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Crisóstomo Martínez

Biografía

Martínez, Crisóstomo. Valencia, 1638 – Flandes, 1694. Grabador anatómico.

En sus primeros años de actividad profesional, Crisóstomo Martínez desarrolló una intensa tarea como grabador y pintor. Se han identificado como obras suyas quince grabados en metal y algunos en marfil, así como un dibujo y varios cuadros que pintó, casi todos ellos perdidos. Hacia 1680 comenzó a realizar un atlas anatómico, para cuya elaboración y edición las autoridades de la ciudad de Valencia y los catedráticos de Medicina de su Universidad solicitaron al rey Carlos II, en noviembre de 1685, una ayuda económica, que le fue concedida en diciembre del año siguiente.

Esta ayuda incluía un viaje que Martínez deseaba realizar a París para terminar su atlas y conocer allí las técnicas de grabado e impresión más vanguardistas, así como las últimas aportaciones de los anatomistas.

El 19 de julio de 1687 llegó a París, en donde residió en el Collège de Montaigne, que en el Renacimiento había albergado a españoles de la talla de Juan Luis Vives y Domingo de Soto. Por medio de las tres cartas que escribió a su amigo Juan Bautista Gil de Castelldases, catedrático de Medicina de la Universidad de Valencia y su representante ante las autoridades de esta ciudad, se sabe la reacción que le produjo este cambio de ambiente, que le ocasionó un retraso en sus proyectos. En la primera de ellas justificó este retraso, debido a la mayor cantidad de tiempo que tenía que dedicar a estudiar las nuevas técnicas y aplicarlas a su trabajo. Ello le llevó también a reducir su proyecto a tan sólo un tratado de osteología. En París se puso en contacto con el anatomista Guichard-Joseph du Verney y con el ambiente científico de la Académie des Sciences, el más avanzado en el París de la época y enfrentado al más tradicional de los catedráticos de Medicina de la Sorbona. En la segunda carta dio noticia ya de sus dos años en París y de su intensa dedicación a la investigación anatómica, así como de los dolores que le ocasionaba la gota que padecía, enfermedad que le obligó a guardar cama durante ocho meses. Citaba las dos láminas grandes que había grabado durante este tiempo y a una de ellas aludió también en la tercera y última carta dirigida a Castelldases, escrita con posterioridad a septiembre de 1689, siendo esta carta la última noticia directa que se tiene de él.

Aún realizó cuatro láminas nuevas, las dedicadas a los huesos del cráneo, el fémur y la tibia, pero la guerra entre Francia y la Liga de Augsburgo, de la que España formaba parte, le ocasionó numerosas dificultades, hasta el punto de ser acusado de espía, abandonando París en 1690. Con posterioridad a esta fecha, nada se sabe de Martínez. Un contemporáneo y compatriota suyo, el padre José Rodríguez, señaló el año 1694 como el de la fecha de su muerte en Flandes, sin que pudiera ver editado su atlas.

De Crisóstomo Martínez se conservan, en el Archivo Municipal de Valencia, las tres cartas anteriormente citadas, dieciocho láminas: doce que había terminado antes de partir de Valencia y las seis realizadas en París y enviadas a Gil de Castelldases, dos de ellas de gran tamaño (las únicas editadas) y cuatro con el estudio micrográfico de los huesos del cráneo, fémur y tibia. Se conservan asimismo siete manuscritos suyos que explican seis de las láminas y un texto titulado “Generalidades acerca de los huesos”. Martínez sólo vio editada en vida una de las láminas, un grabado de gran tamaño (67,7 x 50,8 cm) en el que se estudia las proporciones en tres figuras humanas (una de frente, otra de espaldas y la tercera de perfil) y un esqueleto infantil. Las tres figuras están desnudas con el fin de representar los músculos. En la parte inferior de la lámina hay cuatro dibujos esquemáticos relativos a las reglas de la perspectiva. Se editó en París en 1689 y fue reimpresa tres años después en Frankfurt y Leipzig.

Del interés que la obra de Martínez alcanzó en París es buena muestra la reedición en esta ciudad en 1740 de la misma lámina. Iba acompañada de otra, también de grandes dimensiones, en la que el grabador valenciano representaba en la parte superior doce esqueletos en diferentes posturas, y en la inferior, varios huesos enteros o cortados longitudinalmente, un cráneo infantil visto a contraluz, algunas ampliaciones microscópicas y diversos esquemas. Es la misma que lleva el número XVII en la colección de Valencia, con la única diferencia de que en el ejemplar aquí conservado, sin duda una prueba, hay una serie de anotaciones manuscritas, mientras que en la editada, los esqueletos y los huesos se identifican mediante letras y números impresos. Estas dos láminas se acompañan de un folleto que contiene un “Éloge” de Crisóstomo Martínez redactado por el anónimo editor, la explicación de la lámina de las proporciones ya publicada por el grabador valenciano en 1689 y otro texto con la explicación de la lámina osteológica, debida también al editor y revisada por el anatomista Jacobus Benignus Winslow. Ambas láminas y sus explicaciones fueron muy utilizadas en la enseñanza de la anatomía destinada a los artistas. La Académie Royale de Péinture adquirió las planchas y en 1780 publicó una reimpresión de ambos grabados y del folleto, manteniendo el mismo texto editado cuarenta años antes. A estas ediciones se debe el que Haller incluyera a Martínez en su Bibliotheca Anatomica y que Choulant hiciera lo propio en su Geschichte und Bibliographie der anatomischen Abbildung, incluyendo la reproducción de la lámina de las proporciones. Durante el siglo xix, Charles Blanc utilizó la obra del grabador valenciano para apoyar su sistema de proporciones y M. Duval y E. Cuyer le dedicaron un espacio considerable en su Histoire de l’Anatomie plastique.

Aunque el resto de la producción del autor quedó inédita, las láminas y manuscritos que se conservan constituyen una de las aportaciones más importantes al movimiento científico renovador de la España de finales del siglo xvii. Las llamadas Tablas anatómicas son diecinueve láminas en negro tiradas en papel fuerte y alguna de ellas sin terminar y contienen representaciones macroscópicas del noventa por ciento del esqueleto humano. Están numeradas correlativamente por el propio Crisóstomo Martínez de la 1 a la 15. La decimosexta lleva el número 17, la decimoséptima es una de las de mayor tamaño, la decimoctava es repetición de la sexta y, por último, la decimonovena es la segunda de gran tamaño. Las cuatro primeras representan los huesos del pie y de la mano: la I, el esqueleto de la mano derecha desde la cara posterior, la II, la cara posterior del esqueleto de la mano izquierda, la III, el esqueleto del pie izquierdo desde la parte superior y la IV, el dorso del esqueleto del pie izquierdo. La V muestra cortes transversales y longitudinales de la cabeza y del cuello del fémur izquierdo. Hay una ampliación que representa la textura del tejido esponjoso y la penetración y ramificación de los vasos nutricios. La VI presenta la articulación de la rodilla izquierda vista por delante, la sacro-ilíaca y la ilio-femoral izquierdas, el íleon izquierdo y el fémur izquierdo con el ligamento redondo.

La VII muestra una tibia y un peroné infantiles sin periostio. En la VIII se representan los huesos frontal, maxilar superior e inferior y temporal, con indicación manuscrita de detalles. Del temporal hay una explicación manuscrita de sus partes más importantes.

En la IX aparecen los huesos parietal, occipital y atlas. Se señalan los “poros del parietal” y la inserción del temporal. En la X se ve el interior de un metatarsiano aumentado tres veces, junto con unas ampliaciones mayores del tejido esponjoso. La XI no está acabada y contiene varios dibujos aislados con preparaciones microscópicas y una explicación manuscrita que empieza en los márgenes de la lámina y continúa en una hoja adjunta. En la XII se representan en la parte superior dos figuras humanas de pie y vistas de espaldas. La derecha muestra el plano muscular subcutáneo, mientras que la izquierda conserva la piel íntegra; en la parte inferior se ven tres escápulas, de las cuales la del centro es infantil y tiene el periostio denudado en parte. En una hoja adjunta se añade una explicación manuscrita. En la XIII se ven en la parte superior dos figuras humanas, sin piel, vistas por detrás, mientras que en la inferior hay tres omoplatos con inserciones musculares. En hoja adjunta se añade un dibujo esquemático y una explicación manuscrita. La XIV contiene en la parte superior dos figuras humanas: la derecha que deja ver el plano muscular subcutáneo y la izquierda con la piel íntegra; en la parte inferior se ven una pelvis y las tres últimas vértebras sacras, con indicación de las inserciones musculares. En la XV se representa en la parte superior una figura humana desnuda y en la inferior, huesos innominados sin terminar. La XVI, numerada con el 17 por Martínez, muestra dos figuras humanas de pie vistas por detrás. En la XVII se representan en la parte superior, esqueletos en diferentes actitudes y en la inferior, diversos huesos, enteros o cortados longitudinalmente, esquemas y ampliaciones microscópicas, un cráneo infantil visto al trasluz y una explicación manuscrita. La XVIII es repetición de la VI, pero sin notas manuscritas. Por último, la XIX es un estudio de las proporciones y presenta tres figuras humanas y un esqueleto infantil; en ella aparece la firma de Crisóstomo Martínez. En todas ellas es evidente la interpretación funcional de las estructuras anatómicas, algo habitual en la morfología del seiscientos y que se ve claramente en los dibujos y explicaciones de la lámina XVIII, dedicada a las inserciones de los músculos motores del muslo y de la pierna y en el estudio de los movimientos escapulares que aparece en las láminas XII y XIII y semejante al que Winslow publicó unos años más tarde sobre el mismo tema.

Martínez se interesó también por la embriología ósea y defendió la doctrina preformacionista, una hipótesis que en su época se opuso a la doctrina aristotélica clásica. Centrado en el desarrollo de la osificación, expuso un diseño de las partes osificadas y no osificadas en el esqueleto de la extremidad inferior de un recién nacido y una lámina que representaba los huesos infantiles sin periostio, con el fin de mostrar el avance de la osificación. Para López Piñero, en todo este material se confirma la visión fundamentalmente dinámica que el autor tenía de las formas óseas, así como su intención de unir este dinamismo genético al funcional.

Lo más destacable de la obra de Crisóstomo Martínez son sus aportaciones al estudio de la estructura ósea, para el cual utilizó medios muy diversos, como la observación de un cráneo a medio osificar al trasluz de una vela durante la noche o de un hueso tras despegar total o parcialmente el periostio y procedimientos como la cocción y la desecación. El estudio macroscópico, ayudado por una disección muy fina, lo completó con la utilización del microscopio. Perteneciente a la primera generación de microscopistas europeos y coetáneo de Malpighi, Leeuwenhoek, Hooke y Bellini, su método de trabajo le encuadra en los denominados por Singer microscopistas clásicos. Su método de trabajo ya no era estático, sobre el hueso desnudo y seco, como en la anatomía renacentista, sino la llamada “osteología fresca”, centrándose en la inserción de los ligamentos, el acoplamiento de los cartílagos, la irrigación e inervación de los huesos, la estructura y el significado funcional de la médula ósea, etc. Estudió con detalle la textura de la inserción ligamentosa y muscular, la del periostio, la de la sustancia ósea compacta y la del hueso esponjoso. Entre todas destaca su investigación sobre la irrigación ósea.

En la lámina XI, la de mayor interés desde el punto de vista microscópico y en su texto explicativo, se analiza detenidamente la distribución y conexiones de la irrigación arterial y venosa y de sus relaciones con la inervación. Defendió la existencia de unas vesículas microscópicas situadas al final de las ramificaciones vasculares de menor calibre y destinadas a recibir el “licor balsámico” o “licor oleaginoso”, que para Martínez es la grasa procedente de la filtración de la sangre.

El conjunto de estas vesículas formaba la médula ósea o tuétano, desde donde la grasa se distribuía por el cuerpo a través de un sistema de vasos, denominados adiposos, diferentes de las arterias, venas, linfáticos o nervios. El autor estudió también la distribución de estos vasos en la fibra muscular y como conclusión afirmó: “Los huesos están hechos para filtrar el licor balsámico, sustentar y custodiar las partes del cuerpo”.

Esta teoría de Crisóstomo Martínez constituye una de las pocas contribuciones originales de un español a la ciencia de la época y refleja el carácter moderno de su pensamiento, basado en la iatroquímica y en la doctrina de la circulación de la sangre. El propio Martínez consideró el descubrimiento de los “vasos adiposos” como su principal aportación y en su última carta a Gil de Castelldases le rogó que divulgara su teoría “para que los estranjeros no me usurpen este gustillo de primacía”. Su interpretación de la médula ósea se oponía frontalmente a la defendida por el galenismo tradicional, según el cual la médula estaba destinada a nutrir el hueso. La formación de la grasa a partir de la sangre fue una idea admitida por los investigadores más vanguardistas de los siglos xvii, como Malpighi y Glisson, y xviii, como Haller y Morgagni.

 

Obras de ~: Nouvelles figures de proportions et d’anatomie du corps humain, Paris, 1689; Ad proportionem corporis humani et anatomiam, Francofurti et Lipsiae, 1692; Nouvelle exposition des deux grandes planches gravées d’après nature et dessinées par [...]. Espagnol, réprésentant de Figures très singulières de Proportions et d’Anatomie [...] Avec un Eloge Historique de l’Auteur, suivi de deux Discours, qui expliquent les deux Estampes tirées sur ces deux planches, Paris, 1740 (reimpr. en París en 1780).

Las láminas, los manuscritos y las cartas de Crisóstomo Martínez que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Valencia han sido editados, con un estudio introductorio, por J. M. López Piñero, El Atlas anatómico de Crisóstomo Martínez, Valencia, 1964 (reed. en 1982 con una nueva introducción, así como traducciones castellanas del “Eloge” y de los dos textos explicativos de la edición de 1740 de la Nouvelle Exposition) y en 2001.

 

Bibl.: J. Vives Ciscar, Bosquejo biográfico del pintor y grabador valenciano Crisóstomo Martínez y Sorlí, Valencia, 1890; F. Barbera, “Crisóstomo Martínez. Sus investigaciones, grabados y escritos de anatomía descriptiva y micrográfica en el siglo xvii”, en Revista Valenciana de Ciencias Médicas, 4 (1902), págs. 291-336; R. Pérez Contel, Chrysostomus Martinez Hyspanus, Játiva, Instituto Nacional de Enseñanza Media José de Ribera, 1955; J. M. López Piñero, “La repercusión en Francia de la obra anatómica de Crisóstomo Martínez”, en Cuadernos de Historia de la Medicina Española, 6 (1967), págs. 87-100; “Crisóstomo Martínez. El hombre y la obra”, en El atlas anatómico de Crisóstomo Martínez, Valencia, Ayuntamiento, 1982, 2.ª ed., págs. 19-68; “Martínez, Crisóstomo”, en J. M. López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco (eds.), Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Editorial Península, 1983, págs. 30-33; J. M. López Piñero, “Los saberes médicos y su enseñanza”, en J. M. López Piñero (ed.), Historia de la medicina valenciana, vol. II, Valencia, Vicent García Editors, 1992, págs. 30-38; J. M. López Piñero y V. Navarro Brotons, Història de la ciència al País Valencià, València, Edicions Alfons el Magnànim, 1995, págs. 270-277; El Cuerpo humano. Crisóstomo Martínez, Catálogo de exposición, Valencia, Museu Valencià de la Illustració i la Modernitat, MUVIM, 2006.

 

María José Baguena Cervellera