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Juan Ramírez de Arellano

Biografía

Ramírez de Arellano, Juan. Señor de los Cameros (III). ?, 1412 – 1468. Noble, alférez mayor del Pendón.

Sucede, siendo menor de edad, a su padre Carlos de Arellano en la titularidad del Señorío de los Cameros. Como él, también fue alférez mayor del Pendón de la Divisa y uno de los ricos-hombres de la Corona de Castilla al servicio de Juan II y Enrique IV. En su minoría, su madre, que ejerció como tutora, mantuvo las buenas relaciones del linaje con la Corona y la aristocracia navarras y, en 1414, casó a su hermana, Teresa de Arellano, con don Godofre de Navarra, mariscal del reino.

Juan II le confirma en 1420 las posesiones y privilegios concedidos a su abuelo. Contrajo matrimonio, en 1430, en Palencia, con doña Isabel Enríquez, hija del almirante de Castilla, don Alonso Enríquez, y de doña Juana de Mendoza, bisnieta de Alfonso XI y tía de la Reina de Aragón; y asistió el Rey a la boda. Tuvieron siete hijos.

Aumentó significativamente sus posesiones comprando los derechos que sobre algunas villas del señorío de los Cameros pretendían tener los descendientes de los antiguos señores de los Cameros del linaje de los López de Haro; también consiguió que su madre le cediera, el 9 de mayo de 1456, la villa de Ausejo. No obstante, cometió el mismo error que su padre: dividió sus posesiones entre sus hijos, creando varios mayorazgos. En 1470, instauraba un mayorazgo a favor de Carlos, su segundo hijo, que estaba integrado por las villas riojanas de Alcanadre, Ausejo, Murillo de Río Leza y Arrúbal.

Al frente ya de la jefatura política y militar del linaje, mantuvo —como su padre y su abuelo— muy buenas relaciones con los Luna de Aragón. Sirvió a don Álvaro de Luna, y figura a su lado en el sitio de Atienza, despidiéndose en 1439 de su servicio y pasándose al bando de Juan Pacheco, que sirve al futuro Enrique IV, a cuyo servicio lo asigna. Éste, en 1465, le concedía 80.000 maravedís en juro de heredad para pagarle sus servicios militares y su fidelidad política, pues, incluso en la Farsa de Ávila, estuvo de su parte.

Su hermano don Carlos de Arellano también estuvo al servicio del condestable don Álvaro de Luna, quien le dotó con las villas de Ciria y Borobia al casarse con su sobrina doña Aldara de Luna, hija de su primo Jaime de Luna. De él recibió las villas de Fresno de Cantespino, Andaluz, Entrena, Albelda de Iregua, Murillo de Río Leza, Arrúbal, Ausejo y Alcanadre, el 4 de octubre de 1466, al reconocer que estaban integradas en el mayorazgo.

Participó en las luchas que mantuvieron los castellanos contra los nazaríes de Granada y contra los navarros, interviniendo en las campañas de San Vicente de la Sonsierra y Briones contra éstos.

Trató, como sus antecesores en la titularidad del señorío de los Cameros, de hacerse con la encomienda del Monasterio de Santa María de Herce y de su abadengo. Así, en 1455-1457, apoyó la sublevación del Concejo de la villa de Herce contra el monasterio, que pretendía conseguir que las magistraturas concejiles se eligieran por el Concejo de la villa y la comunidad conventual, conjuntamente, es decir, obtener una mayor autonomía política respecto a las religiosas, pero fracasó. No obstante, él y su mujer actuaron, de hecho, como encomenderos del mismo, como reconocían claramente las bernardas, en 1423 y 1426, y consiguieron que su hija Leonor de Arellano, que ingresó en él como monja profesa, en 1466, con una dote que le entregó su padre de 11.500 maravedís de juro de heredad —procedentes de los 80.000 que le había entregado a él Enrique IV—, ocupase el cargo de abadesa en el mismo de 1474 a 1501, al morir la anterior abadesa, doña Marquesa Ramírez de Vidaurreta, que pertencía a un linaje vasallo del suyo. Su esposa hizo testamento, precisamente, en Herce, en 1475, pues, de hecho, ambos actuaban como patronos del monasterio de la villa, y fue enterrada en la capilla que los Ramírez de Arellano poseían en la Catedral de Calahorra.

En cuanto al gobierno de sus posesiones, en 1460 otorgó ordenanzas a la villa y tierra de Yanguas, que sustituían a los fueros otorgados a Yanguas, en 1145, 1188 y 1192, por Íñigo Jiménez, Diego Jiménez y por la mujer de éste último, doña Guiomar, es decir, por los antiguos señores de Cameros, y que, debido a los cambios de todo tipo que se habían producido desde comienzos del siglo XIII a la segunda mitad del siglo XV, habían quedado anticuados y no resultaban un instrumento jurídico eficaz para regular las relaciones entre el señor de los Cameros y sus vasallos, de estos entre sí y con los habitantes de los concejos vecinos, ni para regular el aprovechamiento económico de su término jurisdiccional.

 

Bibl.: E. González Crespo, “Los Arellano y el señorío de Los Cameros en la Baja Edad Media”, en En La España Medieval, vol. II (1982), págs. 395-410; J. Martínez Díez, Historia de Alfaro, Logroño, Ed. Editorial Ochoa, 1983; M. Diago Hernando, “Implantación territorial del linaje Arellano en tierras Camero-riojanas a fines de la Edad Media”, en Berceo, 120 (1991), págs. 65-82; P. López de Ayala, Crónicas, ed., pról.. y notas de J. L. Martín, Barcelona, Ed. Planeta, S. A., 1991; M. A. Moreno Ramírez de Arellano, Señorío de Cameros y Condado de Aguilar. Cuatro siglos de régimen señorial en La Rioja (1366-1733). Logroño, Instituto de Estudios Riojanos (IER), 1992; M. Toledo Toledo, Historia de la Villa y Tierra de Yanguas, Soria, Excma. Diputación Provincial, 1995; A. Lafuente Urién, I. Granado Hijelmo, M.ª C. Fernández de la Pradilla Mayoral, R. García Aser, F.º J. Gallo León, El Señorío de los Cameros: introducción histórica e inventario analítico de su archivo, Logroño, IER, 1999; P. Pérez Carazo, “El ejercicio del poder en el abadengo de Santa María de Herce en la Baja Edad Media”, en Actas de la XII Semana de Estudios Medievales de Nájera, Ed. I. E. R.- Logroño, 2002, págs.583-597; “Santa María de Herce y sus relaciones con los Señores de Cameros”, en Actas de Los monasterios riojanos en la Edad Media: historia, cultura y arte; Logroño (del 20 al 24 de octubre de 2003), Ed. Ateneo Riojano & Consejería de Cultura y Deporte del Gobierno de La Rioja & Fundación Ibercaja, 2004, págs. 113-116; Santa María de Herce y su abadengo durante la Edad Media, Madrid, Universidad de La Rioja, IER, 2008.

 

Pedro Pérez Carazo

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