Ayuda

Fadrique de Toledo Osorio

Biografía

Toledo Osorio, Fadrique de. Marqués de Villanueva de Valdueza (I). Madrid, c. 1580 – 19.XII.1634. General de la Armada y almirante.

Fadrique de Toledo y Osorio era hijo segundo de Pedro de Toledo, V marqués de Villafranca del Bierzo, y hermano de García de Toledo que sucedió como VI marqués a la muerte de su padre en 1627.

Eligió don Fadrique para servir a su patria y al Rey la acción militar en el mar, atento, quizás, a lo expresado por don Felipe III en un Discurso en que manifestaba que “el que fuese poderoso en el mar lo será en la tierra”.

Siguió, pues, don Fadrique el camino trazado por destacados marinos españoles en las aguas del océano Atlántico y en el mar Mediterráneo, como fueron los almirantes Bazán, Fajardo, Esquivel, Vizcaíno, Fernández Quirós y Váez de Torres. De ahí que don Fadrique estuviera persuadido de la importancia de la fuerza naval para defender los intereses de España y oponerse a la expansión turca y a los ataques constantes de los corsarios berberiscos y de los piratas, aparte de los cometidos por la escuadra holandesa; ésta, especialmente, para apoderarse de Brasil, antes colonia portuguesa y desde Felipe II, a la muerte de Sebastián I de Portugal, de la Corona española. En el Mediterráneo la acción fue dirigida contra los piratas y los corsarios turcos y berberiscos, cuyo principal centro de operación era Argel; enemigos que actuaban, devastándolas, las costas del Mediterráneo español, desde Cadaqués, Rosas y Palamós hasta Murviedro, Altea, Torrox, Frigiliana y Gibraltar; lugares que contaban con torres defensivas, algunas de las cuales aún se conservan, como ocurre con las de Moraira y Sotogrande. Zonas de Europa en que no faltaban tampoco las acciones holandesas, bien en el Canal de La Mancha, bien en el cabo de San Vicente o en el estrecho de Gibraltar. Por ello, las Cortes de Cataluña y de Valencia solicitaron que fuesen autorizadas para organizar escuadras regionales, y evitar así ataques y destrucciones en territorios costeros españoles.

En 1618, Fadrique de Toledo fue nombrado capitán general de la armada del océano, y el 9 de agosto de 1621 consiguió una gran victoria en el cabo de San Vicente sobre la escuadra holandesa, a pesar de que ésta era muy superior a la española; en este encuentro obtuvo para España tres buques enemigos, hundiendo otros dos y causando fuego en un tercero. En 1623, y en guerra sostenida contra los holandeses, se impuso don Fadrique con su armada en el Canal de La Mancha, y contra una escuadra morisca en el estrecho de Gibraltar. Quizás sea el año de 1625 el más memorable y significativo en la acción naval de Fadrique de Toledo al serle confiado oficialmente el desalojo de los holandeses de las costas de las anteriores Indias portuguesas —Brasil—, a las que habían llegado los holandeses debido al “fructífero comercio americano... empleando el fraude y las armas”; y también por la apetencia de conseguir sal marina de Araya en la costa venezolana, imprescindible para el salazón del pescado; e, igualmente, perlas, azúcar y maderas tintoreras. Por esta razón la Compañía de Indias Occidentales emprendió la conquista del Brasil, ocupando la plaza de Bahía en 1624, luego recuperada por Fadrique de Toledo y su armada en dicho año de 1625, haciendo entonces más de tres mil prisioneros y apoderándose de siete embarcaciones, doscientos cincuenta y nueve cañones y dieciocho banderas. Mas, al poco, caerían en manos holandesas Recife y una gran franja de la costa brasileña, no siendo recuperadas hasta 1654, veinte años después de la desaparición de don Fadrique.

En 1624, don Fadrique fue creado marqués de Villanueva de Valdueza, localidad en la provincia de León (municipio de San Esteban de Valdueza, en el círculo geográfico de Ponferrada), pero sin serle concedida la Grandeza de España.

Desde ese año de 1625 la labor bélica de don Fadrique fue incesante y casi siempre con venturas y éxitos, como ocurrió en sus empresas en el mar de Las Antillas en 1630, cuando conquistó la isla de Nieves, ocupada por corsarios, capturando más de siete buques; y la de San Cristóbal, después de veinte días de combate por tierra y mar, y en la cual franceses e ingleses habían edificado sendos fuertes; apoderóse también Fadrique de Toledo en esta ocasión de ciento sesenta y tres cañones, haciendo prisioneros a dos mil trescientos hombres.

Desafortunadamente, las victorias obtenidas por el marqués de Villanueva de Valdueza y los honores reales recibidos por su meritoria labor, provocaron los celos y las rencillas del valido Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, ordenando éste a don Fadrique que se desplazase una vez más a Brasil para combatir a los holandeses que nuevamente habían ocupado determinados lugares de la ex-colonia portuguesa. La salud quebrantada por su agitada vida militar y los constantes desplazamientos en Europa y en las Indias, combatiendo siempre en la mar, forzaron al marqués de Villanueva de Valdueza a solicitar su no intervención en esta nueva campaña en las Indias con el fin de reponer su estado físico, permanecer con su familia y cuidar personalmente de sus intereses. No aceptó tales peticiones Olivares, causando esta actitud incomprensión y enojo en don Fadrique, que tornó a reiterar su lealtad y total entrega al servicio de los Reyes a quienes siempre había ofrecido sus esfuerzos, su valor y sus acciones en defensa de los intereses de la Corona. La decisión del conde-duque era reflejo de su prepotencia y de su poder absoluto que no permitían en el círculo activo político trabajos de alto nivel ajenos a los por él emprendidos que pudieran superar sus propias gestiones y actividades en la marcha del país, tanto en la política interior como en la exterior.

En consecuencia, y ante la negativa del almirante, Olivares dispuso que éste fuera conducido a prisión por haber desobedecido las órdenes emanadas de la Majestad de don Felipe IV; además, se le condenó a pagar una multa de 10.000 ducados y a diez años de destierro de los Reinos de Castilla, privándole, asimismo, de todas las mercedes recibidas, de las prebendas y rentas de que hasta entonces había disfrutado, y de cualquier cargo público. Este ataque directo a un súbdito fiel y leal a la Corona y a España hicieron que al poco de ser dictadas semejantes medidas Fadrique de Toledo, I marqués de Villanueva de Valdueza, mariscal de campo, almirante, y excelente marino español, falleciera en el mismo lugar en que había visto por primera vez la luz: la Villa y Corte, el 19 de diciembre de 1634.

Intentó Fadrique de Toledo servir a su patria defendiendo los intereses de la misma, manteniendo el poder de su país en el mar. Sus méritos serían tras su muerte debidamente reconocidos, como lo fueron también los de su padre Pedro de Toledo, marqués de Villafranca del Bierzo, y como también ocurriría con los de su hijo póstumo, Fadrique de Toledo Osorio Ponce de León, marino, capitán general de las escuadras, gobernador del Supremo Consejo de Italia, gobernador general de las Armadas marítimas, que en vida fue marqués de Villafranca y duque de Fernandina, y que falleció en 1705, cuando ya en España se había extinguido la dinastía de los Austrias y comenzaba el siglo XVIII y con él a reinar en el país los monarcas de la Casa de Borbón.

 

Bibl.: L. Cabrera de Córdoba, Relaciones de la Corte de España, Madrid, Imprenta de J. Martín Alegría, 1857; C. Rosell (dir.), Crónica General de España Ilustrada, Madrid, Editores Ronchi, Vitturi, Grilo, 1865-1871 (ed. facs., Madrid, Comunidad de Madrid, 1983); A. Almansa y Mendoza, Novedades de esta Corte y Avisos recibidos de otras partes. 1621-1626, Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta, 1886; A. Cánovas del Castillo, Estudios del reinado de Felipe IV, Madrid, Imprenta A. Pérez Dubrull, 1888; C. Fernández Duro, Armada Española, vol. III, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1895-1903; V. Palacio Atard, Derrota, Agotamiento, Decadencia en la España del siglo XVII, Madrid, Biblioteca del Pensamiento Actual, 1956 (2.ª ed.); P. L. Fernández y Fernández de Retama, España en tiempos de Felipe II. Vol. II. 1556-1598, en Historia de Menéndez Pidal, vol. XXII/2, Madrid, Espasa Calpe, 1958; A. de León Pinelo, Anales de Madrid (desde el año 447 al de 1658), transcrip., notas y ordenación cronológica de P. Fernández Martín, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1971; A. Domínguez Ortiz, El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias, Madrid, Alfaguara, 1973; J. Pérez de Tudela, Sobre la Defensa Hispana del Brasil Contra los Holandeses (1614-1640), discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 1974; R. Rodríguez-Moñino Soriano, Razón de Estado y Dogmatismo Religioso en la España del XVII. Negociaciones Hispano-Inglesas de 1623, Barcelona, Labor Universitaria, Monografías, 1976; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, vol. III, Madrid, Alianza Editorial, 1979; H. Keniston, Francisco de los Cobos: Secretario de Carlos V, pról. de F. Esteban Santisteban, intr. y versión española de R. Rodríguez-Moñino Soriano, Madrid, Editorial Castalia, 1980; C. Pérez Bustamante, Historia de España. La España de Felipe III. La política interior y los problemas internacionales, pról. de C. Seco Serrano en J. M. Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, vol. XXIV, Madrid, Espasa Calpe, 1985 (2.ª ed.); J. H. Elliott, El Conde Duque de Olivares. El político en una época de decadencia, trad. de T. de Lozoya, rev. de A. Feros y el autor, Barcelona, Editorial Crítica, 1990; H. Kamen, Felipe de España, Madrid, Siglo XXI de España, 1997 (2.ª ed. corr.); J. H. Elliott y L. Brockliss (dirs.), El mundo de los Validos, Madrid, Taurus, 1999 (col. Pensamiento); R. Feijoo, Corsarios Berberiscos, Madrid, Belacqua, 2003.

 

Rafael Rodríguez-Moñino Soriano