Pérez Santiago, Justo. Fray Justo Pérez de Urbel. Pedrosa de Río Urbel (Burgos), 7.VIII.1895 – Madrid, 29.VI.1979. Monje y abad benedictino (OSB), historiador.
Nació en el seno de una familia campesina acomodada que le buscó un sacerdote amigo como preceptor a fin de prepararlo para su entrada en el seminario; sin embargo, a los doce años de edad, ingresó en la escuela monástica u oblatorio de la Abadía benedictina de Santo Domingo de Silos (Burgos), donde cursó las Humanidades. El 8 de diciembre de 1912 emitió su profesión monástica, comenzado los estudios de Teología y publicando ya desde 1913 poesías y artículos breves en el Boletín de Santo Domingo de Silos y en Revista Eclesiástica. Fue ordenado sacerdote en Burgos, el 25 de agosto de 1918. En un primer momento, los superiores pensaron enviarlo a Roma para ampliar sus conocimientos teológicos, pero la idea no se llevó a cabo y fray Justo siguió en Silos dando clases a los escolásticos y formándose de manera autodidacta como historiador.
Desde 1920 empezó a firmar como fray Justo Pérez de Urbel, nombre que muy pronto desplazó al verdadero.
De 1925 data su primer libro, Semblanzas benedictinas, pero ya para entonces había publicado multitud de artículos, poesías y reseñas en las revistas antes citadas, dirigidas por los monjes de Silos, y alguna que otra traducción del inglés y del alemán. Aunque fray Justo se dedicó más intensamente a la Edad Media, no por eso dejó de escribir sobre las más variadas cuestiones; al mismo tiempo, comenzó a destacar como un orador sagrado de fácil palabra. En 1928 ganó su primer premio literario, convocado por la Editorial Voluntad, con su biografía de san Eulogio.
Desde el año siguiente publicó con periodicidad artículos en El Debate hasta la desaparición del diario en 1936. Algunas de sus mejores obras, como El claustro de Silos (1930), Los monjes españoles en la Edad Media (1933) o el Año cristiano (1933-1935), datan del período anterior a la Guerra Civil Española.
Los contactos de fray Justo con el exterior se fueron multiplicando con el paso de los años; desde 1933 participó en los cursos de verano que organizaba en Santander la Acción Católica Española. El conflicto bélico de 1936-1939 supuso un giro radical en la vida de fray Justo, que dio numerosas conferencias por toda España, colaborando activamente con los militares sublevados, quienes le distinguieron con el rango de alférez provisional. A partir de 1938, invitado por Pilar Primo de Rivera, trabajó como asesor religioso de la Sección Femenina de la nueva Falange.
Este nombramiento, hecho a espaldas de la jerarquía eclesiástica, no sentó bien al cardenal Gomá, que prefería que los religiosos no ejercieran tales ministerios.
Tampoco gustó al cardenal primado la fusión de las dos revistas juveniles Flechas y Pelayo (esta última dependía de él) por orden gubernativa en Flechas y Pelayos, que pasó a dirigir fray Justo.
Terminada la guerra, pasó a residir en el priorato silense de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid.
Sin dejar de lado su actividad como historiador, fray Justo siguió volcado en sus actividades extraconventuales y llegó a ser procurador en Cortes. En 1944 consiguió el Premio Nacional Francisco Franco por su obra Historia del condado de Castilla, publicada al año siguiente. Ese mismo año, fue nombrado vocal del pleno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En 1945 realizó el examen de bachillerato, ya que hasta ese momento fray Justo no disponía de ninguna titulación académica; en 1946 obtuvo el título de licenciado en Historia y al año siguiente, aprovechando la normativa extraordinaria que para el acceso a títulos se aplicó en los años siguientes a la guerra, consiguió el grado de doctor.
Desde 1950 fue catedrático de Historia en la Universidad Complutense.
En 1948, a la vuelta de un viaje por varias naciones hispanoamericanas, fue nombrado prior del Monasterio de Montserrat de Madrid, cargo que desempeñó hasta 1958. Junto al edificio monástico construyó una residencia de estudiantes, inaugurada en 1956.
Pero desde 1955 dedicó casi todos sus esfuerzos al proyecto de fundación de un nuevo monasterio junto a la monumental basílica que el general Franco había mandado levantar en el Valle de los Caídos (Madrid).
En un principio no se pensó en los benedictinos para la atención espiritual de aquel recinto, pero después de numerosas entrevistas con el entonces ministro de la Presidencia, Luis Carrero Blanco, Franco hizo una propuesta formal a la abadía de Silos, que fue aceptada en febrero de 1957. El 17 de julio de 1958, se erigió canónicamente la nueva comunidad, siendo nombrado fray Justo su primer abad y recibiendo la bendición abacial en la capilla del Palacio Real el 23 de octubre de 1958. Este nuevo cargo no impidió a fray Justo seguir dedicándose a sus compromisos en la Universidad y en la Sección Femenina, aunque sí fue en detrimento de su actividad científica y, en definitiva, de la propia comunidad monástica. Finalmente, a instancias del abad general de la Congregación de Solesmes, a la que Silos y el Valle pertenecían, presentó su dimisión como abad, que le fue aceptada en octubre de 1966. Desde entonces hasta su muerte, pasó a residir en el Colegio Mayor Marqués de la Ensenada, de Madrid. En 1971 dio clases en la Universidad de Deusto y hasta el final de sus días no dejó de pronunciar conferencias y de publicar diversos trabajos sobre historia medieval.
Obras de ~: “De Patrología española: San Pimenio”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), LXXVII (1920), págs. 132-150; Semblanzas benedictinas, Madrid, Voluntad, 1925-1928, 3 vols.; La escuadrilla Elcano, Barcelona, FTD, 1926; Plus Ultra, Barcelona, FTD, 1926; “Origen de los himnos mozárabes”, en Bulletin Hispanique (BH), XVIII (1926), págs. 5-21, 113-139, 209-245 y 305-320; San Eulogio de Córdoba, Madrid, Voluntad, 1928; “La patria de San Pirminio, apóstol de los alamanos”, en BRAH, XCIII (1928), págs. 314-317; con W. M. Whitehill, “Los manuscritos del real monasterio de Santo Domingo de Silos”, en BRAH, XCV (1929), págs. 521-601; El claustro de Silos, Burgos, Aldecoa, 1930; “Manuscritos de Berceo en el archivo de Silos”, en BH, XXXII (1930), págs. 5-15; con W. M. Whitehill, “La iglesia románica de San Quirce”, en BRAH, XCVIII (1931), págs. 795-812; “Los monjes españoles en los tres primeros siglos de la Reconquista”, en BRAH, CI (1932), págs. 23-113; Año cristiano, Madrid, Fax, 1933-1935, 5 vols.; Los monjes españoles en la Edad Media, Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, 1933-1934, 2 vols.; Cancionero pasiego, Silos, 1933; Homilías para los domingos y fiestas móviles, Madrid, Fax, 1935; La Iglesia de Jesucristo, su historia y su liturgia, Barcelona, Lumen, 1939; San Pablo, apóstol de las gentes, Madrid, Fax, 1940; San Isidoro de Sevilla. Su vida, su obra, su tiempo, Barcelona, Labor, 1940; Itinerario litúrgico, Madrid, Fax, 1940; “Las letras en la época visigoda”, en J. M. Pérez-Prendes et al., La monarquía. La cultura. Las artes. España visigoda, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, t. III, vol. II, Madrid, Espasa Calpe, 1940, págs. 377-431; Vida de Cristo, Madrid, Fax, 1941; Historia de la orden benedictina, Madrid, Fax, 1941; El monasterio en la vida española de la Edad Media, Barcelona, Labor, 1942; con L. Vázquez de Parga, “Un nuevo penitencial español”, en Anuario de Historia del Derecho Español, XIV (1942-1943), págs. 5-32; Fernán González, Madrid, Atlas, 1943; Historia del condado de Castilla, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1945, 3 vols.; Sancho el Mayor de Navarra, Madrid, CSIC, 1950; con A. González Ruiz-Zorrilla, Liber Commicus, Madrid, CSIC, 1950, 2 vols.; La Santa Misa, Madrid, Semilla, 1951; Sampiro. Su crónica y la monarquía leonesa en el siglo X, Madrid, CSIC, 1952; “Orígenes del culto a Santiago en España”, en Hispania Sacra, V (1952), págs. 1-31; “Los primeros siglos de la Reconquista (años 711-1038)”, en J. Pérez de Urbel, R. del Arco y Garay y F. Valls Taberner, Los comienzos de la Reconquista (711-1038), introd. de R. Menéndez Pidal, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, t. VI, Madrid, Espasa Calpe, 1956, págs. 3-348; San Pedro, príncipe de los apóstoles, Burgos, Aldecoa, 1959; con A. González Ruiz-Zorrilla, Historia Silense, Madrid, CSIC, 1959; Varones insignes de la Congregación de Valladolid, Pontevedra, Museo Provincial, 1967; Un español universal: el papa Luna, Castellón, Diputación Provincial, 1975; “Un islote de mozárabes en Castilla”, en Archivo Español de Arqueología, XLV-XLVII (1972-1974), págs. 607-611; Fray Pedro Ponce de León y el origen del arte de enseñar a hablar a los mudos, Madrid, Obras Selectas, 1973; “El monasterio de Valeránica y su escritorio”, en Fondo para la Investigación Económica y Social de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (coord. y ed.), Homenaje a Don Agustín Millares Carlo, Las Palmas de Gran Canaria, Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1975, págs. 71-89; García Fernández (el conde de las bellas manos), Burgos, Diputación Provincial, 1979; La España del siglo X: castellanos y leoneses, navarros y gallegos, musulmanes y judíos, forjadores de historia, Madrid, Alonso, 1983.
Bibl.: C. de la Serna, “Fray Justo Pérez de Urbel. Biografía y bibliografía”, en Homenaje a Fray Justo Pérez de Urbel, vol. I, Silos, Stvdia Silensia, III, 1976, págs. 23-108; Q. Tajadura, Menologio silense (1880-1981), Silos, 1981, págs. 67-69; M. Garrido Bonaño, Fray Justo y los hombres de su tiempo, San Lorenzo de El Escorial, Abadía de Santa Cruz del Valle de los Caídos, 1983; J. Tovar Patrón, Los curas de la última cruzada, Madrid, Fuerza Nueva, 2001, págs. 683- 684; G. Pasamar Alzuria e I. Peiró Martín, Diccionario Akal de historiadores españoles contemporáneos (1840-1980), Madrid, Akal, 2002, págs. 485-486; M. Elena del Río Hijas, “Fray Justo Pérez de Urbel”, en La Gacetilla, 516 (2008), págs. 17-18.
Miguel Carlos Vivancos Gómez, OSB