Cruz, Francisco de la. Lopera (Jaén), 1530 – Lima (Perú), 13.IV.1578. Profeta, libertador del Perú.
Nacido en Lopera, en la campiña de Jaén y del Guadalquivir, Francisco de la Cruz pertenecía a una familia de labradores de acomodada posición y casta de cristianos viejos. Niño de salud quebradiza, su aprendizaje fue irregular. A partir de los catorce años, estudió Gramática en Porcuna, Andújar y Granada; en Alcalá de Henares cursó Retórica y Griego (1550). El contacto con los jesuitas despertó en él una eufórica vocación religiosa. Poco tiempo después ingresó en la Orden dominica, en Santo Domingo de Madrid.
Luego cursó Teología en Toro, donde destacó en tal manera que sus maestros lo propusieron para colegial de San Gregorio de Valladolid; en este colegio, tras superar la preceptiva prueba de limpieza de sangre, concluyó la carrera de Teología en 1561. Los años que pasó en el selecto Colegio de San Gregorio iban a ser decisivos para la forja de su pensamiento. Bartolomé de las Casas le infundió su entusiasmo indiófilo y lo convenció de la injusticia y crueldad de la colonización.
Bartolomé de Carranza le proporcionó la amplitud de miras de todo gran maestro, permitiéndole conocer la teología reformista y los planteamientos luteranos. Francisco de la Cruz acompañó a Carranza en aquella histórica jornada (22 de agosto de 1559) en que el arzobispo fue detenido por la Inquisición.
El mazazo fue brutal y el apesadumbrado fraile —por temor a la represión inquisitorial—, ante el cariz que tomaban los acontecimientos, decidió partir al Perú, adonde llegó a finales de 1561. Allí se hizo cargo de una cátedra de Teología en la Universidad de San Marcos de Lima, de la que fue rector (1566). Elegido prior del monasterio de Santo Domingo, el arzobispo de Lima, Jerónimo de Loaysa, le tenía en tal estima que le propuso para coadjutor.
Mientras aumentaba su reputación de santo y teólogo, actuó como exorcista de María Pizarro, sobrina del celebérrimo conquistador. En el proceso inquisitorial de la joven criolla, Francisco de la Cruz compareció en calidad de testigo el 9 de octubre de 1571.
Habló en demasía. Profetizó que él sería rey del Perú y Sumo Pontífice. Anunció el glorioso advenimiento del Milenio igualitario y se postuló como padre y pastor de los indios injustamente maltratados. Para él, los indígenas —portadores de la religiosidad más genuina— aventajaban en valor y sentido de la justicia a los cristianos. Dios —vaticinaba— destruiría la Iglesia de Roma y la Monarquía de España porque quería que nativos y españoles vivieran en armonía y hermanados. A partir de sus confesiones fue acusado de ciento treinta cargos, entre otros de hereje, sedicioso y nigromante. Sin duda, subestimó a sus jueces —inquisidores bisoños, serviles y sin gran experiencia—, pero que actuaban siguiendo las instrucciones del inflexible Francisco de Toledo, que no dudó en decapitar al inca Tupac Amaru I para evitar la hipotética revuelta que, según el virrey, promovía fray Francisco.
El aislamiento y la insalubridad de la cárcel inquisitorial harán que fray Francisco sufra un episodio de vesania y ofuscamiento mental intermitente entre 1574 y 1575. El fatídico auto de fe, que le condenó a ser relajado al brazo seglar (morir en la hoguera), acabó con su vida el 13 de abril de 1578.
Predicador incendiario y profeta apocalíptico, su revolucionaria ideología destacó por su modernismo sorprendente.
Fray Francisco fue un reformador radical de la Iglesia, más avanzado que el propio Lutero. Precursor de la teología de la liberación, partidario de suprimir el celibato, del mestizaje y la sexualidad sin frenos morales, defensor de los incas, a los que consideraba descendientes de las doce tribus de Israel y llamados, por tanto, a convertirse en protagonistas del nuevo orden político, social y religioso que él preconizaba.
Bibl.: A. Huerga, Historia de los alumbrados: 1570-1630, Madrid, Fundación Universitaria Española, Seminario Cisneros, 1978-1994; V. Abril Castelló, Francisco de la Cruz. Inquisición-Actas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1996; A. Fernández Luzón, “Visionarios y místicos”, en R. García Cárcel (dir.), Los olvidados de la historia. Herejes, vol. II, Barcelona, Círculo de Lectores, 2004, págs. 337-378.
Antonio Fernández Luzón