Ayuda

Miguel de Vidazabal e Ibiri

Biografía

Vidazábal e Ibiri, Miguel de. Motrico (Guipúzcoa), 1558 – Sevilla, 11.I.1619. Marino y general de la Armada del mar Océano.

Nació en el seno de una de las familias más distinguidas de la villa de Motrico y de origen vasco. Su juventud transcurrió sin hechos notables que destacar en la casa familiar de Motrico. Realizó estudios similares a la juventud de la época y condición. Se desconocen la mayoría de los datos de sus inicios en la mar. Sirvió en la Marina en tiempos de Felipe II y Felipe III. Navegó treinta y seis años de buenos servicios, realizándolo en la Armada Real del mar Océano, como capitán de diferentes navíos y galeones y de capitán de dicha escuadra real, y con un galeón Real y de almirante de la escuadra de Dunkerque, por nombramiento del duque de Medina- Sidonia; llevó a su cargo y gobierno en diferentes años diversas escuadras para recorrer y limpiar las costas, recoger y dar escolta a las flotas mercantes y tropas de los navíos de Indias, luchar y rendir otros enemigos, y hallándose en todas las ocasiones y viajes de importancia que la susodicha Armada ha hecho después que navegó en ella, procediendo en todo con mucho valor. En 1611, estuvo con la armada del Océano en la acción de cabo Bojador y en la conquista de la Mámora (hoy día, Rabat capital de Marruecos). Miguel de Vidazábal, almirante de la armada del Océano, destacándose hacia el sur con seis galeoncetes, construidos en Dunkerque, sorprendió fondeados en cabo Bojador a cinco bajeles de Cidán, que, al avistarlo dieron la vela precipitadamente y vararon en la costa. Escapó la capitana armada con dieciocho piezas; uno holandés de ochenta toneladas, seis cañones y cuatro pedreros, se puso a flote y pudo navegar; los otros tres se incendiaron después de saquearlos y reconocer que eran: holandés de trescientas toneladas y dieciséis cañones de hierro uno; otro de doscientos y doce, y el tercero del Havre, de cien toneladas. De acuerdo con Pedro de Toledo y con el conde de Elda, generales de las galeras, esperó Fajardo, jefe de la escuadra del mar Océano, un día de calma para soltar dos mil hombres en una de las playas limpias en el exterior de la Mámora, mientras aquéllas abocaban la barra batiendo las defensas con los grandes cañones de crujía.

Dentro del puerto había quince naves corsarias, que habían echado a pique en el canal dos embarcaciones y formado sobre ellas con árboles y entenas una cadena resistente; tras ella estaban acoderadas en línea las naves enemigas, apoyadas en las dos orillas del canal, por baterías de tierra. La posición era fortísima, pero los moros, que esperaban confiados el ataque de frente, se aturdieron viendo aproximarse a los castellanos por la espalda, al tiempo que su infantería y caballería habían marchado a la carrera hacia Salé, puerto próximo, atraídos por el falso ataque iniciado sobre la población por el almirante Vidazábal. Los corsarios no esperaron la acometida; prendieron fuego a los navíos y clavaron las piezas de ambas baterías con tanta torpeza o precipitación, que la gente de las galeras utilizó su propia munición para tirarles en su huida, y se apagó los incendios de diez navíos, perdiéndose no más de cuatro. En 1614, llevó a Dunkerque desde Lisboa, con cuatro galeones de su mando y dieciocho extranjeros fletados, cuarenta y dos compañías de Infantería española en refuerzo del ejército de Flandes.

En la entrada del puerto se perdió el galeón capitana San Luis, y a la vuelta sufrió un durísimo temporal, durante el cual otro galeón, el San Alberto, se abrió por la proa, teniendo que arribar a Plymouth; pero los soldados desembarcaron sin novedad, con gran satisfacción del archiduque Alberto, que le regaló a Vidazábal una cadena de oro de mucho precio con el retrato del mismísimo Archiduque y de la Serenísima Infanta, su mujer y le hizo del Consejo de Guerra de aquellos estados y le dio 2000 ducados de ayuda de costa.

En 17 de marzo de 1618 recibió Vidazábal el nombramiento de almirante de la escuadra de Cantabria y orden de guardar el estrecho de Gibraltar con tres galeones, cuatro naos y dos carabelas, que no mantuvo ociosas. Tomó posesión en Lisboa, donde se encontraba la escuadra e inmediatamente salió para el Estrecho. Fue designado cabo de dicha escuadra de Gibraltar. A los pocos días apresó un navío inglés, que resultó ser pirata; después batió a cinco argelinos, rindiendo a cuatro y echando al fondo al restante en su huida. Tuvo otra victoria contra cinco navíos de corsarios turcos a los que rindió, quitándoles la presa que llevaban y los llevó a la ciudad de Málaga.

En aquellos días se hallaba el Gobierno en el período de indecisión, no sabiendo qué hacer con relación a la confederación de venecianos y holandeses, y al envío de un cuerpo de ejército de éstos al Adriático. Como primera medida ordenó reforzar la escuadra de Vidazábal para que impidiera la entrada de los soldados en el Mediterráneo, y para ello se le unieron tres galeones construidos igualmente que los anteriores en Guipuzcoa; de modo que tenía diez y dos carabelas en la bahía, donde había fondeado el 17 de mayo, cuando el vigía del monte de Gibraltar anunció la aproximación pos Poniente de dieciocho velas. Ocho pertenecían a las provincias unidas; las otras diez, si bien construidas en Holanda, habían sido adquiridas por la señoría de Venecia, para la cual transportaban tres mil quinientos soldados mercenarios.

Conseguida la noticia de la aproximación, y hechas las intimidaciones de rigor por una de las carabelas de Vidazábal, fueron rechazadas con altivez por los venecianos, arbolando bandera de guerra. Los holandeses se manifestaron dispuestos a cumplir las obligaciones de la neutralidad y se apartaron de las naves del convoy, quedando diez a diez las españolas y las de San Marcos en brava pelea de artillería y mosquetería, comenzada a las tres de la tarde del 28 de junio. La suspendieron al anochecer, con el propósito de continuar al día siguiente, como hubieran hecho sino llega a recibir Vidazábal de noche un despacho del marqués de Santa Cruz (Álvaro de Bazán), comunicándole la decisión de S. M. de no impedir el paso de los venecianos. El combate fue indeciso y no costoso, comunicando nuestros capitanes la baja de cuarenta muertos y treinta heridos, con la creencia de que eran muchas más en el otro bando por ir los navíos llenos de gentes y habérseles hecho disparos muy concentrados.

Pasados ocho días ocurrió el encuentro con la armada argelina que venía de Canarias, y trataba de entrar en el Mediterráneo muy pegada a la costa africana, por lo que con la persecución de varios navíos embarrancaron entre Ceuta y Tetuán y fueron incendiados, y con esta acción destacada terminó la breve carrera de Vidazábal, atacado sobre el cabo de San Vicente de un enemigo más de temer que los moros: de una perlesía que le privó de la vida, sin quitarle la popularidad que los triunfos le dieron. Fue llevado desde el cabo de San Vicente a Sevilla en una fragata, porque allí vivía un hermano suyo. Falleció el 11 de enero de 1619 y fue enterrado en la propia capital andaluza.

Estuvo casado tres veces y fue alcalde de su pueblo, Motrico.

 

Bibl.: Catálogo de la colección de documentos de Fernández de Navarrete, Madrid, Museo Naval, 1792, n.º de catálogo 415, 1921 y T 13B Doc. 23; C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, t. III, Madrid, Est. tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, impresores de la Real Casa, 1898, págs. 330, 332, 357-358, 489, 497 y 498.

 

José María Madueño Galán