Ansúrez, Pedro. Conde de Carrión y de Saldaña. ?, c. 1037 – c. 1118. Noble, magnate principal de la corte de Alfonso VI.
Desempeñó a lo largo de cincuenta años un papel destacado en los reinados de Alfonso VI (1065-1109) y de su hija Urraca (1109-1126). Su nombre tiene una presencia sin parangón en los diplomas de Alfonso VI, en primera posición en la nómina de sus confirmantes, indicio de una posición eminente en la curia real. La Crónica Najerense, posterior a los hechos en noventa años, dice de él que fue ayo (nutricius) de Alfonso VI, noticia dudosa en su significado estricto, pues ambos personajes eran de edad similar y es improbable que Fernando I le confiara la educación de su hijo. Lucas de Tuy señala, en términos más plausibles, que Alfonso VI, cuando buscó refugio en Toledo, se regía por su consejo y le escuchaba “como si fuera su discípulo”. Fue, a lo que parece, el mentor de Alfonso VI en la fase inicial del reinado, cuando el monarca había superado los veinticinco años. Durante unos meses del año 1067 figura también como su mayordomo, el primero de la larga serie que tuvo Alfonso VI.
Pedro Ansúrez era hijo de Asur Díaz, asiduo cortesano de Fernando I, conde y cabeza de un poderoso linaje al que los musulmanes llamaron los Benigómez, descendientes de un famoso Gómez Díaz, conde de Saldaña y yerno del conde castellano Fernán González.
El linaje, tal cual se configura en tiempos de Pedro Ansúrez, procedía de la unión de los Ansúrez, condes de Monzón, con los Benigómez de Saldaña y Carrión, producida a mediados del siglo xi. Hermanos de Pedro Ansúrez fueron Diego, el primogénito, que figura también en la documentación con el título de conde y se extingue hacia 1080; Gonzalo, que fue alférez de Alfonso VI en 1071 pero no, como se ha pretendido, cuando se produjo la derrota de su rey frente a Sancho II en la batalla de Llantada (1068); Fernando y María, que casó con Fernando Ruiz, señor de Castrojeriz.
Los juglares identifican a Gonzalo con el padre de los “infantes de Carrión”, que ultrajaron a las hijas del Cid. A pesar de ese parentesco no se registra ningún choque entre Pedro Ansúrez y el Cid, dándose la circunstancia de que el Campeador le escogió como su fiador cuando otorgó carta de arras a doña Jimena en diploma de 19 de julio de 1074. Tras la extinción de Diego, Pedro Ansúrez se situó al frente del linaje de forma indiscutible. Sus cuantiosos dominios se extendían desde Liébana hasta Tordesillas, Saldaña y Carrión inclusive, en los territorios limítrofes que fueron objeto de litigio entre León y Castilla desde 1035. Pedro Ansúrez es un exponente de aristócrata que reúne en su persona la prestigiosa condición condal en su doble acepción de dignidad personal y territorial, ésta de resultas de la autoridad militar, judicial y gubernativa que Alfonso VI le otorgó sobre distintos distritos o tenencias, entre ellos los de Zamora y Toro, que figuran conjuntamente, Simancas, y, en una fase posterior, el de Iscar y Cuéllar, al sur del Duero. En cierta ocasión (1096) se señala su autoridad sobre Madrid.
En los diplomas reales suele figurar con el nudo título de comes, pero en el acta del concilio de Husillos (1088) se intitula “conde de Carrión”; con esa denominación, y la de “conde de Saldaña”, aparece en numerosos diplomas particulares.
La primera esposa de Pedro Ansúrez fue Eilo, hija de Alfonso Muñiz, conde de Cea, y hermana de Martín Alfonso, alférez de Alfonso VI durante varios años y, hasta su muerte en 1080, personaje también principal en el Palatium alfonsino. La herencia de su mujer proporcionó a Pedro Ansúrez amplia influencia sobre la zona de Sahagún, el gran centro monástico que fue enaltecido por Alfonso VI. En su testamento, fechado el 13 de abril de 1101, Pedro y Eilo dispusieron su sepultura en dicha abadía. Se conserva noticia de cinco hijos del matrimonio, entre ellos Mayor, esposa del célebre capitán Álvar Fáñez Minaya, y María, que casó con el conde Armengol V de Urgel. Este matrimonio generó, a lo que parece, una provechosa intimidad entre la casa de Urgel y la corte leonesa. La temprana muerte de Armengol determinó que Pedro Ansúrez se erigiese en protector de sus nietos, Armengol y Estefanía. Tardíamente, hacia 1114, contrajo segundas nupcias con Elvira Sánchez, de la que hay pocas noticias. Crónicas tardías, contaminadas de narraciones juglarescas en proporción difícil de precisar, asignan un papel sobresaliente a Pedro Ansúrez en el episodio del exilio de Alfonso VI en Toledo, subsiguiente a su derrota en Golpejera (enero de 1072). Ximénez de Rada atribuye a su mediación, unida a los buenos oficios de la infanta Urraca Fernández, el hecho de que Sancho II dejase en libertad a su hermano Alfonso después de la batalla. También afirma que por consejo suyo el destronado rey leonés se refugió en la corte del taifa al-Ma’mūn. Lucas de Tuy refiere que Pedro Ansúrez y sus hermanos Gonzalo y Fernando acompañaron al depuesto monarca en el destierro. El Cronicón Compostelano señala a él y a la infanta Urraca como los promotores de la rebelión contra Sancho II, ese mismo año en torno a Zamora, que concluyó con el asesinato del rey castellano por Bellido Dolfos. No es posible establecer si la intervención de Pedro Ansúrez fue directa o si actuó desde Toledo. Ximénez de Rada y Lucas de Tuy recogen la noticia imaginaria de que Pedro Ansúrez, siempre vigilante y conocedor de la lengua arábiga, se deshizo de los mensajeros que pretendían inoportunamente notificar al taifa de Toledo la muerte de Sancho II. La restauración de Alfonso VI, y la reunificación de su persona de los reinos de León y de Castilla, señalaron un momento culminante en la carrera de Pedro Ansúrez.
Pedro Ansúrez dirigió misiones importantes, entre otras una embajada en 1074 para exigir al rey zirí de Granada su incorporación a la nómina de taifas tributarios del reino castellano-leonés. El inexperto Abd Allāh, presionado también por el rey de Sevilla, quiso resistir, pero, al final, se allanó a satisfacer las parias exigidas y Alfonso VI pudo entrar, triunfante, en Granada.
Dos años más tarde, cuando se produjo la integración definitiva de las tierras de la Rioja en el reino de Castilla, tras el asesinato en Peñalén de Sancho IV de Navarra, Pedro Ansúrez figura en el fuero de Nájera (1076) como uno de los juradores otorgados por Alfonso VI a la nobleza del regnum naiarensis. El otro fue el conde castellano Gonzalo Salvadores, con quien Pedro Ansúrez hubo de compartir la posición cimera en la Corte hasta su muerte, acaecida en la rota de Rueda (1083). A partir de esa fecha, excepción hecha de los poderosos yernos del rey, Raimundo y Enrique de Borgoña, nadie le discute el primer puesto en el Palatium, del que son ilustrativas sus intervenciones por voluntad del rey en actuaciones judiciales bien documentadas. De su poderío e influencia dan cuenta los numerosos diplomas emitidos por él y su esposa Eilo, dispersos en las colecciones de Sahagún, Silos, Santa María de Valladolid, catedral de Palencia, San Zoilo de Carrión, etc. Pedro Ansúrez contribuyó, en términos que algunos autores han magnificado, al desarrollo de la ciudad de Valladolid, y en ese sentido destaca la fundación por él en 1095 de la colegiata de Santa María, a la que dotó con amplitud y fue aglutinante de un barrio de la primitiva ciudad. Hacia 1096 tuvo que renunciar a la tenencia de Zamora, en favor de Raimundo de Borgoña, a quien Alfonso VI había encomendado la repoblación de las extremaduras de Salamanca, Ávila y Segovia; asumió, a cambio, la de Cuéllar, de cuya repoblación se ocupó.
En 1103 Pedro Ansúrez se instaló en la Corte de su yerno el conde Armengol V de Urgel, que había muerto el año anterior en la batalla de Moyeruca (14 de septiembre de 1102), en lucha con los musulmanes.
Su alejamiento se refleja en el diplomatario de Alfonso VI, de cuyas nóminas de confirmantes desaparece de forma súbita. No es probable, frente a lo que se ha escrito, que su marcha haya respondido a un extrañamiento provocado por supuestas discrepancias con los yernos del rey, Raimundo y Enrique de Borgoña. Ocurrió que los sarracenos de Balaguer —ciudad puente que los condes de Urgel habían conquistado en 1091 y estaba llamada a convertirse pronto en capital del condado— aprovecharon el desconcierto subsiguiente a la batalla para sublevarse contra el nieto de Pedro Ansúrez, Armengol VI, niño a la sazón. Se abrió así una situación de inestabilidad en el Pirineo oriental adversa a los intereses de Alfonso VI en la zona. La gestión de Pedro Ansúrez, que contó sin duda con la anuencia del rey castellano, fue acertada y, en noviembre de 1105, lograba reconquistar Balaguer con una ayuda militar que, en un principio se buscó que fuese del rey de Aragón Alfonso I el Batallador y, finalmente, procedió del conde de Barcelona Ramón Berenguer III. Al año siguiente, mediante la prestación de vasallaje al Batallador y la cesión a dicho rey de la tercera parte de Balaguer, Pedro Ansúrez consolidó la alianza que ya existía entre el condado de Urgel y el reino de Aragón.
Pedro Ansúrez regresó a León en la época del fallecimiento de Alfonso VI (1 de julio de 1109). Estaba llamado, merced a su rango e influencia, a desempeñar también un papel significativo en la corte de doña Urraca, heredera del reino desde la muerte del infante Sancho en la batalla de Uclés (29 de mayo de 1108). Es probable que Pedro Ansúrez, sensible a las dotes guerreras de Alfonso el Batallador, haya influido en la controvertida decisión adoptada por Alfonso VI en el otoño de 1108 de casar a la sucesora, viuda de Raimundo de Borgoña desde 1103, con el rey de Aragón. La boda se celebró un año más tarde, en octubre de 1109, y es, asimismo, probable que Pedro Ansúrez interviniera en las capitulaciones matrimoniales o carta de arras que los regios esposos pactaron a finales de ese año. El anciano conde, al igual que su yerno Alvar Fáñez, intervino activamente en el confuso acontecer de la crisis del reino motivado por la confrontación entre Urraca y Alfonso. Algunas noticias, poco significativas, aluden al quehacer de Pedro Ansúrez, tendente a lograr el concierto de los regios esposos. Al inicio de las hostilidades, Pedro Ansúrez hizo entrega a la reina, por ser su señora natural, de las tierras y tenencias que tenía por el rey de Aragón a quien había prestado vasallaje. Tras las batallas de Candespina y Viadangos (1111), favorables al Batallador, Pedro Ansúrez acompañó a la reina en su retirada a Galicia, junto al arzobispo Gelmírez. Alvar Fáñez moría en Segovia en 1114, de resultas de una algarada urbana, cuando acababa de recuperar la ciudad para doña Urraca. El conde de Carrión se extinguió en 1118, o tal vez a principios del año siguiente.
Con ellos desapareció la generación que había dirigido el reino en tiempos del rey-emperador Alfonso VI.
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Andrés Gambra Gutiérrez