Azcona Fernández, Rafael. Logroño (La Rioja), 24.X.1926 – Madrid, 24.III.2008. Guionista cinematográfico, novelista y poeta.
La carrera como escritor cinematográfico y como novelista de Rafael Azcona, desarrollada profesional y poéticamente en Madrid a partir de la década de los cincuenta, tiene, sin embargo, un prólogo insoslayable en los años de infancia y juventud en su Logroño natal, una capital de provincia que, siendo niño, verá transformarse en muy poco tiempo —y a tenor del resto del país— en lo doméstico, en lo moral y en lo social, desde la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República hasta el patrón franquista, pasando por el trauma de la Guerra Civil.
Perteneciente a una familia modesta, con taller propio de sastrería al cargo de su padre, Dionisio Azcona, en la calle conocida como Muro de la Libertad, y formado en el magisterio público republicano, en la conocida como Normal de Maestros —etapa de la que conserva el recuerdo imborrable de su maestro, Gregorio Aragón, figura que resuena en el Gregorio de la película La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)—, el Azcona adolescente abandona las Escuelas Pías a los catorce años para emplearse en una farmacia y ocupar sus horas libres, diurnas y nocturnas, en la lectura, especialmente de Pío Baroja, autor mal consentido entonces por el nacionalcatolicismo. Su hábito lector y su condición de espectador de la vida provincial le conducen a los primeros ejercicios literarios y a la creación de un pequeño círculo entre amistoso y poético junto a Marcos Martínez, José María Cañas y Godofredo Bergasa, singularísimo tipo local del que Azcona siempre afirma que “fue la única persona a la que he visto pensar por su cuenta” y a la que, como homenaje personal, rescatará en el guión de El rey del río (Manuel Gutiérrez Aragón, 1995).
En 1950, un año antes de trasladar “consonantes a Madrid”, como él mismo solía decir, publica en Logroño, en la revista Codal, sus primeros poemas, en los que la crítica ha advertido afinidades temáticas con la generación de poetas coetánea, y pocos meses antes de dejar Logroño debuta incluso como “guionista” radiofónico en un programa taurino titulado Alamares, pues la tauromaquia era una afición inculcada por su padre.
En los inicios de su vida madrileña, la literatura siguió siendo el motor principal de sus actividades. Persevera enviando poemas, artículos y relatos breves a Codal o La Rioja Industrial mientras se sitúa en tertulias bohemias como la del Café Varela, colabora en La Codorniz o Pueblo y publica sus primeras obras: Vida del repelente niño Vicente (1955), Los muertos no se tocan, nene, Cuando el toro se llamaba Felipe, El pisito (1956), Chistes del repelente niño Vicente (1957) o Los ilusos (1958). Aunque hasta entonces el cine no había ocupado en su vida ningún papel relevante —sostenía que cuando salió de Logroño había visto poco más que El signo de la Cruz (Cecil B. de Mille, 1932), ¡Ora Ponciano! (Gabriel Soria, 1936) y Casablanca (Michael Curtiz, 1943)— vendrá a constituirse, paradójicamente, en el centro de su dedicación definitiva como escritor desde el momento en que el productor y representante de lentes anamórficas Marco Ferreri (1928-1997) realizara su primer largometraje —El pisito (1958)— sobre el guión cinematográfico que el propio Azcona articuló a partir de su novela homónima.
Durante un tiempo, literatura y cine aún permanecerán en paralelo, y así Azcona publica en 1960 Los Europeos, Memorias de un señor bajito y Pobre, paralítico y muerto, de cuyo relato central, Paralítico, extrae el guión de El cochecito (1960), segundo largometraje de Ferreri en España. Ambas obras constituyen un giro fundamental, irreversible y perdurable en la observación que de lo (neo) real hace la comedia cinematográfica española, estancada por lo general en otras coordenadas más inocuas. La relación profesional y personal de Azcona con el director milanés, mantenida durante tres décadas, resultó muy representativa de la metodología, ideología y alcance de la obra del guionista español. Ferreri fue el signo de la proyección internacional de Azcona, especialmente en Italia, país al que éste reconoce deber un despegue vital e intelectual clave, pero, además, Azcona colabora con la industria italiana responsabilizándose de guiones para Alberto Lattuada, Gian Luigi Polidoro, Luciano Salce o Ugo Tognazzi. Para Ferreri escribirá los guiones de algunas películas memorables de la cinematografía europea como La audiencia (1971), La gran comilona y No tocar a la mujer blanca (1973), La última mujer (1976) o Adiós al macho (1977), entre otras que integran un corpus que llega hasta Los negros también comen (1988).
El haber de Rafael Azcona desde 1958 es extraordinario desde cualquier punto de vista —estético, poético, político, histórico— y abarca el cine, por descontado, y en grado diverso la narrativa —materialmente revisada en el volumen Estrafalario 1 (1999)—, el teatro —con incursiones destacadas como la que realizó con Maurizio Scaparro, Don Quijote, fragmentos de un discurso teatral (1984), la zarzuela Actualidades del 98 (1998) o Las últimas lunas (1999) de Furio Bordón—, y la televisión —de la que se puede espigar los dos capítulos de la serie La mujer de tu vida que escribió para García Sánchez, La mujer infiel (1990) y La mujer cualquiera (1992)—. Además, y sin duda esto es lo más importante, es testigo ocular y auricular del transcurso de la segunda mitad del siglo XX en la vida de España y de los españoles, vida de la que prácticamente ha levantado acta —crítica— década a década, en compañía de algunos de los más significativos realizadores de nuestra cinematografía, con los que, al modo de un “método”, ha mantenido períodos de continuidad creativa.
Son capitales sus trabajos con —por orden de aparición— Luis García Berlanga, período que abarca desde Plácido en 1959 hasta Moros y cristianos en 1987 pasando, claro está, por la cumbre de El verdugo (1963), La boutique (1967), ¡Vivan los novios! (1969), Tamaño natural (1973), La escopeta nacional (1977), Patrimonio nacional (1981), Nacional III (1982) o La vaquilla (1984); Carlos Saura, con quien prolonga hasta ¡Ay, Carmela!, ya a la altura de 1990, una relación que comenzó en 1967 con Peppermint frappé (1967), y que tuvo su progresión en un ciclo, podría decirse “generacional”, emblemático constituido por La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970), Ana y los lobos (1973) y, desde luego, La prima Angélica (1974), convertida en todo un hito sociopolítico; José María Forqué, para quien participa en los guiones de El monumento (1970), El ojo del huracán (1971), La cera virgen y Tarots (1972); Pedro Olea, colaboración de la que resulta un guión excelente como Pim-Pam-Pum, ¡Fuego! (1975) y Un hombre llamado Flor de Otoño (1978); Pedro Masó, una etapa profesional de Azcona muy continuada con trabajos como La miel (1978), La familia bien, gracias (1979), El divorcio que viene (1980), 127 millones libres de impuestos (1981) y Puente aéreo (1981); García Sánchez, su tándem más fructífero, polifacético y dilatado, formado en 1985 a raíz de La corte de Faraón y extendido hasta el final de su vida, con el que cosechó en veinte años películas como Hay que deshacer la casa (1986), Pasodoble (1988), El vuelo de la paloma (1989), Tirano banderas (1993), Suspiros de España y Portugal (1995), Tranvía a la Malvarrosa (1996) o La marcha verde (2000); Fernando Trueba, para quien escribe tres películas comunicadas sobre registros distintos —la crónica emocional, la comedia “Lubitch”, la sátira política, el musical— en un mismo trasfondo histórico-político —la pérdida de la República y el entorno de la Guerra Civil— como El año de las luces (1986), Belle Époque (1992), que llegó a obtener el Oscar a la mejor película extranjera, y —junto a David Trueba— La niña de tus ojos (1998); y, por cerrar la secuencia asociativa, de José Luis Cuerda, director de El bosque animado (1987) y La lengua de las mariposas, dos magistrales trabajos de guión adaptado a partir de los originales literarios de Wenceslao Fernández Flórez y Manuel Rivas.
Pero en la obra de Rafael Azcona pueden encontrarse trabajos muy estimables cuando no extraordinarios en colaboraciones únicas con un realizador. Tal es el caso de —si hubiera que jerarquizar— El anacoreta (1976) con Juan Estelrich, Mi hija Hildegart (1977) con Fernando Fernán Gómez y En brazos de la mujer madura (1996) con Manuel Lombadero; seguidas de Los desafíos (1969) con Víctor Erice, José Luis Egea y Claudio Guerín Hill, Las secretas intenciones (1969) con Antonio Eceiza, La revolución matrimonial (1974) con José Antonio Nieves Conde, La adúltera (1974) con Roberto Bodegas; El poder del deseo (1974) con Juan Antonio Bardem, La Celestina (1996) con Gerardo Vera o Son de mar (2001) con Bigas Luna.
Fue galardonado, entre otros muchos premios, con el Nacional de Cinematografía (1992) y con el Goya honorífico que concede la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España (1998). Diez años más tarde un cáncer de pulmón le llevó a la tumba.
Obras de ~: Guiones en M. Ferreri (dir.), El pisito y El cochecito, 1958 y 1960, respect.; L. G. Berlanga (dir.), Plácido, 1961; A. Lattuada (dir.), Il mafioso, 1962; M. Ferreri (dir.), La donna scimia, 1963; L. García Berlanga (dir.), El verdugo, 1963; M. Ferreri (dir.), Una storia moderna: l’ape regina y L’uomo dai cinque palloni, 1963 y 1964, respect.; G. L. Polidoro (dir.), Una moglie americana, 1964; M. Ferreri (dir.), Marcia Nuziale, 1965; P. Spinola (dir.), L’Estate, 1966; U. Tognazi (dir.), Il fischio al Naso, 1966; L. García Berlanga (dir.), La boutique, 1967; C. Saura (dir.), Peppermint frappé y La madriguera, 1967 y 1969, respect.; L. García Berlanga (dir.), ¡Vivan los novios!, 1969; C. Guerín Hill, V. Erice y J. L. Egea (dirs.), Los desafíos, 1969; A. Eceiza (dir.), Las secretas intenciones, 1969; C. Saura (dir.), El jardín de las delicias, 1970; J. M. Forqué (dir.), El monumento, 1970; M. Ferreri (dir.), La audiencia, 1971; J. M. Forqué (dir.), La cera virgen, 1972; M. Lucidi (dir.), En el Oeste se puede hacer... amigo, 1972; L. García Berlanga (dir.), Tamaño natural, 1973; M. Ferreri (dir.), La gran comilona, 1973, C. Saura (dir.), La prima Angélica, 1973; G. L. Polidoro (dir.), Instant Coffee, 1973; M. Ferreri (dir.), No tocar a la mujer blanca, 1973; L. Salce (dir.), Alla mia cara mamma nel giorno del suo compleanno, 1973; J. A. Bardem (dir.), La adúltera, 1973; J. A. Nieves Conde (dir.), La revolución matrimonial, 1974; J. A. Bardem (dir.), El poder del deseo, 1975; P. Olea (dir.), Pim-Pam-Pum, ¡Fuego!, 1975; M. Ferreri (dir.), La última mujer, 1976; J. Stelrich (dir.), El anacoreta, 1976; M. Ferreri (dir.), Adiós al macho, 1977; L. García Berlanga (dir.), La escopeta nacional, 1977; F. Fernán Gómez (dir.), Mi hija Hildegart, 1977; P. Olea (dir.), Un hombre llamado Flor de Otoño, 1978; P. Masó (dir.), La miel, La familia bien, gracias y El divorcio que viene, 1978, 1979 y 1980, respect.; L. García Berlanga (dir.), Patrimonio Nacional, 1981; P. Maso (dir.), 127 millones libres de impuestos, 1981; F. González de Canales (dir.), Bésame, tonta, 1981; L. García Berlanga (dir.), Nacional III y La vaquilla, 1981 y 1984, respect.; J. L. García Sánchez (dir.), La corte de Faraón y Hay que deshacer la casa, 1985 y 1986, respect.; F. Trueba (dir.), El año de las luces, 1986; A. Martínez Torres (dir.), El pecador impecable, 1987; J. L. Cuerda (dir.), El bosque animado, 1987; L. García Berlanga (dir.), Moros y cristianos, 1987; M. Ferreri (dir.), Los negros también comen, 1987; J. L. García Sánchez (dir.), Pasodoble y El vuelo de la paloma, 1988 y 1989, respect.; J. Elorrieta (dir.), Sangre y arena, 1989; C. Saura (dir.), ¡Ay, Carmela!, 1990; F. Trueba (dir.), Belle Époque, 1992; J. L. García Sánchez (dir.), Tirano Banderas, 1993; M. Gutiérrez Aragón (dir.), El rey del río, 1994; J. L. García Sánchez (dir.), Suspiros de España y Portugal y Tranvía a la Malvarrosa, 1995 y 1996, respect.; G. Vera, La Celestina, 1996; M. Lombardero (dir.), En brazos de la mujer madura, 1996; F. Betriu (dir.), Una pareja perfecta, 1997; J. L. García Sánchez (dir.), Siempre hay un camino a la derecha, 1997; F. Trueba (dir.), La niña de tus ojos, 1998; J. L. García Sánchez (dir.), Adiós con el corazón, 2000; B. Luna (dir.), Son de mar, 2001; J. L. García Sánchez (dir.), La marcha verde y María, querida, 2001 y 2004, respect.
Teatro: con M. Scaparro (dir.), Don Quijote, fragmentos de un discurso teatral, a partir del texto de M. de Cervantes, 1984; Actualidades del 98, basada en las zarzuelas La viejecita y Gigantes y Cabezudos, 1998; Memorias de Adriano: retrato de una voz, basada en la obra de Marguerite Yourcenar, 1998; Las últimas lunas, versión de la obra original de F. Bordon, 1999.
Televisión: guiones en M. Camus (dir. y coguion.), Los desastres de la guerra, 1983; M. Scaparro (dir.), Don Chisciote, 1984; J. L. García Sánchez (dir.), “La mujer infiel”, en La mujer de tu vida, 1989; La mujer cualquiera, 1992.
Escritos: Vida del repelente niño Vicente, Madrid, Taurus, 1955; Los muertos no se tocan, nene, Madrid, Taurus, 1956; El pisito, Madrid, Taurus, 1956; Los ilusos, Madrid, Ediciones Arión, 1958; Pobre, paralítico y muerto, Madrid, Ediciones Arión, 1960; Los europeos, París, Librairie des Éditions Espagnoles, 1960; Estrafalario 1, Madrid, Alfaguara, 1999; La paella, Arnedo (La Rioja), Aborigen, 2006.
Bibl.: F. Lara, “El mundo según Rafael Azcona”, en Dirigido por, 13 (1974), págs. 26-31; J. C. Frugone, Rafael Azcona, atrapados por la vida, Valladolid, 32 Semana de Cine de Valladolid, 1987; B. Sánchez (ed.), Rafael Azcona. Otra vuelta en El cochecito, Logroño, Biblioteca Riojana, 1991; L. A. Cabezón (coord.), Rafael Azcona, con perdón, Logroño, Ayuntamiento, Instituto de Estudios Riojanos, 1997; E. Riambau y M. Torreiro, Guionistas en el cine español. Quimeras, picarescas y pluriempleos, Madrid, Cátedra, Filmoteca Española, 1998; “Rafael Azcona”, en Revista de cine Nosferatu, 33 (2000); Á. S. Harguindey, “Mi territorio es el de la memoria fermentada” (entrevista), en El País, 25 de mayo de 2006; http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Azcona/montaje.html.
Bernardo Sánchez Salas