Muñoz, Jerónimo. Valencia, c. 1520 – Salamanca, 1592. Astrónomo, matemático, geógrafo, helenista y hebraísta.
Jerónimo Muñoz nació en Valencia. Inició sus estudios en la universidad de esta ciudad y se graduó de bachiller en artes en 1537. Concluidos sus primeros estudios y como era frecuente entre los estudiosos del Renacimiento, Muñoz viajó por Europa para completar su formación. Fue discípulo de Oronce Finé, editor y autor de obras científicas y profesor de matemáticas del Colegio de Francia; además, Finé celebraba en su residencia reuniones informales para todos los interesados en estas disciplinas. Muñoz estudió también con el destacado astrónomo y geógrafo Gemma Frisius, profesor de Medicina de la Universidad de Lovaina, que no
Tras su regreso a Valencia, Muñoz enseñó privadamente matemáticas. Además, llevó a cabo actividades relacionadas con la técnica o las matemáticas aplicadas, como asesor o experto de diversos nobles. En 1563 fue nombrado catedrático de hebreo del Estudi General valenciano. Dos años después, el 2 de junio de 1565, unió a esta cátedra la de matemáticas y logró ob
En sus cátedras de matemáticas y astronomía de Valencia y Salamanca, Muñoz explicaba aritmética, geometría y trigonometría, óptica geométrica o perspectiva, astronomía y sus aplicaciones a la navegación, instrumentos de astronomía, geografía y astrología. Aunque Muñoz publicó muy pocas obras, se conservan manuscritos autógrafos o copias realizadas, por discípulos suyos de todas estas materias en bibliotecas europeas de Salamanca, Barcelona, Madrid, Múnich, el Vaticano, Nápoles y Copenhague. La localización y estudio de estos manuscritos ha permitido reconstruir el con
En España, Muñoz llegó a gozar de una gran notoriedad como matemático, astrónomo, geógrafo, helenista y hebraísta, pero el mayor volumen de escritos que se conservan de Jerónimo Muñoz corresponden a la astronomía. En el resto de Europa su fama se debió principalmente a sus trabajos sobre la supernova de 1572, difundidos en un libro sobre el fenómeno: Libro del nuevo cometa (1573), escrito como respuesta a una petición de Felipe II, y traducido y publicado en francés en 1574. Muñoz llamó a la supernova “cometa”, aunque insistió en que era un cometa diferente a todos los registrados hasta entonces por la literatura sobre este tipo de fenómenos, y que por su movimiento más parecía una estrella que un cometa. La razón para clasificar el fenómeno dentro de los cometas tiene que ver con su deseo de dar una interpretación de la génesis de la nova en términos de causas naturales, basadas en la tradición astrológica. En cambio, gran parte de los autores que la calificaron de estrella y aceptaron, por tanto, su naturaleza celeste, recurrieron a la omnipo
La ubicación del fenómeno a una distancia de la Tierra superior a la de la Luna la basó Muñoz en la nula paralaje observada. La ausencia de paralaje implicaba que el cuerpo estaba muy por encima de nuestro satélite, cuya paralaje había sido estimado ya por Ptolomeo en la Antigüedad en más de un grado (paralaje horizontal).
Muñoz calculó las coordenadas de la estrella y sus distancias angulares a las tres estrellas “mas altas y mayores de la constelación de la Casiopea” con las que “hacia una figura casi rombo”. En la tabla siguiente incluimos las distancias angulares entre la supernova y a, b y g Casiopea (2, 12 y 14 en la nomenclatura de la época) estimadas por Muñoz, Tycho Brahe, Thomas Digges y Thaddaeus Hagecius, así como las calculadas por los astrónomos actuales, David H. Clark y F. Richard Stephenson.
Estrella |
Calculadas |
Brahe |
Digges |
Hagecius |
Muñoz |
2 (a Cas.) |
7º 49,1’ |
7º 50,5’ |
7º 47’ |
7º 47’ |
7º 50’ |
12 (b Cas.) |
5º 20,8’ |
5º 19,0’ |
5º 15’ |
5º 15’ |
5º 20’ |
4 (g Cas.) |
4º 58,4’ |
5º 02,0’ |
4º 58’ |
5º 3’ |
5º 10’ |
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Como puede verse, las distancias estimadas por el astrónomo valenciano se desvían de los valores calculados para el remanente de la supernova en 0,9’, 0,8’ y 11,6’ respectivamente. Debe
El Libro del nuevo cometa fue traducido al francés por Guy Lefèvre de la Boderie, discípulo del famoso orientalista Guillermo Postel, que a su vez era discípulo del valenciano Juan Gélida. Pero, además, sus trabajos sobre la nova se difundieron también a través de la correspondencia que Muñoz man
Estos trabajos de Muñoz sobre la “nova” hay que situarlos en el marco de un ambicioso programa de revisión de la cosmología aristotélica y la astronomía ptolemaica, tal y como puede seguirse en sus Comentarios al segundo libro de la Historia Natural de Plinio y en su Traducción latina comentada con numerosas adiciones del Comentario sobre la composición matemática de Ptolomeo de Teón de Alejandría. El libro II de Plinio se ocupa del mundo en general, del cielo, de los, astros (estrellas, Sol, Luna y planetas), de los fenómenos meteorológicos y finalmente de la Tierra, lo que parece seguir la secuencia estoica de los elementos. El manuscrito autógrafo, conservado actualmente en Copenhague, de los comentarios de Jerónimo Muñoz al segundo libro de la Historia Natural de Plinio es el texto de las lecciones o conferencias extraordinarias que el matemático y hebraísta valenciano impartió en la Universidad de su ciudad natal el verano de 1568. Muñoz usa hábilmente su doble condición de teólogo (profesor de Sagradas Escrituras) y matemático-astrónomo para legitimar sus críticas a la cosmología aristotélica y proponer sus ideas alternativas. Las ideas cosmológicas que Muñoz presenta en este texto se pueden calificar en gran medida como afines a la tradición estoica. En síntesis, según Muñoz, todo el universo, desde la tierra, que ocupaba el centro, hasta sus confines, estaba lleno de aire, que, además, impregnaba todas las cosas del mundo y servía de conexión entre ellas. En relación con esto, en sus Comentarios a Alcabitius, un texto de astrología relacionado también con sus clases, Muñoz compara el aire cósmico con el espíritu que se difunde desde el corazón para vivificar el cuerpo. Muñoz, por lo tanto, niega la exis
Ideas idénticas a las mencionadas fueron expuestas por Muñoz en su obra más ambiciosa, la traducción comentada del Comentario al Almagesto de Teón de Alejandría. En esta obra, con la que pre
Muñoz, en sus Comentarios a Plinio puso en juego, según el gusto de los humanistas, un amplio repertorio de citas de autores de la Antigüedad: poetas, historiadores, geógrafos, matemáticos y filósofos. Pero este recurso no era meramente literario, sino que cumplía la función de situar al mismo nivel de opinión cualquier afirmación filosófica, que valdrá lo que valgan la fuerza de sus argumentos. Junto a esto y, aunque Muñoz insistió en la distinción entre verdades de fe y verdades de razón, no dejó de señalar la mejor adecuación de la cosmología que él proponía con la teología cristiana, y, en general, que la razón ha de ser compatible con la fe. Muñoz recurrió también a argumentos ópticos para defender su cosmología y criticar la doctrina de las esferas. Según Muñoz, si la materia de los cielos fuera “densa, al modo del vidrio” (instar vitri aut crystalli) no se podrían distinguir los cuerpos de las estrellas o los planetas, sino “únicamente los reflejos de sus rayos”, produciéndose una total confusión. A lo que añade, que, si los astros se moviesen arrastrados por orbes “sólidos semejantes al vidrio”, todos los planetas centellearían “como se demuestra arrojando una moneda en el agua agitada”. Según hemos interpretado esta frase, lo que Muñoz quiere decir es que los planetas estarían “sumergidos” en orbes sólidos afectados de diversos movimientos, con lo que la luz procedente de ellos sufriría múltiples y variadas refracciones. Por otra parte, y dado que, en su opinión, el cielo era de aire muy enrarecido, resultaba imposible la exis
En los Estatutos de la Universidad de Salamanca de 1561 se introdujo la obra de Copérnico, entre los textos sugeridos para la enseñanza de la astronomía, como alternativa al Almagesto de Ptolomeo y al “voto de los oyentes”. Este hecho, muy raro en las universidades europeas del siglo XVI ha suscitado la cuestión de si se llegó a enseñar efectivamente la teoría de Copérnico en Salamanca. Sin embargo, para responder correctamente a esta cuestión, conviene distinguir entre la parte física o cosmológica de la obra de Copérnico de la parte técnica o de astronomía matemática. Muñoz fue profesor de astronomía de la Universidad de Salamanca más de veinte años y en Salamanca continuó y concluyó su traducción anotada de los Comentarios de Theón al Almagesto de Ptolomeo, que utilizaba para sus clases, además de los textos de introducción a la esfera arriba mencionados. Muñoz conocía bien la obra de Copérnico, a la que se refiere en muchas ocasiones a propósito de diferentes técnicas de cálculo, tablas u observaciones particulares. También describe en sus rasgos más generales el sistema de Copérnico, acompañando la descripción de un diagrama similar al que figura en el capítulo X del libro I del De revolutionibus. Pero Muñoz no se toma excesivo interés en analizar la teoría de Copérnico, lo que contrasta con el cuidado y a
Obras de ~: Institutiones arithmeticas ad percipiendam Astrologicam et Mathematicas facultates necessariae; Libro del nuevo Cometa, y del lugar donde se hazen; y como se vera por las Parallaxes quan lexos estan de tierra; y del Prognostico deste, Valencia, 1573 (trad. fr., Paris, Martin Lejeune, 1574); Summa del Prognóstico del Cometa: y de la Ecclipse de la luna, que fue a los 26 de septiembre del año 1577 a las 12 horas, 11 minutos: el qual cometa ha sido causado, por la dicha Ecclipse, Valencia, 1578; Libro del nuevo Cometa y la Summa del Prognóstico (reeds. en facs., junto con la ed. y transcr. de una carta de Muñoz a Reisacherus, en Valencia, Hispaniae Scientia, 1981, con est. introd. de V. Navarro Brotons); Comentarios al Segundo Libro de la Historia Natural de Plinio (ejemplar autógrafo en Copenhague, Arnamagnaeansque Institute, AM 812 4º, fols. 1-47); Traducción comentada del Comentario de Teón al Almagesto de Ptolomeo (ejemplar autógrafo en la Biblioteca Nacional de Nápoles, Ms.VIII, 33, fols. 21r.-300r.); Comentarios al tratado de astrología de Alcabitius (ms. en Madrid, Biblioteca Nacional de España, fols. 3r.-157r., una copia, con letra diferente, en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, ms. 2320, fols. 3v.-133v.); Comentarios a los Elementos de Euclides (copia en la Biblioteca Apostólica Vaticana, Ms. VL 6996, 2r.-159r., y en la Bayerische Staatsbibliothek, Cl 10674, fols. 2r.-99v.); Introducción a la Astronomía y Geografía, “Astrologicarum et geographicarum institutionum libri sex” (copia en la Biblioteca Apostólica Vaticana, Ms. VL 6998 fols. 3r.- 116r.; copia en la Bayerische Staatsbibliothek, Clm 10674, fols. 195r.-274r.).
Bibl.: J. Rodríguez, Biblioteca Valentina, Valencia, Joseph Tomàs Lucas, 1747, pág. 169; M. Fernández de Navarrete, Biblioteca Marítima española, vol. I, Madrid, Viuda de Calero, 1851, págs. 573-579; F. Picatoste Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI, Madrid, Tello, 1891, págs. 204-207; A. Colatero Valledor, “El misterio del estrella. Un español lo esclarece (Jerónimo Muñoz)”, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 79 (1943), págs. 12-35; C. Doris Hellman, “The New Star of 1572: its Place in the History of Astronomy”, en VV. AA., Actes du IX Congrés Internationale d’Histoire des Sciences, Barcelona-Madrid, 1959, págs. 482-487; J. Vernet, “Un astrónomo español del siglo XVI”, en Physis, 12 (1970), págs. 88-90; V. Navarro y E. Rodríguez, Matemáticas, cosmología y humanismo en la España del siglo XVI. Los Comentarios al Segundo Libro de la Historia Natural de Plinio de Jerónimo Muñoz, Valencia, Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, 1998 (ed. crítica, latín-castellano y amplio estudio preliminar de las obras de Muñoz); V. Navarro (dir.), Introducción a la Astronomía y la Geografía de Jerónimo Muñoz (ed. crítica, latín-castellano, por V. Navarro, A. Pastor, E. Pastor y V. Salavert, con estudios preliminares a cargo de V. Navarro y V. Salavert), Valencia, Consell Valencià de Cultura, 2004.
Víctor Navarro Brotons