García-Berlanga Martí, Luis. Valencia, 12.VI.1921 – Pozuelo de Alarcón (Madrid), 13.XI.2010. Director de cine, guionista, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Nacido en el seno de una familia de origen burgués, su abuelo había sido gobernador civil en Valencia y su padre, afiliado a la Unión Republicana, ocupó un escaño como diputado durante la Segunda República. En su infancia fue educado en los jesuitas y estuvo interno en un colegio suizo. En su juventud, y tras abandonar los estudios en Derecho y Filosofía y Letras, se alistó en la División Azul y marchó a Rusia con la intención de liberar a su padre de la cárcel y de la pena de muerte a la que había sido condenado por sus ideas republicanas. A su regreso, y con apenas veinte años, se incorporó de nuevo a los estudios, pero, tras un corto período de adaptación, los abandonó definitivamente para dedicarse a la poesía y al cine. Su actitud rebelde y autodidacta le convirtió en un gran lector de Giraudoux, Valerie Larbaud, Neruda, Gide y Rilke. Escribió poesía y publicó algunos artículos en Las Provincias, periódico local de Valencia.
Con un vasto nivel cultural, abandonó su tierra natal y marchó en 1947 a Madrid. Cuando llegó a la capital de España ingresó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. Allí conoció a Juan Antonio Bardem, miembro de una familia del espectáculo, con quien mantuvo una relación de compañerismo y amistad que se materializó en la fundación de la productora Altamira y en una colaboración profesional que se extendió a sus tres primeros largometrajes.
Esa pareja feliz, rodada en 1951, fue el primer título con el que Berlanga inició su trayectoria cinematográfica compartiendo la dirección con Bardem. Tras su primera experiencia emprendió un nuevo proyecto, ¡Bienvenido, Mr. Marshall!, en el que su amigo y socio se limitó a colaborar en el argumento y guión, punto de arranque de una carrera en solitario que llevó al cineasta valenciano a erigirse en el más importante de su generación. Proyectada en el Festival de Cannes de 1953, obtuvo una mención especial del jurado; sin embargo, el espíritu satírico del filme convirtió al cineasta en un artista incómodo para el régimen franquista.
Su obra venía a renovar el acartonado y anticuado cine español, potenciando una actitud crítica hacia la política y la sociedad de su tiempo, eso sí, limitada por la censura. Los múltiples enfrentamientos con esta institución le impidieron desarrollar y materializar una obra mucho más conflictiva y audaz de lo que finalmente ha resultado. En 1954 se casó con María Jesús Manrique de Aragón, de cuya unión nacieron cuatro hijos. Después, rodó Novio a la vista y Calabuch, dos películas menores, y Los jueves, milagro, siendo esta última su película más afectada por el organismo represor. Su temática, sus personajes y sus diálogos sufrieron una profunda transformación que desvirtuaron las premisas del cineasta hasta negarse a reconocerla como una obra propia. Con ella se cerró el primer bloque de su filmografía.
La segunda etapa se inicia al principio de los años sesenta, cuando conoció a Rafael Azcona, guionista logroñés, con quien formó una pareja profesional que permaneció unida hasta 1985. Fue la época más fructífera y la más celebrada por la crítica nacional e internacional. Sus dos primeras colaboraciones, Plácido (1961) y El verdugo (1961), supusieron un giro radical a su trayectoria, tanto en su estilo como en su contenido, aunque manteniendo las constantes más valiosas de su obra en cuanto a espíritu crítico, su tratamiento coral y el acercamiento a la sociedad de la época a través de unos personajes populares y cotidianos. Plácido fue finalista al Óscar a la mejor película extranjera de 1961 y, aunque no consiguió hacerse con la estatuilla, su candidatura fue un logro al que no estaba acostumbrado el cine español.
El verdugo, un filme sobre la pena de muerte, fue presentado a la sección oficial del Festival de Venecia de 1963. Su proyección provocó reacciones contrarias por parte del Gobierno franquista que boicoteó la cinta y obligó al autor a ejecutar cortes para suavizar las intenciones de unas imágenes que desvelaban el comportamiento ancestral de un pueblo desfasado con su propia época.
El descalabro económico de La boutique y ¡Vivan los novios! le obligó a retirarse temporalmente y a refugiarse en su nueva faceta de actor. Después de cuatro años de inactividad, regresó a la dirección con un filme intimista rodado íntegramente en Francia: Tamaño natural, coproducción francoespañola que se puede ubicar como título puente en su carrera, tras la cual comenzó una tercera etapa jalonada por el éxito de público y el respaldo de la crítica. España vivió una situación muy especial: la transición política de la dictadura franquista a un estado social y democrático de derecho. En 1977, Berlanga inició su trilogía nacional y atravesó por una de sus etapas más rentables.
El cineasta supo plasmar en imágenes las desventuras de una familia noble en declive aristocrático y económico que se aferraba al estatus disfrutado en el régimen desaparecido. El enorme éxito de taquilla devolvió la confianza a los productores, situación que supo aprovechar para retomar un ambicioso proyecto que venía acariciando desde hacía más de tres décadas.
La vaquilla es la película más costosa de su filmografía y también su mayor éxito de público. Posteriormente realizó otros tres largometrajes, manteniendo siempre el espíritu crítico y ácrata sin abandonar el tono jocoso por el que siempre se había caracterizado su obra.
Con la democracia, el cineasta hizo una brillante labor en defensa del cine español y de recuperación del patrimonio cinematográfico español —labor que fue reconocida con el Premio Nacional de Cinematografía— desde la presidencia de la Filmoteca Nacional, que ocupó entre 1979 y 1982, trabajo que remató en 1989 inaugurando la nueva sede de la Filmoteca en el restaurado cine Doré.
Su trayectoria profesional fue coronada con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1986 y su elección el 25 de abril de 1988 como académico de número (Medalla número 49) de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo El cine, sueño inexplicable su discurso de ingreso, el 18 de junio de 1989. Después, le llegó el Premio Goya al mejor director por Todos a la cárcel en 1993, largometraje que recibió también el Goya a la mejor película y al sonido.
Debutó en 1995 en la dirección escénica con la obra Tres forasteros de Madrid, de Eduardo Escalante, que estrenó en el madrileño teatro Rialto. Dejó finalmente el cine en 1999, después de rodar París-Tombuctú.
Por el contrario, sufrió un revés, el 5 de junio de 2002, cuando se cumplía el cincuenta aniversario de su película ¡Bienvenido, Mr. Marshall!, fecha en que murió con cuarenta y dos años de una enfermedad hepática su hijo Carlos, que había sido uno de los músicos imprescindibles del pop español en solitario y junto a grupos como KaKa de Luxe, Alaska y los Pegamoides y Alaska y Dinarama.
Berlanga fue el director que mejor ha sabido reflejar al ciudadano español de la segunda mitad del siglo XX, así como la evolución política y social de España durante más de cincuenta años.
Obras de ~: Filmografía: Esa pareja feliz, 1953; ¡Bienvenido, Mr. Marshall!, 1953; Novio a la vista, 1954; Calabuch, 1956; Los jueves, milagro, 1957; Plácido, 1961; La cuatro verdades, 1962; El verdugo, 1963; La boutique, 1967; Vivan los novios, 1970; Tamaño natural, 1974; La escopeta nacional, 1978; Patrimonio nacional, 1981; Nacional III, 1982; La vaquilla, 1985; Moros y cristianos, 1987; Todos a la cárcel, 1993; Blasco Ibáñez (serie para televisión), 1997; París-Tombuctú, 1999.
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Francisco Perales Bazo