actividad oratoria de Guerra, tanto en la Real Capilla como en las principales iglesias conventuales madrileñas. Finalmente, y dolorido por las críticas y sátiras, marchó a Lisboa, donde pasó algún tiempo alejado de la borrasca.

Guerra y Ribera se mostraba ya entonces como lo que era, uno de los grandes maestros de la oratoria española. “Fue el último de nuestros buenos predicadores clásicos, de estilo cortado y sentencioso, algo tocado de conceptismo, pero sin faltar al buen gusto y con dignidad evangélica”, reza uno de los elogios que de él se han hecho (A. Soria Ortega, 1950). Isla, en su Fray Gerundio de Campazas, elogia también su oratoria: “No hubo uno que no calificase dicho sermón por una de las piezas más elegantes, más nerviosas, más sólidas, más graves y más ingeniosas que había predicado hasta ahora nuestra oratoria castellana. Es voz común, que se podía equivocar con los más preciosos que produjeron y están todavía produciendo en nuestro siglo, los Gallos, los Rodas, los Aravacas, los Ordeñanas y los Guerras”.

La “manera” propia de predicar la resume él mismo, basándose en los principios de san Pablo: argumentar, para tocar el entendimiento; rogar, para tocar la voluntad; reprender, para tocar el entendimiento inflamado contra el vicio. Huyó explícitamente de los efectos terrificantes sobre el auditorio. Como predicador real, piensa que su oficio es el de señalar los defectos desde el púlpito, sin bajar a detalles, ni reprimir nada en concreto, pero sin callar los males que le circundan; difícil misión, pero a la que se ciñe en sus sermones. “No se debe decir verdad que se mira irremediablemente; escandaliza y no aprovecha”. Su preocupación fue transformar en cristianas las máximas reales, eludiendo toda responsabilidad de haber apuntado a un blanco determinado.

En su obra, dramática y no dramática, aparece claramente el influjo de Calderón de la Barca, de quien era amigo íntimo, y a través del cual le llegan algunos ecos del príncipe de la oratoria castellana, fray Félix Hortensio de Paravicino y Arteaga, también trinita rio, conventual de Madrid y predicador real, a quien había conocido Calderón. Calderón significa el barroquismo triunfante en el teatro; “barroco por su dinamismo, su claroscuro y sus contrastes”, en frase de Soria Ortega, y con la peculiaridad original de haber sabido unir las formas culteranas y conceptistas en su obra. El barroquismo calderoniano se corresponde en buena manera con el de Guerra. Éste entiende el teatro y el sermón como formas orales de la religiosidad popular, capaces de transmitir los mismos contenidos en ámbitos diferentes.

Otros influjos importantes en la oratoria de Guerra y Ribera son los ejercidos por el jesuita Andrés Mendo, de quien apreció las formas antitéticas del discurso oratorio, y por el trinitario Juan de Rojas, del que aprendió la manera de citar la Sagrada Escritura.

Como predicador real, Guerra aprendió algunas bases para el sermón “político” del Príncipe perfecto y ministros ajustados (Salamanca, 1657), obra del padre Mendo.

En 1682 publicó en Madrid una de sus obras con más ecos en el panorama literario castellano: Aprobación a las comedias de Calderón (a petición del vicario de Madrid, con ocasión de la publicación de la Verdadera quinta parte de las Comedias), que le granjeó enemistades y una persecución redoblada, con abundantes panfletos en su contra. Guerra defiende la licitud de las comedias, con tal de que sean buenas; a partir de tal principio, aprueba las de Calderón de la Barca, aunque pide que, para la licitud de su representación en los escenarios, deben ser desnudadas de toda “malignidad”, porque “la diversión y recreación más honesta por su naturaleza se volverá mala, si se usan de tales palabras u obras [ilícitas] no por sí, sino por lo que se las visten”. Basándose en esta idea, pide que “se procure limpiar todo el vestido de malignidad, y quede honesta, decorosa y limpia, para que no sea ilícita”. En contra de esta aprobación aparecieron varias réplicas; entre ellas, quizás la más mordaz, irónica e hiriente fue la del jesuita Juan Cortés Ossorio, titulada Arbitrage político-militar.

Para responder a los ataques, Guerra compuso su obra póstuma, Apelación al tribunal de los doctos, que sólo se publicó en 1752 por Gonzalo Xaraba; a mediados del siglo xviii aún no se habían calmado los ambientes exaltados, especialmente entre los teólogos de las más diversas órdenes religiosas (sobresaliendo los jesuitas), intransigentes ante su declaración sobre la licitud del teatro y la alabanza de las comedias calderonianas.

Los últimos diez años de su vida los pasó retirados de la vida pública. En 1681 predicó las honras fúnebres de su amigo Calderón, por encargo de los cómicos madrileños, en la parroquia madrileña de San Sebastián. Examinador sinodal del arzobispado de Toledo (participó como tal en el Sínodo toledano de 1682), examinador y teólogo de la Nunciatura de Madrid y ministro provincial de la provincia de Castilla de trinitarios calzados fueron las grandes ocupaciones de Guerra en sus últimos tiempos. Durante su provincialato, dejó entrever que no era partidario de la asistencia de los religiosos a las comedias; el 25 de diciembre de 1684 y el 27 de diciembre de 1685 firmó sendos decretos en que, bajo pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda, con privación de conventualidad, prohibió que ningún religioso de la Orden asistiera a espectáculos teatrales públicos; al superior que lo permitiera o no castigare al insumiso lo penaba con la privación de su oficio.

Para prepararse a la muerte, que sentía próxima, se retiró al convento de Nuestra Señora de Tejeda, junto a Garaballa (Cuenca), donde pasó algunos meses de 1691 en la práctica de obras de piedad, dando muestras de la encendida devoción mariana que lo caracterizó.

Antes de partir definitivamente de Madrid, en 1690, fundó una memoria ante escribano, en favor del convento de la trinidad calzada de la calle Atocha, por valor de cuatro mil ducados, con cargo de misas cantadas por él y sus difuntos padres.

Pasó después al convento de Nuestra Señora del Remedio, en Valencia, donde los religiosos hicieron esfuerzos para que se restableciera, en vano. El último mes de su vida, y a petición suya, dos religiosos le cantaban todas las tardes las Lamentaciones de Jeremías y el Dies Irae de la Misa de Réquiem, con lecturas de la Pasión según San Juan y de la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis. En este convento le sorprendió la muerte, y en su iglesia fue sepultado.

 

Obras de ~: Ave María. Oración evangélica a la declaración de la canonización de NN. SS. PP. San Juan de Mata y S. Félix de Valois, Valencia, 1658; Sagrados hyerogliphicos, enigmas misteriosas, cifras soberanas, en las siete O, con que la Iglesia explica ardientes ansias del Nacimiento del Redentor [...] Ocultas a la expectación de María SS. descifradas en la célebre octava, Alcalá de Henares, 1662; Sermones que se predicaron al Serenísimo Señor D. Juan de Austria [...] en los años 1670-71, Zaragoza, 1671; Oración evangélica a sus Magestades: que predicó día de Santa Ana en su real capilla, Salamanca, 1675; Ave María: Oración Evangélica, que predicó día de S. Thomás a los felices años de su magestad la Reyna [...] en su Real Capilla, Madrid, 1676; Sermones varios de santos, dedicados al Serenísimo Señor el Señor Don Juan de Austria, vol. I, Madrid, 1677 [vol. II, Madrid, 1680 (Lisboa, 1683)]; Quaresma continua. Primera parte, Madrid, 1679 (Madrid, 1699; Madrid, 1734); Sermón de la dominica segunda de Adviento, a sus Magestades, en ocasión de la [...] entrada de la Reyna nuestra Señora, Madrid, 1679 (Barcelona, 1680); Aprobación del reverendo padre Fray Manuel Guerra y Ribera a la Verdadera V Parte de Calderón, Madrid, 1682; Crisol de la verdad de la causa sin causa, Zaragoza, 1684; Festividades de María Santísima, consagradas a Su Magestad Soberana, vol. I, Barcelona, 1687 (Madrid, 1688); vol. II, Barcelona, 1688 (Madrid, 1689; Barcelona, 1696-1699; Madrid, 1727); Oración fúnebre en las exequias de la Reyna nuestra señora Doña María Luisa de Borbón. Que celebró la coronada villa de Madrid en el Real Convento de Religiosas de Santo Domingo, Barcelona, 1689; Oración fúnebre en las exequias de la Reyna [...] María Luisa de Borbón que celebró la Real Congregación de Santa Teresa en el convento de Atocha, Barcelona, 1689; Oraciones fúnebres en las exequias de la Reyna [...] Doña María Luisa de Borbón, Madrid, 1689; Oraciones varias consagradas a María señora nuestra, Madrid, 1691-1730, 7 vols. (Barcelona, 1699); Oraciones varias que predicó y dexó escritas [...], Madrid, 1742; Apelación al tribunal de los doctos, justa defensa de la aprobación a las comedias de Don Pedro Calderón de la Barca, Madrid, 1752; Visita de la esperanza y el tiempo, Madrid, 1787; Declamación evangélica [...] en la posessión de Señor Rector que tomó en la Universidad de Salamanca [...] Francisco de Adda, s. l., s. f.

 

Bibl.: A. de Herrera, Discurso teológico y político sobre la Apología de las comedias: que ha sacado a luz [...] Manuel de Guerra cô nombre de aprobación de las quinta y sexta parte de las comedias de Don Pedro Calderón [Madrid, 1682]; Guerra contra Guerra, clamores de la razón contra tumultos de locuacidad: dividido en seis certámenes, dala el zelo, capitán vivo en la milicia del entendimiento: preséntala a la luz del Iuzio desapasionado, el buen deseo, contra los sequazes del Taravilla, Madrid, 1683; El Buen Zelo o Examen de un papel, que con nombre de [...] Fr. Manuel de Guerra, y Ribera [...] corre en vulgar, impresso por Aprobación de la Quinta Parte verdadera de Comedias de don Pedro Calderón, Valencia, 1683; J. Cortés Ossorio, Arbitrage político-militar, sentencia definitiva del Señor de la Garena, Ingeniero ingenioso de las Máquinas Bélicas de España: pronunciada en el fantástico Congreso del Espacio Imaginario, Salamanca, 1683; M. Pérez, Oración fúnebre, en las honras que la ilustre, doctísima Universidad de Salamanca celebró [...] al R. P. M. Fr. Manuel de Guerra y Ribera, Salamanca [1692]; D. Morcillo Rubio de Auñón, Clamores de la obligación, deudas del reconocimiento, efectos de amor y gratitud [...] honras que hizo a su difunto Padre y amado hijo el Rmo. P. M. Fr. Manuel de Guerra y Ribera [...] su [...] Convento de Madrid, Madrid, 1692; J. Muñoz de la Cueva, Oración fúnebre en las honras que celebró el muy religioso convento de la Santíssima Trinidad Redempción de Captivos de [...] la Ciudad de Toledo [...] del Rmo. P. M. Fr. Manuel de Guerra y Ribera, Toledo, 1692; V. Belmont, Oración fúnebre en las exequias del RR. P. M. Fr. Manuel de Guerra y Ribera [...] de la Orden de la Santíssima Trinidad Redempción de Cautivos, que celebró el [...] convento de la Virgen del Remedio de la misma Religión de Valencia, Zaragoza, 1692; A. de Ayala, A la muerte del [...] padre [...] Fray Manuel de Guerra y Ribera [...]: Soneto, s. l. [1692]; E. Gisbert, Tierno filial dolor que en la muerte de [...] Fr. Manuel de Guerra y Ribera [...] del Orden de la Santíssima Trinidad expressan [...], Valencia, 1692; A. de la Asunción, Diccionario de Escritores Trinitarios de España y Portugal, vol. I, Roma, F. Kleinbub, 1898, págs. 356-362; E. Cotarelo, Bibliografía de las controversias sobre la licitud del teatro en España, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1904; M. Herrero García, Sermonario clásico: con un ensayo sobre la oratoria sagrada, Madrid, Escelicer, 1942; A. Soria Ortega, El Maestro Fr. Manuel de Guerra y Ribera y la oratoria de su tiempo, Granada, Universidad, 1950 (2.ª ed., 1991); B. Porres, “Guerra y Ribera, Manuel”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. 2, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972, págs. 1064-1065.

 

Pedro Aliaga Asensio, OST

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