Oviedo y de la Bandera, Juan de. Sevilla, 21.V.1565 – Bahía (Brasil), 25.III.1625. Ingeniero militar, arquitecto, matemático y escultor.
Se formó posiblemente con su padre, Juan de Oviedo y Fernández, y con el prestigioso imaginero Miguel Adán en Sevilla, autor de los retablos de Azuaga (Badajoz, en 1588), Cazalla de la Sierra (1592) y el de la iglesia del Salvador en Sevilla, en 1601.
Fue maestro mayor de construcciones y arquitectura en la provincia de León y posteriormente en Sevilla en 1603. Como arquitecto, llevó a cabo en esta última ciudad una amplia labor constructiva, realizando en la misma, entre otros, los templos San Benito, donde recurre a las columnas pareadas ya empleadas por el arquitecto milanés Vermondo Resta, y San Leandro, y los conventos de la Asunción (1615) y de la Encarnación de Belén. Su obra más emblemática es la iglesia y el convento de Nuestra Señora de la Merced, actual Museo de Bellas Artes de Sevilla, comenzada en 1606 y terminada, en su parte más importante, en 1612. A él se debe, igualmente, el túmulo erigido en 1598, en la catedral sevillana al rey Felipe II (obra de las denominadas efímeras), elogiado por Cervantes, y en la que colaboró el famoso imaginero Martínez Montañés y más adelante, el correspondiente a la reina Margarita de Austria en 1611.
Como ingeniero civil llevó a cabo las obras del encauzamiento del río Guadalquivir, estableciendo, para prevenir las riadas, un sistema de desagüe por husillos, obras para el abastecimiento de agua desde la Fuente del Arzobispo a las Alamedas de Sevilla y para la restauración de edificios, entre los que se encuentra el del propio ayuntamiento de la ciudad. Por otro lado, en un memorial presentado en la corte en 1618, Oviedo afirma que, había construido, dos teatros, el peladero del ganado de cerda, el matadero de ganado vacuno, obras en el rastro y carnicerías, hospitales…
El contacto directo con personajes como el duque de Alcalá o el conde-duque de Olivares, le promocionan en la Corte como ingeniero militar de la corona de España. Parece que era nombrado en 1600 ingeniero del rey y en 1604 se encontraba en Sevilla, donde recibía instrucciones del ingeniero Tiburcio Spannochi (ingeniero mayor de las fortificaciones de los reinos de España). También a principios de siglo, era enviado a Almería para que estudiara sus fortificaciones. Resultaba que la ciudad había desbordado el perímetro defensivo construido a finales del siglo anterior, incluso la catedral se había construido fuera del recinto. Oviedo, para solucionar el problema, realizó unas trazas e iniciaba las obras de unas nuevas murallas que englobaban las zonas extrarradio, e incorporaban a la vez las fortificaciones ya materializadas anteriormente.
En el sur de España realizó numerosas obras de fortificación, fundamentalmente las torres vigías del litoral, de las que terminó o construyó cuarenta, poniendo en “estado de defensa” toda la costa de la baja Andalucía, así como los castillos de Puerto Real, el Puntal y Matagorda. Realizaciones determinadas por el concejo sevillano, el cual, por intereses defensivos, le había encargado la dotación de construcciones militares y equipos de artillería en localizaciones estratégicas de la costa andaluza.
En 1614, la corona le ordenaba la recuperación, restauración y fortificación de la plaza africana de La Marmora (Túnez) tras el ataque turco. Por otro lado, la actuación de Oviedo en Málaga no es fácil de concretar, pudiendo haber intervenido en las torres costeras y las defensas del muelle de Málaga preparando la visita de Felipe III. Su intervención en el antiguo reino de Granada sí está documentada. Más tarde, en 1621, visitaba la costa de Almería, informando al Consejo de Guerra de la necesidad de reparar la torre llamada de “La Garrucha”, en la citada costa.
En marzo de 1621 presentó un proyecto para la reparación de los daños sufridos en la costa almeriense, tras el ataque de los turcos, ofreciendo soluciones de mejora alternativas en sus informes. Posteriormente, reparaba y fortificaba el lienzo de muralla de la ciudad de Almería, para el que tuvo que trazar un tramo abaluartado completamente nuevo. Tanto el proyecto citado, como los informes, estaban relacionados con el Informe sobre la visita de Íñigo Briceño de la Cueva (capitán general de la costa del reino de Granada) a las fortificaciones de la costa del Reyno de Granada, fechado en Almería en marzo de 1621. Briceño iba acompañado de Juan de Oviedo, y en él mismo señala que “la planta del reducto y murallas desta ciudad de Almería ymbió a V.M. hecha por mandato del Jurado Juan de Oviedo […]”. También y con respecto a Níjar, señala Briceño que “[e]l Casillo de Rodalquilar […] de Don Fadrique de Bargas Manrique, […] el qual tiene obligación a su reparo, como V.M. mandará ver, por la relación del Jurado Juan de Oviedo […]”.
Fuera de las fronteras andaluzas, de nuevo a las órdenes de Tiburcio Spanoqui, trabajó en las fortificaciones de la cornisa cantábrica y de la frontera con Francia, de la que realizaba un detallado reconocimiento.
En 1625, era nombrado ingeniero militar de la Armada de Felipe IV y asignado con 40 ducados a la flota del capital general don Fadrique Álvarez de Toledo Osorio, que partió hacia Brasil para recuperar Salvador de Bahía, ocupada por los holandeses. Oviedo partía con la misión de reconstruir y acrecentar las fortificaciones de Bahía una vez recuperada, pero murió antes de que se tomara. Cuando replanteaba una batería en el puesto de vanguardia de San Benito, recibió un cañonazo que le voló la pierna y murió desangrado en muy poco tiempo, a la edad de sesenta años.
Trabajó también, como Cristóbal de Rojas, en la fortificación de Gibraltar y en la de Cádiz.
Era caballero del Hábito de Montesa (1617), maestro mayor de Sevilla y “familiar” de la Inquisición.
Obras de ~: Traza de la comunicación del Guadalquivir y el Guadalete, s.f.
Fuentes y Bibl.: Colección Aparici, Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid.
A. Cámara Muñoz, “Las torres del litoral en el reinado de Felipe II: una arquitectura para la defensa del territorio”, en Espacio, Tiempo y Forma, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Historia del Arte, 4 (1991), págs. 53-94; A. Cámara Muñoz, Fortificación y ciudad en los reinos de Felipe II, Madrid, Ministerio de Defensa - Editorial Nerea, Madrid, 1998; V. Echarri Iribarren, Las murallas y la Ciudadela de Pamplona, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2000; A. Gil Albarracín, Documentos sobre la Defensa de la Costa del Reino de Granada (1497-1857), Barcelona, Ingoprint, 2004; C. Vallejo Naranjo, “Juan de Oviedo y de la Bandera, escultor (1565-1625)”, en Identidad e imagen de Andalucía en la Edad Moderna http://www2.ual.es/ideimand/juan-de-oviedo-y-de-la-bandera-escultor-1565-1625/; F. Cruz Isidoro, Alonso de Vandelvira (1544-ca. 1626/7): tratadista y arquitecto andaluz, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2001; M. Silva Suarez, Técnica e Ingeniería. I: El renacimiento. De la Técnica Imperial y de la popular, Zaragoza, Real Academia de Ingeniería - Institución “Fernando el Católico”, 2008; J. J. de Castro y Á. Cuadrado Basas, “Las Fortificaciones de la Corona Hispánica en el Mediterráneo”, en A. Ruibal Rodríguez (coord.), Actas del IV Congreso de Castellología: Madrid 7 a 10 de marzo de 2012, Madrid, Asociación Española de Amigos de los Castillos, 2012, págs. 57-74.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño