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Simón de Tovar

Biografía

Tovar, Simón de. Faro, El Algarbe (Portugal), c. 1528 – Sevilla, 1596. Médico, farmacólogo, científico, comerciante de drogas exóticas.

Acaso de procedencia judeoconversa, pasó pronto a Castilla. Estudió Medicina en Salamanca, en donde le sitúan varios testigos en 1547, pero no aparece entre los licenciados en esa localidad. Pudo acabar sus estudios en Guadalupe. En 1550 se estableció como médico en Villamartín, al sur de Sevilla y casó con su primera esposa, Isabel de Tovar, con quien tuvo tres hijas. Hacia 1557 se trasladó a Ayamonte (Huelva) y en 1570 se estableció extramuros de Sevilla, en una amplia casa provista de huerto en donde dedicarse a sus aficiones botánicas y farmacológicas. Poco antes de 1557, contrajo matrimonio con su segunda esposa, Isabel de Acosta, con quien tuvo otros cuatro hijos. En Sevilla obtuvo una selecta clientela en la que figuraban varios nobles, gran prestigio y, al menos en 1594, se le nombró visitador de las boticas junto a Sánchez de Oropesa.

Como mercader empezó a actuar antes de 1570. En esa fecha se le abrió un proceso por haber contratado varias partidas de plata con el Nuevo Mundo. En su defensa adujo la nacionalidad de su primera esposa y el que venían a nombre de uno de sus hijos. En ese proceso, conservado en el Archivo de Indias, se encuentran varios de los datos biográficos hasta ahora desconocidos. A algunos de sus hijos los envió a Indias para actuar como factores suyos. Se sabe que en 1584 trajo sin registrar cien piezas de oro, plata y joyas que le fueron decomisadas en Sanlúcar de Barrameda. A partir de 1589, entró legalmente en el negocio americano con el terrible comercio de esclavos negros. A él y a su socio, Juan de Mendoza, se les autorizaba a pasar setecientos cincuenta esclavos por las Islas Canarias hasta Cartagena de Indias. En 1590 se le hizo un nuevo expediente por haber contratado sin licencia esclavos y mercancías en las Indias. En 1591 tuvo un encontronazo con su asociado, en esta ocasión el negrero Íñigo Lobo. También tuvo problemas con el aristócrata lusitano, Francisco de Portugal, conde de Vimioso, quien le 10.000 mil ducados, probablemente derivados del negocio esclavista. A finales de 1594 estableció una alianza con su concuñado, el lisboeta Antonio Nunes y con Rodríguez Coronel con quienes acudió a la gran subasta de 1595 para obtener el monopolio de la trata de esclavos en las Indias hispanas. No lo consiguieron, pero sí el permiso para trasladar quinientos esclavos desde Angola, Cabo Verde y Guinea. En estos viajes, se aprovechaba el regreso para cargar los barcos con drogas medicinales o especias y, de esa manera, Tovar llegó a ser un gran experto en productos exóticos para Europa, aunque no es seguro si sus intereses, como los del otro médico sevillano farmacólogo, Nicolás Monardes, también implicado en un comercio similar con menos éxito económico, fueron primordialmente científicos o materiales.

La actividad científica de Tovar está indisolublemente unida a su estrecha amistad con Benito Arias Montano, a quien también se le atribuye una procedencia judeoconversa, convertido en el heredero del huerto y los manuscritos inéditos del médico tras su muerte y en protector de sus familiares.

Por la correspondencia entre el erudito y Cristóbal Plantino se sabe que en 1586 entraba en prensa su libro Sobre el examen y la composición de los medicamentos compuestos (De compositorum medicamentorum examine nova methodus). El texto se imprimió y se entregaron doscientos ejemplares a un comerciante portugués quien los embarcó en Dunkerque. Las naves fueron apresadas y Tovar o no vio jamás ese libro suyo o lo hizo muy tardíamente. Por eso publicó el Hispalensium pharmacopoliorum recognito, el año 1587, en Sevilla. Los dos son textos de terapéutica, más concretamente de práctica farmacéutica. Son libros de un galenismo clásico en donde llega a ofrecer recetas preparadas directamente por él, aunque carentes de novedad alguna reseñable, ni en los simples, como el ruibarbo, ni en los compuestos como la triaca o el mitridato. Insiste mucho en las normas de correcta preparación y en la unificación de pesos, medidas y formas de preparación, de la que se iba a ocupar el protomédico Valles poco después, desde una posición institucional muchísimo más sólida.

No sólo se ocupó de la terapéutica; gracias a su formación científica, a sus conflictivas relaciones con la Casa de Contratación, a su amistad con Arias Montano y a la de éste con Juan de Herrera, participó en el esfuerzo impulsado por Felipe II para intentar modernizar la navegación; para ello publicó su Examen y censura del modo de averiguar la altura de las tierras por la altura de la Estrella del Norte tomada con la ballestilla, Sevilla, 1595, censurado por el propio Herrera. En él corrige las ideas del cosmógrafo y matemático portugués Pedro Núñez y pese a atacar el mal uso de la ballestilla, la prefiere al astrolabio.

Tovar organizó un huerto en su casa en donde un esclavo negro cuidaba primorosamente especies vegetales llegadas de América y de algunas españolas. Gracias a la relación con Arias Montano, entró en contacto con Charles de l’Écluse o Clusio, botánico de los Países Bajos que se convirtió en tutor de uno de los hijos del banquero Fugger. En calidad de tal visitó España, pero no conocería a Tovar. La relación con él se debería a la amistad con Montano con quien habría tratado durante la estancia de éste en Amberes, en el ambiente de la Familia charitatis, un grupo religioso espiritualista, liderado por Plantino. A partir de 1596 se cartean y le provee de algunas hierbas. Se sabe que redactaba unos catálogos anuales con las plantas de su huerto que hacía girar entre sus corresponsales españoles y extranjeros. Siempre se ha sostenido el interés científico de Tovar, pero no pueden descartarse las ganas de dar a conocer las “maravillas” del nuevo mundo en un ambiente social en donde los gabinetes de curiosidades eran muy frecuentes y el interés hacia los productos procedentes del lejano Oriente iba desplazándose por los americanos, velados a los ojos del mundo por el celo del gobierno español. A ese respecto debe mencionarse su relación con Bernardo Paludano, un médico holandés implicado en el comercio de maravillas, destinadas a las cámaras privadas de los nobles europeos, mientras formaba su propio y exquisito gabinete de naturalia, descrito con admiración en 1603.

El jardín sevillano de Tovar por una parte científico, dados sus conocimientos farmacológicos, y por otra comercial, dados sus evidentes intereses en ese ámbito, llegó a ser el mejor de España. A su muerte, pasó a poder de Benito Arias Montano. Cuando murió el erudito, el conde de Riego se lo ofreció a Felipe II, mediante una carta dirigida a Mateo Vázquez en donde aconsejaba su compra, basándose en que “podríamos decir que es una de las cosas raras que tendríamos en España, aunque ya lo es y han venido a verlo desde Italia”. El Monarca atendió la sugerencia y ordenó el cuidado del jardín, aunque el tiempo sólo ha dejado el recuerdo de su existencia.

 

Obras de ~: De compositorum medicamentorum examine nova methodus, Amberes, Cristóbal Plantino, 1586; Hispalensium pharmacopoliorum Recognito, Sevilla, Officina Pescionis & Ioannis Leonis, 1587; Examen y censura del modo de averiguar la altura de las tierras por la altura de la Estrella del Norte tomada con la ballestilla, Sevilla, Rodrigo de Cabrera, 1595.

 

Bibl.: M. Colmeiro, La Botánica y los botánicos de la Península Hispano-Lusitana. Estudios bibliográficos y biográficos, Madrid, Rivadeneyra, 1858; F. Picatoste y Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo xvi, Madrid, Manuel Tello, 1891; J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ed. Península, 1983; J. Gil, Arias Montano en su entorno (bienes y herederos), Badajoz, Editora Regional de Extremadura, 1998; J. L. Barona y X. Gómez Font (eds.), La correspondencia de Corolus Clusius con los científicos españoles, Valencia, Universidad de Valencia, 1998; B. Arias Montano, Correspondencia conservada en el Museo Plantin-Moretus de Amberes, ed. de A. Dávila Pérez, pról. de E. Sánchez Salor, Alcañiz-Madrid, Eds. del Laberinto, 2002.

 

Francisco Javier Puerto Sarmiento

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