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Domingo de Soto

Biografía

Soto, Domingo de. Segovia, 1495 – Salamanca, 15.XI.1560. Religioso dominico (OP), confesor real, teólogo, calificador del Santo Oficio, jurista y catedrático de Teología y Filosofía.

Dos son las posibles fechas de nacimiento; para Colmenares, Nicolás Antonio y algún otro autor, tuvo lugar a finales de 1494, pero según declaraciones del propio Soto y el documentado estudio de Beltrán de Heredia, se supone “como fecha mejor fundada” la de 1495. Sus padres, cristianos y de clase modesta y honrada, le pusieron por nombre Francisco (que más tarde él cambió). Vivió en la España imperial, dentro del marco de nuestro Siglo de Oro e intervino en varios de los importantes asuntos planteados esos años.

Tenía dotes para el estudio y pudo aprender gramática latina con maestros preceptores que entonces enseñaban latinidad en Segovia, como los humanistas Juan de Oteo y Sancho de Villaveses. Para perfeccionarlo decidió servir de sacristán en la aldea de Ochando, cercana a la ciudad, y con sus pequeños ahorros pasó como colegial a Alcalá de Henares en 1510.

Entre los profesores de Artes, en la joven Universidad Complutense, tuvo a Tomás de Villanueva (declarado santo) aprendiendo letras y virtud. Se graduó de Bachiller en mayo de 1516. Allí conoció a dos catedráticos segovianos de la Universidad de París, Antonio y Luis Coronel (éste un célebre físico), con quienes entabló buena relación y, con su protección, se trasladó, junto con otro compañero, a Francia (1517). En París estudió Teología durante dos años y en el segundo fue alumno de Francisco de Vitoria; permaneció en la capital francesa hasta 1519 en que se graduó de maestro en Artes.

Francisco de Soto regresó a España en enero de 1520 y se incorporó a la Univesidad alcalaína; dio clase de Filosofía, siendo un excepcional intérprete de Aristóteles, y explicó las Súmulas. Hay constancia de que uno de sus discípulos fue el beato Juan de Ávila.

Precisamente cuando tenía buenos augurios para su futuro profesional, el piadoso y retraído Soto sintió la vocación religiosa y se planteó el retiro espiritual.

En marzo de 1524 sin comunicárselo a nadie dejó Alcalá para ir a Montserrat cuyos religiosos hacían vida verdaderamente monástica; meditó y pidió asesoramiento, pero ante la capacidad, habilidad y gran erudición de Soto el consejo fue que entrara en la Orden de Predicadores con el fin de que enseñara, predicara e hiciera bien a otros. Se dirigió a Burgos y durante el noviciado enseñó Filosofía y Teología; en julio (1525) tomaba el hábito de Santo Domingo en el Convento de San Pablo y, además, cambió su nombre por el del santo fundador de la Orden de Predicadores, pasando a llamarse Domingo de Soto. Se acercó a visitar a sus padres y amigos en Segovia.

Ese mismo año fue destinado a Salamanca y ejerció de profesor en el Convento de San Esteban; además, durante el curso 1531-1532, fue suplente del maestro Francisco de Vitoria (por enfermedad), quien impartía clase en la Cátedra de Prima de Teología en la Universidad salmantina desde 1526 (y hasta su fallecimiento en 1546). El segoviano dominico preparó y sacó las oposiciones a Cátedra de Vísperas de Teología de la Universidad de Salamanca en 1532 (que ocupó hasta 1549); no sólo fue recibido con unánimes aplausos por el Claustro sino que sus servicios le fueron requeridos numerosas veces. Llega a decir Diego de Carro que “con Vitoria y Domingo de Soto en Salamanca, el Renacimiento teológico y teológicojurídico, adquiere su forma definitiva; con ellos dos la Universidad de Salamanca será la primera universidad del mundo, arrebatando el cetro a la de París”. Ambos fueron teólogos-juristas y muchos aspectos de la obra de Vitoria y de Soto son inseparables. Durante el curso 1538-1539 Soto explicaba en las lecciones ordinarias, desde su Cátedra de Vísperas, las cuestiones de la Summa Theologica referentes a la fe.

Se le pidió que publicase aquello que explicaba durante sus cursos. Las Summulae se imprimieron en Burgos, 1529, reeditándose en Salamanca (1539 [1540], 1543, 1547, 1550, 1552, 1554, 1564, 1568, 1571, 1575, 1582), Venecia (1574), Hildesheim (1980), entre otras, así como las ediciones del siglo xvii refundidas por Cosme de Lerma. Publicó In Dialecticam Aritotelis commentarii en Salamanca, 1543 (además en 1548, 1552, 1554, 1564, 1571, 1574, 1580, 1583), y en Lovaina (1547), Venecia (1573, 1587, 1598), entre otras. Tuvo que imprimirse en esos años In Porphirii isagogen ac Aristotelis categorias librosq[ue] de demonstratione absolutissima commentaria (aunque las ediciones localizadas son de 1573 y posteriores). Resultado de explicar la Física fueron dos importantes obras: Super octo libros Physicorum Aristotelis commentaria y Super octo libros physicorum Aristotelis quaestiones que se imprimieron en Salamanca, c. 1545, pero a causa de la marcha del autor a Trento la edición definitiva de ambas no salió hasta 1551 (sucediéndose otras nueve ediciones en Salamanca en el xvi y dos en Venecia); esto puso de manifiesto los estudios de Soto en Alcalá y en París, además de la labor realizada por su profundo conocimiento de la ciencia, y que iniciado el siglo xx Pierre Duhem manifieste (1910) que Domingo de Soto tiene el mérito de haber formulado “exactement soixante ans avant Galilée, les lois de la chute des corps” como movimiento uniformemente acelerado. Fueron obras que tuvieron un gran éxito; incluso sirvieron como texto en varias universidades españolas y en México. También relacionado con la ciencia Soto mandó imprimir In libros posteriorum Aristotelis sive De demonstratione absolutissima commentaria (1574 [1573]).

El pensamiento de Soto acerca de los problemas filosófico- políticos de la época se puede conocer a través de varias de sus relecciones o disertaciones magistrales anuales, algunas de ellas publicadas, como por ejemplo: De Dominio, expuesta durante el curso 1534- 1535 (inédita hasta 1964) y De ratione tegendi et detegendi secretum (editada numerosas veces desde 1541).

Ejerció de prior (1540-1542) del Convento de San Esteban; eran años de hambruna con el consiguiente pauperismo y conflictos sociales, así que colaboró para resolver el grave problema del alumnado y, además, no dejó de hacer gestiones para socorrer a los menesterosos. Escribió y publicó Deliberación en la causa de los pobres (Salamanca, 1545), en español y en latín, importante tratado para la defensa de los derechos del necesitado.

Dice Colmenares que Soto era gran devoto de San Jerónimo y compuso un rezo en octava que la Orden Jerónima aceptó como tal en 1543. Ese mismo año, en noviembre, el príncipe Felipe se casa con la infanta Maria de Portugal, en Salamanca, y oyó una lección de Domingo de Soto que hizo que el futuro Rey, primero, e inmediatamente su padre, se interesaran por él. El prestigio del maestro y el respeto y consideración que le tuvo el emperador Carlos V quedaron demostrados en lo sucesivo.

Durante el siglo xvi la defensa de la fe ocasionó controversias en los extensos dominios de España. Se convoca el Concilio de Trento y al saber el Emperador que la salud de F. de Vitoria era delicada, decidió escribir a Soto (enero de 1545) para que, como eminente teólogo que era, acudiera en nombre de España a dicha Asamblea. Con la orden recibida suspendió sus clases en marzo y marchó a Valladolid; aquí se reunió con fray Bartolomé Carranza y en mayo viajaron a Trento y llegaron al mes siguiente. Se debatieron cuestiones díficiles y delicadas con los protestantes; fue muy importante la participación española y la intervención de Soto fundamental. Comenzó predicando el sermón primero, previo a la sesión inaugural, dejando asombrados a los padres conciliares, por la elegancia en el uso del latín y por la seguridad de su doctrina; salió impreso el mismo año con título Concio ... de extremo iudicio, también en 1546, 1567, 1568, 2003. Trató del canon bíblico y de la autoridad de la Vulgata, sobre el pecado original y sobre el tema de la justificación; relacionado con este trascendental tema es la edición de los tres libros de De natura et gratia (Venetiis, 1547) dedicados al propio Concilio, asimismo impresos en París (1549), Amberes (1550), Salamanca (1550, 1561, 1566, 1570, 1577), Lyon (1581), Venecia (1584). Se confirmaba que Soto era una de las personas más preparadas. Además, en el momento en que hubo que poner por escrito las sentencias y cánones del dicho concilio, la comisión de los legados del Papa decidieron que fuera Domingo de Soto, junto con Cornelio (un obispo franciscano italiano), quien ordenara el estilo de esos textos.

Por toda su labor, en Trento, fue premiado con un emblema heráldico, consistente en dos manos que se estrechan de cuyo lazo salen unas llamas y una leyenda que son palabras de S. Pablo a los Gálatas: “Fides quae per charitatem operatur”, que podemos ver en la escalera del convento de Salamanca y en algunas de sus obras impresas, como en De natura et gratia (Venecia 1547); conviene decir aquí que varios impresores españoles utilizaron el emblema aludido también en ediciones ajenas a Soto, hasta el punto de que F. Vindel, Escudos y marcas de impresores y libreros en España (1942), recoge como marca tipográfica de Portonaris, Madrigal, Merchán y Juan de la Cuesta, el emblema otorgado a Domingo de Soto. A raíz de las controversias habidas con el obispo italiano Ambrosio Catharino, también dominico, escribió una oportuna réplica Apologia contra episcopum Catharinum, que salió de los talleres venecianos en 1547, seguida de otras ediciones.

Sus intervenciones le hicieron adquirir notoriedad entre sus contemporáneos y con la publicación de sus obras teológicas, que no sólo se imprimían en España sino también en Venecia, Lyon, París, Amberes, etc., reforzó su fama de sabio.

En marzo de 1548 fue llamado a Alemania y el Emperador le hizo su confesor, algo que aceptó por obediencia.

Como la heregía luterana no disminuía, Carlos V aprovechó para que en la comisión de teólogos presentes en la Dieta convocada en Augsburgo no faltara Domingo de Soto. La Declaración del Interim fue redactada por teólogos de procedencia erasmista, aunque supervisada por canonistas españoles de irreprochable ortodoxia.

Soto deseaba volver a Salamanca y cuando en 1549 quedó vacante el Obispado de Segovia, el Emperador quiso premiar a su confesor nombrándole obispo, lo que el dominico rechazó, aunque le propuso otra persona, y no sin dejarle muy claro el enorme afecto que le profesaba; de hecho, el exconfesor acudió con agrado cuando S. M. se hallaba en Yuste y volvió a reclamar sus servicios en asuntos delicados.

En las primeras semanas de enero de 1550 emprendió el regreso a España. Su intensa actividad y capacidad de trabajo constante hizo posible encontrar hueco para predicar en la Catedral de Salamanca durante la cuaresma de 1551, insistiendo particularmente en desterrar el abuso de los juramentos vanos; relacionado con ello fue la publicación de De cavendo iuramentorum abusu ad laudem divini nominis institutio (Salamanca, 1551), en latín y en español (reimpresa incluso en el mismo año y ocho veces más). La opinión de Soto era muy tenida en cuenta en todo aquello que se le consultaba; colaboró en cuestiones doctrinales del Tribunal de la Inquisición, también la Universidad salmantina le pidió ayuda, y además se solicita su presencia en el discutido tema americanista entre Fray Bartolomé de las Casas y el humanista Sepúlveda. Según Beltrán de Heredia “al expresar su voto procedía con libertad, aun a riesgo de indisponerse con los demas” y al igual que a su maestro el Padre Vitoria, se le tenía por “integérrimo e insobornable”.

El descubrimiento de América había generado una contienda motivada por el tema de los derechos y deberes de España para con los indios; los Reyes hicieron consultas a los teólogos y éstos revisaron los principios e ideas teológico-jurídicas que imperaban en Europa sobre esta materia. En 1550 el Emperador mandó se reuniesen en Valladolid catorce personas significativas (letrados, teólogos y juristas) y entre ellas se hallaba el ilustre teólogo-jurista Domingo de Soto, gran defensor de la evangelización pacífica del Nuevo Mundo, que actuaría como árbitro, y varios miembros del Consejo de Indias. La persuasión de Soto facilitó que las votaciones fuesen a favor de los indios; además fue encargado de resumir la exposición de los dos contendientes, resumen que se publicó en Sevilla, 1552; pero la disputa entre “indigenistas” (como Batolomé de las Casas) y “colonialistas” (como Juan Ginés de Sepúlveda) no ha acabado todavía ni en América ni en el mundo. El tema americano estuvo presente en varias de las obras de Soto.

De nuevo se reencontró con la docencia; hallándose vacante la Cátedra de Prima de Teología en la Universidad salmantina, se reunió el Claustro determinando que se rogara al maestro Soto para que desempeñara por cuatro años dicha cátedra y luego se le daría la jubilación. Ante la insistencia aceptó (septiembre de 1552); causó la admiración y veneración de sus alumnos, su prestigio era indiscutible y así surgió la máxima “Qui scit Sotum scit totum”. Continuaban sus publicaciones y particularmente De iustitia et iure impresa en talleres salmantinos en 1553 (y en 1556, 1559, 1562, 1566, 1569, 1571, 1573, 1577, 1582), en Medina del Campo (1580, 1589), en Lyon (1559, 1582), Amberes (1567), Venecia (1568, 1573, 1584, 1589, 1608), Madrid (1922-1926 y 1967), entre otras; fue su obra más célebre, conceptuada como una de las obras cumbres de la filosofía del derecho, y de la que salieron hasta treinta ediciones en el siglo xvi.

Escribió siempre en un depurado latín. Se conservan bastantes relecciones o disertaciones académicas manuscritas, si bien han desaparecido dos (De ratione promulgandi Evangelium y los Comentarios al evangelio de San Mateo) y alguna permanece inédita. Dos obras más salieron de las prensa en la década de 1550: Summa de la doctrina christiana (1552) y la que lleva por título In Quartum sententiarum commentaria (1557 [1558]).

Cuando trataba el tema del derecho, el de la política, de la filosofía, de la economía, etc. siempre lo hacía desde su condición de teólogo. En su época, y posteriormente, las citas a Domingo de Soto se convirtieron en frecuentes por ser muy apreciado por sus discípulos y seguidores.

En 1556 abdicaba Carlos V y el ya rey Felipe II encomienda al teólogo segoviano presidir las Juntas de Subsidio debido a la difícil relación entre el Rey y el Papa; consiguió un acuerdo satisfactorio.

Otra de sus actividades fue ser calificador del Santo Oficio (1550-1560). Se le encargó a Soto visitar todas las librerías y bibliotecas salmantinas para detectar posibles libros de herejes, revisar biblias luteranas; en estas fechas escribió Annotationes in commentarios Ioannis Feri super Euangelium Ioannis (1554) e intervino en el proceso y acto de reconciliación del doctor Egidio y en el polémico asunto del arzobispo Carranza.

A raíz de la publicación en el año 1558, en la ciudad de Amberes, de los Comentarios sobre el Catecismo cristiano del dominico Bartolomé Carranza, arzobispo de Toledo, el inquisidor Valdés le acusó de profesar ideas luteranas y con ello se abría un conflictivo debate. Se pidió colaboración a Domingo de Soto, pero su labor de censura sobre el Catecismo fue hecha de mala gana porque era su amigo y por no tener ninguna duda sobre la sana intención del autor. Pese a todo, Carranza fue declarado sospechoso de herejía y en agosto (1559) era arrestado en las cárceles del Santo Oficio (el proceso duró diecisiete años); este golpe hirió profundamente el ánimo de Soto el tiempo que le quedaba de vida, la Orden de Predicadores de Castilla quedó muy dolida y también desconcertó a parte de la sociedad.

Hallándose Soto en Salamanca, y jubilado de la cátedra, los frailes desearon fuera prior de su convento nombrándolo por tercera vez (abril, 1560); una vez más supo compatibilizar sus actividades con la oración, el estudio y la impresión de sus obras. Domingo de Soto muere un viernes a 15 de noviembre de 1560.

Toda la Universidad acudió al entierro y las honras fúnebres las pronunció su discípulo Fray Luis de León, agustino. Sus restos descansan en el Convento de San Esteban, monasterio en el que había hecho construir una monumental escalera y un bello atrio. Siempre fue fiel a las normas de la justicia, del derecho y de la caridad; en el largo tiempo que ejerció el magisterio se notó su acusada influencia tanto desde la cátedra como desde su obra escrita; de su rica producción literaria hemos localizado hasta doscientas veinticinco ediciones (de sus veintinueve obras publicadas). Dentro del contexto histórico-cultural europeo del siglo xvi, el segoviano Soto adquiere un singular relieve; fue una de las personas más destacadas de la Universidad de Salamanca, una de las figuras más grandes de Segovia y de España, y de proyección universal. Se le han alabado sus muchos méritos con los más altos elogios.

Obras de ~: Summule, Impresse Burgis, in officina... Ioannis iunte, 1529; Relectio... De ratione tegendi et detegendi secretum, Excudebatur Salman., apud Petrum de Castro, 1541; In Dialecticam Aristotelis commentarij, Salmanticae, Ioannes de Giunta excudebat, 1543; Concio... de extremo iudicio, s. l., 1545; Deliberacion en la causa de los pobres, en Salamanca, en la officina de Iuan de Iunta, 1545 (y la misma en latín); Super octo libros Physicorum Aristotelis comme[n]taria, Salmanticae, Ioannes Giunte excudebat, c. 1545 (ed. definitiva en 1551); Super octo libros Physicorum Aristotelis quaestiones, Salmanticae, Ioannes Giunte excudebat, c. 1545 (ed. definitiva en 1551); Apologia fratris Dominici Soto segobiensis, theologi Ordinis Praedicatorum qua reuerendo patri Ambrosio Catharino de certitudine gratia respondet, Venetiis, apud Nicolaum de Bascharinis, 1547; De natura & gratia, Venetiis, apud Iuntas, expensis haeredum Lucae Antonij Iuntae, 1547; In Epistolam diui Pauli ad Romanos commentarii, Antuerpiae, in aedib. Ioan Steelsii, 1550; De cauendo iuramentorum abusu ad laudem diuini nominis institutio, Salmanticae, excudebat Andreas de Portonariis, 1551 (y la misma en español); Summa de la doctrina christiana, Impressa en Salamanca, en casa de Andrea de Portonaris, 1552; “Este es vn traslado d[e] vn summario q[ue] por co[m]missio[n] dela congregacio[n] que su Magestad mando iuntar en Valladolid el año de cincuenta coligio el... padre maestro fray Domingo de Soto de la Apologia q[ue] hizo el obispo de chiapa y leyo en la dicha congregacion contra el doctor Sepulueda”, en B. de las Casas, Aqui se contiene vna disputa o controuersia entre el Obispo don fray Bartholome de las Casas o Casaus... de la ciudad Real de Chiapa... y el doctor gines de Sepulueda Coronista del Emperador... la qual question se ventilo [y] disputo en presencia de muchos letrados theologos [y] iuristas en vna congregacion que mando su magestad iuntar el año de mil [y] quinientos y cincuenta en... Valladolid, Seuilla, en casa de Sebastian Trugillo..., 1552, pags. [4-35]; De iustitia & iure libri decem, Salmanticae, excudebat Andreas à Portonariis, 1553 (1554); Annotationes in commentarios Ioannis Feri Moguntinensis super Euangelium Ioannis, [Salmanticae], excudebat Andreas à Portonariis, 1554; Commentariorum fratris Dominici Soto... in Quartum Sententiarum tomus primus, Salmanticae, excudebat Ioannes à Canoua, 1557 (1558) (el Secundus tomus en 1560); In Porphirii isagogen ac Aristotelis Categorias absolutissima commentaria, Venetiis, apud Guerraeos fratres & socios, 1573; In libros posteriorum Aristotelis siue De demonstratione absolutissima commentaria, Venetiis, sub signo Pauonis, 1574 (1573) (tuvo que existir ed. anterior); Tratado del Amor de Dios, en Madrid, por Blas Roman, [1780?]; Relectio An liceat civitates infidelium eu gentilium expugnare ob idolatriam [sic], en V. Beltrán de Heredia, Los manuscritos del Maestro Fray Francisco de Vitoria, Madrid, [c. 1923], pags. 235-239; “Relectio ‘De haeresi”, en Archivo teológico granadino, 26 (1963), pags. 223-261; Relección “De dominio”, Granada, Universidad, 1964; De legibus, Granada, Cátedra “Francisco Suárez”, 1965; “Relectio de Merito Christi”, en Diakonia pisteos, 1969, pags. 137-161; “La ‘Relectio de Sacro Canone et de eius sensibus’ de Domingo de Soto”, en Scripta theologica, 14 (1982), pags. 757-806; “La ‘Relectio de Catalogo librorum Sacrae Scripturae”, en Burgense, 24 (1983), pags. 263-314; “Relectio de sensibus Sacrae Scripturae”, en Archivo Dominicano, 11 (1990), pags. 275-318; Relecciones y opúsculos, Salamanca, San Esteban, 1995-2005.

 

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María del Pilar Cuesta Domingo

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