López de Velasco, Juan. Vinuesa (Soria), c. 1534 – Madrid, 12.V.1598. Cosmógrafo, cronista y geógrafo.
Juan López de Velasco se mostró como un excelente colaborador, buen organizador y jurista interesante, importante geógrafo e historiador cuyo procedimiento conduce a un conocimiento global, generalista, a través de una metodología seria, basada en la búsqueda y selección de datos, interpretación de contenidos y exposición sintética conforme a sus objetivos; desarrolló, asimismo, una interesante faceta lingüística y docente.
Durante el tiempo transcurrido desde 1492 hasta la realización de la obra geográfica e histórica de Juan López de Velasco (1574), tuvo lugar la mayor parte del gran proceso de descubrimiento y exploración del Nuevo Mundo; en la macrorregión andina aquel proceso era coetáneo con el nacimiento de este personaje.
La comunicación entre el centro hispánico y los territorios que iban incorporándose a su Corona había quedado suficientemente establecida merced al desarrollo de una técnica: la náutica. Pero para la organización y control de aquellas regiones y hombres (nativos e inmigrados) se hacía necesario un razonable conocimiento del espacio y, por ello, de la Geografía.
Eso es algo que se mostró como importante en las épocas de los Reyes Católicos (donde predominó, a estos efectos, el hombre) y de Carlos V (donde brilló especialmente la marina) pero se hizo absolutamente imprescindible bajo el reinado de Felipe II (cuando se mostró con toda su potencia la necesidad de organización administrativa sistemática). Los ensayos iniciales, la temprana y fructífera institución de la Casa de la Contratación y la creación posterior del Consejo de Indias habían conseguido logros importantes, de modo que desde los pasos primerizos, titubeantes, de los descubrimientos geográficos se había llegado a una acción planificada de exploraciones. La Visita [de inspección] de Juan de Ovando al Consejo de Indias puede considerarse la línea de salida de esa nueva parte del proceso en que López de Velasco colaboró activamente con Ovando y también cobró por sus trabajos; por ejemplo, 200 reales “para en cuenta de lo que ha de haber con el libro que ha hecho trasladar de las cosas de oficio que he hecho sacar el licenciado Castro de este Consejo, para que en él había razón de las cosas de oficio que se han despachado” (15 de septiembre de 1563); cobró otros 400 reales “para en cuenta de lo que ha de haber por lo que trabaja en sacar de los libros de la India el Sumario de las cosas de oficio que están proveídas” y 40.600 más por sintetizar la normativa indiana desde el descubrimiento hasta la fecha (2 de junio de 1564). Hay más documentación referente a pagos realizados a Velasco.
El conocimiento de América fue impulsado mediante la creación del cargo de cosmógrafo-cronista (1571) y el seleccionado para tal cometido fue Juan López de Velasco. Sin duda, López de Velasco gozaba de un prestigio basado en su preparación (que se ignora) y en la confianza ganada mediante el buen hacer de sus trabajos anteriores; supo estar a la altura de las circunstancias tanto en relación con uno de sus inmediatos predecesores (Alonso de Santa Cruz) como con su inmediato continuador (Antonio de Herrera y Tordesillas) y fue un trabajador incansable hasta el día de su muerte, acaecida en Madrid, el 12 de mayo de 1598. Como geógrafo y cronista cumplió con lo que estaba oficialmente regulado: escribir la Historia General y Particular de las Indias (o lo que es lo mismo, la crónica de las Indias y sus regiones) así como la Historia natural y moral (los aspectos astronómicos, geográficos, etnográficos, la flora, etc.); otra cosa es que se piense que la actividad de López de Velasco se halle más cargada de cuestiones históricas o sencillamente geográficas, a pesar de su intento de globalidad y estudio conjunto de ambas facetas. Su concepción historiográfica estriba en situar la Historia al servicio de la verdad hasta el punto de que impidió la publicación de la Historia del Perú de Diego Fernández el Palentino, hasta averiguar toda la veracidad de sus contenidos.
Desde un principio, López de Velasco usó los datos conseguidos en cumplimiento de las normas sancionadas en 1569 y 1571 para recabar información fidedigna procedente de las Indias; fueron obtenidos a base de encuestas sobre descubrimientos, navegación, descripción de las provincias, coordenadas geográficas de los lugares principales, pueblos de españoles y de indios, toponimia, divisiones administrativas, causas de los despoblados, el medio, etc. Las Relaciones del Nuevo Reino de Granada hacen referencia a doscientas preguntas ordenadas y sistemáticas.
Con posterioridad, fueron dictándose otras normativas, entre las que destacan las pormenorizadas Ordenanzas de Bosque de Segovia (1573). Su aportación fue importante también en aspectos cosmográficos, propios de su cargo, y resultó un buen continuador de las actividades de Alonso de Santa Cruz y de las de Pedro Esquivel.
La Geografía y Descripción Universal de las Indias está estructurada en tres partes: una general, otra hidrográfica y una más geográfica que podría denominarse regional. La parte primera, generalizadora de la realidad americana del siglo XVI, describe de forma sucinta los hechos y las cosas, lo ‘natural y moral’ en la terminología de la época. Se inicia con unas coordenadas respecto al meridiano de Toledo y un estado general del poblamiento en 1574: doscientos pueblos de españoles con unos treinta y dos mil vecinos, nueve mil poblaciones indias con un millón y medio de indios tributarios (sin sus hijos y mujeres y sin los viejos y por casar y sin los muchos que se esconden y se dejan de contar en las tasaciones por no tributar) y cuarenta mil negros y “mucho número de mestizos y mulatos”; también habla de la organización administrativa a todos los niveles.
Una historia que recoge desde el origen del hombre americano, con las mismas hipótesis que aún perviven, el proceso descubridor, las tensiones hispano-lusas, la intervención del Papa, el Tratado de Tordesillas, el viaje de circunnavegación, la cuestión de las Molucas y la unión de las Coronas de España y Portugal.
López de Velasco expone unas nociones sobre climatología, cursos fluviales, fertilidad del suelo y lo que se ha dado en llamar la agricultura viajera (especies vegetales y animales del Viejo y Nuevo Mundo que fueron difundidas por el otro) así como los peces y minerales.
El autor puso atención especial en el tema de la población india, incluyendo dos notas sobresalientes: la caída demográfica y la costumbre que más repelía en Occidente: los sacrificios humanos y la antropofagia.
Después trata de su variabilidad somática, aspectos etnográficos (hábitos y costumbres, residencia, forma de gobierno, aspectos religiosos, de convivencia, bélicos y sus armas, así como la transculturación recibida a partir del descubrimiento). Asimismo, la Geografía de López de Velasco tiene sus apartados correspondientes a la inmigración hispánica, a su descendencia habida en Indias y a sus trabajos, gobierno peninsular, administración y hacienda indianas así como las instituciones eclesiásticas.
En la segunda sección, refiere los aspectos cosmográficos e hidrográficos haciendo mención a una carta de marear “precedente” no aparecida y que se ilustra con la denominada de Weimar; es una síntesis análoga a los tratados de décadas anteriores que desde la primera Suma de Geografia de Fernández de Enciso, conduce a través del Espejo de Navegantes de Alonso de Chaves hasta el Islario de Santa Cruz, pasando por todos los libros de náutica como los de Pedro de Medina, Martín Cortés, etc. y demás cronistas generales, como Antonio de Herrera, aunque descargándolos de todos los contenidos puramente cosmográficos y poniendo el énfasis en los relativos a la navegación.
Así los mares de la navegación española, las mareas, vientos y temporales, corrientes por cuanto afecta a la navegación a vela además de unas líneas dedicadas a las estrellas y la aguja de marear. Aprovechando todos estos conocimientos, traza las “carreras de las Indias” y los tiempos de navegación de cada derrota: de Sevilla a Sanlúcar, de Sanlúcar a Canarias, de Canarias a la Deseada, desde las pequeñas Antillas hasta Cuba, de Cuba a Veracruz, desde las Antillas menores hasta Cartagena y Nombre de Dios y desde este puerto centroamericano hasta La Habana, de San Juan de Ulúa a La Habana, desde La Habana a las Azores y de las Azores a Sanlúcar de Barrameda. Describe también las otras carreras: desde España al Río de la Plata y estrecho de Magallanes, navegaciones del Mar del Sur desde la Nueva España, desde Nueva España hasta el Extremo Oriente. Finalmente concluye con el centro de una rica actividad náutica, económica, jurídica y científica, la Casa de la Contratación de Sevilla.
La tercera y última parte es lo que llama López de Velasco la “Descripción Universal de las Indias” siguiendo un orden geográfico político, por Audiencias (La Española, México, Nueva Galicia, Guatemala, Panamá, Nueva Granada, Lima, Charcas), haciendo algunos apartados especiales para “topografías” de puertos importantes (Santo Domingo, Santiago, La Habana, San Juan de Ulúa) y “corografías” de ámbitos particularmente notables (isla de Cuba, río Amazonas, Yucatán y Tabasco, Cartagena, estrecho de Magallanes, Brasil, Filipinas).
Si se presta atención a lo que escribió sobre el área andina, las referencias son muy abundantes, como cabría esperar, pero los contenidos deben ser complementados con los que proporcionan otras fuentes (crónicas generales, particulares y documentación diversa, además de la abundante producción bibliográfica); en cualquier caso, son mucho más copiosos que los que pudieran aparecer en la primera síntesis de geografía americana. En el mismo orden de las tres partes de la Geografía, se aprecian referencias comparativas con otras regiones americanas: sobre lluvias, temperaturas, árboles, animales, metales, vestimenta indígena. En la segunda parte ya ha sido citado lo que corresponde a la navegación de todo el océano Pacífico de América del Sur, y en la tercera parte la extensión dedicada por López de Velasco en su obra es acorde con la importancia del área geográfico-cultural y proporcional a toda su obra: de las seiscientas páginas que ocupa la Geografía en la edición de Justo Zaragoza (Madrid, 1894) doscientas están dedicadas a la región andina: Nuevo Reino de Granada (con las provincias de Bogotá, Musos y Colimas, Tunja, hidrografía del Magdalena, provincia de Santa Marta, valle de Upare, provincia de Cartagena y El Dorado), el reino de Perú (con la Audiencia de Quito, gobernación de Popayán, Quixos y Canela, la de “Juan de Salinas”) y la Audiencia de Lima, de Charcas y gobernación de Tucumán y provincia de Chile.
Su valoración historiográfica, sin que transcurriera mucho tiempo, ha sido juzgada con acritud por Juan Bautista Gesio. Ciertamente utilizó fuentes anteriores (Las Casas, Cieza de León o diversa documentación jurídica, por ejemplo), sin tomarse la molestia de citarlos.
Durante aquella época era habitual usar de los escritos de quienes eran consideradas autoridades sin entrecomillados ni referencias; incluso lo hacían de memoria, cayendo en frecuentes errores de atribución y hasta de contenido, sin ánimo de plagio, sino como aceptación a la letra de aquel autor oportunamente considerado. La evaluación debe hacerse conforme a su momento y circunstancias. Del mismo modo habían escrito, previamente, Las Casas y tantos otros, así sucedió después con Herrera y numerosos sucesores.
lo más notable es la presencia de la obra de López de Velasco en Antonio de Herrera incluida su cartografía (catorce mapas) de los océanos Atlántico y Pacífico, así como de América y Extremo Oriente, de la misma manera que lo es la de Alonso de Santa Cruz en López de Velasco. El caso extremo, y que puede considerarse verdadero plagio, incluso en su época, es el realizado por Andrés García Céspedes, que se limitó a raspar el nombre de Alonso de Santa Cruz y poner el suyo en el manuscrito del Islario general de todas las islas del Mundo.
Como orientación bibliográfica es interesante analizar todo lo que se refiera a Juan de Ovando en cuanto al tema jurídico y, por lo que respecta a lo geográfico histórico, cuanto se refiere a esta temática ricamente tratada en muchas crónicas de Indias; las obras de Las Casas, Cieza de León, etc. son muy interesantes; las de Alonso de Chaves, Alonso de Santa Cruz y Antonio de Herrera resultan importantes. Está aún por hacer un estudio sistemático y en profundidad de la figura de Juan López de Velasco, de quien se desconoce su lugar y fecha de nacimiento. Hizo testamento en Madrid el 10 de mayo de 1598.
Obras de ~: Geografía y descripción universal de las Indias, 1574.
Bibl.: A. Altolaguirre, “El Atlas de Juan López de Velasco”, en VV. AA., Actas del Congreso de Historia de la Geografía, Bruselas, 1930; M. del Vas Mingo, “Las instituciones jurídicas en la Geografía de Juan López de Velasco”, en VV. AA., III Congreso Internacional de Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1973, págs. 477-538; P. Castañeda, M. Cuesta Domingo y P. Hernández, Alonso de Chaves y el libro IV de su Espejo de navegantes, Madrid, Deimos, 1974; A. Herrera y Tordesillas, Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano [1601-1615], ed. de M. Cuesta Domingo, Madrid, Universidad Complutense (UCM), 1991; J. López de Velasco, “Geografía y descripción universal de las Indias” [1574], ed. de J. Zaragoza, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Madrid, 1894 (ed. de M. Jiménez de la Espada, Madrid, BAE, 1971); M. Cuesta Domingo, Normativa para descubrimientos y Ordenanzas del Bosque de Segovia, Segovia, C.U. Domingo de Soto, 1994; M. del Vas Mingo, “La problemática de la ordenación territorial en Indias (s. XVI-XVIII)”, en Revista Complutense de Historia de América (Madrid), 25 (1999), págs. 67-98; M. Cuesta Domingo, “Juan López de Velasco”, en J. Pillsbury (dir.), Guide to Documentary Sources for Andean Art History and Archeology, Washington, Nacional Gallery of Art, 2000; La cartografía de Santa Cruz, Madrid, RSG, 2003; El Islario de Santa Cruz, Madrid, 2003.
Mariano Cuesta Domingo