Franco, Francisco. Játiva (Valencia), c. 1515 – Sevilla, 1569 post. Médico, botánico.
Francisco Franco nació, casi con toda seguridad, en el seno de una familia judeo-conversa. Estudió en la Universidad de Valencia, donde obtuvo el grado de bachiller en Artes el año 1533. Atraído, posiblemente, por la importancia que gozaba entonces la Universidad de Alcalá, se estableció en esta ciudad para estudiar Medicina. Obtuvo el grado de licenciado en octubre de 1543, y el de doctor en diciembre del mismo año. Diego de León, titular de una de las cátedras de Prima y fiel seguidor de la tradición medieval, fue uno de sus maestros y padrino en el acto de recepción del título de doctor. Tuvo también como profesor, entre otros, a Rodrigo de Reinoso, médico renovador formado en Italia que llegó a enfrentarse con Diego de León.
Franco continuó figurando en el libro de actos y grados de los años 1544 a 1562, hasta el año 1546, pero no como estudiante, sino como profesor. En 1543 sirvió a la ciudad con ocasión de una epidemia de peste que se padecía tanto en la Corte como en los pueblos cercanos a la misma. Al pasar los Reyes a residir en la ciudad se ordenó a Franco y al resto de miembros del claustro de profesores que dictaminaran si reunía condiciones sanitarias para hacerlo. La inspección concluyó que no había peligro, pero Franco recomendaba que se secaran las lagunas pantanosas que circundaban entonces Alcalá, ya que se relacionaban las causas de ciertas pestilencias con las emanaciones procedentes de las aguas estancadas.
En 1547 el rey Juan III de Portugal, al restituir a Coimbra su Universidad, se llevó a varios profesores de la Complutense para desempeñar cátedras en la Universidad lusitana. Entre ellos estaba Francisco Franco, quien llegó a la ciudad portuguesa en 1549.
Allí fue profesor de Botánica Médica. También fue nombrado médico de cámara con alojamiento en el Palacio Real. Las lecciones que impartía tenían un carácter eminentemente práctico, ya que eran frecuentes las salidas al campo para herborizar.
Tras permanecer seis años en Portugal, Franco recorrió varios países europeos, regresando a la Península en una fecha anterior a 1560. Se estableció en Sevilla, donde fue contratado como catedrático de Prima de su Universidad.
Al sospecharse la existencia de pestes en la cercana ciudad de Utrera, fue llamado por el Cabildo de la ciudad de Sevilla para que investigara y emitiera informe sobre el género y gravedad de tales enfermedades.
Fruto de las observaciones que realizó durante su viaje, fue la publicación de la obra Libro de enfermedades contagiosas y de la preservacion dellas (1569), que dedicó al cuerpo municipal de esta villa. Según él, lo escribió en castellano y no en latín para que cada uno en su casa aprovechara del mismo porque sabía que muchos médicos huían cuando veían el peligro cercano.
La obra consta de cincuenta y ocho capítulos y ochenta folios de texto.
En este libro Franco trata de las causas, pronóstico, preservación y curación de la peste y enfermedades pestilenciales. Para Franco la pestilencia era sinónimo de “aire putrefacto y corrompido”, siguiendo con fidelidad las ideas galénicas tradicionales. Respecto al mecanismo de contagio defiende las ideas de Fracastoro.
La peste podía contagiarse de tres modos: por contacto directo con enfermos; por el fómite que queda en los objetos pertenecientes a aquellos que la han padecido, especialmente los vestidos; y de la forma que llama “pestilencial”, a partir de las evacuaciones que salen de las personas enfermas. Se muestra partidario de quemar los enseres que han pertenecido a los apestados.
A pesar de ser un texto dirigido al público en general, la parte terapéutica no desmerece la de otros autores españoles de la época que escribieron con referencia al mismo asunto. Una de las recomendaciones que hace es que se huya del lugar donde hay peste, como ya lo hiciera Diego de Torres en 1485 y que se consideraba la medida más eficaz. Se refiere asimismo a los alimentos que deben tomar y evitar los enfermos y considera bueno comer para fortalecer el organismo tanto para prevenir la enfermedad como para vencerla los que ya la padecen.
Es contrario al uso de la sangría en este tipo de enfermedades.
También aborda el estudio de los medicamentos que son “contra venenos y pestilencia”.
Distingue dos tipos: los alexifármacos, que obran atrayendo el veneno cuando se aplican exteriormente; o bien lo hacen produciendo la evacuación (evacuaciones propiamente dichas o cámaras, vómitos y sudores) cuando se administran por boca. El otro tipo son las alexiterias, o medicinas útiles para mordeduras de animales. Por lo que puede leerse en la obra, Franco solicitó al Concejo de la ciudad de Sevilla la creación de un jardín botánico para tener plantas medicinales a semejanza del que había creado Felipe II en Aranjuez, quien había mandado a su herbolario Francisco de Castilla a Andalucía en busca de plantas útiles.
La segunda obra de Franco lleva como título Tratado de la nieve y del uso della (1569); consta de quince folios y está dedicada a Bernardo Henríquez, quien le preguntó varias veces sobre su modo de enfriar las bebidas con nieve. Los médicos renacentistas se preocuparon de formular opinión sobre la conveniencia de beber enfriando con nieve. Al existir tantas opiniones al respecto, Franco decidió poner por escrito la suya.
Prohíbe su uso a menores de catorce años, a los ancianos y a los que presentan tos. Su método de enfriar consistía en poner en un vaso la cantidad del líquido que se quería beber, se cubría con una tapadera de plata sobre la que se depositaba la nieve necesaria. Según él enfriar las bebidas era necesario en Sevilla, ya que era de los lugares donde más calor hacía durante el estío.
El texto se fundamenta en los supuestos de la dietética tradicional, de forma parecida a como Nicolás Monardes, Francisco Micó y Alonso Díez Daza lo harían poco después en otras monografías sobre el mismo tema.
Una de las características más estimadas de los textos escritos en esta época es la de ilustrar los contenidos con abundantes ejemplos que extraen los autores de su propia experiencia a la vez que proporcionan datos que trascienden los mismos y que hoy se consideran del máximo interés. Este hecho demuestra cierta autonomía y suficiencia frente a la autoridad de los clásicos. Los textos de Francisco Franco son un buen ejemplo de esta característica.
Obras de ~: Libro de las enfermedades contagiosas y de la preservacion dellas [...], Sevilla, Alonso de la Barrera, 1569; Tratado de la nieve y del uso della, Sevilla, Alonso de la Barrera, 1569.
Bibl.: R. Albert Prósper, Recurso apologético del Dr. Francisco Franco, Valencia, Instituto Médico Valenciano, 1916; L. Sánchez Granjel, La medicina española renacentista, Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1980; J. M.ª López Piñero, “Francisco Franco”, en J. M.ª López Piñero, Th. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Península, 1983, págs. 356-357.
José Luis Fresquet Febrer