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Francisco Tello de Sandoval

Biografía

Tello de Sandoval, Francisco. Sevilla, c. 1508 – Plasencia (Cáceres), 8.VII.1580. Presidente del Consejo Real y Supremo de las Indias.

Francisco Tello de Sandoval nació en Sevilla, hijo de Juan Gutiérrez Tello, un destacado vecino de la ciudad, y de Beatriz Barba, su mujer. El 8 de agosto de 1528 obtuvo una beca para el Colegio Mayor de San Bartolomé, en Salamanca. Su reputación como alumno avanzado se extendió rápidamente: lo que es más, para cuando se graduó ya había logrado importantes contactos que le sirvieron de mucho, hasta el punto de llegar a conocer —entre otros— a Juan de Ovando, Fernando de Valdés, Hernando de Vega y Diego de Alderete. El profesor Stafford Poole ha señalado a este grupo como uno de los primeros que justifican la notoriedad del famoso Colegio Mayor, que “lleno está el mundo de bartolomicos”; todos ellos ayudaron a lanzar la carrera de Tello de Sandoval y le protegieron en las arduas crisis políticas por las que atravesó al pasar de la década de 1540 a la de 1550.

Tello de Sandoval comenzó su carrera como canónigo de Sevilla y progresó hasta convertirse en inquisidor de Toledo. No tenía experiencia de gobierno en España cuando en 1543 Carlos V, curiosamente, le encomendó una de las tareas más importantes y delicadas de la Monarquía: el 13 de mayo y el 26 de junio de 1543 el Emperador emitió sendas “cédulas” según las cuales nombraba a Tello de Sandoval “visitador” del virrey y “audiencia” de Nueva España, otorgándole con ello un amplio margen de poder que conllevaba muchas de las características propias de una residencia. Tras un breve lapso de tiempo, sus poderes se extendieron sustancialmente cuando el inquisidor general, Juan de Tavera, le nombró “inquisidor” para el virreinato de Nueva España el 18 de julio de 1543.

La formación, ciertamente prosaica, de Tello de Sandoval no le había preparado apenas para tales responsabilidades, pero él contaba con dos cualidades que, seguro, le recomendaron ante el Emperador y sus consejeros: era de una constancia tenaz en la consecución de sus obligaciones y le guardaba a la autoridad de la Corona una reverencia sin par. En realidad, con el tiempo se haría popular un episodio sobre el día en que se le cayó al suelo el sello real de un documento que tenía en las manos: “le alcò con mucha reuerencia, y le besò, y puso sobre su cabeça, diziendo es el cuerpo mystico, y figuratiuo de el Rey nuestro señor” (Salazar de Mendoza, Origen de las Dignidades, 1618, fol. 43v.).

Fue lo suficientemente astuto como para insistir en que le otorgaran una consejería en las Indias antes de su partida; el Consejo de las Indias apuntó: “El Lic.

Sandoval ha sido requerido y responde que, dándole título de este Consejo y tomado la posesión, irá á servir en esto a V. Mt., y de otra manera no lo acepta”.

Francisco de los Cobos se opuso, ya que crearía un precedente, pero el Consejo aceptó el ultimátum y Tello de Sandoval tomó posesión como consejero el 16 de junio de 1543 (Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, 19, y Schafer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, I: 74-77). Sandoval demostró que estaba hecho de una pasta especial y, tal y como esperaba, hizo que el Consejo de las Indias se comprometiera a apoyarlo.

Tello de Sandoval acusaba la necesidad de contar con la absoluta certeza de que en la Corte iban a apoyarle, dado que la tarea que le había sido encomendada era ingente y compleja; el virreinato de Nueva España se encontraba en una profunda crisis y la Corona estaba decidida a imponer de nuevo su autoridad a conquistadores y colonos, sobre los que temía estar perdiendo el control. En realidad, la Corona no era consciente de cuánto habían cambiado las colonias en una generación. Su falta de entendimiento de la situación era recíproca: los encomenderos, por su parte, consideraban que el gobierno real tenía demasiado en cuenta los derechos de los indios y prestaba demasiada atención a la campaña orquestada por fray Bartolomé de Las Casas y otros sobre el maltrato a los nativos.

El conflicto entre la Corona y los colonos lo simbolizaba —y, en realidad, lo expresaba con mucha más fuerza— el agrio enfrentamiento entre Hernán Cortés, que había conseguido Nueva España para la Corona, y Antonio de Mendoza, que había sido nombrado primer virrey del territorio en 1535. Los dos hombres —ambos figuras de trascendencia histórica— se enzarzaron en un conflicto altamente personal, en particular sobre la prohibición por parte de la Corona de nuevas “entradas”, y el 6 de julio de 1543 Cortés presentó una serie de cargos contra Mendoza ante el Consejo de las Indias, con lo que consiguió desafiar de manera efectiva al Consejo para que le otorgara su apoyo a él frente al virrey. La ira de los colonos por la prohibición de “entradas” se incrementó aún más por las dificultades que enfrentaron para sofocar la rebelión del Mixton de 1541-1542 y, sin duda, porque se dieron cuenta de que los indios habían perdido el terror que le tenían al armamento español. La Corona decidió reafirmar su autoridad sobre los colonos restringiendo sus derechos sobre los indios. En 1542-1543 Carlos V emitió las Leyes Nuevas, que prohibían la esclavitud de nativos por parte de los españoles y restringían la duración de las encomiendas existentes hasta la muerte de sus propietarios.

Tello de Sandoval fue nombrado visitador para llevar a cabo todas estas medidas.

Tello de Sandoval embarcó desde Sevilla el 3 de noviembre de 1543: dio la casualidad de que navegaba con la misma flota que llevó a Blasco Núñez Vela a su exitoso virreinato en Perú. Llegó a San Juan de Ulúa el 12 de febrero de 1544 y a Ciudad de México el 8 de marzo de 1544. El virrey Mendoza mostró buena disposición hacia él disuadiendo a los colonos de llevar a término su amenaza de vestirse de negro para recibirle.

Pero ni el virrey ni el visitador pudieron hacer nada para restringir el desánimo y la ira de los colonos cuando se leyeron las Leyes Nuevas en la Plaza Mayor en presencia de la élite política y social del virreinato el 24 de marzo de 1544. Se multiplicaron las protestas formales hacia Tello de Sandoval de parte de las autoridades civiles y eclesiásticas, así como por parte de individuos que insistían en que se arriesgaba a provocar una rebelión de los colonos si hacía cumplir las Leyes Nuevas. Tello de Sandoval procuró asegurarse el apoyo del clero secular y regular convocando una junta eclesiástica en 1546, a la que invitó a los obispos de México (fray Juan de Zumárraga) y Oaxaca (fray Juan de Zárate), así como a los representantes provinciales de las Órdenes Franciscana, Dominicana y Agustina y, por supuesto, a Bartolomé de Las Casas.

Sin embargo, lejos de apoyarlo con la imposición de las Leyes Nuevas, la mayoría de los miembros de la junta insistieron en que, si las Leyes Nuevas se llevaban a cabo, se desencadenaría una crisis catastrófica.

Rendido ante la fuerza de la oposición, Tello de Sandoval decidió enviar a España a los representantes de las provincias de las tres Órdenes Religiosas y a otros dirigentes de instituciones cívicas para discutir el caso con el Emperador. Con gran reticencia, pero con el apoyo del virrey, Tello de Sandoval accedió a no poner en marcha las Leyes Nuevas más polémicas hasta que Carlos V se hubiera pronunciado al respecto. Las Casas protestó fervientemente: Tello de Sandoval había fallado en su obligación, a Dios, a la Corona y a los indios. Sin embargo, la alianza entre virrey y visitador —junto con el temor de que Nueva España se sumiera en la guerra civil que estaba desmembrando Perú— convenció a Carlos V de que tenía que restringir la implementación de las Leyes Nuevas. De tal modo que el 20 de octubre de 1545 emitió el decreto (Ley de Malinas) que revocaba la implementación de las Leyes Nuevas que eran más polémicas. Se restableció el principio por el cual las encomiendas eran hereditarias e incluso traspasables a esposas e hijos.

Aunque Tello de Sandoval se había retirado del principal objetivo de su “visita”, su tenaz determinación se transformó en avances varios para la Corona.

Muy especialmente, evitó que Nueva España siguiera los pasos de Perú en su rebelión contra la autoridad de la Corona. Además, se prohibió la esclavitud futura de indios y se obligó a liberar a todas las mujeres y niños menores de catorce años: unos cuatro mil esclavos obtuvieron la libertad durante el virreinato.

En términos más generales, la amplitud de la investigación le permitió reafirmar la autoridad de la Corona sobre cada uno de los aspectos de la vida en el virreinato —central, civil y religioso; urbano y rural; legal y económico—. Tello de Sandoval, incluso, llegó a inspeccionar la acuñación de moneda y escribió un informe de 68 páginas en las que detallaba los errores con los que se estaba trabajando. Tuvo un efecto aún mucho más permanente en su insistencia para establecer la Inquisición en Ultramar: “Hai necesidad de establecer en esta tierra el Santo Oficio de la Inquisicion”, le escribió al príncipe Felipe en septiembre de 1545 (Pérez Bustamante, Don Antonio de Mendoza: 189). Puede que exagerara en su petición, ya que sólo actuó en cinco casos como inquisidor, pero consiguió que la Inquisición quedara establecida en 1571. En general, sus investigaciones produjeron una ingente cantidad de información para el Gobierno de España sobre la situación de Nueva España. En concreto, dio comienzo al proceso, demorado desde hacía tiempo, de recabar y recopilar información sobre el gobierno y la situación de las colonias que después llevaría a la compilación de la Recopilacion de las Leyes de las Indias, también en la década de 1570.

La lucha entre Tello de Sandoval y Antonio de Mendoza entró en su fase crítica cuando el 21 de junio de 1546 el visitador presentó cuarenta y cuatro casos en contra de la conducta de Mendoza como virrey.

Muchos de los cargos eran puramente simbólicos, pero Tello de Sandoval también planteó cuestiones de tremenda importancia: alegaba, por ejemplo, que Mendoza había recibido regalos (cargo 6) y era tan arrogante en su control de la magistratura que incluso permitió un asesinato en su presencia (cargo 7). Criticó los procedimientos que el virrey había empleado en su gobierno de la colonia alegando que había despachado muchos asuntos de justicia y gobernación con la ayuda de sus secretarios en lugar de hacerlo con los comisarios, a quienes tendría que haber acudido, una implicación clara y altamente dañina de que Mendoza había ejercido trato de favor al llevar a cabo sus obligaciones (cargo 12). Sandoval llegó incluso tan lejos como para reclamar que Mendoza no había cumplido muchas de las órdenes reales (cargo 13), se había quedado con dinero (cargo 17) y había bajado los salarios de los corregidores (cargo 20) (Hanke, Los virreyes españoles, I: 110-119]. Todas ellas juntas constituían una serie de alegaciones extremadamente graves.

Desafortunadamente, al tiempo que Tello de Sandoval lanzaba su ataque sobre el virrey, las bases de sus apoyos en España quedaron destruidas: el 23 de julio de 1546 Luis Hurtado de Mendoza, II marqués de Mondéjar y hermano del virrey Mendoza, juró su cargo como presidente del Consejo de las Indias (Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, 32).

Antonio de Mendoza ofreció una primera respuesta contenida a los cargos de Tello de Sandoval el 30 de octubre de 1545 y más tarde, el 8 de enero de 1547, se defendió en detalle elaborando un cuestionario con 309 preguntas a testigos para poder demostrar su inocencia; como político consumado, hizo uso de la oportunidad que se le presentaba para enfatizar el alcance sin par de sus servicios a la Corona y sus logros.

Como consecuencia de ello, se requirió la presencia en España de Tello de Sandoval para que se explicara.

Tello de Sandoval regresó a España desmejorado de salud; se recuperó en Sevilla durante dos meses antes de continuar su viaje a la Corte, adonde llegó en septiembre de 1547. Su llegada coincidió con el comienzo del proceso de visita a la conducta del virrey Mendoza, y el 7 de mayo de 1548 dos agentes del virrey —Agustín Guerrero y Juan de Aguilar— emprendieron en su nombre una recusación en el Consejo de las Indias que sostenía que a Tello de Sandoval no debía permitírsele dar evidencia de la visita.

Alegaron que el visitador se había mostrado “odioso y sospechoso” del virrey y que había demostrado su hostilidad hacia él incluso en su travesía hacia Nueva España: “desde que el Lic. Sandoval partió de Sevilla mostró odio y enemistad a mi parte, y allá y por el mar iba diciendo y publicando que iba a redimir la tierra que está perdida con mi parte, y esto dijo muchas veces como hombre que llevaba proposito de hacerle mal, siendo esto sola passion particular suya”.

En buena medida repitieron que Tello de Sandoval había demostrado “el odio y mala voluntad” hacia el virrey (Hanke, Los virreyes españoles, I: 120-123).

Tello de Sandoval se presentó ante el Consejo el 2 de junio y, aunque negó enérgicamente los cargos, no sirvió de nada. Se estableció una comisión de tres consejeros procedentes de cada uno de los Consejos de Castilla y las Indias y el 14 de septiembre de 1548 la comisión dictaminó en contra, ordenando que “se abstenga de la vista y determinación de la visita”.

Antonio de Mendoza fue así vindicado y como consecuencia de su triunfo fue designado, poco tiempo después, para el virreinato de Perú. Su familia, sin embargo, fue implacable en su persecución de Tello de Sandoval; el 20 de septiembre de 1550 —y de nuevo el 29 de julio de 1555— los Mendoza obtuvieron nuevos fallos en función de los cuales a Tello de Sandoval se le prohibía volver a involucrarse en nuevos casos legales contra el virrey o sus descendientes.

Aunque seguro que debió haber sido tremendamente difícil para Tello de Sandoval trabajar bajo la presidencia de Mondéjar, a partir de ese momento se dedicó tranquilamente a sus tareas cotidianas como consejero de las Indias. Su nombre aparece de manera ocasional en los registros del Consejo: en 1551, por ejemplo, Sandoval fue uno de los signatarios en la cédula por la que se estableció la Universidad de México y en 1552 viajó a Aragón con el príncipe Felipe y su séquito. En 1557 fue dispensado de su embarazosa posición, cuando se le asignó la presidencia de la Cancillería de Granada y, tras servir su etapa de oficio allí, se le promocionó para la presidencia de la Cancillería de Valladolid (1559).

Alguien que había servido en las presidencias de las dos Cancillerías de Castilla podría fácilmente albergar la esperanza de ser promocionado para una Consejería de Castilla, pero en 1564 Felipe II hizo mucho más al honrarle con el nombramiento de presidente del Consejo de las Indias; debió de ser un momento gratamente satisfactorio para Tello de Sandoval cuando el 9 de abril 1564 juró su cargo (Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, 19). Probablemente, el Rey consideró que era bastante anómalo que precisamente uno de los pocos servidores de la Corona que contaba con probada experiencia en las Indias dejara de ocuparse de su gobierno. En realidad, el Rey y sus consejeros eran conscientes de que los Consejos, incluido el Consejo de las Indias, necesitaban una reforma radical de manera urgente.

Tello de Sandoval, no obstante, ya no contaba con la suficiente fuerza para ocuparse de esta tarea; su salud se hallaba deteriorada y sirvió únicamente durante tres años antes de su nombramiento como obispo de Osma. Cuando en 1567-1568 se produjo una visita al trabajo del Consejo, aquellos que habían trabajado para él se unieron en su contra. En realidad, incluso su propio secretario, Juan López de Velasco, llegó a sugerir que Tello de Sandoval podría haber trabajado mucho más y haber dirigido el Consejo de una manera mucho más eficaz (“digo que el tiempo que estuue en casa del dicho don Francisco Tello de Sandoual a mi me parescio que algunas vezes pudiera y deuiera dar mas Audiencias a los negociantes”) (López de Velasco, 20 de enero de 1568, British Library, Add 33983, fols. 294-294b).

Las críticas no tuvieron consecuencias para Tello de Sandoval; había tomado posesión del obispado de Osma el 15 de septiembre de 1567 y pudo disfrutar de días de profunda satisfacción en su obispado.

Generó opiniones favorables como obispo moderno, tridentino, siempre preocupado por los pobres y llegó a ser un benefactor de la Catedral. Quizá intentaba equilibrar tradición y modernidad; apoyaba enérgicamente la implementación de los estatutos de limpieza de sangre y, al mismo tiempo, había fundado un Colegio jesuita en Soria en 1576. Protegió la integridad de su diócesis y resistió los intentos de separación de Soria con la creación de un obispado en la ciudad. Estableció dos fiestas, una por la Invención de la Cruz y otra por san Francisco. Parece que aceptó con algo de reticencia la promoción para el obispado de Plasencia (la presentación fue el 2 de octubre de 1578). Sirvió por muy poco tiempo en el cargo, ya que murió en esa misma ciudad el 8 de julio de 1580. El 11 de mayo de 1582 su féretro fue trasladado a la Catedral de Osma, donde yace con una inscripción en la que únicamente figura su nombre, los obispados que ocupó y la fecha de su muerte. En el sepulcro no hay referencia alguna a su servicio en las Indias.

 

Obras de ~: Ordenanzas del visitador de la Nueva España, Tello de Sandoval, para la administración de justicia (1544) (ed. de I. Sánchez Bella, Historia, Instituto de Historia, Universidad de Chile, n.º 8, Santiago, Instituto de Historia, Universidad Católica, 1968, págs. 489-561); “Lista de documentos relacionados con la visita de Francisco Tello de Sandoval, 1543- 1548”, en L. Hanke y C. Rodríguez (eds.), Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria, t. I, Madrid, Ediciones Atlas, 1976 (Biblioteca de Autores Españoles, 273), págs. 124-125.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, 19; Quitaciones de Corte, 32.

V. de Puga, Provisiones cedulas instrucciones para el gobierno de la Nueva Espana por el Doctor Vasco de Puga, México, Imprenta de Pedro Ocharte, 1563 (reimp., Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1945); P. Salazar de Mendoza, Origen de las Dignidades Seglares de Castilla y Leon. Con relaçion summaria de los Reyes de estos Reynos, de sus acciones, casamientos, hijos, muertes, sepulturas, Toledo, 1618; G. González Dávila, Teatro de las Grandezas de la Villa de Madrid Corte de los Reyes Católicos de España, Madrid, Thomas Junti, impresor del Rey N. Señor, 1623 (ed. facs., Madrid, Publicaciones Abella, 1986); Teatro Eclesiastico de las iglesias metropolitanas y Catedrales de los reynos de las dos Castillas: vidas de sus arzobispos y obispos y cosas memorables de sus sedes, Madrid, 1645- 1700, 4 vols.; L. Fernández Melgarejo, Discurso genealógico de la nobilissima y antigua casa de los Tellos de Sevilla, Sevilla, 1660; G. González Dávila, “Historia de la vida y hechos del ínclito monarca D. Felipe Tercero”, en P. Salazar de Mendoza, Monarquía de España, Madrid, B. Ulloa (imp.), 1770-1771; J. Loperráez Corvalán, Descripción histórica del obispado de Osma con el catálago de sus prelados, Madrid, Imprenta Real, 1788 (reimp., Madrid, Ediciones Turner, 1978); G. de Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, México, Antigua Librería [Impr. por F. Díaz de León y S. White], 1870; H. C. Lea, The Inquisition in the Spanish Dependencies, New York, Macmillan, 1922; A. Scott Aiton, Antonio de Mendoza First Viceroy of New Spain, Duham, Carolina del Norte, Duke University Press, 1927; C. Pérez Bustamante, Don Antonio de Mendoza Primer Virrey de la Nueva España (1535-1550), Santiago, Tipografía de El Eco franciscano, 1928; S. A. Zavala, La encomienda Indiana, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1935; C. H. Haring, The Spanish Empire in America, New York, Oxford University Press, 1963; E. D. Dussel, El episcopado hispanoamericano: institución misionera en defensa del indio, 1504-1620, Cuernavaca, CIDOC, 1969-1971, 9 ts.; L. Hanke y C. Rodríguez (eds.), Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria, op. cit., 1976; R. I. Nesmith, The coinage of the first mint of the Americas at Mexico City, 1536-1572, Lawrence, Mass., Quarterman Publications, 1977; L. Byrd Simpson, The encomienda in the New Spain: the beginning of Spanish Mexico, Berkeley, University of California Press, 1982; J. L. Soberanes Fernández, “La Inquisición en México durante el siglo XVI”, en Revista de la Inquisición, n.º 7 (1998), págs. 283- 295; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias: su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, Madrid, Marcial Pons, Ediciones de la Historia, 2003; S. Poole, Juan de Ovando. Governing the Spanish Empire in the Reign of Philip II, Norman, University of Oklahoma Press, 2004.

 

Patrick Williams