Suárez Inclán y González Llanos, Estanislao. Avilés (Asturias), 7.V.1822 – Madrid, 19.IX.1890. Abogado, periodista y político.
Estanislao Suárez Inclán nació el 7 de mayo de 1822 en el seno de una familia acomodada de la villa de Avilés y allí realizó estudios de latín y humanidades.
Se trasladó luego a Oviedo, donde obtuvo el grado de licenciatura en la carrera de Jurisprudencia. Inmediatamente después, comenzó a ejercer la abogacía en su ciudad natal, que a sus veintiún años le eligió diputado provincial. Desde joven destacó por sus ideas liberales, simpatizando con el grupo que comenzó a formarse en torno a la figura de Joaquín Francisco Pacheco con los moderados que en las Cortes de 1845 se opusieron a que se reformase la constitución. Esta posición le valió la elección como diputado a Cortes en las elecciones parciales de 12 de diciembre de 1846. Era la primera vez que obtenía un acta por el distrito de Avilés (circunscripción de Oviedo), al que representaría en doce ocasiones en el Congreso y en tres en el Senado, antes de ser designado senador vitalicio el 5 de septiembre de 1881. A principios de los años cincuenta se vinculó estrechamente a la tendencia puritana del Partido Moderado, que se oponía a los gobiernos de Narváez y Bravo Murillo, y destacó por su negativa a votar el famoso arreglo de la deuda del político moderado. Después de la clausura y disolución de las Cortes, a finales de 1852, se incorporó a los comités constitucionales que formaron progresistas y moderados de oposición para defender la libertad y evitar la reforma constitucional de Bravo Murillo, para aumentar las prerrogativas de la Corona y limitar el alcance del régimen liberal.
El golpe militar del general Leopoldo O’Donnell y el estallido revolucionario del pueblo de Madrid, en 1854, repercutieron de inmediato en Asturias: la ciudad de Oviedo se pronunció contra el gobierno del conde de San Luis el 18 de julio y se constituyó una Junta Revolucionaria, presidida por el marqués de Camposagrado, en la que Suárez Inclán tomó parte activa.
En breve surgieron diferencias con los progresistas y Suárez Inclán y sus amigos se abstuvieron de concurrir a las elecciones constituyentes de 1854, notándose su ausencia de las Cortes del Bienio Progresista.
Suárez Inclán alternó el ejercicio de la abogacía con frecuentes colaboraciones en diversos periódicos asturianos y fue, como sus parientes maternos Rafael y Ramón González Llanos, un distinguido publicista.
Escribió en El Independiente, un periódico ovetense fundado por Protasio González Solís en 1854, en el El Industrial y en El Faro Asturiano, promovidos los dos últimos por Camposagrado. Fue redactor de El Diario Español, un periódico que Juan Álvarez de Lorenzana había fundado en Madrid en 1852, y que sirvió de vehículo difusor de la mentalidad que daría lugar al nacimiento del partido de la Unión Liberal, fundado por el general O’Donnell en septiembre de 1854. De él fueron destacadas personalidades sus paisanos y amigos José Posada Herrera y Juan Álvarez de Lorenzana, y Suárez Inclán se incorporó a sus filas desde sus inicios. Cuando en julio de 1856 O’Donnell formó su primer gobierno, Suárez Inclán fue nombrado gobernador civil de Canarias y luego de Cuenca.
En las elecciones convocadas por el gobierno de Narváez, en marzo de 1857, la Unión Liberal obtuvo únicamente tres actas por la circunscripción de Oviedo, una de ellas la de Suárez Inclán, que entonces ocupó la Secretaría del Congreso por segunda vez. Tras el retorno de O’Donnell al poder, con Posada Herrera a cargo del Ministerio de Gobernación, en las elecciones de octubre de 1858 la Unión Liberal obtuvo nueve escaños en Asturias, uno de ellos para Suárez Inclán.
Posada Herrera llevó a Lorenzana a la Dirección de Administración del Ministerio de Gobernación. Suaréz Inclán fue designado ordenador general de pagos, puesto que desempeñó durante los años que la Unión Liberal se mantuvo en el Gobierno.
Tras el retorno de los moderados al poder, en marzo de 1863, lo mismo que Posada Herrera o Ríos Rosas, Suárez Inclán adoptó nuevamente una postura de marcada oposición al gobierno. En junio de 1865, por temor a que se desencadenase una conspiración progresista, la reina Isabel II encargó a O’Donnell que formara gobierno. Posada Herrera ocupó nuevamente la cartera de Gobernación y, en esta ocasión, llevó a Suárez Inclán a la Subsecretaría, puesto que desempeñó hasta la caída del gabinete en julio de 1866. El pronunciamiento del general Prim, en enero de 1866, y la insurrección del Cuartel de San Gil, en el mes de junio, pusieron de manifiesto el fracaso de la misión conciliadora que se esperaba del gabinete de Unión Liberal. En esas circunstancias Narváez fue llamado nuevamente al poder, adoptando una orientación dictatorial y anticonstitucional. La tenaz oposición de la Unión Liberal al duque de Valencia y a González Bravo, su ministro de Gobernación, le valió a Suárez Inclán el destierro, que concluyó al sobrevenir la Revolución de 1868. En ella tuvo un papel muy destacado, como Posada Herrera o Álvarez de Lorenzana, que ocupó la cartera de Estado en el Gobierno provisional.
A propuesta del ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, en el mes de octubre Suárez Inclán ocupó la Dirección General de Propiedades y Derechos del Estado, puesto que desempeñó hasta marzo de 1870.
Suárez Inclán fue constituyente de 1869 y destacó entre los miembros de la Unión Liberal defensores de la candidatura del duque de Montpensier. Posteriormente fue elegido senador por la provincia de Oviedo en las elecciones de abril de 1872, y, nuevamente, en las de septiembre del mismo año. Cuando abdicó Amadeo de Saboya y se proclamó la República, abandonó toda actividad política y parlamentaria, desapareciendo de la vida pública.
Como Posada Herrera y tantos otros, reconoció la monarquía restaurada y formó en las filas del Partido Conservador, organizado por su viejo correligionario de la Unión Constitucional, Antonio Cánovas del Castillo. Formó parte del grupo de notables juristas que el político malagueño reunió en torno a Alonso Martínez con el encargo de redactar la nueva Constitución.
En las primeras Cortes de la Restauración, en enero de 1876, obtuvo nuevamente un acta de diputado y ocupó un puesto en el Consejo de Estado. Siguiendo, una vez más, los pasos de Posada Herrera, en 1880 se incorporó a los constitucionales de Práxedes Mateo Sagasta, de quien en 1881 obtuvo ciertos reconocimientos, como el nombramiento de vocal de la Junta creada para el arreglo de la Deuda o la dignidad de senador vitalicio.
Al producirse la ruptura en el seno del partido fusionista, Suárez Inclán se incorporó a las filas de la Izquierda Dinástica, el partido organizado por Posada Herrera y López Domínguez, que se proponían universalizar el sufragio y reformar la Constitución de 1876. La Izquierda llegó al poder el 13 de octubre.
Desde la Presidencia del Consejo de Ministros, Posada Herrera distribuyó diversas carteras entre paisanos y amigos: la de Estado pasó a manos de Servando Ruiz; la de Ultramar se le encomendó a Suárez Inclán, que había adquirido cierta competencia en asuntos ultramarinos como presidente de la Sección de Ultramar del Consejo de Estado. Durante el paso de la Izquierda por el poder, el novel ministro desplegó una intensa actividad, de la que dio cuenta en un libro que publicó en 1884 con el título El gobierno del ministerio presidido por el Sr. Posada Herrera con respecto a las provincias de Ultramar.
Entre las medidas que adoptó en aquellos once meses destaca la abolición del cepo y el grillete, es decir, de los castigos corporales que seguían aplicándose en Cuba a los esclavos, a quienes la ley de abolición aprobada en 1880 había convertido en patrocinados.
Luchó también para corregir algunas de las desigualdades que afectaban en materia electoral a las provincias ultramarinas. Asociado al ministro de Estado, negoció un modus vivendi para mejorar las relaciones comerciales de Cuba con los Estados Unidos.
Su nombramiento había sido recibido con reticencia por los liberales autonomistas cubanos porque representaba una opción mucho más conservadora que la del marqués de Sardoal, inicialmente previsto para el cargo; pero, a la larga, se ganó las simpatías del grupo, mientras que el partido españolista de la Unión Constitucional de Cuba opuso una tenaz resistencia a toda su gestión ministerial.
Además de político y periodista Suárez Inclán destacó como hombre de ciencia, fundamentalmente en el campo de los estudios administrativos. Desde 1850 hasta 1870 publicó el Boletín oficial del Ministerio de Gobernación, Hacienda y Fomento, un periódico de administración en el que colaboraron distinguidos publicistas y políticos. Más tarde dirigió, junto a su amigo Francisco Barca, el Diccionario General de Política y Administración, donde colaboró Antonio Cánovas del Castillo. Según lo describió Tébar, era un “orador fácil y elocuente y de reconocida ilustración y uno de los hombres más modestos y sencillos en la vida íntima”. Casó con Cándida González y Villar Jove, que pertenecía también a una acomodada familia asturiana, y murió en Madrid el 19 de septiembre de 1890. Uno de sus hijos, Félix, tuvo también una larga trayectoria como parlamentario y desempeñó carteras ministeriales en varias ocasiones.
Obras de ~: El gobierno del ministerio presidido por el Sr. Posada Herrera con respecto a las provincias de Ultramar, Madrid, Fortanet; Diccionario General de Política y Administración, Madrid, Imprenta de la Biblioteca Universal Económica, 1868; La división municipal en España (1822-1890), s. l., s. f.
Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0454-07; Archivo del Consejo de Estado, leg. 56, exp. 35; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 26 n.º 15, 29 n.º 6, 31 n.º 17, 35 n.º 1, 41 n.º 32, 44 n.º 13, 48 n.º 10, 52 n.º 2, 55 n.º 6, 61 n.º 15, 65 n.º 1 y 78 n.º 13.
A. Fernández de los Ríos, La Asamblea Constituyente de 1869. Biografías de todos los representantes de la nación con un prólogo y bajo la dirección del diputado y escritor liberal y conocido periodista Ángel Fernández de los Ríos, vol. II, Madrid, Imp. de Tomas Rey y Cía., 1869, págs. 229-235; Los diputados pintados por sus hechos: colección de estudios biográficos sobre los elegidos por el sufragio universal en las Constituyentes de 1869, recopilados por distinguidos literatos, vol. II, Madrid, R. Labajos, 1869, págs. 308-310; I. A. Bermejo, Historia de la interinidad y guerra civil de España desde 1868, vol. II, Madrid, R. Labajos, 1875, págs. 537 y 700; Las segundas Cortes de la Restauración. Semblanzas parlamentarias. Senado, Madrid, Imp. de G. E. Hernández, 1880, págs. 157-158; “El nuevo ministro de Ultramar”, en Revista de las Antillas, año 2, n.º 71 (1883), pág. 245; M. Sánchez Ortiz y F. Berástegui, Las primeras Cámaras de la Regencia. Datos electorales, estadísticos y biográficos, Madrid, Imp. de Enrique Rubiños, 1887, pág. 53; P. E. de Tébar y J. de Olmedo y J. García San Miguel, Avilés: noticias históricas, Madrid, Imp. de la Viuda de M. Minuesa de los Ríos, 1897, págs. 245, 343-345; D. M. del Peral, “Elecciones y Partidos Políticos en el principado durante el reinado de Isabel II (1833-1874)”, en E. Benito Ruano (coord.), Historia de Asturias. Edad Contemporánea I. De la caída del Antiguo Régimen a la Guerra Civil, Vitoria, Ayalga/ Ediciones, 1977, págs. 40-87; C. Rogel y C. Vitier, Manuel Alonso Martínez vida y obra, Madrid, Tecnos-Caja de Ahorros- Marcial Pons, 1991, págs. 355, 369, 513 y 515; I. Roldán de Montaud, La Restauración en Cuba. El fracaso de un proceso reformista, Madrid, CSIC, 2001, págs. 261, 268-270.
Inés Roldán de Montaud