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Luis Olariaga y Pujana

Biografía

Olariaga y Pujana, Luis. Vitoria (Álava), 21.III.1885 – Madrid, 3.VIII.1976. Economista.

El lugar exacto de su nacimiento fue El Portalón, una casa medieval vasca, del barrio vitoriano de La Correría, que hoy contiene un restaurante y que entonces estaba dividida, e incluso subdividida, para dar albergue a numerosas familias. Su padre era un pequeño comerciante de la localidad, un confitero de la calle de la Constitución. Perteneció Olariaga a una familia, según él mismo escribió, “constituida por unos padres pobres, creyentes, trabajadores y honrados”. Tras una preparación muy escueta, muy probablemente tras la enseñanza primaria, cursó alguna enseñanza en el Instituto local de Enseñanza Media, pasando muy pronto a la Escuela de Comercio, lugar donde seguramente comenzó estudios mercantiles y de idiomas extranjeros.

Pronto destacó como persona muy despierta. En 1901, precisamente cuando se produjo la segunda oleada de creación de bancos de la historia española —debida directamente a la política de Raimundo Fernández Villaverde—, ingresó en busca de promoción, como empleado de Banca. Es posible que para entonces ya fuese bachiller y perito mercantil.

En esta etapa, su padre intentó darle una formación nacionalista vasca. Incluso hizo que le acompañase a visitar a Sabino Arana, a la sazón encarcelado. El joven Olariaga rechazó esa actividad política y no ocultó en su vejez que había militado, como empleado de Banca, en la Unión General de Trabajadores (UGT) de Vitoria. Incluso que en su sede había pronunciado alguna conferencia. Hay constancia de una dada el 21 de octubre de 1910, sobre el tema de los impuestos de Lloyd George, en el Centro Instructivo Republicano de Vitoria. Pero para entonces le habían sucedido cosas importantes.

En 1905 logró que lo emplease el Crédit Lyonnais al inaugurar su sucursal en la City, el gran centro financiero de Londres. Llegó a la capital inglesa en el momento en que el laborismo iba a acceder al Parlamento, mientras tenía lugar un rico movimiento cultural, en el que destacan nombres como Chesterton, Bernard Shaw, Kipling, Belloc, o H. G. Wells. En Londres se mantenía aún el espíritu vitoriano, aunque Eduardo VII, recién llegado al Trono, comenzaba a modificarlo. Se inició la aproximación hacia una entente cordiale con Francia —lo que suponía alterar mil planteamientos ingleses desde la Guerra de los Cien Años—, la Cámara de los Lores empezaba a retroceder en peso político ante la de los Comunes, impresionaba el entusiasmo popular por los deportes y eran a veces muy violentas las manifestaciones de las sufragistas.

Durante casi tres años —de 1905 a 1908— vivió en este ambiente como un empleado de banca con aspiraciones. Era amigo de otro español, Andrés Moreno, más adelante el hombre clave del Banco Hispanoamericano, quien trabajaba en el Middland Bank. Olariaga también procuraba seguir los cursos que se impartían en el Institute of Bankers, para la promoción de los trabajadores del mundo financiero. Años después intentó crear en Madrid algo parecido, el Instituto Bancario, que pronto derivaría convirtiéndose en el Colegio Universitario de Estudios Financieros. Pero en 1908 apareció ante él como mentor otro vitoriano, Ramiro de Maeztu y Whitney. Había llegado a Londres Maeztu en 1905 como corresponsal del diario La Correspondencia de España y del semanario Nuevo Mundo, ambos en Madrid, así como de La Prensa de Buenos Aires. Estaba Maeztu entonces muy introducido en el mundo cultural inglés. Fueron grandes amigos suyos T. E. Hulme, quien tuvo gran influencia sobre T. S. Eliot, y Arthur Penty. Penty, autor de Guild’s Man Interpretation of History, hizo entrar a Maeztu en un grupo muy relacionado con el fabianismo, que recibía el nombre de “socialismo guildista” o, si se prefiere, “gremialismo”. Penty había creado este grupo y la relación de sus miembros impresionaba: A. R. Orage, S. G. Hobson, Bertrand Russell y G. D. H. Cole. Orage era el director de la revista gremialista The New Age. Su influencia en el sindicalismo de las Trade Unions, y, por tanto, en el laborismo, fue importante. Orage y Maeztu pasaron a tener una vinculación muy estrecha, casi de discípulo —Orage— y maestro —Maeztu—. También escribían en esa revista Bernard Shaw, Chesterton —quien daba vueltas a su “distribuismo” con los ojos puestos en la Edad Media católica—, Wells, Eliot, Cole y Ezra Pound. Maeztu entonces escribía el libro Authority, Liberty and Function in the Right of the War, que tras algunas modificaciones se convertiría en La crisis del humanismo. Miles Carpenter destacó cómo estas ideas guildistas de Maeztu se adoptaban por Cole y, por sus teorías políticas, influía en Hobson y en Tawney.

Introducido en ese ambiente —Olariaga pasaba con Maeztu, desde 1908 a 1911, las tardes de los sábados y algunos domingos—, pasó a interesarse por los estudios académicos de Economía. También era en Londres el momento de consolidación de la London School of Economics and Political Science. En ella mucho tuvieron que ver Cole, Hobson y Tawney. Todo esto tuvo que haber ampliado las perspectivas intelectuales de Olariaga. Además, Maeztu lo puso en contacto con Unamuno y Ortega para que, con rapidez, se convirtiera en licenciado en Derecho. Unamuno le ayudó pero Ortega se convirtió rápidamente en otro nuevo mentor.

En 1911, ya fallecido su padre, Olariaga decidió abandonar Londres y, con la pequeña herencia recibida, mientras concluía la carrera de Derecho, pasó a estudiar en Alemania. En 1912 se casó con María GarcíaFresca Tolosana, con la que, durante el noviazgo en Londres, mantuvo una correspondencia interesantísima sobre el ambiente que vivía Maeztu. Ortega, en esa época, había tendido la mano a Flores de Lemus al fundar la Liga de la Educación Política Española en 1913, en su intervención del lanzamiento de ésta titulada Vieja y Nueva política. Éste no le hizo el menor caso. Ése fue el momento en que se volvió hacia Olariaga. Le envió un mensaje escueto: “Trabaje Vd. heroicamente; no lo más hondo pero lo más urgente que hoy necesitamos es economía...

Nuestro país cambia por días. Entramos en tiempos más fuertes”.

Olariaga había trabajado en Berlín con eficacia. En primer lugar con un Adolfo Wagner que tenía casi ochenta años. También con Sering, pero sobre todo con Franz Oppenheimer, el que más adelante sería el maestro de Erhard. Oppenheimer, a quien se debe la introducción del término “estática comparativa” en su Wert und Kapital Profit, era un profesor sionista, que tenía cierto prestigio porque su socialdemocracia le había llevado hacia posturas próximas a Henry George. Así se explica que Olariaga escribiese su tesis doctoral, dirigida por Adolfo Posada, con el título En torno al problema agrario. Se publicó en 1917. Pero, sobre todo, Oppenheimer explicaba muy bien toda la polémica derivada, desde que los escritos de Bernstein, vinculado, por otro lado, con la Sociedad Fabiana, habían planteado la cuestión del “revisionismo marxista” a partir de 1898 en las páginas de la revista Die Neue Zeit, que dirigía Kautsky. El propio Maeztu accedió a Berlín a escuchar las explicaciones de Oppenheimer sobre Bernstein, Kautsky, Lenin, Plejanov, TuganBaranowski y sus disputas en torno al mensaje de Marx.

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Olariaga regresó a Madrid, y pasó al Seminario de Flores de Lemus. Trabajó con éste y sus otros discípulos la obra de Mitchell, Business Cycles. Como señaló Arthur F. Burns, “ninguna otra obra situada entre los Principios de Marshall y la Teoría General de Keynes tuvo tan gran influencia sobre el pensamiento económico del mundo occidental”. También en 1914, con la calificación de sobresaliente concluyó la licenciatura de Derecho en la Universidad de Oviedo. El 5 de abril de 1916 leyó la tesis doctoral mencionada, que fue, asimismo, calificada con sobresaliente. Al jubilarse Gumersindo de Azcárate, se había creado, con la dotación vacante, una Cátedra nueva denominada Política Social y Legislación Comparada del Trabajo. Olariaga la logró. En El Imparcial, con un estilo tal que la autoría de Ortega es evidente, se escribía que el nuevo catedrático “lleva a su cátedra un espíritu juvenil, una cultura enorme y una saludable orientación”. En él había también efluvios ingleses —siempre habló muy bien de Cannan, que explicaba en la London School of Economics—, y había establecido contactos con ese gran amparador de los estudiantes españoles de Economía que era Edgeworth. Por otro lado, pronto se vio fascinado por el primer Keynes; y decidió así irrumpir en la vida española.

En primer lugar lo vino a hacer desde la Cátedra. Fue el momento en que rompió, por causas que aún siguen oscuras, con su maestro Flores de Lemus. Tuvo como discípulos a algunos de los rechazados por éste o por los discípulos de éste. Fue el caso de Julio Tejero. Sus clases reunieron no sólo a los alumnos corrientes, sino a un público madrileño muy culto. Profesor ayudante suyo, al que comenzó a dirigir una tesis doctoral sobre el gremialismo fue José Antonio Primo de Rivera.

Por otro lado, había entrado con mucha fuerza en la polémica y en la crítica a la sabiduría convencional con la serie de artículos titulados “El Banco de España, plaga nacional” en la revista España que dirigía Ortega. Comenzó con ello, además, una línea de trabajo que renacería cuando, tras las tensiones de la dictadura y del cambio de la peseta, publicase La política monetaria en España (1933), insistiendo en el folleto La ordenación bancaria en España (1946), que vino a ser uno de los preludios de las medidas de estatificación del Banco de España y de la subsiguiente ordenación bancaria adoptadas tras el Plan de Estabilización de 1959. Tras sus colaboraciones en España y sus durísimas críticas, que a veces levantaron amenazas contra él, como sucedió con Dato y la cuestión ferroviaria, sector del transporte que siempre le preocupó mucho, pasó a escribir en El Imparcial, y al abandonarlo y fundar El Sol José Ortega y Gasset, se trasladó a este nuevo periódico. En él, al menos una vez a la semana aparecía un artículo con su firma, aparte de dirigir la gran página semanal de economía de este periódico. Desde él continuó con sus críticas. Recuérdese su polémica con Cambó, poniendo de relieve los disparatados consejos de éste en relación con la especulación en moneda extranjera. En 1920 regresó Olariaga a Gran Bretaña. Y a no era el adolescente ingenuo sino el profesor, en todo el vigor de su capacidad intelectual. Como muchos otros, se había sentido fascinado por la aparición, a finales de 1919, de la obra de un economista joven, Keynes, que firmó su obra de denuncia desde el King’s College de Cambridge, sobre los desatinos del Tratado de Versalles.

Enviado por El Sol acudió a la Conferencia Económica de Génova. Allí llegó Keynes como corresponsal del Manchester Guardian. Si no existía un enlace previo entre ambos, fue el momento en que se inició una relación con el famoso economista inglés. En esa Conferencia tuvo un choque con las consecuencias de la utopía al presenciar las demandas angustiadas de los delegados bolcheviques. También, impulsado por Ortega y Maeztu, se trasladó a Hispanoamérica en más de una ocasión. Explicó en Buenos Aires y en Santiago de Chile y escribió sobre la economía argentina en Revista de Occidente. Igualmente Olariaga se ocupó, como una especie de ampliación de sus trabajos en España, de exponer con lucidez análisis sobre la economía real española. En 1921, publicó La cuestión de las tarifas y el problema ferroviario español, que sirvió para refundir multitud de puntos de vista expuestos en El Sol. No otra cosa sucedió con los dos que le siguieron: Por la riqueza de España, en 1924 y La crisis hullera en España, en 1925. Algo después, en 1932, apareció La crisis siderúrgico-metalúrgica en España.

Sus planteamientos sobre la cuestión del tipo de cambio produjeron una llamada de Miguel Primo de Rivera a través de su hijo José Antonio. Aunque tuvo que vencer muchos recelos iniciales, pasó a colaborar con la dictadura en tres ámbitos: en el del Consejo Superior de Ferrocarriles, del que fue secretario; en el del Comité Interventor de los Cambios del que pasó a ser igualmente secretario, y en la creación del Banco Exterior de España. En 1929 publicó su experiencia en el segundo de estos puestos con el libro La intervención de los cambios en España.

Durante la Segunda República sólo en 1935 volvería a desempeñar un puesto oficial: el de vocal del Consejo Superior de Ferrocarriles. Cesó en él al llegar en 1936 el Gobierno del Frente Popular. Esa especie de vacación de responsabilidades da la impresión de que fructificó en un estudio muy serio, ya citado, sobre las cuestiones monetarias: La política monetaria en España. En esta obra resplandece no sólo un excelente estar al día en cuestiones de teoría monetaria, sino, particularmente, una recepción muy completa del A Treatise on money de Keynes. Olariaga siempre fue fiel a esta influencia, cosa rara en el mundo de los economistas, porque éstos dejaron a un lado el Treatise. Como en éste, el tomo I se dedica a la teoría pura del dinero, y el II a la aplicada.

Además de esto, en la etapa de la Segunda República publicó en Economía Española y en Revista de Occidente trabajos sobre la Gran Depresión y las nuevas doctrinas socioeconómicas que irrumpían en el mundo, y evidentemente, en 1936, al traducir para Espasa Calpe —que lo publicó en 1936— el libro de Friedrich von Hayek, La teoría monetaria y el ciclo económico, se había vuelto hayekiano. Véase su artículo en Economía Española, enero de 1936, “La teoría económica del ciclo económico del profesor Hayek”.

En la Guerra Civil logró huir de Madrid a través de la Embajada de Rumanía, donde se le conocía por haber asistido a un almuerzo en honor del famoso economista de este país, Manoilescu. En la zona nacional pasó a ser director del Comité Central de la Banca Española que en 1946 se transformó en Consejo Superior Bancario, y también, en 1938, vocal de la Comisión de Ordenación Ferroviaria del Ministerio de Obras Públicas. Pero pronto se limitó sólo a las cuestiones monetarias y a la docencia. Explicó en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas un curso de teoría del dinero, francamente muy hayekiano, en polémica clara con los mensajes keynesianos que allí defendía simultáneamente Manuel de Torres Martínez; otro sobre política monetaria, y otro más sobre doctrinas sociales. Fue designado catedrático de Economía Política de la Facultad de Derecho, donde huyó de Alvin Hansen —autor con Garvey del libro de texto usual— y de sus planteamientos keynesianos y lo sustituyó por el manual de Benham, mientras llamaba la atención incansablemente sobre los nuevos instrumentos de política monetaria internacional salidos de Bretton Woods y sobre los peligros del keynesianismo. Fue consejero del Banco de España. Ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en 1950; escribió incansablemente en Moneda y Crédito y se refugió, para sus explicaciones, en la Cátedra Luis Olariaga de Economía Bancaria, que se creó en la Facultad de Derecho; también en el Instituto Bancario. Apoyó calurosamente el Plan de Estabilización de 1959, en un artículo en Moneda y Crédito y en un ensayo editado por la Cátedra de Luis Olariaga, La política de crédito en la estabilización española.

Cuando falleció, el 3 de agosto de 1976, parece que había concluido la vida de un trabajador hercúleo. Cumplió hasta el final con lo que había dicho al ministro Ruiz Jiménez cuando éste le impuso, al jubilarse, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio en 1955: “No pienso jubilarme hasta que Dios lo haga, porque la tarea de buscar la verdad y enseñar a los demás a buscarla, puede realizarse desde cualquier lugar”.

 

Obras de ~: Los impuestos de Lloyd George (conferencia leída en el Centro Instructivo Republicano), Vitoria, 1910; En torno al problema agrario, tesis doctoral, Madrid, 1917; La cuestión de las tarifas y el problema ferroviario español, Madrid, Espasa Calpe, 1921; Por la riqueza de España, Madrid, Talleres Voluntad, 1924; Reflexiones de un economista en la Argentina, Madrid, Revista de Occidente, 1925; “Tres generaciones intelectuales de España” (conferencia leída en la Facultad de Derecho), en El Sol, 3, 5 y 25 de junio de 1925; La crisis hullera en España, Madrid, Talleres Voluntad, 1925; “El porvenir de la economía argentina”, en Revista de Ciencias Económicas (RCE), julio de 1927; Espíritu y ordenación del título II del Código de Comercio, Madrid, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación, 1927; “La desespiritualización de la sociedad moderna”, en Verbum, LXX (1928); “La falta de elasticidad del régimen monetario argentino”, en RCE, enero de 1928; La intervención de los cambios en España, Madrid, Biblioteca Nueva, 1929; “Entrevista a J. M. Keynes”, en El Sol, XVII, 10 y 11 de junio de 1930; La crisis siderometalúrgica en España, Madrid, Publicaciones de la Unión Económica, 1932; La política monetaria en España, Madrid, Librería General Victoriano Suárez, Biblioteca de Ciencias Jurídicas, 1933 (reed. facs. en Barcelona, Banca Mas Sardá, 1977); La economía dirigida de Roosevelt, Madrid, Unión Económica Española, 1934; “Prólogo”, en Hayek, La teoría monetaria y el ciclo económico, Madrid, Espasa Calpe, 1936; “La nueva política monetaria”, en Revista de la Facultad de Derecho (Madrid), VIII-XI (1942); “El Fondo Monetario Internacional”, en Moneda y Crédito (MyC), X (1944); “La política de ocupación total y los ciclos económicos”, en MyC, XIII (1945); La ordenación bancaria en España, Madrid, Banco Urquijo, 1946; El dinero, vol. I. Teoría del dinero, Madrid, Moneda y Crédito, 1946; “Lord Keynes, explorador de la ciencia económica”, en MyC, XVIII (1946); “El crédito industrial en la organización bancaria”, en MyC, XIX (1946); La orientación de la política social (discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas), Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1950; El dinero, vol. II. Organización monetaria y bancaria, Madrid, Moneda y Crédito, 1954; “El ahorro voluntario y los bancos”, en MyC, LI (1954); Los bancos y sistema capitalista y Los límites del crédito bancario, Bilbao, Patronato de la Universidad de Deusto, 1955; “Significación histórica de las actuales estabilizaciones monetarias”, en MyC, LXIX (1959); “La política de desarrollo económico en la guerra fría”, en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (ARACMyP), año XV (1963); “¿A dónde va la sociedad?”, en ARACMyP, año XIX (1967); El materialismo de las masas, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1967; “El verdadero desafío a Europa”, en ARACMyP, año XX, cuaderno 2 (1968); La sociedad a la deriva, Madrid, Moneda y Crédito, 1971; “Los efectos de la inflación”, en ARACMyP, año XXIII, 48 (1971-1972); Ramiro de Maeztu entre dos generaciones de intelectuales, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1972; “España y la situación económica del mundo”, en Campos Nordman (1972); “Orientaciones para la reconstrucción económica de España”, en Campos Nordman (1972); Lecturas de estructura económica, Madrid, CEU, Campos Nordman, 1972; “Pasado Presente y futuro del desarrollo”, en ARACMyP, año XXV, 50 (1974); “Impresiones de la Argentina en un economista”, en Revistas de la Segunda República, XXIII (1982); Escritos varios. Advertencias, incitaciones y reformas, pról. de J. Velarde Fuertes, Madrid, Fundación FIES, 1989; Escritos de reforma. Antología, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1992.

Bibl.: J. Larraz, Contestación al discurso leído ante la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el día 25 de junio de 1950, en su recepción pública, por el Excmo. Sr. D. Luis Olariaga, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1950; J. Velarde Fuertes, “El científico y el experto: a propósito de una polémica entre Cambó y Olariaga”, en Introducción a la historia del pensamiento económico español en el siglo xx, Madrid, Editora Nacional, 1974, págs. 319-328; J. Castañeda, “D. Luis Olariaga. 1885-1976”, en ARACMyP, n.º 54 (1977); J. Velarde Fuertes, “Luis Olariaga en su centenario”, en ARACMyP, año XXXVIII, n.º 63 (1986), págs. 283-293; M.ª C. Pérez de Armiñán y GarcíaFresca, Problemas Geopolíticos, Sociales y Económicos en la obra periodística del profesor Olariaga, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1987; J. Velarde Fuertes, “Prólogo”, en L. Olariaga Pujana, Escritos varios. Advertencias, incitaciones y reformas, op. cit., págs. VII-LXXIV; “Luis Olariaga, el extranjero en su patria”, en Economistas españoles contemporáneos: primeros maestros, Madrid, Espasa Calpe, 1990, págs. 136-192; “Introducción”, en L. Olariaga, Escritos de reforma. Antología, op. cit., págs. IX-LII; G. Pérez de Armiñán, “El profesor Luis Olariaga y Pujana. Una aproximación a su vida y su obra”, en E. Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles. La modernización de los estudios de economía, vol. VI, Barcelona, Galaxia Gutenberg- Círculo de Lectores, 2001, págs. 521-571.

 

Juan Velarde Fuertes

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