Cappa Manescau, Ricardo. Madrid, 25.X.1839 – Madrid, 8.XI.1897. Historiador jesuita (SI), geodesta, profesor y americanista.
Los heraldos claros de la España guerrera y revolucionaria pasaron por la biografía de Ricardo Cappa, antes de entrar en la Compañía de Jesús. El balance es que llevó a África y América, en nombre de la política de Isabel II, un sueño de paz social, áurea mediocre y salvavidas militar para que se sintieran, desplazados y ofendidos, sin pretenderlo, africanos y americanos.
Nacido en Madrid en 1839, año de la firma del Convenio de Vergara, que puso fin a la guerra carlista, entró, más tarde, ya mozo, en el Colegio Naval Militar de Cádiz en 1852 y, tras una brillante carrera de servicios con varios viajes a las Antillas y África, ascendió, en 1861, a alférez de Marina. Ese año es el de la revolución de Loja, el de la vuelta a España de santo Domingo, tras diecisiete años de vida independiente, y el de la hija de Fernando VII que había realizado una gira por España, iniciada por Cataluña, Baleares, Andalucía, Murcia, Asturias y Vasconia. Ese año Isabel II impuso a Ricardo Cappa la condecoración de la Medalla de África.
Dentro de ese programa menestral y “de prestigio” del gobierno de Leopoldo O’Donnell, Cappa zarpó en la escuadra que se envió a Perú en 1862, cuando la ocupación por la flota española de las islas Chincha. Fueron años de corrupción, tensiones y asesinatos —los de Talanto— entre España y Perú. Los dos países querían pasar esa página, mas la página era de hierro forjado en la deuda externa y se negaba a pasar, aunque al fin se consiguió en 1864. Hasta ese año Cappa fue testigo de excepción de todo el proceso en Perú hasta mayo, en que por motivos de salud fue repatriado y sirvió en el Mediterráneo hasta su ingreso en la Compañía de Jesús el 18 de marzo de 1866, en El Puerto de Santa María (Cádiz).
Apenas finalizado el noviciado y suprimida la Compañía por la revolución demoliberal del 18 de septiembre de 1868, la “Gloriosa”, Cappa tuvo que salir para el destierro, como tantos jóvenes estudiantes jesuitas, y establecerse en Poyanne (Francia), donde se situó durante este sexenio y parte de la carlistada en una de las casas de formación de la Provincia de Castilla. Cappa, además, en esos años en su condición de júnior, fue requerido por sus superiores como profesor de Matemáticas en 1872, mientras ardía la periferia de vascos sobre todo y catalanes en sumarios judiciales, cárceles y partidas carlistas o liberales, tan cercanas.
El interesado borrón de sangre y cuentas nuevas se acrecentó en 1873, año de la Primera República, y de las guerras cantonales en España. Cappa marchó a Quito (Ecuador) como profesor de Análisis algebraicos y Matemáticas en la Escuela Politécnica, confiada a los jesuitas por el presidente Gabriel García Moreno, y director del observatorio astronómico adjunto. Fue entonces cuando escribió el Tratado de Cosmografía y una vez ordenado sacerdote, el 31 de julio de 1876, fiesta de San Ignacio, en Pifo (Pichincha), volvió a Poyanne, donde terminó la Teología (1876-1878).
Finalizada la tercera probación en Manresa (Barcelona), fue enviado a Perú, en 1879, momentos en que este país se encontraba en guerra contra Chile. Cappa, el patriota de las almas, fue también capellán del Ejército peruano hasta el final de la guerra en 1882 y profesor de Física, Matemáticas e Historia en el Colegio La Inmaculada de Lima. En 1886 publicó en Lima la Historia del Perú, mostrándose peleón, lanzado, mordiente. Este texto escolar hirió los sentimientos nacionales peruanos por calificar de bárbara a la civilización incaica, alabar demasiado a la colonización española y trasladar juicios peyorativos sobre los héroes de la independencia peruana. Eso que asustó a cualquiera hizo que el Congreso Nacional del país decretara, el 27 de septiembre 1886, la expulsión de los jesuitas, que no se llegó a efectuar por las fronteras de la población.
Trasladado al Colegio San Calixto de la Paz (Bolivia), volvió a España en 1887 y fue destinado a la influyente y laboriosa residencia de Isabel la Católica de Madrid. Cappa era un gran investigador y trabajador que merecía cada vez más respeto por su cautela, su constancia y su erudición. Subido a esta comunidad, entretejida por excelentes operarios como Soldado o Garzón, curiosos como Tartu u Ortega, o intelectuales como Fita y Vélez, Cappa finalizó el sorprendente trabajo Estudios críticos acerca de la dominación española en América, en veinte volúmenes. Murió en Madrid, el 8 de noviembre de 1897.
Obras de ~: Tratado de Cosmografía, Bruselas, 1877.
Bibl.: Ch. E. O’neill (SI) y J. M.ª Domínguez (SI) (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, vol. I, Roma-Madrid. Institutum Historicum, SI-Universidad Pontificia Comillas, 2001.
Francisco Rodríguez de Coro, SDB