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Diego de Prado y Tovar

Biografía

Prado y Tovar, Diego de. Sahagún (León), c. 1550 – Italia, 1645 post. Artillero, cartógrafo, marino y dramaturgo.

Diego de Prado nació en la localidad leonesa de Sahagún, alrededor del año 1550, hijo de Francisco de Prado y Tovar, alférez mayor de esa localidad y capitán de las guardias de Castilla por nacimiento. La fecha no puede ser aseverada categóricamente por falta de constancia explícita de inequívocos registros, pero se puede asumir a partir de otras evidencias. En su obra Manual y plática de artillería, en 1591, Prado figura como capitán, y uno de los personajes que interviene en el diálogo señala que en 1575 había servido bajo el mando del capitán Prado, un hecho que obliga a situar el nacimiento de Diego al menos sobre 1550, cuando no algo antes.

Diego de Prado fue uno de los trece hijos de Francisco de Prado, entre los que cabe destacar al beato Juan de Prado, hijo ilegítimo. No conocemos nada de los primeros años de vida de Diego, pero sabiendo que su padre procuró una esmerada educación incluso a un hijo ilegítimo, no está fuera de la lógica el asumir que Diego también la recibiese.

La primera presencia documentada inequívoca de Diego de Prado la encontramos en el año 1591, cuando escribe su tratado Manual y plática de artillería, en el que apunta algunos hechos sobre su vida anterior. A partir de él podemos saber que en 1575 era capitán de artillería, y que antes de 1591 sirvió en Italia, Portugal, y otras partes de Europa. Asimismo, conocemos que en 1588 inspeccionó en Lisboa, bajo la dirección del capitán general Juan de Acuña y Vela, la artillería de la armada que partiría para Inglaterra, en la cual se embarcó. Acuña y Prado indicaban claramente que la artillería y munición que se llevaba en los navíos era insuficiente.

En 1592, Diego de Prado estaba en Málaga, igual que el año anterior, bajo la dirección de Juan de Acuña, encargado de la supervisión de la fundición de artillería de la ciudad. En esta condición, Prado diseñó una media culebrina bastarda de cámara acampanada que permitiría fabricar piezas de la misma calidad que las de 41 quintales, pero reduciendo el peso a 33 quintales, lo que habría supuesto un ahorro considerable.

Al año siguiente tenemos a Diego de Prado acompañando al capitán general Acuña al principiado de Cataluña, donde Prado cumplió sus funciones de teniente del capitán general, ocupándose, entre otras cosas, de cuestiones logísticas, como la obtención y transporte de madera desde Cabrenys hasta el puerto de Roses, como consta en una Relación sumaria de puño y letra de Diego conservada en el Archivo General de Simancas.

Los siguientes años son, como ocurre habitualmente con Diego de Prado, algo nebulosos. No tenemos información fehaciente suficiente más allá de algunos datos que se puedan entresacar con dificultad. Por una anotación de su puño y letra en el manuscrito del Manual y Plática podemos situar a Prado en 1599 en la ciudad de Valencia, donde tuvo contacto con gente del monasterio de San Francisco. Qué hacía ahí sólo se puede conjeturar, pero el lugar y la fecha hacen pensar que asistiese a la boda del rey Felipe III, ya que el hermano mayor de Diego era por entonces capitán de las Guardias de Castilla, posición heredada de su padre junto con el alferazgo mayor de Sahagún.

En 1603, tenemos a Diego de Prado situado de manera inequívoca en la ciudad de Lisboa, donde estaba ejerciendo de supervisor de la fundición de artillería conocida como Fundición de los Castellanos. Ese mismo año, presentó ante el Consejo de Estado, a la sazón en Valladolid con la Corte, un tratado de artillería titulado Encyclopaedia de Fundición, donde incorpora muchos más elementos técnicos que en el Manual y Plática, además de abandonar la forma de diálogo renacentista que tenía su anterior obra, optando por un enfoque puramente prosaico y técnico. En esta segunda obra, el leonés no sólo trata sobre los distintos cañones, pólvoras, municiones, y calibres, sino también sobre todo lo relativo a cómo ha de gestionarse una fundición de artillería: situación, planta, materiales necesarios, obtención de recursos, etc. Tras presentar la obra al Consejo de Estado, con clara intención de publicarla, a la vista de la presencia de índice, prólogo, dedicatoria y versos laudatorios de algunos amigos suyos como Fray Prudencio de Sandoval (de quien era primo segundo), volvió a Lisboa a la fundición.

No sabemos a ciencia cierta cómo o cuándo pasó a América, pero a través de la Casa de Contratación de Sevilla no fue, ya que los catálogos de pasajeros y registros de armadas no indican su presencia. Sin embargo, sí sabemos que en 1605 ya se encontraba en Lima, preparándose para participar en la jornada a la busca de la Terra Australis Incógnita, encabezada por Pedro Fernández de Quirós y Luis Vaz de Torres. Diego de Prado era el tercer capitán de la expedición, rango confirmado por un pago de 500 pesos de 9 al peso en septiembre en concepto de 3 meses de salario de capitán que se le adeudaban.

En diciembre de ese año zarpó la expedición de Quirós-Torres-Prado, que duró todo el año de 1606, y llegó sin Quirós a Manila en 1607. En esa expedición se hizo notar la testarudez de Quirós, que chocaba con la arrogancia aristocrática de Diego de Prado, quien parece claro que instigó el motín que se produjo en la bahía de San Felipe y Santiago (Espíritu Santo, Vanuatu), y que terminaría con Pedro de Quirós encerrado en el castillo de popa de su galeón con la proa puesta hacia Acapulco para ser juzgado.

El resto de la expedición fue relativamente tranquilo, explorando detalladamente el estrecho de Torres, llegando a avistar la costa norte de la península del Cabo York en Australia, pero sin poder tocar tierra allí por lo complicado de navegar entre los bajos del estrecho. La jornada continuó por la contracosta de Nueva Guinea, llegando a tiempo a socorrer al maestre de campo Juan de Esquivel, que se encontraba cercado en la isla de Tidore. A este maestre le regaló Diego de Prado un equidna que el leonés había capturado en Nueva Guinea.

De esta expedición dejó Diego de Prado una narración detallada, titulada Relación sumaria, en la que además de precisar datos de navegación, vientos, corrientes, islas exploradas, entra en distintas consideraciones sobre la fauna, flora y gente que fue encontrando, siendo Diego de Prado el primer europeo en haber descrito un ualabí, un equidna y un tilacino.

Concluida la expedición, Prado rindió cuentas ante la Audiencia de Filipinas por ausencia de otras autoridades. Al cabo de unos años, emprendió la vuelta a España. En 1612 y 1613, por cartas al virrey de la India, Diego de Prado hizo saber que iba a volver a España, cosa que hizo por barco hasta Persia, donde se unió a una caravana de mercaderes italianos, con los que llegó hasta Venecia, previa escala en Malta. De allí continuó su viaje hasta Roma, en cuyos alrededores debió haber permanecido algún tiempo y entrado en contacto con la orden de San Basilio, que contaba con un gran monasterio fortificado en Grottaferrata.

Llegó a España en 1615, donde presentó su Relación Sumaria al Consejo de Estado, para poco después hacerse monje de la orden de San Basilio, ingresando en el convento madrileño de San Basilio, hoy desaparecido, donde depositó la bandera que llevó en la navegación del mar del Sur.

No sabemos nada de sus años en el convento de San Basilio, salvo que durante ese período escribió una notable comedia de capa y espada titulada Hir buscando a quien me sigue, motivado por la gran cantidad de horas de ociosidad y aburrimiento, como hace notar en la epístola dedicatoria de la comedia.

En 1626 abandonó el convento y reingresó en el Ejército, en donde estuvo hasta 1634, como consta por las anotaciones que hace en su tratado de artillería de 1591, que seguía teniendo en su poder.

La siguiente y última presencia documentada de Diego de Prado es en el centro de Italia, en Pacentro, en 1645. Allí se encontraba en octubre de ese año, como se sabe por la epístola dedicatoria de Hir buscando a quien me sigue, dedicada al príncipe de Gallicano, de nombre Pompeo di Pierfrancesco Colonna. A partir de ahí, se le pierde la pista a Diego de Prado y Tovar, que habrá fallecido en fechas no muy lejanas, teniendo en consideración su avanzadísima edad.

 

Obras de ~: Manual y Plática de artillería (ms., en Biblioteca Nacional de España [BNE], MSS/9024); Pieza de media culebrina de 12 libras de pelota, fabricada en Málaga (ms., en Archivo General de Simancas [AGS], Guerra y Marina, Legajos, 00370, 221); Relación sumaria de los bosques de Cabreins y hasta el puerto de Rosas (ms., en AGS, Guerra y Marina, Legajos, 00388, 173); Relación sumaria del descubrimiento que empezó Pero Fernández de Quirós (ms., en National Library of New South Wales, Safe I/73); Encyclopaedia de fundición de artillería y su plática manual (ms., en Cambridge University Library, MSS. 2883); Hir buscando a quien me sigue (ms., en Biblioteca Casanatense, Roma, MS. 2003; ed. de J. V. Falconieri, Kassel, Reichenberger, 1992).

 

Bibl.: M. Castellanos, Compendio biográfico del glorioso mártir B. Juan de Prado, Tánger, Misión Católica, 1904; Fr. C. Kelly, La Austrialia del Espíritu Santo, Cambridge, Hakluyt Society, 1966, 2 vols.; R. Gutiérrez Álvarez, Los marqueses de Prado, su señorío en Valdetuéjar, la Guzpeña, los Urbayos y Anciles, Salamanca, Kadmos, 2013.

 

Arturo Rodríguez López-Abadía

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