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Gómez Díaz

Biografía

Díaz, Gómez. Conde de Saldaña, Carrión y Liébana. ?, c. 925-930 – 987. Noble.

Hijo segundo de Diego Muñoz, conde de Saldaña, y de su esposa Tegridia, su primera referencia documental se remonta al año 940, cuando aparece en un diploma familiar junto a sus padres y hermanos: la dotación del monasterio de San Román de Entrepeñas (Palencia).

Se sabe que, hacia 946, desposó con Muniadomna Fernández, hija del conde de Castilla Fernando González.

Este matrimonio que le convirtió en cuñado del rey Ordoño III de León, más tarde de Ordoño IV, y en cercano pariente de los monarcas de Navarra, debido a los tres enlaces de Urraca Fernández de Castilla.

A la muerte de su padre en 959, fue su tío el conde Gómez Muñoz quien se encargó de gobernar durante un muy corto período de tiempo los territoria vinculados a su estirpe, aunque tal circunstancia no conllevase su alejamiento de la Corte. Antes bien, su nombre aparece roborando diplomas reales de manera constante.

A finales de 959, o, más probablemente, en los primeros meses de 960, Gómez Díaz alcanzó la dignidad condal, una circunstancia que le colocaba a la cabeza de su estirpe y le convertía en jefe de los Beni Gómez, apartando de tal posición privilegiada a su tío homónimo.

Se puede reconstruir el papel desempeñado por este magnate durante la crisis civil que se abre entre Sancho I y su primo Ordoño IV, merced a las espaciadas confirmaciones del magnate en ciertos pergaminos.

Durante los casi once años siguientes a su elevación a la dignidad condal, Gómez Díaz desaparece de la documentación estrictamente leonesa, y en 964 y 970 aparece confirmando diplomas junto a su suegro y a su cuñado, los condes de Castilla. Coincide este período, en un sentido amplio, con la segunda parte del reinado de Sancho I y los años iniciales del de su hijo y sucesor Ramiro III. A partir de estos factores, se puede considerar la posibilidad de una vinculación política a la causa de su cuñado Ordoño IV, razón por la que no se halla su nombre en los pergaminos reales coetáneos. Incluso sería coherente establecer su presencia junto al anterior rey tanto en Castilla, su primer refugio, como en Córdoba, adonde acudió a buscar apoyo, y donde encontrará la muerte poco después, razón que motivaría un retorno del conde a las tierras seguras de Castilla y su roboración de diplomas en el 964, cubriéndose así este oscuro marco cronológico.

Su regreso a la Corte se documenta ya en la década de 970. Un acercamiento que aparece avalado por la concesión del gobierno del condado de Liébana, frontero con las tierras norteñas Beni Gómez, ansiado por el conde de Castilla, y que se vinculará a Gómez Díaz.

Algunos autores, entre ellos Pérez de Urbel, consideran que esta cercanía se manifiesta, también, en una unión de sangre, en esta oportunidad entre una hija del conde de Saldaña y el rey Ramiro III.

La inestabilidad del espacio cristiano leonés, en manos de la infanta regente, Elvira Ramírez, y de la reina viuda, Teresa Ansúrez, que actúan en nombre del Monarca que aún es un niño, se plasma con claridad en el envío a Córdoba de embajadores por parte de diversos magnates, entre los que se encuentra Gómez Díaz (973). Un intercambio diplomático que se repite, por parte de los Beni Gómez, y tal y como confirman los Anales Palatinos de al-Rāzī, en 977, después de la derrota de Gormaz.

A finales de esta década, su nombre se vincula claramente con el espacio vertebrado por el río Carrión, pues tal y como consta en el fondo documental de Piasca, su autoridad se localizaba no sólo en Saldaña o Liébana, sino, en su más amplia referencia, in riuum de Carrione.

Su cada vez más estrecha relación de lealtad con el trono se evidenciará pocos años más tarde durante la guerra civil que estalla en 982. Ese año, en Compostela, apoyado por diversos nobles, el príncipe Vermudo, hijo de Ordoño III, fue coronado.

La aristocracia leonesa basculará entre los dos candidatos al solio regio: el legítimo monarca, Ramiro III, que cuenta con la alianza de los Beni Gómez, y Vermudo II, aupado a su nueva dignidad por la elite gallega y portuguesa. Por su parte, el conde de Castilla García Fernández trata de mantenerse apartado de una contienda que le resulta ingrata. Su neutralidad primera se tornará en apoyo al partido de Vermudo, al fin su propio sobrino, pues, como se recordará, este infante es hijo de Urraca Fernández de Castilla.

La oscura muerte de Ramiro III, a quien se enterró en un lugar secundario, Destriana (León), supuso el apartamiento de los Beni Gómez de la primera línea de poder. Se da la circunstancia de que el ahora único monarca, Vermudo II, cuenta con el apoyo militar de un cuerpo enviado por Almanzor. Cercado, Gómez Díaz tratará de recuperar su posición preeminente en la Corte, aunque sus primeras maniobras no puedan resultar más desafortunadas. Consta, a través del fondo documental de la catedral de León, que, junto a varios miembros de su estirpe, entre ellos su hijo y heredero, García Gómez, ocupó por la fuerza ciertas villas en Tierra de Campos, arrebatándoselas a sus legítimos propietarios, entre los que se encuentra el obispo Sabarico de León, que, en noviembre de 985, reclama sus propiedades ante Vermudo II, que no duda en confirmarle como dueño.

Apenas algunas referencias diplomáticas familiares o secundarias permiten prolongar su vida a lo largo de 986, por lo que debió de fallecer en 987.

De su enlace con Muniadomna Fernández de Castilla tuvo varios hijos. Entre los que sobrevivieron se encuentran los siguientes: García Gómez, que fue conde de Saldaña y destacó en la política leonesa y andalusí como aliado de Almanzor; el también conde Sancho Gómez, que encontró la muerte en los alrededores de Guadalmellato junto a ‘Abd al-Raűmān Sanchuelo (1009); el conde Munio Gómez; Velasco Gómez, que falleció en la arrancada de Cervera (1000), y, de ser cierta como parece la hipótesis de Pérez de Urbel, a éstos se debería sumar a Sancha, esposa de Ramiro III de León.

 

Bibl.: J. Pérez de Urbel, Historia del condado de Castilla, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Estudios Medievales, 1945, vol. II, págs. 81, 160, 249-250, 277, 357 y 412; vol. III, pág. 1375; J. García Pelegrín, Studien zum Hochadel der Königreiche león und Kastilien in Hochmittelalter, Münster, Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung, 1991, págs. 35-37; G. Martínez Díez, “La familia condal de Carrión”, en Actas del III Congreso de Historia de Palencia, II. Historia Medieval, Palencia, Diputación Provincial, 1995, págs. 551-603; V. Álvarez Palenzuela, “La nobleza del reino de León en la alta Edad Media”, en El reino de León en la alta Edad Media, VII, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1995, págs. 149-329; M. C. Torres Sevilla, Linajes nobiliarios de León y Castilla, siglos IX-XIII, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1999, págs. 247-256.

 

Margarita Torres Sevilla-Quiñones

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