Spínola y Grimaldi, Federico. Duque de Santa Severina (I), en Italia. Génova (Italia), 1571 – Sluis (Holanda), 1603. Militar y marino.
Hijo del I marqués de Sesto y de Benafro, Filipo Spinola (1559-1585), llamado el Monarca por su gran fortuna, y de Polissena Grimaldi, hija de Nicolás Grimaldi, príncipe de Salerno y de Julia Cibo. Siendo dos años menor que su luego famoso hermano Ambrosio, su madre decidió dedicarle a la carrera eclesiástica, siguiendo los pasos de su primo Horacio Spínola; por ello, le envió a Salamanca pare estudiar Teología y Leyes.
Pero antes de cumplir los veinte años, de regresó a Génova, marchó a los Países Bajos ya que le atraía más la carrera de las armas, posiblemente influido por su primo Luciano, que había luchado allí a las órdenes de Alejandro Farnesio. Tras ocho años militando en los Tercios de Flandes, Federico concibió la idea de trasladar a aquel escenario galeras mediterráneas para combatir mejor contra la pericia naval de holandeses y zelandeses, interrumpir su comercio, bloquear sus costas y desplazar a las tropas con mayor facilidad a los puntos donde fueran necesarias. En 1593 presentó su proyecto al archiduque Alberto y su Consejo que lo aprobaron y le aconsejaron ir a España para exponérselo al Rey. Felipe II le permitió llevar cuatro galeras, a modo de prueba, y se comprometió a aumentar su número en función de sus resultados. El canal de Sluis (la Esclusa) fue la base de esta primera escuadra, cuyos logros fueron satisfactorios y en 1598 Federico volvió a España para presentar a Felipe II un proyecto para atacar con ellas las costas inglesas. Fallecido el Rey, Felipe III le concedió aumentar a diez galeras pero no aprobó de momento el proyecto contra Inglaterra.
El llamamiento de los católicos ingleses y la iniciativa del propio Federico hicieron resurgir el proyecto de la invasión de Inglaterra en 1601. En abril de dicho año, Federico propuso la creación de una escuadra y de un cuerpo de ejército para tal fin, siéndole aprobado por el duque de Lerma, que presidía la junta. El objetivo era “ganar un, dos o más puertos en aquel reino, y los fortificar y defender y hacer pie en ellos, para desde allí proseguir y hacer la guerra y toda la ofensa y daño a la Reina [...]” (legajo, 621). A tal fin, debía volver a Flandes con más galeras y reclutar un cuerpo de ejército para la ocasión, pero debería correr con todos los gastos debido a las dificultades hacendísticas. Fue su hermano Ambrosio quien le ayudó y se ofreció a acompañarle, alistando gente en Italia, si el Rey le concedía el mando del ejército. Ambrosio partió para Flandes el 2 de mayo de 1602, por el “camino español”, mientras que Federico lo hacía por mar, con ocho galeras, desde el Puerto de Santa María. Frente a Portugal, se topó con una armada holandesa que le echó a pique dos galeras, por lo que hubo de refugiarse con el resto en Lisboa, de donde no zarpó hasta el 9 de agosto. Felipe III le llamó a la Corte de nuevo y no fue hasta el 8 de septiembre cuando Federico pudo partir de Santander, alcanzo el Canal de la Mancha el 3 de octubre. Hubo de zafarse de una escuadra de veinte navíos anglo-holandeses, perdió dos galeras en una tempestad, otra dio de través en Calais y sólo tres lograron llegar a La Esclusa y desembarcar allí el tercio de Infantería española de Juan de Meneses. Esas galeras, y las precedentes, fueron el embrión de las “galeras de Flandes”, fuerza naval que contribuiría decisivamente a tomar Ostende (1604).
El archiduque Alberto escribió al Rey que “mientras no llega Federico, no hace falta la gente del Marqués, y en el exército sirve de crecerle el número y excitarse en las armas y adestrarse entre la vieja de acá, que no le será de poco beneficio para lo que después hubiese de ejecutar” (legajo, 620). El Rey le ordenó que, a finales de 1602, proveyese a los hermanos Spínola de un tren completo de artillería, les facilitase acopiar bagajes y municiones y les ayudase a completar un cuerpo de veinte mil infantes y dos mil caballos.
Respondió el archiduque que no podía distraer tales fuerzas, pero el Rey reiteró sus órdenes y le apremió a colaborar en el proyecto. El archiduque acató la voluntad real pero procedió con gran lentitud. Federico tuvo que renunciar a su proyecto de desembarco y continuó con sus precedentes operaciones navales. En 1603 decidió atacar de nuevo a la isla de Walcheren, proyecto abandonado la Navidad anterior debido al mal tiempo. El 24 de mayo zarpó de La Esclusa con ocho galeras y una fuerza embarcada de mil ciento treinta hombres. Al día siguiente dio contra una flotilla de cinco naves holandesas. Con encalmada, las galeras consiguieron abordar una de las holandesas pero una vez que se alzó el viento los holandeses acribillaron a distancia a la flotilla española. Uno de aquellos disparos acertó a Federico, arrancándole un brazo. Expiró una hora después, mientras sus galeras abandonaban el combate tras haber sufrido cuatrocientos catorce muertos, numerosos heridos y la pérdida de una galera, aunque los holandeses perdieron setecientos veinte hombres y uno de sus bajeles de alto bordo.
El mando de las galeras fue entregado a Cristóbal Valenzuela (Diversos-Colecciones, 10, número 814).
La muerte de Federico cuando no había cumplido los treinta y tres años y acababa de ser nombrado almirante de España, frustró el desarrollo de dicha fuerza naval, aunque sus señalados servicios fueron recompensados por el propio Ambrosio Spínola, que liberó a todos los galeotes de la escuadra en noviembre de 1603. Su muerte fue muy sentida en todo el ejército y en la Corte, donde el propio Quevedo compuso un soneto en su honor, cuya primera cuarteta comenzaba así “Blandamente descansen, caminante, / Debajo de estos mármoles helados, / Los huesos, en cenizas desatados, / Del Marte genovés siempre triunfante”.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, leg. 621; leg. 620; Archivo Histórico Nacional, Diversos- Colecciones, 10, n.º 814.
P. Giustiniano, Delle gverre di Fiandra libri VI, Anversa, Appresso Ioachimo Trognesio, 1609; F. Lanario y Aragón, Duque de Carpiñano, Las Guerras de Flandes desde el año 1599 hasta 1609, Madrid, Luis Sánchez, 1623; G. Bentivoglio, Della Guerra Di Fiandra, Parte Terza, Libro Settimo, Venecia, Apresso Gio. Battista Indrich, 1640, págs. 186-192; L. Grillo, Elogi di liguri Ilustri, Geneve, Tipografía dei Fratelli Ponthenier, 1846; F. Piferrer, Nobiliario de los reinos y señoríos de España, revisado por A. Rujula y Busel, t. III, Madrid, Imp. de M. Minuesa, 1859 (2.ª ed.); M. de Novoa, Memorias de Matías de Novoa, t. I, Madrid, Miguel Ginesta, 1875; M. de Novoa, “Felipe III”, en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, t. LX Madrid, Miguel Ginesta, 1875, pág. 157; A. Rodríguez Villa, Ambrosio Spínola, Primer Marqués de los Balbases, Madrid, Fortanet, 1904; R. Altamira, P. Zabala y Lera, Historia de España y de la civilización española, Barcelona, Herederos de J. Pili, 1930, págs. 121- 125; Colección de Documentos inéditos para la Historia de España y de sus Indias, vol. III, Madrid, Academia de Estudios Histórico-Sociales de Valladolid, 1930, pág. 104; L. Aguirre Prado, Ambrosio Spinola, Madrid, Publicaciones Españolas, 1957; J. Roco de Campofrío, España en Flandes, Trece años de gobierno del archiduque en Flandes, 1595-1608, Madrid, Ayuntamiento, 1973, pág. 285 (contiene: soneto de Quevedo a ~); R. Gray, “Spinola’s Galleys in the Narrow Seas, 1600”, en Millitary Modeling, n.º 64 (1978), págs. 71-83; L. Díez del Corral, Velázquez, la monarquía e Italia, Madrid, Espasa Calpe, 1979, pág. IV; F. Fernández-Armesto, The Spanish Armada: The Experience of War in 1588, Oxford, Oxford Unversity Press, 1988; R. A. Stradling, La Armada de Flandes. Política Naval Española y Guerra Europea (1568-1668), Madrid, Cátedra, 1992, págs. 36-38; A. Esteban Estríngana, Guerra y Finanzas en los Países Bajos católicos, De Farnesio a Spínola (1592-1630), Madrid, Laberinto, 2002; J. Alcalá- Zamora y Queipo de Llano (coord.), Felipe IV: el hombre y el reinado, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2005.
Juan Luis Sánchez Martín y Juan Miguel Serrano San José