Arias y Costa, Antonio Sandalio de. Madrid, 3.VII.1773 – 1839. Agrónomo y botánico.
Consagró lo mejor de su vida al servicio del Estado, siendo el primer profesor de Agricultura español en el Real Jardín Botánico de Madrid y también en el desempeño de delicadas comisiones y elaboración de numerosos informes oficiales para el Gobierno, las autoridades, corporaciones y entidades públicas y privadas, tanto nacionales como extranjeras.
Hay opiniones contrarias respecto a su fecha de nacimiento, y aunque algunas fuentes den el 3 de septiembre de 1774, la correcta es el 3 de julio de 1773 a la luz de la documentación original procedente del Jardín Botánico, del Museo de Ciencias Naturales de Madrid y de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.
Poco se conoce de su familia, infancia y adolescencia, pero se sabe que era hijo de un militar, que después de retirado del servicio, se hizo labrador en un pueblo castellano, de ahí la afición de Antonio Sandalio a la agricultura ayudando a su padre en las tareas del campo, donde adquirió vastos conocimientos prácticos. Además, aprendió los fundamentos teóricos de esta materia en su propio gabinete y de forma autodidacta leyendo a los mejores autores españoles y extranjeros. A la vez que se interesó por la filosofía y la botánica, estudió matemáticas puras y se formó como maestro agrimensor y aforador, título que le confirió el Consejo de Castilla.
Se casó y tuvo una hija, María Concepción de Arias y Arimón, también con vocación agrícola.
Prácticamente su madurez como científico la desarrolló durante la difícil etapa que transcurrió desde 1808 a 1833 y los primeros años de Isabel II. Su posición ideológica fue coincidente con las aspiraciones de los liberales españoles que se enfrentaron a la intromisión francesa y esta condición de liberal le acarreó problemas y enemistades que repercutieron negativamente en su trayectoria profesional.
Arias trató de fomentar el interés del labrador por la agricultura y se reveló como un magnífico propagador de los conocimientos agronómicos, según se desprende de sus propias palabras en el Discurso para la formación de un plan de Escuelas de Agricultura, que presentó a la Sociedad Económica Matritense el 4 de noviembre de 1809. En él, además de establecer un reglamento, un método pedagógico y un apartado sobre el fomento del arbolado y de los plantíos, insistió en la necesidad del Estado por establecer leyes generales y legislar en particular de modo local o municipal sobre los conflictos, disputas y pleitos entre agricultores. En otro Discurso dirigido a la misma Sociedad Económica Matritense el 23 de marzo de 1811, en concordancia con lo establecido por Jovellanos en su Informe de la Ley agraria, alertó los obstáculos que se oponían al progreso de la agricultura, en concreto por las guerras, las invasiones, la desigualdad social derivada de la propiedad de la tierra y como buen liberal criticó el excesivo protagonismo del Estado en la planificación agraria que se oponía a la libertad y los intereses particulares.
Gran parte de su actividad profesional la realizó en la Sociedad Económica Matritense, que le nombró socio de mérito (19 de septiembre de 1808) y desde entonces desempeñó varios cargos, formó parte de varias comisiones y se distinguió como uno de sus individuos más laboriosos y entusiastas. El 27 de noviembre de 1810 como archivero de la Sociedad Económica Matritense, el 2 de marzo siguiente formó parte de la Comisión interina de Agricultura y en 1815 ejerció como secretario interino de la Clase de Agricultura. Su posición relevante en la Sociedad Económica Matritense posibilitó la aprobación de su antiguo proyecto de creación de seis cátedras de Agricultura en España.
El 17 de octubre de 1817 se le nombró conservador del Prado y de las demás arboledas madrileñas y, en los dos años siguientes, contribuyó a aumentar e ilustrar la nueva edición de la Agricultura general de Herrera, que imprimió la Sociedad Económica Matritense en 1819, incluyendo entre sus adicciones sus planteamientos sobre el arbolado y sus críticas a Herrera por sus aseveraciones sobre la influencia de la astrología en el campo y otras relativas a los cítricos andaluces.
La enseñanza agronómica se inició de manera oficial y regular en España, en 1815, año en que Arias empezó a desempeñarla en el Real Jardín Botánico; poco antes había ingresado en este centro como jardinero mayor tras haber ocupado este puesto en los conventos de la Encarnación y de la Priora de Madrid.
Tres años como alumno en las clases de botánica del Real Jardín Botánico, especializándose en física experimental y química, junto a su trayectoria como experimentado jardinero, le valieron que el 24 de enero de 1815 se le nombrase profesor interino de botánica aplicada a la agricultura y jardinero mayor del Botánico, empleándose su Cartilla elemental de Agricultura, desde entonces, como modelo de libro de texto, junto a un curso de Botánica Agrícola que redactó, basado en las lecciones de su cátedra.
El 1 de octubre de 1815 se reorganizó la estructura institucional de los centros científicos nacionales y el primitivo Gabinete de Historia Natural se transformó en Museo de Ciencias Naturales, que tenía a su frente una Junta de Protección y de la que dependía el Real Jardín Botánico. Una Real Orden de 11 de diciembre de ese mismo año confirió a Arias el título de catedrático de Botánica Agrícola en propiedad y se ordenó asimismo que la plaza de jardinero mayor se separase de la de profesor de Agricultura, sacándose a oposición, pero Arias permaneció en ambos puestos hasta mayo de 1820, en que finalizó su primera época en el Botánico.
Nada más dar comienzo el Trienio Liberal, Arias elaboró un informe, a modo de discurso, para la Comisión de Agricultura de las Cortes, sobre las ventajas de la enajenación y reparto de terrenos baldíos y también creó en el soto de Migas Calientes un vivero municipal. Redactó un proyecto de Reglamento para la dirección y fomento de los arbolados y paseos de esta Muy Histórica villa de Madrid (1822) en el que reclamaba del régimen constitucional la absoluta competencia municipal de esta jurisdiccional; en 1823 fue catedrático de la Escuela de Curar de la Universidad Central y redactor del Periódico del Ministerio de la Gobernación de la Península.
Mientras tanto, Arias, sin desvincularse totalmente del Real Jardín Botánico, colaboró con la recién establecida Dirección General de Estudios, para intentar ubicar una Escuela práctica de Agricultura en la huerta de los Jerónimos, dependiente y anexa al centro botánico, además de ocupar el puesto vacante de Lagasca como presidente de la Junta directiva y gubernativa del Jardín Botánico hasta septiembre de 1824.
Tras el Trienio, la política represiva del nuevo régimen absolutista se cebó en los liberales y Arias tuvo que abandonar su cátedra en el Botánico al no satisfacer los requisitos de “purificación” exigidos por las autoridades gubernativas.
En 1828 comenzó la segunda etapa de Arias en el Real Jardín Botánico. El 3 de junio se le restituyó en sus anteriores cargos de jardinero mayor y catedrático de Agricultura del Real Jardín, dedicándose de nuevo a la docencia y a tratar de sacar al centro del abandono y el desorden en que se encontraba.
Se le encomendó, asimismo, hacerse cargo del aprovechamiento de las aguas que se desperdiciaban en la calle de Alcalá de Madrid para abastecer al Real Jardín Botánico y para los paseos y fuentes de la ciudad.
En 1833, siendo ministro de Fomento Javier de Burgos y presidente del Gobierno Francisco Cea Bermúdez, se promulgaron las Ordenanzas Generales de Montes (Real Decreto de 22 de diciembre). Se establecieron una Dirección y una Inspección General de Montes, cargos que recayeron en Manuel Pérez Seoane y Arias respectivamente. La Reina gobernadora nombró a Arias inspector general de Montes, “debiendo en su consecuencia cesar en el desempeño de los destinos que sirve en el Real Jardín Botánico [...] y nombrar a Dn. Antonio S. de Arias individuo de la misma Real Junta de protección” y el 25 de julio de 1834 fue nombrado comisario interino hasta septiembre de 1837 en que desapareció definitivamente la Junta de Protección y con ella el cargo de comisario del Real Jardín Botánico. A pesar de este aparente éxito, su situación económica no debía ser holgada y la inseguridad y angustia que la incertidumbre sobre el destino de su familia cuando él falleciera, le impulsó a solicitar al Rey una pensión de viudedad para su esposa e hija de 8.000 reales anuales, del mismo modo que se había hecho con otros científicos como Cristiano Hergen o Casimiro Gómez Ortega.
En plena Regencia, Arias acometió en 1835 otros proyectos e iniciativas reformistas en política forestal, que no fructificaron por los continuos cambios de gobierno y el fallecimiento de Arias cuatro años después.
Impulsó la creación del Cuerpo de Ingenieros Civiles, que contó entre sus Inspecciones con las de Ingenieros Geógrafos y de Bosques. Además se creó en Madrid la Escuela Especial de Ingenieros de Bosques bajo su dirección y para la que había redactado un Reglamento dos años antes. Se le propuso como director facultativo de Arbolados (1836), pero en deferencia hacia su colega, Francisco Sangüesa, renunció en su favor.
Su trayectoria científica y profesional es reconocida por las muchas sociedades científicas nacionales e internacionales a las que perteneció, con las que colaboró en comisiones y encargos relevantes. Fue, junto a un nutrido grupo de intelectuales y profesores, socio fundador de la Academia de Ciencias Naturales que se estableció en Madrid en 1834 y en cuya solicitud inicial Arias figuró encabezando la instancia presentada al efecto. Al año siguiente, Arias ocupó la subdirección de la Sociedad Económica Matritense y desde 1836 hasta 1839 la dirección de la misma. Fue secretario honorario de S. M. y en 1838 uno de los directores de la Dirección General de Estudios. La Sociedad Económica Matritense reconoció sus servicios y costeó la lápida del sepulcro y colocó su retrato en la sala de sesiones de la misma.
Obras de ~: Cartilla elemental de Agricultura acomodada a nuestro suelo y clima, Madrid, Gómez Fuentenebro, 1808 (reed. en 1833); Discurso para la formación de un plan de Escuelas de Agricultura. Leído y Presentado a la Real Sociedad Económica Matritense en su junta del día 4 de Noviembre de 1809 (inéd.); Discurso en que manifiesta que si la Sociedad en otro tiempo demostró los obstáculos que se oponían al progreso de la agricultura, [...] oi día dando a conocer, como se hace en este Discurso, los males que la abaten y la aniquilan, y los remedios de estos [...] Leido en la junta del sabado 23 de Marzo de 1811 (inéd.); Lecciones de agricultura, Madrid, Gómez Fuentenebro, 1816 (reimpr. en 1818); Colección de disertaciones, Madrid, Imprenta Fuentenebro, 1819; “Discurso pronunciado en la apertura del curso público de agricultura del Real Jardín Botánico de Madrid el día 8 de febrero de 1817”, “Discurso pronunciado en la apertura [...] el 21 de febrero de 1818”, “Discurso pronunciado en la apertura [...] el día 6 de febrero de 1819” y “Elogio a la figura del ilustre agrónomo D. Estaban Boutelou”, en Continuación de Almacén de Frutos Literarios, vol. VIII, Madrid, Imprenta de Repullés, 1819, págs. 14-32, 43-68, 68-74 y 129- 154; Discurso del Ilmo. Sr. D. Antonio Sandalio de Arias, como director de la Sociedad Económica Matritense, Madrid, 1838; Novíssima agricultura práctica o sea Manual del Labrador, hortelano, jardinero y arbolista según los adelantos del día y la práctica de los más celebres agricultores nacionales y extranjeros, Madrid, L. Amarita, 1856.
Bibl.: B. Antón Ramírez, Diccionario de bibliografía agronómica y de toda clase de escritos relacionados con la agricultura, Madrid, Rivadeneyra, 1865; M. Colmeiro, Bosquejo Histórico y Estadístico del Jardín Botánico de Madrid, Madrid, 1875; G. Anes, “La agricultura española desde comienzos del siglo xix hasta 1868”, en P. Schwartz et al., Ensayos sobre la Economía española a mediados del siglo xix, Madrid, Ariel, 1970, págs. 235-263; E. Lluch y Ll. Argemí, Agronomía y fisiocracia en España (1750-1820), pról. y epíl. de F. Estapé, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1985; R. Misas Jiménez, “Un promotor de la enseñanza agrícola desde la Real Sociedad Económica Matritense: Antonio Sandalio de Arias (1809-1820)”, en Asclepio (Madrid), XLVIII(1) (1996), págs. 101-121; E. Montagut Contreras, “La enseñanza de la agricultura en España en la crisis del Antiguo Régimen”, en Torre de los Lujanes (Madrid), n.º 40 (1999), págs. 197-245; J. Gómez Mendoza, El gobierno de la naturaleza en la ciudad. Ornato y ambientalismo en el Madrid decimonónico (Discursos leído el día 27 de abril de 2003 en el acto de su recepción por la Excma. Sra. D.ª ~ y contestación por el Excmo. Sr. D. Miguel Artola Gallego), Madrid, Real Academia de la Historia, 2003.
José Luis Maldonado Polo