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Felipe Navarro Ceballos-Escalera

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Biografía

Navarro Ceballos-Escalera, Felipe, Barón de Casa Davalillo. Madrid 21.VII.1862 - Paracuellos del Jarama (Madrid), 7.XI.1936. Militar y jinete.

Hijo de Carlos Navarro Padilla, general de Estado Mayor, y de Francisca de Ceballos-Escalera y de la Pezuela. Contrajo matrimonio en Madrid en 1886 con Cristina Morenés y García-Alessón, Baronesa de Casa Davalillo, hija de los Condes del Asalto; con cinco hijos. Alumno de la Academia de Caballería desde septiembre de 1877, promovido a alférez en agosto de 1880, comenzó sus servicios en el Regimiento de Húsares de Pavía (al que retornaría dos veces más), y fue desde agosto de 1882, ayudante de campo del capitán general don Arsenio Martínez-Campos, en sus sucesivos destinos de ministro de la Guerra (1882-1883), jefe del Ejército del Norte (1884-1885) y capitán general de Castilla la Nueva (1887-1888). Pasó entonces al Regimiento de Lanceros de la Reina, de guarnición en Madrid, y a poco fue promovido a teniente, en noviembre de 1888. A finales de 1890 retornó a los Húsares de Pavía, en enero de 1891 se le nombró ayudante de campo del teniente general don Federico Ochando, en septiembre de 1892 pasó a serlo del teniente general don Bernardo Echaluce, y por fin en diciembre del mismo año volvió al Regimiento de la Reina.

En 1893 comenzó los cursos de la Escuela Superior de Guerra, y al acabar el año fue nombrado de nuevo ayudante del capitán general Martínez de Campos, jefe del Ejército de África tras los sucesos de Melilla. A finales de marzo de 1894 retornó al Regimiento de Lanceros de la Reina, en Madrid, y reanudó sus estudios en la Escuela Superior de Guerra; en octubre se incorporó al Regimiento de Dragones de Santiago, permaneciendo en Madrid. A finales de marzo de 1895 fue por tercera vez nombrado ayudante de campo del capitán general Martínez de Campos, que entonces fungía como gobernador de la isla de Cuba, y le acompañó a La Habana y a las operaciones que allí se hicieron contra los separatistas, distinguiéndose Mayarí Arriba y Lebaruco. Pronto cayó enfermo y en julio hubo de regresar a la Península, reincorporándose a su destino insular y a las operaciones de campaña en septiembre; en el combate del ingenio San Dimas mereció la cruz de la Orden de María Cristina.

Al acabar enero de 1896 regresó a la Península, en marzo ascendió a capitán, y entonces fue nombrado ayudante de campo de su tío el general don Joaquín de Ceballos-Escalera de la Pezuela, y retomó sus estudios en la Escuela Superior de Guerra, hasta que, concluidos con suceso, obtuvo el diploma de Estado Mayor. En los últimos días de diciembre de 1896 fue por tercera vez designado ayudante de campo del capitán general Martínez de Campos, al que sirvió hasta que en marzo de 1897 fue destinado a las islas Filipinas, llegando a Manila en abril. Se incorporó a las fuerzas en campaña, y mereció el ascenso a comandante por méritos de guerra, otra cruz de María Cristina y otras dos cruces rojas del Mérito Militar por su valor en los combates del barranco de Limbong y de Miminján, y en los asaltos y tomas de Indang, Maragondón y Talisay, resultando herido en la última. En febrero de 1898 regresó a la Península, y tras un breve destino en el Regimiento de Reserva de Madrid nº 39, pasó al de Cazadores de Lusitania, de guarnición en Aranjuez, en el que permaneció hasta que en diciembre de 1902 fue destinado como profesor a la Escuela Militar de Equitación. En enero de 1906 volvió al Regimiento de Lanceros de la Reina, y enseguida al de Húsares de Pavía, de guarnición en Alcalá de Henares. En mayo de aquel año fue ayudante de campo de los príncipes Genaro, Rainiero y Felipe de las Dos Sicilias, durante su estancia en Madrid con motivo de las bodas regias. En octubre de 1907 fue designado ayudante de órdenes de S.M. el Rey, al que acompañó constantemente desde entonces, y en 1908 ascendió a teniente coronel (con antigüedad de junio de 1907). En ese destino, fue ocasional ayudante del Gran Duque Boris de Rusia, del Príncipe heredero Ruprecht de Baviera y del Duque de Parma; tradujo del francés el estudio de Frich sobre la guerra de África; fue agregado temporalmente (noviembre-diciembre de 1910) al cuartel general del ejército de África tras los sucesos de Melilla del año anterior, participando en las operaciones; y acompañó al monarca en su viaje a París (1913). En agosto de 1913 ascendió a coronel, permaneciendo en el mismo destino cerca del Rey, hasta que en mayo se le dio el mando de la agrupación de fuerzas de caballería de la Comandancia General de Larache, participando en las operaciones y combates de Sidi-bu-Haya y Hayera Tuiba, toma del Fondak-el-Biban y Kudia Riba, y ocupación de Kudia R’gaia; por esos servicios mereció otra cruz de María Cristina y otra cruz roja del Mérito Militar. En enero de 1915 fue designado gobernador militar de la plaza de Larache, y al mando de sus escuadrones tomó parte en septiembre en la toma de la posición de Megarek y de la meseta del Maida. En 1916 se halló en el combate y ocupación de Amersan y Hach-el-Arbí, y de Sidi-Tahba, combates contra la kábila de Anyera y sucesiva ocupación de Tafugalt, Melusa y Ain-Guenein, y en octubre fue promovido al empleo de general de brigada. Como tal, mandó en Burgos la 3ª Brigada de Caballería (1917-1918), fue jefe de la sección de Cría Caballar y Remonta en el Ministerio de la Guerra (1918-1919), y por fin segundo jefe de la Comandancia General de Ceuta (agosto de 1919 a octubre de 1920); en ese destino volvió a tomar parte muy activa en las operaciones del Fondak.

El 20 de octubre de 1920 fue nombrado segundo jefe de la Comandancia General de Melilla, y en sus primeros días al mando recorrió e inspeccionó la zona de operaciones, y enseguida participó en nuevos combates: el 5 de diciembre ya se halló en 1a ocupación de Tzay-Udait, Dar Salah, Ben Ticb, Zoco del Arbáa y Dar Mizzian del Hach Amar, y al día siguiente en la de Halaud y Yemáa de Nador; el 8 del mismo mes en la de Axdir Azús y Tuguntz; a los dos días, en la de Dar Quebdani, Tizi-Inoren y la Alcazaba Roja o Dar Buzian; y sin descansar apenas, el día 11, en la del Zoco de Buhermana y en la subida al Monte Lauro, la más brillante etapa militar de Silvestre, que puso en manos españolas, con escaso esfuerzo, el territorio de los Beni Said. Aun en el mismo mes toma el general Navarro parte, el día 27, en la ocupación de Ulad Aisa, que completa el dominio del Lauro; en el mes de enero de 1921, ocupa Mehayast en Beni Ulixes; el día siguiente, Sidi-Hossaini; el 15, toma parte en la de Annual, y, por último, el 12 de marzo, en la de Sidi Dris, primer paso dado más allá del río Amekrán, en tierras de los tensamanis. Aquel verano estaba en Madrid con permiso cuando, sabedor del agravamiento de la situación militar, regresó a Melilla el 19 de julio, y tras el fatídico avance hacia Abarrán, que acabó en el desastre de Annual y de Igueriben (21 de julio de 1921), se personó de inmediato en el teatro de operaciones y asumió el mando de los restos del ejército tras la muerte del comandante general Fernández Silvestre. Contuvo y dirigió la retirada de unas tropas dispersas y sumidas en un pánico irracional, y ordenó el repliegue desde Dar Drius al campamento de Monte Arruit (29 de julio). Allí, sometidos los 3.007 supervivientes –muchos de ellos heridos- a un certero fuego de cañón, sin víveres ni apenas municiones, y sobre todo sin agua, el general Navarro sostuvo durante doce días, con gran coraje y abnegación, una defensa heroica, a pesar de haber resultado herido en una pierna por una bomba -tardó 66 días en curarse-. Siendo imposible el socorro, el alto comisario general Berenguer le autorizó a pactar una capitulación honrosa, que se verificó el 9 de agosto, y que los rifeños incumplieron asesinando allí mismo a la mayoría de los soldados, salvándose solamente el general, sus ayudantes, y algunos oficiales y soldados, unos sesenta hombres, que quedaron prisioneros de los rifeños. El general Barón de Casa Davalillo permaneció dieciocho meses, desde el 9 de agosto de 1921 al 27 de enero de 1923, en Axdir (kábila de Beniurriaguel), en manos del caudillo Abd-el-Krim; las condiciones de ese cautiverio fueron penosas y terribles, y el general llegó a pasar semanas encadenado. Liberado al fin y trasladado a Madrid, quedó sujeto a la exigencia de responsabilidades, que se examinaron por el Consejo Supremo de Guerra y Marina -reunido en sala de justicia en el salón de sesiones del Senado, bajo la presidencia del capitán general Weyler-; sumaria de la que ya el 26 de junio de 1924 resultó absuelto y felicitado por su acierto, valor y abnegación en su desgraciado mando del verano de 1921.

Enseguida fue ascendido a general de división -más tarde se le reconocería la antigüedad de noviembre de 1921-, y se le dio el mando de la 9ª División con el anejo cargo de gobernador militar de Zaragoza. Brevemente fue, durante los meses de agosto y septiembre de 1925, inspector general de Caballería. A últimos de septiembre de 1925 se le designó como comandante general de Ceuta, y enseguida tomó parte de nuevo en los combates que tuvieron lugar en aquella zona: Zinat y Uad Lau, retiradas de Xauen y de Dar-Acobba, y evacuación de los blocaos del Llano, 2º de la Aguada y Nuevo Meyahedit; y al año siguiente en las operaciones de desembarco en Alcázar Seguer, y combates de Kudia Tahar, Haffa de Tuat, Beni Maadan y Yebel Zem Zem -en varias ocasiones mandó interinamente el ejército de África, por ausencia del general Sanjurjo-.

En noviembre de 1925, el general Navarro fue otra vez nombrado ayudante de campo de S.M. el Rey -buena prueba del grandísimo afecto que le tenía el monarca-, y se le condecoró con la preciada y rara gran cruz de la Orden Militar de María Cristina; pero permaneció destacado en Marruecos, a las órdenes del alto comisario. Allí sufrió, en abril de 1926, un grave accidente de automóvil en la carretera de Ceuta a Tetuán; pero pronto se restableció de sus heridas. Al ser promovido al empleo de teniente general del Ejército en agosto de 1926, pasó a ocupar la Capitanía General de la VI Región Militar, Burgos (1926-1927), y la luego la de la I Región Militar, Madrid (1927-1930); y desde octubre de 1927 fue miembro de la Asamblea Nacional Consultiva. Por fin, entre marzo y julio de 1930 sirvió el destino de jefe de la Casa Militar de S.M. el Rey y fue comandante general de Reales Guardias Alabarderos.

Al cumplir la edad reglamentaria pasó a la primera reserva (julio de 1930), juró fidelidad a la República en mayo de 1931, viajo luego por Francia e Italia, más tarde pasó a la segunda reserva (julio de 1934), y el 13 de mayo de 1935 quedó viudo. Apresado en su casa de Madrid, en la calle Marqués de Riscal, el 14 de agosto del sangriento verano de 1936 por las milicias del Frente Popular, fue encerrado en la Cárcel Modelo, se fugó el 22 y fue de nuevo apresado en su casa aquel mismo día, mientras se bañaba.

Dos meses y medio más tarde, este gran soldado y jinete, anciano de 74 años, fue una de las víctimas de las grandes matanzas que los comunistas perpetraron en Paracuellos del Jarama (Madrid), siendo allí asesinado junto a su hijo Carlos. Los restos mortales de ambos permanecen en el cementerio de aquel lugar. Mereció durante su larga carrera la gran cruz de las Órdenes de San Hermenegildo, del Mérito Militar con distintivo rojo, y de María Cristina, fue caballero profeso de la Orden de Calatrava, gentilhombre de cámara de S.M. con ejercicio, comendador de la Legión de Honor francesa y de la Orden de Avis portuguesa, y caballero de la Orden de Leopoldo de Bélgica; y ganó además una cruz de 1ª clase y dos de 2ª clase de la Orden Militar de María Cristina, cinco cruces de la del Mérito Militar con distintivo rojo, dos con distintivo blanco, una cruz del Mérito Naval, la medalla de Sufrimientos por la Patria pensionada y otras dos sin pensión, y las de las campañas de Cuba, Filipinas, Melilla, Rif y Marruecos.

Obras de ~: “Prólogo” en S. Sáinz Gutiérrez, Con el General Navarro. En operaciones. En el cautiverio. Diario del Capitán de Estado Mayor..., Madrid, Suc. de Rivadeneyra, 1924.

Fuentes y Bibl.: AGM, Personal, legajo N-71, expediente 33.

L. Rodríguez de Viguri Seoane, La retirada de Annual y el asedio de Monte Arruit. Escrito en defensa del General Don Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, Barón de Casa Davalillo, leído ante el Consejo Supremo de Guerra y Marina, reunido en Sala de Justicia, Madrid, Suc. De Rivadeneira, 1924; A. y L. de Ceballos-Escalera Gila, C. García de la Pedrosa Campoy y L. F. Cercós García, Las Reales Órdenes Militar y Naval de María Cristina. La Cruz de Guerra, Madrid, Palafox y Pezuela, 2005, pág. 121-122 (reproduce retrato en el Museo del Ejército, Madrid); V. P. Colmar Cerrada, El infierno de Axdir. Prisioneros españoles en el Rif 1921-1923, s.l., Cultiva Libros, 2010; G. Muñoz Lorente, El desastre de Annual: Los españoles que lucharon en África, s.l., Almuzara, 2021.

A. de Ceballos-Escalera Gila, vizconde de Ayala

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