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Diego Muñoz

Biografía

Muñoz, Diego. Conde de Saldaña (I) y conde de Carrión. ?, ú. t. s. IX – 951. Noble.

Aunque los trabajos de fray Justo Pérez de Urbel le consideren hijo de los aristócratas lebaniegos Munio y Gulatrudia, las investigaciones de Julia Montenegro han demostrado que se trata de un vástago de Munio Gómez, un noble heredado en los territorios del noroeste de la actual provincia de Palencia.

Este magnate, Munio Gómez, conocido en las fuentes cronísticas como Abolmondar Albo, ha de ser considerado como el progenitor de la estirpe Beni Gómez o Banu Gómez, aunque los orígenes de su familia se remontarían, imprescindiblemente a un Gómez significado, cuya vida se situaría hacia mediados del siglo IX y cuya relevancia permitiría nominar a sus descendientes. Parece que bien pudiera tratarse del conde Gómez, tenente de la fortaleza de Mixancas (Álava), que aparece mencionado durante la incursión del emir al-Mun¼ir, a las tierras de la primitiva Castilla en el año 865, denominada como “la campaña de Morcuera”, y que cayó prisionero de los andalusíes durante la misma. El cognomento utilizado por quienes consideran que es su hijo, la kunya por la que pasó a distinguirse a esta casa condal leonesa, así como las excelentes relaciones que mantuvieron con el califato a lo largo de la décima centuria son factores que inducen a valorar positivamente esta posibilidad genealógica.

Por otra parte, las formas onomásticas atestiguadas entre los primeros Beni Gómez llevan a establecer cierto parentesco con las casas nobles castellanas y gallegas, especialmente con la familia del conde Diego Porcelos y la del conde Hermenegildo Gutiérrez, repoblador de Coímbra.

Su primera mención documental se produce durante el reinado de Ordoño II de León (914-924), cuando, tras la derrota cristiana en la batalla de Valdejunquera (920), el Monarca ordenó la captura y prisión, en Tejar, de varios condes y notables a los que consideraba responsables de la misma por su abandono en el combate. Entre los mentados por las crónicas se encuentran “Abolmondar Albo y su hijo Diego”.

La siguiente referencia que se conserva para reconstruir su trayectoria personal se encuentra en la crisis civil entre Alfonso IV y su hermano Ramiro II.

Concretamente en el año 932, momento en el que abandonó la causa de Ramiro para apuntalar la de Alfonso, según el historiador árabe Ibn ayyªn.

No duró demasiado esta ruptura con Ramiro II, que salió reforzado de esta delicada situación familiar y política pues, a partir del 936, aparece confirmando, en posición destacada, diversos diplomas reales, junto a sus hermanos Osorio y Gómez Muñoz.

Su lealtad al trono se ve evidenciada claramente en la defensa del territorio leonés que realizó durante la campaña de ‘Abd al-RaÊmān III contra la ciudad de Osma, en la frontera. Unas actividades bélicas que continuaron hasta la jornada de Simancas y su secuela de Alhandega (939), con toda posibilidad las derrotas más relevantes que sufrió el califa andalusí.

La bonanza y estabilidad conseguida, después de estos triunfos leoneses, permite recomponer una estampa más familiar de este magnate, pues las siguientes noticias documentales muestran al mismo junto a su esposa, Tegridia, y algunos de sus hijos, dotando el monasterio palentino de San Román de Entrepeñas, así como vendiendo al cenobio de Sahagún diversos bienes cerca de la localidad de San Pedro de Cansoles (León).

Su importancia en la Corte queda ratificada cuando, en el 941, su nombre se asocia al del Monarca y los condes de Castilla y Monzón, el rey de Pamplona y otros nobles, en el tratado que se firmó con el Califa y que selló en Córdoba la paz entre ambos territorios.

Una tranquilidad que no resultó del todo apetecible al magnate Beni Gómez, pues, entre 943 y 944, junto a su tradicional aliado, el conde Fernando González de Castilla y algunos caballeros del territorio del Cea, rompieron la paz realizando una serie de incursiones en la frontera, uno de los métodos más rápidos y eficaces para aumentar las arcas condales a través de la obtención de botín y cautivos.

Tal desafío disgustó a Ramiro II, que no dudó en encarcelar a los cabecillas de este desafío a su autoridad: al castellano en la capital del reino y al saldañés en la fortaleza de Gordón, en la montaña leonesa. Su prisión duró lo que el período militar anual, es decir, aproximadamente de la primavera al otoño. Cumplido éste, recuperado el favor real, vuelto a la obediencia en el mismo 944, su nombre regresa con toda normalidad a los diplomas del Soberano o a los que implican a los principales magnates leoneses hasta el año 951, momento en el que se produce su última aparición en un documento original, datado el 15 de mayo.

A su muerte, fue sucedido en los territoria vinculados a su estirpe por su hermano, el conde Gómez Muñoz, que los gobernó hasta el año 959-960, momento en el que fue sucedido por uno de los hijos de Diego Muñoz.

El tercero de los hermanos, el también conde Osorio Muñoz, se muestra a lo largo del reinado de Ramiro II como uno de los más relevantes personajes, incluso es calificado en los diplomas como primus palatii.

Hacia el año 920 se puede situar su matrimonio con Tegridia, de cuya ascendencia nada se puede informar con certeza. De esta unión sobrevivieron los siguientes vástagos: Munio, que desapareció durante la guerra civil entre Sancho I y Ordoño IV; Gómez Díaz, llamado a reemplazar a su padre y tío en los condados y mandaciones palentinos; el conde Osorio Díaz, que desposó con la dama gallega Sancha Sánchez —hija del conde Sancho y de Ildonza Fróilaz—; Elvira Díaz, mujer del conde Fernando Vermúdez y progenitora de Jimena, reina consorte de Navarra; el también conde Fernando Díaz, marido de Mansuara Fáfilaz; y Guntrodo Díaz, conocida igualmente como Gontroda.

 

Bibl.: J. Pérez de Urbel, Historia del condado de Castilla, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1945, vol. I, págs. 449-451, vol. II, págs. 277 y 626-628; J. Rodríguez Fernández, Ramiro II, rey de León, Madrid, CSIC, Instituto Jerónimo Zurita, 1972, pág. 427; M. C. Carlé, “Gran propiedad y grandes propietarios”, en Cuadernos de Historia de España, LVII-LVIII (1973), págs. 1-221; J. González, Siglos de Reconquista, Historia de Palencia, vol. I, Palencia, Diputación Provincial, 1984, pág. 162; G. Martínez Díez, “Los condados de Carrión y Monzón: sus fronteras”, y J. Montenegro Valenti, “En torno a los orígenes familiares de Diego Muñoz, el primer conde de Saldaña”, en VV. AA., I Congreso de Historia de Palencia, t. II. Fuentes documentales y Edad Media, Palencia, Diputación Provincial, 1987, págs. 245-274 y págs. 339-351, respect.; V. Álvarez Palenzuela, “La nobleza del reino de León en la alta Edad Media”, en El reino de León en la alta Edad Media, vol. VII, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1995, págs. 149-329; M. C. Torres Sevilla, Linajes nobiliarios de León y Castilla, siglos IX-XIII, Salamanca, Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, 1999, págs. 236-247.

 

Margarita Torres Sevilla