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Antonio Aniceto Porlier y Sopranis Ruth y Dutaris

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Biografía

Porlier y Sopranis Ruth y Dutaris, Antonio Aniceto. Marqués de Bajamar (I). San Cristóbal de La Laguna, Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 16.IV.1722 – Madrid, 7.XI.1813. Magistrado del Consejo de Indias, consejero de Estado, ministro de Indias y de Gracia y Justicia, historiador y académico.

Antonio Porlier, I marqués de Bajamar, era hijo de Esteban Porlier, cónsul de Francia en Tenerife, y de Rita Juana de la Luz Sopranis. En su larga vida conoció hasta seis reinados, cinco de la Casa de Borbón y el de José Bonaparte. Fue padrino de bautizo su hermano mayor, Esteban Porlier. Después de una corta estancia en Sevilla (en compañía de su hermana mayor, Felipa Magdalena, esposa del IV marqués de Villanueva del Prado), donde estudió Gramática en el Colegio de San Hermenegildo, regentado por los jesuitas, regresó a su ciudad natal (1734), donde continuó los estudios de Gramática en el Convento de San Agustín de La Laguna, cuya Cátedra de Latinidad desempeñaba el eclesiástico Juan Alfonso de Torres.

Pensó dedicarse al sacerdocio (recibió la prima tonsura en La Laguna el 27 de marzo de 1734) y comenzó sus estudios de Teología y Artes.

En 1737 pasó a Francia para aprender Retórica, Poética, Lengua Francesa, Baile, Esgrima, etc., pero a finales de 1738 regresó a su isla y empezó a estudiar Lógica en el Colegio Dominico de Santo Tomás de su ciudad natal. Allí recibió las cuatro órdenes menores el 12 de abril de 1739. El 1 de octubre de 1739 su padre falleció en París, por lo que Antonio pasó a ser tutelado por su hermano mayor, Juan Antonio, de quien recibió, durante doce años, una moderada mesada de 25 pesos para su manutención. Fue una etapa feliz, gracias al cariño de su madre y de su hermana Felipa Magdalena. Durante este tiempo continuó estudiando en los dominicos de Santo Tomás de La Laguna, terminando Filosofía y un año de Teología.

Sus hermanos decidieron que Antonio pasase a España a estudiar Leyes y Cánones. El 23 de septiembre de 1744 embarcó en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, en compañía de su inseparable condiscípulo Bartolomé de Casabuena, rumbo a Cádiz, y de allí a Madrid y luego a la Universidad de Alcalá, donde estuvo dos años. El 29 de enero de 1745 recibió el grado de bachiller en Sagrados Cánones en la Universidad de Toledo, grado que incorporaría después a la de Salamanca, cuyo traslado formalizó el 15 de abril de 1747. En octubre de 1746 estaba en Salamanca para continuar sus estudios, obteniendo el grado de bachiller en Cánones el 16 de octubre de 1748. En esta Universidad permaneció hasta 1752, donde recibió también los grados de bachiller en Leyes y licenciado en Leyes (1748). Fue miembro de varias academias de Derecho, catedrático sustituto de Leyes y ejerció la pasantía con el abogado Lázaro de Otaola en la ciudad del Tormes. Mientras tanto, la Universidad de Ávila le otorgó el grado de licenciado y doctor en Cánones el 17 y 18 de junio de 1749.

Posteriormente, marchó a Madrid, donde “se recibió de abogado de los Reales Consejos en 2 de diciembre de 1752”. En un principio pensó opositar a una de las prebendas de la Catedral de Canarias, pero lo impidió una grave enfermedad. En la Corte trabó gran amistad con destacados intelectuales, como Agustín de Montiano y Luyando, fundador de la Academia de la Historia, quien le facilitó el acceso a la misma (1753) y le encargó varios trabajos históricos sobre las islas Canarias. A estas tertulias y salones concurrió demostrando en ellos las condiciones que atesoraba y le llevaron al puesto de fiscal protector de indios en la Real Audiencia de Charcas (Bolivia, 1756), por recomendación del duque de Alba (“tomó a su cargo el favorecerme en la carrera de Indias”) y previo pago de no poco dinero. Salió de Madrid para Cádiz el 1 de junio de 1757 y llegó a Montevideo el 4 de diciembre de 1758, tomando posesión de su plaza de protector de indios el 3 de octubre de 1759. En julio de 1760 el virrey del Perú lo comisionó para ir a Jujuy a inspeccionar la Caja Real, sobre cuyos administradores pesaba sospecha de malversación. Viajando de regreso a Charcas, en el pueblo de Mojo conoció a la que sería su primera mujer, María Josefa Sáenz de Asteguieta e Iribarren, cuya boda se celebró el 30 de julio de 1765 en Mojo. La dote que trajo su esposa le permitió pagar las deudas contraídas al comprar la protectoría de indios. El 30 de abril de 1765 fue ascendido a oidor de la misma Audiencia de Charcas, con un salario de 64.000 reales anuales, viajando bastante para apaciguar las discordias suscitadas por las arbitrariedades que los funcionarios cometían con los nativos. Estando en Chucuito, recibió la desagradable orden de tener que intimar la expulsión a los jesuitas del Colegio de Juli (8 de diciembre de 1767).

Ocho días después fue trasladado a la fiscalía de lo civil de la extensísima Audiencia de Lima (Perú), en sustitución del destituido Francisco Ortiz Foronda, lo cual trastornaba sus planes familiares. Se quejó al Rey, pero le fue confirmado el título el 2 de diciembre de 1768, y emprendió el viaje hacia Lima el 27 de julio de 1769, tomando posesión el 9 de octubre.

El 10 de enero de 1771 ingresó con grado de doctor en la Facultad de Cánones de la Universidad de San Marcos de Lima.

Luego, sería llamado a España para ocupar el cargo de fiscal supremo en el Real Consejo de Indias (8 de octubre de 1773), cesando en la fiscalía de Lima el 31 de enero de 1775, previa formalización de testamento el día 26 (era costumbre cuando se iba a realizar un largo viaje). Embarcó en Callao el 3 de febrero con toda su familia (mujer y cuatro hijos) y tomó posesión en Madrid el 9 de septiembre. Se sabe poco de los primeros años del fiscal del Consejo de Indias, salvo los rutinarios encargos del ministro José Gálvez. En 1776 fue designado académico honorario de la de San Fernando.

El 17 de enero de 1777 le fue concedida la Cruz pensionada de Carlos III. En marzo de 1779 fallecieron dos personas muy queridas de Porlier: su hermano mayor, Juan Antonio, y su esposa, María Josefa Sáenz de Asteguieta, teniendo que ocuparse de sus tres hijos varones, para los cuales va escribiendo distintas “Instrucciones”. Para buscar alivio a su pena estuvo ausente de Madrid durante cuatro meses.

Siguió ascendiendo, bajo el amparo de su protector el conde de Floridablanca, en el Consejo de Indias, en el que fue ocupando sucesivamente varios empleos. El 12 de junio de 1780 fue nombrado “camarista” de Indias y procurador general de la Nueva España en el citado Consejo de Indias (17 de julio de 1785). El 6 de julio de 1782 contrajo nuevo matrimonio con María Jerónima Daoíz y Güendica, de la que no tuvo sucesión.

En 1783 redactó su último libro: Discurso jurídico sobre el origen, aplicación y distribución de los bienes expolios.

El 13 de enero de 1789 fue nombrado consejero de Estado. En junio de 1787 murió el ministro de Indias José Gálvez, por lo que Porlier, desde el 10 de julio de 1787 hasta el 25 de abril de 1790 fue secretario del Despacho Universal de Gracia y Justicia de Indias o Ultramar y desde esa fecha hasta al 27 de julio de 1792 acumuló también la Secretaría del Despacho de Justicia para España (cargo equivalente al de un ministro del gobierno de hoy). El mismo Porlier se encargó de dejar constancia de su gestión ministerial en la Relación puntual de los principales asuntos que se despacharon en los cinco años [...]. En esta etapa consiguió el Jardín Botánico para Tenerife (Real Cédula de 17 de agosto de 1788) y poco después, el 11 de septiembre, fue nombrado por aclamación director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, con sede en La Laguna, en cuyo cargo fue sucesivamente reelegido hasta su muerte en 1813. En relación con las islas, Antonio Porlier gestionó (Real Cédula de 11 de marzo de 1792), poco antes de cesar (mes de julio), que se concediera el derecho a una universidad (Universidad de La Laguna). Por otro lado, estimulaba la producción literaria de los numerosos jesuitas expulsos americanos, desterrados en Italia y dependientes de su ministerio. No tuvo inconveniente en colocar a su hijo Antonio Domingo Porlier como oficial de una secretaría de su Ministerio en la Secretaría de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia de Indias (26 de agosto de 1788) para pasar más tarde a la Primera Secretaría de Estado y, tras su afrancesamiento, a la diplomacia josefina como Jefe de División en la Secretaría de Negocios Extranjeros. Lo mismo hará con otros dos hijos: Esteban y Rosendo de Porlier y Sáenz de Asteguieta, a los que empleará en el Ejército y en la Armada, respectivamente.

A principios de 1792, Carlos IV le otorgó la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y el 11 de diciembre el Collar. Abandonado el Ministerio de Justicia, inmediatamente fue nombrado gobernador del Consejo de Indias (10 de julio de 1792), plaza que juró el 28 del mismo mes y año, “conservándole el sueldo, casa y emolumentos de consejero de Estado”. Era un honroso retiro para Porlier, que tenía ya setenta años y él mismo se consideraba fuera del juego político de la Corte. Pocas y espaciadas son ya las noticias que existen de la vida y actuación de Porlier hasta que llegó la revolución de 1808, pero de esta etapa quedan sus Discursos exhortatorios que, año tras año, a principios de enero, fue pronunciando entre 1793 y 1805 como presidente del Consejo de Indias, además de cuidar de la educación de sus familiares. En mayo de 1794 formó parte de la junta encargada de enjuiciar la conducta del conde de Aranda, después de su caída. En 1807 Bajamar creyó despedirse de la vida pública: en mayo concluyó su Autobiografía y en septiembre fechó la Relación puntual de su paso por el Ministerio de Justicia, pero los acontecimientos se precipitaron y llegó la Guerra de la Independencia.

Como personaje notable, Porlier fue captado por la Administración del gobierno de José Bonaparte, en la que ocupó ciertos cargos honoríficos (parece que concurrió a las Cortes de Bayona en junio-julio de 1808), por lo que se le tachó de afrancesado y la Junta Suprema de Sevilla llegó a ordenar la confiscación de sus bienes patrimoniales. Quizá para justificar su actuación, el 13 de septiembre de 1812 redactó una Exposición de lo acaecido en Madrid desde los días 3 y 4 de diciembre de 1808 hasta el 10 de agosto de 1812. A los noventa y un años falleció en su casa madrileña de la calle de la Libertad, habiendo hecho un último testamento el 19 de mayo de 1810 ante el escribano Félix Rodríguez.

Lógicamente, Antonio Porlier acumuló diversos cargos honoríficos a lo largo de su vida. Fue miembro de las Reales Academias de la Lengua Española (10 de diciembre de 1790), de la Historia (1813) y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (14 de abril de 1776). Carlos III le concedió la Cruz de Caballero de su Real Orden en 1792. La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife lo designó su director, cargo que desempeñó durante varios años. El título de marqués de Bajamar le fue concedido en Perú, según Real Decreto de 12 de marzo de 1791 por Carlos IV.

El I marqués de Bajamar pertenece a la segunda generación de ilustrados canarios, bastante ligado al grupo de la condesa de Montijo, aunque tuvo cierta participación en el primer destierro de Jovellanos (1790).

Según Marcos Guimerá Peraza, de sus retratos (no numerosos, pero suficientes) y de su firma, se puede extraer que era un hombre de mucho carácter, de genio fuerte, de gran tesón y un temperamento muy nervioso.

Amante de las formas ceremoniales, en su Autobiografía se presenta como un profundo creyente cristiano y con una sólida formación humanística.

Se ha considerado a Porlier como un excelente representante de las virtudes cívicas e intelectuales, por las que se distinguió en una época muy complicada y en la que también se hicieron famosos otros ilustres canarios. Fue un gran patriota, un hombre digno y trabajador que vio ensombrecidos los últimos años de su vida por la tormentosa situación política, en la cual, por su alto cargo, se vio envuelto. Ilustrado reformista tanto como jurista práctico, el marqués de Bajamar es un caso de supervivencia a su tiempo y a su formación. Como la mayoría de los ilustrados era reflexivo e ideológico y no meramente político.

 

Obras de ~: Disertación histórica sobre quiénes fueron los primeros pobladores de las Islas Afortunadas, llamadas comúnmente las Canarias, y qué país fuese éste en lo primitivo, 1753 (ms.); Disertación histórica sobre la época del primer descubrimiento, expedición y conquista de las Islas Canarias, 1755 (ms.); Disertación histórica sobre la época del primer descubrimiento, expedición y conquista de las Canarias, 1755 (ms.); Advertencias cristianopolíticas que dio don Antonio Porlier a un amigo suyo, cuando salió de Madrid, provisto para una plaza de ministro togado en una de las Audiencias de América. Van añadidas las que hizo después por sí el ministro y le dictó la experiencia, 1757 (ms.); Jornal de un viaje a Buenos Aires desde Cádiz, empezado en 3 de agosto de 1758, a bordo del navío “San Ignacio de Loyola”, alias “El Sereno”, 1758 (ms.); Instrucción para mi hijo Esteban Porlier cuyos capítulos deberá leer a menudo para su acertada conducta, 1781 (ms.); Discurso jurídico sobre el origen, aplicación y distribución de los bienes expoliados y diferencia entre los de España y de las Indias, 1783 (ms.); Instrucción para mi hijo Antonio Domingo Porlier, Madrid, 1790; Discurso exhortatorio pronunciado en el Supremo Consejo de las Indias el día 2 de enero del año 1793 por el Excmo. Sr. marqués de en Bajamar, Madrid, Viuda de Ibarra, 1793; Relación puntual de los principales asuntos y negocios que ocurrieron y se despacharon en los cinco años que estuvo a cargo de don Antonio Porlier el ministerio de Gracia y Justicia de Indias, al que se agregó después el de Gracia y Justicia de España, Madrid, 1807; Exposición de lo acaecido en Madrid desde los días 3 y 4 de diciembre de 1808 hasta el 10 de agosto de 1812, en que se retiró de dicha capital el Sr. rey don José Napoleón con toda su comitiva, formada para instrucción de mis hijos, y que no ignoren la conducta de su padre en las críticas y complicadas circunstancias de aquellos tiempos, septiembre de 1812; D. Rípodas Ardanaz, Reglas para el gobierno de mi casa y familia, compuestas por Don Antonio Porlier en 1759 para ser aplicadas en Charcas, Buenos Aires, Prhisco-Conicet, 1995 (Separata de Páginas sobre Hispanoamérica colonial. Sociedad y cultura, 2); Discursos al Consejo de Indias, ed. de M.ª S. Campos Díez, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2002 (Clásicos del pensamiento político y constitucional español); El joven diplomático, ed. de M. Hernández Ruigómez, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, Secretaría General Técnica, 1996; Discursos al Consejo de Indias, ed. de M.ª S. Campos Díez, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2002 (Clásicos del pensamiento político y constitucional español); “Advertencia cristiano-políticas que dio don N. a un amigo suyo, cuando salió de Madrid provisto para una plaza de ministro togado en una de las audiencias de la América [1757-1759]”, en E. Martiré (coord.), La América de Carlos IV. Cuadernos de investigaciones y documentos, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2007, págs. 115-152; “Observaciones breves, hechas por el ministro después de posesionado en su plaza togada”, en E. Martiré (coord.), La América de Carlos IV. Cuadernos de investigaciones y documentos, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2007, págs. 152-166.

 

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Antonio Astorgano Abajo

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